
LOS BRICS ANTE PALESTINA: EL SILENCIO CÓMPLICE QUE DELATA
¿Qué revela su silencio frente al genocidio? ¿Pueden ser alternativa quienes callan ante la ocupación? Si los BRICS no rompen con la injusticia, solo reproducen el sistema
Mientras muchos celebran la emergencia de los BRICS como "bloque alternativo" al poder occidental, su ambigua y complaciente actitud frente a la masacre del pueblo palestino plantea una pregunta incómoda: ¿estamos ante una verdadera esperanza de cambio o simplemente ante nuevos gestores del mismo orden injusto? La forma en que los BRICS responden (o no responden) al genocidio en Gaza es mucho más que un gesto diplomático. Es una señal clara de qué valores están realmente dispuestos a defender y a quiénes están dispuestos a sacrificar para mantener sus intereses geopolíticos.
El artículo que sigue es una introducción necesaria para entender mejor un tema que a menudo se idealiza sin mirar los hechos de cerca: el papel que están jugando los BRICS en el nuevo orden global. Muchos los ven como una alternativa al dominio de Estados Unidos, pero ¿realmente representan algo diferente? ¿O estamos ante nuevos actores con las mismas lógicas de poder?
Estas preguntas se vuelven especialmente importantes a la luz del artículo de Greg Godels, titulado “BRICS and Palestine: New Masters or a New World?”, que enlazamos y cuya lectura y debate recomendamos encarecidamente a nuestros lectores.
En él, Godels analiza con claridad y contundencia la posición de los BRICS ante la causa palestina, y pone sobre la mesa contradicciones que cualquier defensor honesto de esta opción debería enfrentar.
El texto que presentamos aquí busca ofrecer un marco introductorio para ese análisis: una primera parada antes de sumergirse en un debate imprescindible. Porque si queremos un mundo más justo, no basta con aplaudir nuevos bloques. Hay que preguntar quién manda, cómo y con qué intereses. Y eso es exactamente lo que plantea el artículo de Godels, cuya lectura y discusión recomendamos con fuerza.
ENLACE AL ARTÍCULO ÍNTEGRO DE GREG GODELS
“Los BRICS y Palestina: ¿Nuevos amos o un nuevo mundo?”
Pinche aquí para leer el artículo de Greg Godels
Introducción al artículo de Greg Godels
POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante años nos han estado repitiendo una historia bastante simple: el mundo estaba dividido en dos grandes bandos durante la Guerra Fría, luego se disolvió la URSS, y Estados Unidos quedó como el gran jefe del planeta.
Todo lo demás parecía girar a su alrededor: guerras, economía, cultura, hasta las modas. Pero últimamente esa historia empezó a sonar vieja.
¿Y si ya no hay un solo jefe? ¿Y si estamos entrando en una etapa donde varios países tienen el poder de decidir, de influir, de marcar el rumbo del mundo? A eso algunos lo llaman “multipolaridad”, y lo venden como si fuera una oportunidad de oro: un mundo más justo, más equilibrado, donde no haya un solo matón en el barrio.
Pero la gran pregunta es: ¿eso es cierto? ¿O estamos frente a una nueva versión del mismo guion de siempre?
EL RELATO DE LA MULTIPOLARIDAD: ¿HAY UN NUEVO ORDEN MUNDIAL?
La multipolaridad suena bien, claro. En teoría, sería un sistema mundial en el que varios polos de poder compiten o colaboran entre sí. Ya no habría un único imperio global (como EE.UU. después de 1991), sino varias potencias influyentes: China, Rusia, la Unión Europea, India, quizás Brasil o incluso Sudáfrica, según a quién le preguntes.
![[Img #87065]](https://canarias-semanal.org/upload/images/10_2025/8682_br.jpg)
Quienes defienden esta idea sostienen que este nuevo equilibrio de poderes es una forma de frenar los abusos del imperialismo norteamericano. Dicen: si EE.UU. ya no puede hacer y deshacer a su antojo, entonces hay más espacio para que otros países respiren, para que el Sur Global tenga más voz, para que la soberanía nacional no sea solo una palabra bonita.
Pero… ¿es así como funciona en la práctica? El documento cuya lectura sugerimos encarecidamente a los lectores, pone el dedo en la llaga: no todo lo que brilla es oro. Porque muchas veces, detrás del discurso de la multipolaridad, lo que hay son nuevas potencias emergentes que desean ocupar el mismo sillón imperial, con métodos quizás distintos, pero con intereses muy parecidos.
¿QUIÉNES SON LOS NUEVOS "POLOS"? ¿QUÉ QUIEREN?
Pensemos en China. Hoy en día es la segunda economía del mundo, tiene acuerdos comerciales con medio planeta, inversiones por todos lados y un ejército que no para de crecer. Su estrategia se apoya en lo que llaman “La Nueva Ruta de la Seda”, un megaproyecto para conectar Asia, África y Europa con infraestructura financiada por bancos chinos. ¿Ayuda? Sí. Pero también genera dependencia económica.
¿Y Rusia? Bueno, después del colapso soviético, pasó años en crisis, pero desde la llegada de Putin al poder comenzó a recomponerse. Hoy vuelve a meter mano en varias regiones, sobre todo en Europa del Este, Asia Central y Medio Oriente. Invade, negocia, presiona. ¿Es eso tan distinto del imperialismo estadounidense?
Lo mismo ocurre, en menor escala, con otros países como India, Turquía o Brasil. No se trata de que estos Estados estén luchando por acabar con el sistema desigual global. No. Están buscando mejorar su lugar dentro de él, volverse actores más importantes, sin necesariamente cambiar las reglas del juego.
MULTIPOLARIDAD NO ES SINÓNIMO DE ANTICAPITALISMO
Y este punto es central: que existan varios polos no quiere decir que el sistema haya dejado de ser capitalista. El problema no es solo quién domina, sino qué modelo de sociedad impone. En este caso, el modelo es el mismo: un mundo organizado en función del beneficio privado, donde los Estados más fuertes imponen condiciones, donde la riqueza se concentra y las mayorías quedan siempre en la cuerda floja.
Por eso, aunque el poder ya no esté tan concentrado en una sola superpotencia, la estructura básica de explotación y dominación sigue intacta. Un mundo multipolar donde todos los polos compiten por los recursos, los mercados, la influencia… no es un mundo más justo. Es solo una partida de ajedrez entre grandes jugadores, y los peones, como siempre, somos los pueblos del Sur.
GUERRAS, CONFLICTOS Y CAMBIOS EN LAS FORMAS
La guerra en Ucrania es un buen ejemplo de todo esto. Algunos dicen que es una guerra por la soberanía de los pueblos. Otros la ven como una reacción legítima de Rusia al avance de la OTAN. Pero lo que no se puede negar es que es un conflicto entre dos modelos de dominación imperial: uno que se viste de “democracia occidental” y otro que se presenta como “defensor del orden multipolar”.
Al final, los que mueren en el frente y los que sufren el hambre y los bombardeos no son los oligarcas de Moscú ni los banqueros de Wall Street, sino la gente común.
Lo mismo sucede en África, donde potencias como Francia, China, Rusia o EE.UU. compiten por el control de recursos estratégicos. ¿De verdad crees que alguno de ellos está ahí por solidaridad? No, están porque hay uranio, petróleo, coltán, diamantes. La multipolaridad no trajo paz ni justicia. Trajo una competencia más feroz y más disfrazada.
¿Y LATINOAMÉRICA? ¿UNA OPORTUNIDAD O UNA NUEVA TRAMPA?
En nuestra región, muchos gobiernos progresistas miran con esperanza a este mundo multipolar. Hay una lógica en ello. Están hartos de las imposiciones del FMI, de las amenazas de Washington, de los chantajes de siempre. Ven en China o en Rusia a posibles aliados para tener algo de oxígeno, para salir del ahogo económico y diplomático.
Pero el texto que hemos resumimos insiste: cuidado con las falsas ilusiones. Porque si no se cambia la base del modelo económico, lo único que cambia es el patrón. Te quitas a los a EE.UU. de encima, y pones como sustituto a China.
Y quizás el discurso, en efecto, el discurso sea más amable, pero las condiciones de deuda, dependencia tecnológica o extractivismo son las mismas. Si seguimos exportando materias primas, si seguimos endeudándonos, si seguimos sin soberanía alimentaria ni industrial, seguimos atrapados en la misma jaula, aunque cambie el carcelero.
¿ESPOSAS NUEVAS, JAULAS VIEJAS?
La multipolaridad no es, por sí sola, garantía de un mundo más justo. Puede parecer que estamos saliendo del dominio unipolar estadounidense, pero lo cierto es que muchos de los nuevos polos no quieren derribar el sistema, sino acomodarse mejor dentro de él.
Es como si en una partida de Monopoly, los jugadores se pelearan por ser los dueños del Paseo del Prado, pero nadie cuestionara las reglas del juego. Y mientras tanto, los de abajo —los pueblos, los trabajadores, los sectores populares— seguimos pagando las facturas, viviendo las crisis y soportando las guerras ajenas.
Por eso, si queremos un mundo realmente distinto, más libre, más solidario, más igualitario, no basta con cambiar quién manda. Hay que cambiar el sistema que permite que unos pocos manden sobre todos los demás.
LA PRUEBA DEL ALGODON: PALESTINA
Finalmente, en su articulo, Godels propone una suerte de "prueba del algodon" para aquellos lectores que no están inclinados al debate teórico: Palestina.
Si hay una agresión imperialista clara en este momento —el genocidio del pueblo palestino a manos de un Estado teocrático expansionista—, ¿dónde están esos “antiimperialistas”? ¿Han organizado una oposición internacional, interrumpido el comercio, impuesto sanciones, retirado reconocimiento o enviado ayuda o combatientes voluntarios?
En el pasado, China y la URSS apoyaron material y militarmente a Vietnam en su lucha contra el imperialismo; la URSS estuvo al borde de la guerra para proteger a Cuba en los años 60; los cubanos lucharon y murieron en Angola contra el imperialismo y el apartheid en los años 90.
Sucedió, incluso, que los EE. UU. se unió a la URSS para frenar los planes imperialistas de Reino Unido, Francia e Israel sobre el Canal de Suez en 1956, aunque Washington lo hiciera por razones específicas que no corresponde ahora explicar aquí.
¿Harán hoy algo similar los actuales “antiimperialistas” más allá de sus discursos?
¿O la llamada multipolaridad se queda tan solo pura palabrería?
El artículo que sigue es una introducción necesaria para entender mejor un tema que a menudo se idealiza sin mirar los hechos de cerca: el papel que están jugando los BRICS en el nuevo orden global. Muchos los ven como una alternativa al dominio de Estados Unidos, pero ¿realmente representan algo diferente? ¿O estamos ante nuevos actores con las mismas lógicas de poder?
Estas preguntas se vuelven especialmente importantes a la luz del artículo de Greg Godels, titulado “BRICS and Palestine: New Masters or a New World?”, que enlazamos y cuya lectura y debate recomendamos encarecidamente a nuestros lectores.
En él, Godels analiza con claridad y contundencia la posición de los BRICS ante la causa palestina, y pone sobre la mesa contradicciones que cualquier defensor honesto de esta opción debería enfrentar.
El texto que presentamos aquí busca ofrecer un marco introductorio para ese análisis: una primera parada antes de sumergirse en un debate imprescindible. Porque si queremos un mundo más justo, no basta con aplaudir nuevos bloques. Hay que preguntar quién manda, cómo y con qué intereses. Y eso es exactamente lo que plantea el artículo de Godels, cuya lectura y discusión recomendamos con fuerza.
ENLACE AL ARTÍCULO ÍNTEGRO DE GREG GODELS
“Los BRICS y Palestina: ¿Nuevos amos o un nuevo mundo?”
Pinche aquí para leer el artículo de Greg Godels
Introducción al artículo de Greg Godels
POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante años nos han estado repitiendo una historia bastante simple: el mundo estaba dividido en dos grandes bandos durante la Guerra Fría, luego se disolvió la URSS, y Estados Unidos quedó como el gran jefe del planeta.
Todo lo demás parecía girar a su alrededor: guerras, economía, cultura, hasta las modas. Pero últimamente esa historia empezó a sonar vieja.
¿Y si ya no hay un solo jefe? ¿Y si estamos entrando en una etapa donde varios países tienen el poder de decidir, de influir, de marcar el rumbo del mundo? A eso algunos lo llaman “multipolaridad”, y lo venden como si fuera una oportunidad de oro: un mundo más justo, más equilibrado, donde no haya un solo matón en el barrio.
Pero la gran pregunta es: ¿eso es cierto? ¿O estamos frente a una nueva versión del mismo guion de siempre?
EL RELATO DE LA MULTIPOLARIDAD: ¿HAY UN NUEVO ORDEN MUNDIAL?
La multipolaridad suena bien, claro. En teoría, sería un sistema mundial en el que varios polos de poder compiten o colaboran entre sí. Ya no habría un único imperio global (como EE.UU. después de 1991), sino varias potencias influyentes: China, Rusia, la Unión Europea, India, quizás Brasil o incluso Sudáfrica, según a quién le preguntes.
Quienes defienden esta idea sostienen que este nuevo equilibrio de poderes es una forma de frenar los abusos del imperialismo norteamericano. Dicen: si EE.UU. ya no puede hacer y deshacer a su antojo, entonces hay más espacio para que otros países respiren, para que el Sur Global tenga más voz, para que la soberanía nacional no sea solo una palabra bonita.
Pero… ¿es así como funciona en la práctica? El documento cuya lectura sugerimos encarecidamente a los lectores, pone el dedo en la llaga: no todo lo que brilla es oro. Porque muchas veces, detrás del discurso de la multipolaridad, lo que hay son nuevas potencias emergentes que desean ocupar el mismo sillón imperial, con métodos quizás distintos, pero con intereses muy parecidos.
¿QUIÉNES SON LOS NUEVOS "POLOS"? ¿QUÉ QUIEREN?
Pensemos en China. Hoy en día es la segunda economía del mundo, tiene acuerdos comerciales con medio planeta, inversiones por todos lados y un ejército que no para de crecer. Su estrategia se apoya en lo que llaman “La Nueva Ruta de la Seda”, un megaproyecto para conectar Asia, África y Europa con infraestructura financiada por bancos chinos. ¿Ayuda? Sí. Pero también genera dependencia económica.
¿Y Rusia? Bueno, después del colapso soviético, pasó años en crisis, pero desde la llegada de Putin al poder comenzó a recomponerse. Hoy vuelve a meter mano en varias regiones, sobre todo en Europa del Este, Asia Central y Medio Oriente. Invade, negocia, presiona. ¿Es eso tan distinto del imperialismo estadounidense?
Lo mismo ocurre, en menor escala, con otros países como India, Turquía o Brasil. No se trata de que estos Estados estén luchando por acabar con el sistema desigual global. No. Están buscando mejorar su lugar dentro de él, volverse actores más importantes, sin necesariamente cambiar las reglas del juego.
MULTIPOLARIDAD NO ES SINÓNIMO DE ANTICAPITALISMO
Y este punto es central: que existan varios polos no quiere decir que el sistema haya dejado de ser capitalista. El problema no es solo quién domina, sino qué modelo de sociedad impone. En este caso, el modelo es el mismo: un mundo organizado en función del beneficio privado, donde los Estados más fuertes imponen condiciones, donde la riqueza se concentra y las mayorías quedan siempre en la cuerda floja.
Por eso, aunque el poder ya no esté tan concentrado en una sola superpotencia, la estructura básica de explotación y dominación sigue intacta. Un mundo multipolar donde todos los polos compiten por los recursos, los mercados, la influencia… no es un mundo más justo. Es solo una partida de ajedrez entre grandes jugadores, y los peones, como siempre, somos los pueblos del Sur.
GUERRAS, CONFLICTOS Y CAMBIOS EN LAS FORMAS
La guerra en Ucrania es un buen ejemplo de todo esto. Algunos dicen que es una guerra por la soberanía de los pueblos. Otros la ven como una reacción legítima de Rusia al avance de la OTAN. Pero lo que no se puede negar es que es un conflicto entre dos modelos de dominación imperial: uno que se viste de “democracia occidental” y otro que se presenta como “defensor del orden multipolar”.
Al final, los que mueren en el frente y los que sufren el hambre y los bombardeos no son los oligarcas de Moscú ni los banqueros de Wall Street, sino la gente común.
Lo mismo sucede en África, donde potencias como Francia, China, Rusia o EE.UU. compiten por el control de recursos estratégicos. ¿De verdad crees que alguno de ellos está ahí por solidaridad? No, están porque hay uranio, petróleo, coltán, diamantes. La multipolaridad no trajo paz ni justicia. Trajo una competencia más feroz y más disfrazada.
¿Y LATINOAMÉRICA? ¿UNA OPORTUNIDAD O UNA NUEVA TRAMPA?
En nuestra región, muchos gobiernos progresistas miran con esperanza a este mundo multipolar. Hay una lógica en ello. Están hartos de las imposiciones del FMI, de las amenazas de Washington, de los chantajes de siempre. Ven en China o en Rusia a posibles aliados para tener algo de oxígeno, para salir del ahogo económico y diplomático.
Pero el texto que hemos resumimos insiste: cuidado con las falsas ilusiones. Porque si no se cambia la base del modelo económico, lo único que cambia es el patrón. Te quitas a los a EE.UU. de encima, y pones como sustituto a China.
Y quizás el discurso, en efecto, el discurso sea más amable, pero las condiciones de deuda, dependencia tecnológica o extractivismo son las mismas. Si seguimos exportando materias primas, si seguimos endeudándonos, si seguimos sin soberanía alimentaria ni industrial, seguimos atrapados en la misma jaula, aunque cambie el carcelero.
¿ESPOSAS NUEVAS, JAULAS VIEJAS?
La multipolaridad no es, por sí sola, garantía de un mundo más justo. Puede parecer que estamos saliendo del dominio unipolar estadounidense, pero lo cierto es que muchos de los nuevos polos no quieren derribar el sistema, sino acomodarse mejor dentro de él.
Es como si en una partida de Monopoly, los jugadores se pelearan por ser los dueños del Paseo del Prado, pero nadie cuestionara las reglas del juego. Y mientras tanto, los de abajo —los pueblos, los trabajadores, los sectores populares— seguimos pagando las facturas, viviendo las crisis y soportando las guerras ajenas.
Por eso, si queremos un mundo realmente distinto, más libre, más solidario, más igualitario, no basta con cambiar quién manda. Hay que cambiar el sistema que permite que unos pocos manden sobre todos los demás.
LA PRUEBA DEL ALGODON: PALESTINA
Finalmente, en su articulo, Godels propone una suerte de "prueba del algodon" para aquellos lectores que no están inclinados al debate teórico: Palestina.
Si hay una agresión imperialista clara en este momento —el genocidio del pueblo palestino a manos de un Estado teocrático expansionista—, ¿dónde están esos “antiimperialistas”? ¿Han organizado una oposición internacional, interrumpido el comercio, impuesto sanciones, retirado reconocimiento o enviado ayuda o combatientes voluntarios?
En el pasado, China y la URSS apoyaron material y militarmente a Vietnam en su lucha contra el imperialismo; la URSS estuvo al borde de la guerra para proteger a Cuba en los años 60; los cubanos lucharon y murieron en Angola contra el imperialismo y el apartheid en los años 90.
Sucedió, incluso, que los EE. UU. se unió a la URSS para frenar los planes imperialistas de Reino Unido, Francia e Israel sobre el Canal de Suez en 1956, aunque Washington lo hiciera por razones específicas que no corresponde ahora explicar aquí.
¿Harán hoy algo similar los actuales “antiimperialistas” más allá de sus discursos?
¿O la llamada multipolaridad se queda tan solo pura palabrería?
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