Martes, 30 de Septiembre de 2025

Actualizada

Martes, 30 de Septiembre de 2025 a las 18:42:35 horas

Viernes, 12 de Abril de 2019 Tiempo de lectura:

LAS SECUELAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

"El nivel del mar ha ascendido 11 cm, en los últimos treinta años y lo peor está por venir"

Conmocionados aún con las impresionantes imágenes de las olas embistiendo la costa norte de Tenerife y los daños ocasionados, es un momento oportuno -escribe Juan Manuel Martínez Carmona - para reflexionar sobre las consecuencias del cambio climático en Canarias

 


Por JUAN MANUEL MARTÍNEZ CARMONA (*) / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

   Conmocionados aún con las impresionantes imágenes de las olas embistiendo la costa norte de Tenerife y los daños ocasionados, es un momento oportuno para reflexionar sobre las consecuencias del cambio climático en Canarias. Especialmente, para los que pensaban que gracias a nuestra condición de “ultraperiféricos” padeceríamos una versión más suave del calentamiento global. Pero los científicos lo venían advirtiendo, el nivel del mar ha ascendido once cm en los últimos treinta años y lo peor está por venir, vaticinando el Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC) que la subida al final del presente siglo rondará entre cincuenta cm y un metro, con el impacto previsible que supondrá en las costas.

 

 

   Pero hay desgraciadamente otro tipo de efectos que han pasado desapercibidos para la mayoría de la población. El aumento de la temperatura del agua marina, especialmente las mínimas, y el incremento de la fuerza e intensidad del oleaje, sumados a otros factores como la contaminación y la expansión del erizo Diadema, parecen estar detrás de uno de los colapsos ecológicos más sorprendentes y preocupantes que han tenido lugar en Canarias. Científicos del Grupo de Botánica Marina de la Universidad de La Laguna, después de un exhaustivo estudio del litoral y contrastando los datos de cobertura con los obtenidos en un primer estudio del año 1987, han constatado que en apenas 30 años, el curso de una generación, han desaparecido más del 95% de los bosques submarinos del alga parda Cystoceira en las Canarias Occidentales, quedando relegados a 129 hectáreas de las 4.000 originales. ¿Ustedes se imaginan que hubiera pasado si se hubiera producido un colapso de las mismas proporciones en un ecosistema terrestre, pongamos por caso la laurisilva? Pero parece ser que el mar difumina las vergüenzas, lo que no vemos no nos conmueve, ya sea la  desaparición, también acelerada, de las prados submarinos de seba (Cymodocea nodosa) o la existencia en Canarias de 393 focos de vertidos de aguas residuales, muchos sin depurar y el 70% sin autorización.

 

 

   Los que tenemos cierta edad rememoramos las praderas ondulantes de algas pardas, el “musgo” de nuestros paisanos, tapizando los fondos rocosos entre el nivel de la pleamar y los 20 metros de profundidad, un espacio tridimensional refugio de invertebrados y criadero de peces. También recordamos los cúmulos depositados en el litoral durante los temporales, su penetrante aroma bravío y como eran recogidos por los agricultores para fertilizar huertas. La extinción de esta comunidad, sustituida por algas calcáreas y tropicales, es una seria advertencia de lo contundentes y vertiginosos que pueden ser los impactos humanos en un territorio tan frágil como las islas.

 

(*) JUAN MANUEL MARTÍNEZ CARMONA es biólogo y miembro de Ben Magec- Ecologistas en Acción.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.136

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.