Sábado, 06 de Septiembre de 2025

Actualizada

Viernes, 05 de Septiembre de 2025 a las 10:13:35 horas

2
Martes, 12 de Noviembre de 2024 Tiempo de lectura:

LA DICTADURA DEL 1%: O CÓMO LA DESIGUALDAD SOCIAL SE DISPARÓ TRAS LA CAÍDA DE LA URSS

El 1% más rico ya posee más riqueza que el 95% de la población, una concentración sin precedentes

La caída de la URSS dejó el camino libre para un capitalismo sin restricciones que ha propulsado al 1% más rico hacia una acumulación de riqueza sin precedentes. Desde entonces, el aumento de la desigualdad y la concentración de poder en manos de los ultrarricos han profundizado la crisis económica en el Sur global y erosionado los esfuerzos globales para combatir la pobreza, la crisis climática y la injusticia social (...).

 

 

Por CARLOS SERNA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

[Img #81137]     Por su propia naturaleza, el capitalismo es un sistema generador de desigualdad. La acumulación de capital depende de la existencia de un polo de pobreza, de una masa de trabajadores y naciones empobrecidas cuya explotación nutre la riqueza de una minoría. Este proceso de acumulación y empobrecimiento es inherente y se reproduce a nivel global, donde el desarrollo desigual se convierte en una regla: mientras algunos países acumulan y concentran riqueza, otros ven sus recursos saqueados y a sus poblaciones sumidas en la pobreza. 

 

     Esta dinámica se intensificó de forma dramática tras la caída de la URSS, el único contrapeso que mantenía a raya el avance del capitalismo.  Con la desaparición del bloque soviético  se perdió también la alternativa en la que millones de trabajadores del mundo depositaban sus esperanzas, y cuyo temor presionaba a las élites capitalistas a conceder ciertos derechos. 

 

      Desde entonces, el capitalismo ha revelado su verdadera cara, y la desigualdad extrema no solo se ha consolidado, sino que ha alcanzado niveles históricos.

 

       Con un sistema capitalista sin restricciones en los últimos 30 años se ha consolidado una superélite de los ultrarricos y corporaciones que controlan la economía y la política mundial. Como advierte Oxfam Intermón en su último informe, actualmente el 1% más rico ya posee más riqueza que el 95% de la población, una concentración de poder sin precedentes.

    Detrás de esta realidad se encuentra una transformación histórica que comenzó con la caída de la URSS, cuando el capitalismo quedó sin rivales y comenzó a mostrar su verdadera cara.

 

De la caída de la URSS al auge del capitalismo salvaje

   En 1991, el mundo asistió a la disolución de la Unión Soviética, el mayor contrapeso ideológico y económico al capitalismo. La URSSpese a sus fallas y la deriva que daría lugar a la destrucción organizada por sus propios dirigentes, representaba una alternativa que mantenía ciertas restricciones al avance desenfrenado del capital privado y servía como referente para movimientos y gobiernos de corte socialista en todo el mundo. Con la desaparición del bloque soviético, el capitalismo occidental quedó sin una competencia que limitara su expansión y sin la presión política que le exigía reformas sociales más inclusivas en sus propios países.

 

    En las décadas posteriores, la llamada globalización neoliberal se aceleró, facilitada por la apertura de mercados en todo el mundo, la privatización de servicios públicos y la desregulación financiera. Las grandes corporaciones comenzaron a expandirse a nivel global, y las políticas fiscales se inclinaron en favor de las grandes fortunas y multinacionales. Bajo el lema de la “libertad de mercado”, los gobiernos redujeron sus controles y permitieron que los gigantes económicos siguieran moldeando las reglas del juego a su favor.

 

 

Desigualdad y concentración de riqueza: los efectos de un capitalismo sin límites

       Los efectos de este modelo económico concentrado no se hicieron esperar: un estudio reciente de Oxfam Intermón revela que más de un tercio de las 50 mayores empresas del mundo están dirigidas o controladas por milmillonarios. Además, el 1% más rico acumula ya el 43% de todos los activos financieros del mundo, y la capitalización de mercado de las empresas bajo su control asciende a 13,3 billones de dólares, una cifra que equivale al PIB de algunos países del G20. Esta situación no es accidental; es el resultado de décadas de políticas pensadas para privilegiar al capital y aumentar la concentración de riqueza.

 

      La tendencia también es clara en el ámbito de países: el Sur global, que representa el 79% de la población mundial, apenas posee el 31% de la riqueza global. Esta desigualdad estructural entre naciones ricas y pobres se agrava cada año, dificultando que países en vías de desarrollo puedan competir o incluso lograr una redistribución equitativa de los beneficios del crecimiento global.

 

Impacto de la pandemia y el monopolio de la industria farmacéutica

    La pandemia de COVID-19 demostró hasta qué punto los intereses económicos de los más ricos se imponen sobre las necesidades colectivas. Las grandes farmacéuticas, que controlan las tecnologías de las vacunas, se resistieron a compartir su conocimiento, lo que generó un monopolio que beneficiaba a sus accionistas en detrimento de la población mundial.

 

     En 2021, los siete mayores fabricantes de vacunas obtuvieron beneficios netos de 50.000 millones de dólares, y la falta de distribución equitativa de estas vacunas contribuyó a la muerte de más de un millón de personas.

 

   El director general de Pfizer, Albert Bourla, llegó a calificar de “sinsentido” el llamado a compartir estas tecnologías, una muestra de la insensibilidad con la que las empresas farmacéuticas defienden sus intereses. Esta actitud refleja la desconexión entre las élites económicas y las necesidades básicas de la mayoría, una desconexión que se profundiza cuando, en plena crisis global, los sectores con más recursos continúan acumulando beneficios.

 

 

Fiscalidad internacional: los ricos escriben sus propias reglas

       Otro factor que ha impulsado la desigualdad es la capacidad de los ultrarricos y las grandes corporaciones para influir en las políticas fiscales. La evasión de impuestos por parte de estas empresas y fortunas globales priva a los Estados de recursos que podrían destinarse a mejorar las condiciones de vida de la mayoría. Según Oxfam, el plan contra la evasión fiscal del G20 y la OCDE (BEPS) ha sido insuficiente, generando recursos adicionales mínimos para los países de renta baja.

 

    En un esfuerzo por contrarrestar estas prácticas, países del Sur global, liderados por el grupo africano, impulsaron la negociación de una Convención Marco en la ONU sobre fiscalidad internacional, que aspira a establecer un sistema tributario más justo y equitativo. Sin embargo, la resistencia de los países con poderosas industrias financieras ha frenado los avances, demostrando el poder de presión de los capitales internacionales y la debilidad de los Estados en el actual contexto económico.

 

 

  La crisis de deuda: otro yugo para los países pobres

  La situación de los países de renta baja es aún más alarmante en términos de deuda. Muchos destinan casi el 40% de sus presupuestos anuales al servicio de la deuda, un gasto que representa un 60% más de lo que asignan en promedio a educación, salud y protección social. Los principales acreedores son fondos de inversión privados, muchos de los cuales operan bajo prácticas especulativas y en condiciones abusivas, aumentando las deudas en lugar de ofrecer soluciones sostenibles.

 

    Los llamados “fondos buitre” son un ejemplo de estas prácticas: adquieren deuda de países empobrecidos a precios mínimos y luego reclaman la devolución total a través de mecanismos legales, obteniendo beneficios descomunales a costa de las naciones en crisis. Así, estos países se ven atrapados en un círculo vicioso, obligados a cumplir con pagos de deuda mientras sus poblaciones carecen de servicios esenciales.

 

       A diferencia de las promesas de prosperidad compartida que defendían sus promotores, el capitalismo globalizado ha concentrado el poder y la riqueza en manos de un grupo reducido de personas, mientras la mayoría sufre las consecuencias de un sistema que prioriza el lucro individual sobre el bienestar colectivo.

 

 
 
 
Comentarios (2) Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.98

  • Chorche

    Chorche | Miércoles, 13 de Noviembre de 2024 a las 19:23:07 horas

    Yeltsin, ebrio de alcohol y de ansias de ostentar poder y protagonismo, del que se valió EEUU para asestar el golpe de gracia a Gorbachov y a la URSS. No fue así?
    Acertadísimo, esclarecedor y necesarios artículos como éste.
    Mucha gente en la URSS (yo la visité en el 84) quería consumir al estilo americano, quería pantalones tejanos y vivir como el bloque capitalista. Ya lo tienen.
    Por los excesos del capitalismo nuestro planeta se va al carajo y con el nosotros.
    Cuatro capitalistas se han hecho los amos del mundo mientras la precariedad de los pueblos va en aumento. La represión contra aquellos que protestan también. Dónde está la libertad?. Como no sea para consumir, aquellos que aún pueden hacerlo.
    De seguir así podría ser que a no tardar el comunismo sea una opción deseable a este capitalismo destructor, saqueador, genocida, de codicia ilimitada.

    Accede para responder

  • Chorche

    Chorche | Miércoles, 13 de Noviembre de 2024 a las 00:07:56 horas

    RIQUEZA Y CAMBIO CLIMATICO
    Según un informe de OXFAM los multimillonarios más ricos emiten en una hora y media más carbono que el que emite una persona promedio en toda su vida.

    Accede para responder

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.