GRAN CANARIA COMO SEDE DEL MUNDIAL 2030: GANANCIAS PRIVADAS, PÉRDIDAS PÚBLICAS
Las falsas promesas de prosperidad para todos del mundial de fútbol
Este jueves, 25 de septiembre, Gran Canaria recibía la visita de una delegación de la FIFA para evaluar las infraestructuras de la isla como sede del Mundial de Fútbol 2030. Gran Canaria ha sido designada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) como una de las 11 sedes españolas del mundial que será celebrado de forma conjunta por España, Portugal y Marruecos. Designación que debe ser confirmada por la FIFA el próximo mes de diciembre (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Este jueves, 25 de septiembre, Gran Canaria recibía la visita de una delegación de la FIFA para evaluar las infraestructuras de la isla como sede del Mundial de Fútbol 2030.
Gran Canaria ha sido designada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) como una de las 11 sedes españolas del mundial que será celebrado de forma conjunta por España, Portugal y Marruecos. Designación que debe ser confirmada por la FIFA el próximo mes de diciembre.
La delegación de la FIFA que se desplazó hasta la isla, compuesta por técnicos de la organización, fue recibida por una comitiva política encabezada por el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Carolina Darias, y el consejero insular de Deportes, Aridany Romero. Esta delegación evaluó tanto el Estadio de Gran Canaria, como otras instalaciones deportivas, incluyendo el estadio de San Fernando de Maspalomas y la Ciudad Deportiva de la UD Las Palmas en Barranco Seco.
Según informaron las autoridades políticas, se destacó la capacidad del Aeropuerto de Gran Canaria para conectar la isla con las demás sedes del Mundial, así como la infraestructura hotelera y los servicios de transporte público. También se mencionó el posible proyecto de tren en la isla, que estaría en funcionamiento de manera parcial en 2030, así como la preparación de zonas de "fanzones" en el Parque de Santa Catalina y el Estadio Insular.
El presidente del Cabildo y la alcaldesa Darias, junto con Romero, argumentaron que esta candidatura representaba una oportunidad de oro para impulsar la imagen internacional de Gran Canaria y atraer inversiones a largo plazo. No obstante, es vital analizar con detenimiento lo que implica esta ambiciosa candidatura desde una perspectiva crítica, que tenga en cuenta no solo los posibles beneficios para el turismo, sino también los costos económicos, sociales y medioambientales que pueden afectar a la población local.
Los partidos políticos institucionales y los grandes empresarios de la isla, defienden la “importancia trascendental” que tendrá para la economía de Gran Canaria convertirse en una de las sedes de este evento deportivo.
No obstante, bajo esta visión optimista, hay razones de peso para ser críticos sobre lo que realmente puede aportar este megaevento a la mayoría de la población canaria.
Costos exorbitantes, beneficios concentrados
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es el desmesurado coste económico que implica adaptarse a los requerimientos exigidos para albergar el mundial de fútbol.
Los eventos deportivos a gran escala, como el Mundial, suelen requerir una inversión pública masiva que rara vez se recupera. En el Mundial de Brasil 2014, el costo total ascendió a más de 15 mil millones de dólares, una cifra desorbitada que dejó en su estela estadios infrautilizados y una deuda pública que sigue afectando a sectores clave de la economía del país. Algo similar ocurrió en Qatar 2022, con más de 200 mil millones de dólares invertidos en infraestructuras, muchas de las cuales ahora son elefantes blancos, incapaces de generar ingresos suficientes para justificar su construcción.
En Gran Canaria, el presidente del Cabildo, Antonio Morales, ha anunciado que encargará un estudio del impacto económico que puede suponer para la isla todo lo que llegará a partir de ahora, como por ejemplo el comienzo de las obras en el Estadio de Gran Canaria, con una inversión superior a 100 millones de euros, y que pretenden tener finalizado en 2027, con tres años de antelación a la cita mundialista.
¿Quién se beneficiaría realmente?
Uno de los aspectos que se ocultan, a la hora de valorar objetivamente los pros y los contras de albergar y organizar estos macroeventos deportivos, es el que tiene que ver con la concreción de adónde van a parar la mayor parte de los beneficios que estos generan.
En este caso, uno los beneficiados indirecto serán la U.D. Las Palmas y su propietario, el empresario Miguel Ángel Ramírez, personaje polémico que ha acumulado su fortuna a la sombra de contratos públicos y con prácticas más que cuestionadas por sindicatos y trabajadores.
El hecho de que los fondos públicos sean utilizados para remodelar el estadio de este equipo , que posteriormente usará el club privado para generar ingresos, es un ejemplo claro de cómo las inversiones en infraestructuras deportivas terminan beneficiando a las élites locales.
Pero, más allá de Miguel Ángel Ramírez y la UD Las Palmas, los grandes beneficiarios de que Gran Canaria se convierta en una de las sedes del Mundial de Fútbol 2030 serán las grandes cadenas hoteleras. En Canarias, el sector hotelero está dominado por grupos empresariales nacionales e internacionales que, aunque generan empleo local casi siempre mal remunerado y con altas tasas de precariedad laboral, exportan la mayor parte de sus beneficios fuera del archipiélago.
Este control por parte de grandes cadenas, como RIU, Meliá e Iberostar significa que la riqueza generada por eventos como un Mundial no se queda en la economía local. En lugar de reinvertirse en la mejora de las condiciones de vida de los isleños, los ingresos terminan en las cuentas de empresas fuera de Canarias, contribuyendo al empobrecimiento relativo de la región. Aunque los grandes empresarios hoteleros logren beneficios significativos, las pequeñas y medianas empresas locales apenas se verán favorecidas.
Uno de los problemas recurrentes que se ha documentado en otros eventos como los Juegos Olímpicos o Mundiales anteriores es, justamente, que el pequeño comercio y los negocios locales obtienen beneficios marginales. En Brasil 2014, por ejemplo, se estimaba que solo entre el 5 y el 10% de las ganancias generadas por el evento llegaban a los pequeños comercios, mientras que las grandes empresas hoteleras y de servicios turísticos acapararon la mayor parte del ingreso.
El sistema de "todo incluido" que impera en las grandes cadenas hoteleras en Canarias también limita las oportunidades para que los negocios locales participen. Los turistas se alojan en hoteles con todos los servicios cubiertos, lo que reduce sus gastos fuera de los complejos hoteleros y afecta directamente a pequeños restaurantes, bares y tiendas locales.
Además, los alquileres vacacionales, que podrían representar una opción para el pequeño propietario, también están siendo absorbidos por grandes inversores.
En definitiva, mientras las élites locales y las grandes cadenas hoteleras se benefician de forma desproporcionada, los pequeños comercios canarios y los ciudadanos locales experimentan una participación limitada en los ingresos generados por eventos como el Mundial de fútbol. Este modelo no solo amplía la desigualdad económica, sino que también refuerza la dependencia del sector turístico, dejando otros sectores desatendidos y limitando el verdadero desarrollo de la región.
Gentrificación y exclusión social
Otro de los efectos más nocivos de albergar un Mundial es que este tipo de eventos intensifica el fenómeno de la gentrificación. Las áreas alrededor de los estadios y otras infraestructuras deportivas suelen experimentar un aumento en el valor de la propiedad, lo que desplaza a las comunidades de bajos ingresos y transforma el tejido social de las ciudades. En eventos como el Mundial de Sudáfrica y los Juegos Olímpicos de Río, muchas familias fueron desalojadas de sus hogares para dejar espacio a las nuevas infraestructuras.
En Canarias, donde el acceso a la vivienda ya es un problema debido al elevado coste de vida y la especulación inmobiliaria, la llegada de un evento de estas características podría exacerbar la situación, expulsando a las clases populares de los centros urbanos y beneficiando a promotores y grandes empresarios.
Este fenómeno de gentrificación no solo aumenta la desigualdad social, sino que también limita el acceso de las comunidades locales a las infraestructuras que, teóricamente, deberían beneficiarles. Las instalaciones construidas o renovadas para el Mundial suelen estar orientadas al turismo y los eventos deportivos de élite, lo que deja fuera a quienes no pueden permitirse los nuevos precios.
Impacto ambiental
Otro aspecto que no debe pasar desapercibido es el impacto ambiental de los macroeventos deportivos. La construcción o remodelación de infraestructuras deportivas genera enormes cantidades de emisiones de carbono y consume grandes cantidades de recursos naturales. En Qatar, el Mundial de 2022 tuvo un impacto ambiental devastador, con un aumento del 70 % en las emisiones en comparación con Rusia 2018.
Gran Canaria, una región dependiente del turismo natural y con ecosistemas frágiles, también sufrirá las consecuencias medioambientales de este tipo de proyectos, tanto por la construcción de nuevas infraestructuras como por el aumento de la afluencia de turistas durante el evento.
El uso intensivo de recursos como el agua, que en Canarias es especialmente limitada, sumado al incremento en la generación de residuos y la presión sobre los espacios naturales, podría tener consecuencias irreparables para el medio ambiente insular.
Aunque se pretende promover iniciativas "verdes" como parte del plan de marketing del proyecto, la realidad es que los eventos deportivos de esta magnitud siempre generan una huella ecológica significativa que no se puede mitigar completamente.
Desatención de las necesidades sociales
En un contexto socioeconómico como el de Canarias, donde las tasas de pobreza superan con creces la media Estatal y el desempleo juvenil es alarmantemente alto, no sería exagerado sostener que destinar exorbitantes cantidades de fondos públicos a un evento como el Mundial de Fútbol se podría considera, cuando menos, como una “inversión mal orientada”.
Canarias necesita inversiones urgentes en sanidad, educación, vivienda y políticas sociales, sectores que actualmente están desatendidos por la administración pública.
El desvío de recursos hacia infraestructuras deportivas suntuarias contrasta con la realidad de muchos canarios que viven en la pobreza o enfrentan dificultades para acceder a servicios públicos básicos.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Este jueves, 25 de septiembre, Gran Canaria recibía la visita de una delegación de la FIFA para evaluar las infraestructuras de la isla como sede del Mundial de Fútbol 2030.
Gran Canaria ha sido designada por la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) como una de las 11 sedes españolas del mundial que será celebrado de forma conjunta por España, Portugal y Marruecos. Designación que debe ser confirmada por la FIFA el próximo mes de diciembre.
La delegación de la FIFA que se desplazó hasta la isla, compuesta por técnicos de la organización, fue recibida por una comitiva política encabezada por el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, la alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria, Carolina Darias, y el consejero insular de Deportes, Aridany Romero. Esta delegación evaluó tanto el Estadio de Gran Canaria, como otras instalaciones deportivas, incluyendo el estadio de San Fernando de Maspalomas y la Ciudad Deportiva de la UD Las Palmas en Barranco Seco.
Según informaron las autoridades políticas, se destacó la capacidad del Aeropuerto de Gran Canaria para conectar la isla con las demás sedes del Mundial, así como la infraestructura hotelera y los servicios de transporte público. También se mencionó el posible proyecto de tren en la isla, que estaría en funcionamiento de manera parcial en 2030, así como la preparación de zonas de "fanzones" en el Parque de Santa Catalina y el Estadio Insular.
El presidente del Cabildo y la alcaldesa Darias, junto con Romero, argumentaron que esta candidatura representaba una oportunidad de oro para impulsar la imagen internacional de Gran Canaria y atraer inversiones a largo plazo. No obstante, es vital analizar con detenimiento lo que implica esta ambiciosa candidatura desde una perspectiva crítica, que tenga en cuenta no solo los posibles beneficios para el turismo, sino también los costos económicos, sociales y medioambientales que pueden afectar a la población local.
Los partidos políticos institucionales y los grandes empresarios de la isla, defienden la “importancia trascendental” que tendrá para la economía de Gran Canaria convertirse en una de las sedes de este evento deportivo.
No obstante, bajo esta visión optimista, hay razones de peso para ser críticos sobre lo que realmente puede aportar este megaevento a la mayoría de la población canaria.
Costos exorbitantes, beneficios concentrados
Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta es el desmesurado coste económico que implica adaptarse a los requerimientos exigidos para albergar el mundial de fútbol.
Los eventos deportivos a gran escala, como el Mundial, suelen requerir una inversión pública masiva que rara vez se recupera. En el Mundial de Brasil 2014, el costo total ascendió a más de 15 mil millones de dólares, una cifra desorbitada que dejó en su estela estadios infrautilizados y una deuda pública que sigue afectando a sectores clave de la economía del país. Algo similar ocurrió en Qatar 2022, con más de 200 mil millones de dólares invertidos en infraestructuras, muchas de las cuales ahora son elefantes blancos, incapaces de generar ingresos suficientes para justificar su construcción.
En Gran Canaria, el presidente del Cabildo, Antonio Morales, ha anunciado que encargará un estudio del impacto económico que puede suponer para la isla todo lo que llegará a partir de ahora, como por ejemplo el comienzo de las obras en el Estadio de Gran Canaria, con una inversión superior a 100 millones de euros, y que pretenden tener finalizado en 2027, con tres años de antelación a la cita mundialista.
¿Quién se beneficiaría realmente?
Uno de los aspectos que se ocultan, a la hora de valorar objetivamente los pros y los contras de albergar y organizar estos macroeventos deportivos, es el que tiene que ver con la concreción de adónde van a parar la mayor parte de los beneficios que estos generan.
En este caso, uno los beneficiados indirecto serán la U.D. Las Palmas y su propietario, el empresario Miguel Ángel Ramírez, personaje polémico que ha acumulado su fortuna a la sombra de contratos públicos y con prácticas más que cuestionadas por sindicatos y trabajadores.
El hecho de que los fondos públicos sean utilizados para remodelar el estadio de este equipo , que posteriormente usará el club privado para generar ingresos, es un ejemplo claro de cómo las inversiones en infraestructuras deportivas terminan beneficiando a las élites locales.
Pero, más allá de Miguel Ángel Ramírez y la UD Las Palmas, los grandes beneficiarios de que Gran Canaria se convierta en una de las sedes del Mundial de Fútbol 2030 serán las grandes cadenas hoteleras. En Canarias, el sector hotelero está dominado por grupos empresariales nacionales e internacionales que, aunque generan empleo local casi siempre mal remunerado y con altas tasas de precariedad laboral, exportan la mayor parte de sus beneficios fuera del archipiélago.
Este control por parte de grandes cadenas, como RIU, Meliá e Iberostar significa que la riqueza generada por eventos como un Mundial no se queda en la economía local. En lugar de reinvertirse en la mejora de las condiciones de vida de los isleños, los ingresos terminan en las cuentas de empresas fuera de Canarias, contribuyendo al empobrecimiento relativo de la región. Aunque los grandes empresarios hoteleros logren beneficios significativos, las pequeñas y medianas empresas locales apenas se verán favorecidas.
Uno de los problemas recurrentes que se ha documentado en otros eventos como los Juegos Olímpicos o Mundiales anteriores es, justamente, que el pequeño comercio y los negocios locales obtienen beneficios marginales. En Brasil 2014, por ejemplo, se estimaba que solo entre el 5 y el 10% de las ganancias generadas por el evento llegaban a los pequeños comercios, mientras que las grandes empresas hoteleras y de servicios turísticos acapararon la mayor parte del ingreso.
El sistema de "todo incluido" que impera en las grandes cadenas hoteleras en Canarias también limita las oportunidades para que los negocios locales participen. Los turistas se alojan en hoteles con todos los servicios cubiertos, lo que reduce sus gastos fuera de los complejos hoteleros y afecta directamente a pequeños restaurantes, bares y tiendas locales.
Además, los alquileres vacacionales, que podrían representar una opción para el pequeño propietario, también están siendo absorbidos por grandes inversores.
En definitiva, mientras las élites locales y las grandes cadenas hoteleras se benefician de forma desproporcionada, los pequeños comercios canarios y los ciudadanos locales experimentan una participación limitada en los ingresos generados por eventos como el Mundial de fútbol. Este modelo no solo amplía la desigualdad económica, sino que también refuerza la dependencia del sector turístico, dejando otros sectores desatendidos y limitando el verdadero desarrollo de la región.
Gentrificación y exclusión social
Otro de los efectos más nocivos de albergar un Mundial es que este tipo de eventos intensifica el fenómeno de la gentrificación. Las áreas alrededor de los estadios y otras infraestructuras deportivas suelen experimentar un aumento en el valor de la propiedad, lo que desplaza a las comunidades de bajos ingresos y transforma el tejido social de las ciudades. En eventos como el Mundial de Sudáfrica y los Juegos Olímpicos de Río, muchas familias fueron desalojadas de sus hogares para dejar espacio a las nuevas infraestructuras.
En Canarias, donde el acceso a la vivienda ya es un problema debido al elevado coste de vida y la especulación inmobiliaria, la llegada de un evento de estas características podría exacerbar la situación, expulsando a las clases populares de los centros urbanos y beneficiando a promotores y grandes empresarios.
Este fenómeno de gentrificación no solo aumenta la desigualdad social, sino que también limita el acceso de las comunidades locales a las infraestructuras que, teóricamente, deberían beneficiarles. Las instalaciones construidas o renovadas para el Mundial suelen estar orientadas al turismo y los eventos deportivos de élite, lo que deja fuera a quienes no pueden permitirse los nuevos precios.
Impacto ambiental
Otro aspecto que no debe pasar desapercibido es el impacto ambiental de los macroeventos deportivos. La construcción o remodelación de infraestructuras deportivas genera enormes cantidades de emisiones de carbono y consume grandes cantidades de recursos naturales. En Qatar, el Mundial de 2022 tuvo un impacto ambiental devastador, con un aumento del 70 % en las emisiones en comparación con Rusia 2018.
Gran Canaria, una región dependiente del turismo natural y con ecosistemas frágiles, también sufrirá las consecuencias medioambientales de este tipo de proyectos, tanto por la construcción de nuevas infraestructuras como por el aumento de la afluencia de turistas durante el evento.
El uso intensivo de recursos como el agua, que en Canarias es especialmente limitada, sumado al incremento en la generación de residuos y la presión sobre los espacios naturales, podría tener consecuencias irreparables para el medio ambiente insular.
Aunque se pretende promover iniciativas "verdes" como parte del plan de marketing del proyecto, la realidad es que los eventos deportivos de esta magnitud siempre generan una huella ecológica significativa que no se puede mitigar completamente.
Desatención de las necesidades sociales
En un contexto socioeconómico como el de Canarias, donde las tasas de pobreza superan con creces la media Estatal y el desempleo juvenil es alarmantemente alto, no sería exagerado sostener que destinar exorbitantes cantidades de fondos públicos a un evento como el Mundial de Fútbol se podría considera, cuando menos, como una “inversión mal orientada”.
Canarias necesita inversiones urgentes en sanidad, educación, vivienda y políticas sociales, sectores que actualmente están desatendidos por la administración pública.
El desvío de recursos hacia infraestructuras deportivas suntuarias contrasta con la realidad de muchos canarios que viven en la pobreza o enfrentan dificultades para acceder a servicios públicos básicos.

































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