
LA GUERRA NUCLEAR Y SUS EFECTOS: MINUTO A MINUTO, HORA A HORA, MES A MES
Una visión detallada de cuál sería el panorama apocalíptico de nuestro planeta después de un conflicto termonuclear
¿Qué tipo de consecuencias físicas tendría una guerra nuclear en el cuerpo humano? ¿De qué forma se produciría el colapso de nuestra sociedad bajo el peso del caos y la desesperación? ¿Podría la naturaleza recuperarse de una devastación ecológica tan masiva? ¿Qué dinámicas políticas emergerían en un mundo postapocalíptico? Si la humanidad no se encuentra dispuesta a impedir con sus protestas y movilizaciones la catástrofe de una guerra nuclear, valdría la pena que comenzara a conocer cuál sería, según la ciencia, el futuro de la vida en el planeta después de que ese evitable hecho se produjera. Descubre las aterradoras respuestas y cómo una guerra termonuclear podría cambiar la faz del planeta para siempre.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Es cierto que la historia de la Humanidad ha estado dramáticamente marcada por innumerables conflictos y guerras sangrientas . Pero nunca antes como hoy nos habíamos tenido que enfrentar a la amenaza de una guerra termonuclear tan inminente y devastadora como la que ahora se nos presenta como una posibilidad real.
Las fuertes tensiones existentes entre los países de la OTAN y Rusia, los dos bloques capitalistas que hoy se disputan la hegemonía mundial, nos están empujando de forma lenta e imperceptible, pero también alarmantemente peligrosa, hacia una catástrofe nuclear que podría destruir la civilización humana.
De la Primera Guerra Mundial debimos haber aprendido que las ambiciones desmedidas de determinados sectores económicos pueden arrastrar al mundo a un caos inimaginable. Sin embargo, a la luz de la indiferencia social que se observa, salvo reducidas excepciones, parece que poco hemos aprendido de aquellas lecciones.
En nuestros días, la disputa por los recursos económicos y el dominio geopolítico mundial nos está empujando nuevamente hacia un abismo perfectamente previsible. Mientras, los líderes y las clases sociales que los utilizan como instrumentos imperiales persiguen intereses que nada tienen que ver con los del conjunto de la humanidad, ignorando el costo humano que tendría una confrontación nuclear .
También es verdad que la posibilidad de una guerra nuclear no ha dejado de estar presente desde el momento en el que, en 1945, tuvieron lugar sus dos primeras “experiencias”. Pero a lo largo de estas décadas, la mayoría de nosotros nunca llegamos a creer que tal eventualidad pudiera llegar a producirse. Nos hemos vuelto muy complacientes, pensando que tales horrores pertenecen al pasado, que ya no volverán a suceder.
En los años 60 del siglo pasado, las grandes movilizaciones sociales y los movimientos por la paz demostraron que extensos sectores de la población mundial puede tomar conciencia de la necesidad vital de la paz, impidiendo que los intereses económicos de unos pocos puedan llegar a imponerse sobre la apuesta por la vida que hacemos la mayoría de los seres humanos. Fue gracias a esa determinación colectiva que, posiblemente, se pudo evitar una confrontación nuclear.
Hoy, necesitamos recuperar con toda urgencia ese espíritu de lucha y movilización. No podemos permitir que los intereses minoritarios nos empujen irresponsablemente hacia la destrucción total de la humanidad.
Por ello te pedimos que leas con atención y difundas el relato hipotético que hemos realizado. Esta descripción rigurosa no está basada en especulaciones novelescas, sino que, por el contrario, se fundamenta en diferentes previsiones científicas, realizadas por quienes son conocedores de los efectos que a largo, medio y corto plazo tendría el estallido de una guerra nuclear sobre cualquier tipo de vida que existiera sobre nuestro planeta.
En la historia del último siglo solo hemos conocido los efectos de dos bombas atómicas sobre ciudades habitadas: las japonesas Hiroshima y Nagasaki. Lanzadas hace casi ochenta años, se trataba de dos artefactos casi "prehistóricos", comparados con la potencia de los arsenales atómicos actuales, integrados por miles y miles de ingenios nucleares con una potencia destructiva infinitamente superior a aquellos que hicieron explotar sobre las citadas ciudades japonesas.
6 DE JULIO DEL 2024: UNA SERIE DE HECHOS IMPREVISIBLES Y CONCATENADOS PROVOCA QUE ESTALLE LA UUUUUUUGUERRA ATÓMICA ENTRE LA OTAN Y RUSIA.
Suponga por un instante el lector, que el pasado 6 de julio de 2024, a las 14:37 horas, el planeta Tierra dejó de ser el hogar que conocíamos. Una serie de eventos catastróficos se desencadenaron, sacudiendo los cimientos de la civilización humana. En cuestión de minutos, horas, días y meses, el mundo tal como lo habíamos conocido colapsó, dejando tras de sí un rastro de destrucción y desesperanza.
Minuto 1: El Comienzo del Fin
La catástrofe comenzó de manera abrupta. Un fallo masivo en la red eléctrica global dejó a millones de personas en la oscuridad. Ciudades enteras se sumieron en la penumbra mientras las luces parpadeaban y se apagaban para siempre. Los sistemas de comunicación colapsaron, dejando a la humanidad aislada, pero también enormemente desorientada.
En esos primeros momentos, el pánico se apoderó de las calles. Las personas se enfrentaron a una oscuridad abrumadora, sin saber si volverían a ver la luz del día.
Los hospitales, dependientes de la electricidad para mantener con vida a sus pacientes más frágiles, se convirtieron en escenas de horror. Los respiradores se apagaron, las incubadoras quedaron inertes, y los quirófanos se convirtieron en cámaras mortuorias.
Hora 1: La Caída de la Civilización
Con el paso de las primeras horas, la magnitud del desastre se hizo evidente. Sin electricidad, las bombas de agua dejaron de funcionar, privando a millones de personas de acceso a agua potable. Las reservas de alimentos, dependientes de la cadena de frío, comenzaron a descomponerse, dejando a la población al borde del hambre.
En las ciudades empezó a reinar el caos . Sin semáforos ni iluminación, las calles se convirtieron en campos de batalla. Los saqueos comenzaron casi de inmediato, con personas desesperadas buscando alimentos, agua y medicinas. Las fuerzas policiales y el Ejército, superados en número y sin comunicación, no pudieron contener la oleada de violencia.
Día 1: El Infierno en el Planeta
A medida que avanzaba el primer día, el impacto de la catástrofe se extendió más allá de las ciudades. En las zonas rurales, los agricultores se enfrentaron a la pérdida de sus cultivos y el ganado debido a la falta de riego y alimentación. Los ríos y lagos comenzaron a contaminarse rápidamente, ya que las plantas de tratamiento de aguas residuales dejaron de funcionar, convirtiendo las fuentes de agua en caldo de cultivo para enfermedades.
Las temperaturas, sin el control de sistemas de aire acondicionado y calefacción, alcanzaron extremos peligrosos. En los países del hemisferio norte, las olas de calor se volvieron mortales, mientras que en el sur, el frío extremo cobró vidas a un ritmo alarmante. Las personas, sin medios para protegerse del clima, se vieron obligadas a improvisar refugios, exponiéndose a enfermedades y lesiones.
Semana 1: El Colapso Social
Al final de la primera semana, las estructuras sociales comenzaron a desmoronarse. Los gobiernos, incapaces de coordinar respuestas efectivas, perdieron el control. La organización social tal y como hasta entonces había sido conocida se convirtió en un concepto del pasado, siendo reemplazada por una situación caótica, en la que empezó a dominar el concepto de la supervivencia del más fuerte.
Las comunidades comenzaron a fragmentarse, con grupos armados tomando el control de recursos críticos. En las ciudades, las pandillas se apoderaron de los barrios, imponiendo su propia ley. En las zonas rurales, los terratenientes armados defendieron sus propiedades con inusitada violencia. La solidaridad humana se erosionó rápidamente ante la lucha desesperada por la supervivencia.
Catástrofe Humanitaria
- Nube Radiactiva: La lluvia radiactiva se comenzó a extender rápidamente, contaminando el agua, el suelo y el aire. Las partículas radiactivas fueron inhaladas y consumidas, causando envenenamiento radiactivo y cáncer en los sobrevivientes.
- Evacuación y Caos: Las ciudades colapsan bajo la presión de los incendios, los escombros y la falta de servicios esenciales. Los intentos de evacuación son desordenados y peligrosos, con carreteras bloqueadas y medios de transporte destruidos.
La Descomposición Social
- Colapso de los Servicios: Sin infraestructura funcional, los servicios de emergencia no pueden operar. Los hospitales, abrumados y sin recursos, no pueden atender a los heridos. La falta de agua potable y alimentos agrava la situación.
- Aislamiento: Las áreas no afectadas directamente por las explosiones enfrentan su propia crisis. El colapso de las redes de transporte y comunicación las deja aisladas, y la escasez de recursos provoca enfrentamientos por la supervivencia.
Mes 1: El Renacimiento de la Barbarie
Con el paso del primer mes, la desesperación se ha terminado apoderando de la humanidad. Las reservas de alimentos y agua se agotaron, y la caza y la recolección volvieron a ser la única forma de poder subsistir. Sin acceso a medicinas, las enfermedades que una vez fueron consideradas como controladas, se convirtieron en epidemias mortales.
El colapso de las infraestructuras de transporte y comunicación aisló a las comunidades, dejándolas vulnerables a las amenazas internas y externas. La falta de información y la desconfianza alimentaron el miedo y la paranoia. La sociedad fue retrocediendo rápidamente a un estado cuasi primitivo, donde la fuerza bruta y la violencia determinaba quién iba a vivir y quién iba a morir .
Pandemia de Enfermedades
- Propagación de Enfermedades: Las condiciones insalubres y la falta de atención médica facilitaron la propagación de enfermedades infecciosas. La radiación debilita el sistema inmunológico de los sobrevivientes, haciéndolos más susceptibles a infecciones.
- Desplazados: Millones de personas se convierten en refugiados, desplazándose a áreas rurales en busca de su supervivencia. Los asentamientos improvisados carecen de servicios básicos, agudizando la crisis humanitaria.
Mes 6: La Tierra de Nadie
Seis meses después del inicio del colapso nuclear, la Tierra se había transformado en un páramo desolado. Las ciudades, una vez vibrantes y llenas de vida, eran ahora ruinas vacías, pobladas por una suerte de personajes fantasmales y recuerdos de un pasado perdido. La naturaleza, sin la intervención humana, comenzó a reclamar su dominio, con la vegetación creciendo descontrolada y los animales salvajes sobrevivientes tratando de aventurarse en los antiguos centros urbanos.
La población humana se redujo drásticamente. Los que sobrevivieron lo hicieron a un alto costo, física y mentalmente. Las comunidades, aisladas y fragmentadas, tuvieron que enfrentarse a un futuro incierto. La tecnología, que había sido el pilar de la civilización moderna, se redujo a reliquias inservibles de una era perdida.
Los más afortunados lograron organizar pequeñas comunas autogestionadas. Sin embargo, el constante temor a los ataques y las enfermedades mantuvo a la mayoría de las personas en una perpetua alerta. Los conocimientos sobre agricultura, medicina y otras ciencias básicas se convirtieron en los tesoros más valiosos, pero escaseaban aquellos que poseían tales habilidades.
Año 1: El Nuevo Orden
Al cumplirse un año desde el inicio de la catástrofe, el mundo se había ido adaptando a la nueva realidad. La supervivencia diaria reemplazó los sueños de progreso y prosperidad. La humanidad, una vez orgullosa de sus logros y avances, se encontró luchando por no extinguirse.
Las jerarquías sociales se reconfiguraron, con líderes emergiendo no porque fueran más hábiles o inteligentes, sino por su capacidad de controlar los recursos e imponer el orden. La educación y la cultura se convirtieron en lujos absolutamente inaccesibles y gran parte del conocimiento fue perdiéndose con el tiempo.
Las fronteras nacionales desaparecieron, y las antiguas rivalidades geopolíticas, naturalmente, se disolvieron en favor de una lucha de las comunidades por los recursos escasos. Las antiguas metrópolis, convertidas en restos inútiles, se transformaron en territorios salvajes, y los que en el pasado habían sido sus habitantes se convirtieron en nómadas o se agruparon en pequeños asentamientos fortificados.
El planeta Tierra, antes un vibrante mosaico de culturas y civilizaciones, se transformó en un lugar inhóspito y brutal. La historia de la humanidad, marcada por el progreso y la innovación, se reescribió en términos de decadencia y lucha.
Número de Muertes y Efectos a Largo Plazo
- Primeras 24 Horas: Puede estimarse, científicamente, que más de 100 millones de personas morirían a causa de las explosiones correspondientes al primer ataque, a la radiación y a los incendios resultantes. Las áreas metropolitanas y sus alrededores sufrirían las mayores bajas.
- Primer Mes: Las muertes aumentarían drásticamente debido a la falta de atención médica, el hambre, la deshidratación y las enfermedades. La cifra podría alcanzar los 500 millones.
- Primer Año: Con la continuación de las condiciones insalubres, la exposición prolongada a la radiación y la violencia, se estima que la población mundial podría reducirse a menos de la mitad, con más de 3 mil millones de muertos.
Impacto de la Radioactividad en el Organismo Humano
- Efectos Inmediatos: La exposición a altos niveles de radiación causa enfermedades agudas por radiación, con síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, y sangrado interno. La muerte puede producirse en días o semanas.
- Efectos a Largo Plazo: La exposición prolongada causa cáncer, daños genéticos, malformaciones y problemas de fertilidad. Las áreas contaminadas permanecen peligrosas durante décadas e incluso mucho más tiempo, haciendo imposible la vida normal.
Organización de las Sociedades Post-Colapso
Las sociedades tendrían que reorganizarse en pequeñas comunidades autosuficientes, priorizando la agricultura y la supervivencia básica. La cooperación y el intercambio de habilidades serían esenciales para reconstruir cualquier semblanza de civilización. La educación se centraría en conocimientos prácticos, como medicina básica, agricultura y construcción.
Restos de los Avances Tecnológicos
La inmensa mayoría de los avances tecnológicos quedarían inutilizados sin la infraestructura necesaria para mantenerlos. Las comunidades sobrevivientes podrían usar restos de tecnología simple, como herramientas manuales y maquinaria no electrónica. El conocimiento avanzado podría conservarse en libros y registros, pero su aplicación sería limitada por la falta de recursos y personal capacitado.
![[Img #79664]](https://canarias-semanal.org/upload/images/07_2024/6097_despiecet.jpg)
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Es cierto que la historia de la Humanidad ha estado dramáticamente marcada por innumerables conflictos y guerras sangrientas . Pero nunca antes como hoy nos habíamos tenido que enfrentar a la amenaza de una guerra termonuclear tan inminente y devastadora como la que ahora se nos presenta como una posibilidad real.
Las fuertes tensiones existentes entre los países de la OTAN y Rusia, los dos bloques capitalistas que hoy se disputan la hegemonía mundial, nos están empujando de forma lenta e imperceptible, pero también alarmantemente peligrosa, hacia una catástrofe nuclear que podría destruir la civilización humana.
De la Primera Guerra Mundial debimos haber aprendido que las ambiciones desmedidas de determinados sectores económicos pueden arrastrar al mundo a un caos inimaginable. Sin embargo, a la luz de la indiferencia social que se observa, salvo reducidas excepciones, parece que poco hemos aprendido de aquellas lecciones.
En nuestros días, la disputa por los recursos económicos y el dominio geopolítico mundial nos está empujando nuevamente hacia un abismo perfectamente previsible. Mientras, los líderes y las clases sociales que los utilizan como instrumentos imperiales persiguen intereses que nada tienen que ver con los del conjunto de la humanidad, ignorando el costo humano que tendría una confrontación nuclear .
También es verdad que la posibilidad de una guerra nuclear no ha dejado de estar presente desde el momento en el que, en 1945, tuvieron lugar sus dos primeras “experiencias”. Pero a lo largo de estas décadas, la mayoría de nosotros nunca llegamos a creer que tal eventualidad pudiera llegar a producirse. Nos hemos vuelto muy complacientes, pensando que tales horrores pertenecen al pasado, que ya no volverán a suceder.
En los años 60 del siglo pasado, las grandes movilizaciones sociales y los movimientos por la paz demostraron que extensos sectores de la población mundial puede tomar conciencia de la necesidad vital de la paz, impidiendo que los intereses económicos de unos pocos puedan llegar a imponerse sobre la apuesta por la vida que hacemos la mayoría de los seres humanos. Fue gracias a esa determinación colectiva que, posiblemente, se pudo evitar una confrontación nuclear.
Hoy, necesitamos recuperar con toda urgencia ese espíritu de lucha y movilización. No podemos permitir que los intereses minoritarios nos empujen irresponsablemente hacia la destrucción total de la humanidad.
Por ello te pedimos que leas con atención y difundas el relato hipotético que hemos realizado. Esta descripción rigurosa no está basada en especulaciones novelescas, sino que, por el contrario, se fundamenta en diferentes previsiones científicas, realizadas por quienes son conocedores de los efectos que a largo, medio y corto plazo tendría el estallido de una guerra nuclear sobre cualquier tipo de vida que existiera sobre nuestro planeta.
En la historia del último siglo solo hemos conocido los efectos de dos bombas atómicas sobre ciudades habitadas: las japonesas Hiroshima y Nagasaki. Lanzadas hace casi ochenta años, se trataba de dos artefactos casi "prehistóricos", comparados con la potencia de los arsenales atómicos actuales, integrados por miles y miles de ingenios nucleares con una potencia destructiva infinitamente superior a aquellos que hicieron explotar sobre las citadas ciudades japonesas.
6 DE JULIO DEL 2024: UNA SERIE DE HECHOS IMPREVISIBLES Y CONCATENADOS PROVOCA QUE ESTALLE LA UUUUUUUGUERRA ATÓMICA ENTRE LA OTAN Y RUSIA.
Suponga por un instante el lector, que el pasado 6 de julio de 2024, a las 14:37 horas, el planeta Tierra dejó de ser el hogar que conocíamos. Una serie de eventos catastróficos se desencadenaron, sacudiendo los cimientos de la civilización humana. En cuestión de minutos, horas, días y meses, el mundo tal como lo habíamos conocido colapsó, dejando tras de sí un rastro de destrucción y desesperanza.
Minuto 1: El Comienzo del Fin
La catástrofe comenzó de manera abrupta. Un fallo masivo en la red eléctrica global dejó a millones de personas en la oscuridad. Ciudades enteras se sumieron en la penumbra mientras las luces parpadeaban y se apagaban para siempre. Los sistemas de comunicación colapsaron, dejando a la humanidad aislada, pero también enormemente desorientada.
En esos primeros momentos, el pánico se apoderó de las calles. Las personas se enfrentaron a una oscuridad abrumadora, sin saber si volverían a ver la luz del día.
Los hospitales, dependientes de la electricidad para mantener con vida a sus pacientes más frágiles, se convirtieron en escenas de horror. Los respiradores se apagaron, las incubadoras quedaron inertes, y los quirófanos se convirtieron en cámaras mortuorias.
Hora 1: La Caída de la Civilización
Con el paso de las primeras horas, la magnitud del desastre se hizo evidente. Sin electricidad, las bombas de agua dejaron de funcionar, privando a millones de personas de acceso a agua potable. Las reservas de alimentos, dependientes de la cadena de frío, comenzaron a descomponerse, dejando a la población al borde del hambre.
En las ciudades empezó a reinar el caos . Sin semáforos ni iluminación, las calles se convirtieron en campos de batalla. Los saqueos comenzaron casi de inmediato, con personas desesperadas buscando alimentos, agua y medicinas. Las fuerzas policiales y el Ejército, superados en número y sin comunicación, no pudieron contener la oleada de violencia.
Día 1: El Infierno en el Planeta
A medida que avanzaba el primer día, el impacto de la catástrofe se extendió más allá de las ciudades. En las zonas rurales, los agricultores se enfrentaron a la pérdida de sus cultivos y el ganado debido a la falta de riego y alimentación. Los ríos y lagos comenzaron a contaminarse rápidamente, ya que las plantas de tratamiento de aguas residuales dejaron de funcionar, convirtiendo las fuentes de agua en caldo de cultivo para enfermedades.
Las temperaturas, sin el control de sistemas de aire acondicionado y calefacción, alcanzaron extremos peligrosos. En los países del hemisferio norte, las olas de calor se volvieron mortales, mientras que en el sur, el frío extremo cobró vidas a un ritmo alarmante. Las personas, sin medios para protegerse del clima, se vieron obligadas a improvisar refugios, exponiéndose a enfermedades y lesiones.
Semana 1: El Colapso Social
Al final de la primera semana, las estructuras sociales comenzaron a desmoronarse. Los gobiernos, incapaces de coordinar respuestas efectivas, perdieron el control. La organización social tal y como hasta entonces había sido conocida se convirtió en un concepto del pasado, siendo reemplazada por una situación caótica, en la que empezó a dominar el concepto de la supervivencia del más fuerte.
Las comunidades comenzaron a fragmentarse, con grupos armados tomando el control de recursos críticos. En las ciudades, las pandillas se apoderaron de los barrios, imponiendo su propia ley. En las zonas rurales, los terratenientes armados defendieron sus propiedades con inusitada violencia. La solidaridad humana se erosionó rápidamente ante la lucha desesperada por la supervivencia.
Catástrofe Humanitaria
- Nube Radiactiva: La lluvia radiactiva se comenzó a extender rápidamente, contaminando el agua, el suelo y el aire. Las partículas radiactivas fueron inhaladas y consumidas, causando envenenamiento radiactivo y cáncer en los sobrevivientes.
- Evacuación y Caos: Las ciudades colapsan bajo la presión de los incendios, los escombros y la falta de servicios esenciales. Los intentos de evacuación son desordenados y peligrosos, con carreteras bloqueadas y medios de transporte destruidos.
La Descomposición Social
- Colapso de los Servicios: Sin infraestructura funcional, los servicios de emergencia no pueden operar. Los hospitales, abrumados y sin recursos, no pueden atender a los heridos. La falta de agua potable y alimentos agrava la situación.
- Aislamiento: Las áreas no afectadas directamente por las explosiones enfrentan su propia crisis. El colapso de las redes de transporte y comunicación las deja aisladas, y la escasez de recursos provoca enfrentamientos por la supervivencia.
Mes 1: El Renacimiento de la Barbarie
Con el paso del primer mes, la desesperación se ha terminado apoderando de la humanidad. Las reservas de alimentos y agua se agotaron, y la caza y la recolección volvieron a ser la única forma de poder subsistir. Sin acceso a medicinas, las enfermedades que una vez fueron consideradas como controladas, se convirtieron en epidemias mortales.
El colapso de las infraestructuras de transporte y comunicación aisló a las comunidades, dejándolas vulnerables a las amenazas internas y externas. La falta de información y la desconfianza alimentaron el miedo y la paranoia. La sociedad fue retrocediendo rápidamente a un estado cuasi primitivo, donde la fuerza bruta y la violencia determinaba quién iba a vivir y quién iba a morir .
Pandemia de Enfermedades
- Propagación de Enfermedades: Las condiciones insalubres y la falta de atención médica facilitaron la propagación de enfermedades infecciosas. La radiación debilita el sistema inmunológico de los sobrevivientes, haciéndolos más susceptibles a infecciones.
- Desplazados: Millones de personas se convierten en refugiados, desplazándose a áreas rurales en busca de su supervivencia. Los asentamientos improvisados carecen de servicios básicos, agudizando la crisis humanitaria.
Mes 6: La Tierra de Nadie
Seis meses después del inicio del colapso nuclear, la Tierra se había transformado en un páramo desolado. Las ciudades, una vez vibrantes y llenas de vida, eran ahora ruinas vacías, pobladas por una suerte de personajes fantasmales y recuerdos de un pasado perdido. La naturaleza, sin la intervención humana, comenzó a reclamar su dominio, con la vegetación creciendo descontrolada y los animales salvajes sobrevivientes tratando de aventurarse en los antiguos centros urbanos.
La población humana se redujo drásticamente. Los que sobrevivieron lo hicieron a un alto costo, física y mentalmente. Las comunidades, aisladas y fragmentadas, tuvieron que enfrentarse a un futuro incierto. La tecnología, que había sido el pilar de la civilización moderna, se redujo a reliquias inservibles de una era perdida.
Los más afortunados lograron organizar pequeñas comunas autogestionadas. Sin embargo, el constante temor a los ataques y las enfermedades mantuvo a la mayoría de las personas en una perpetua alerta. Los conocimientos sobre agricultura, medicina y otras ciencias básicas se convirtieron en los tesoros más valiosos, pero escaseaban aquellos que poseían tales habilidades.
Año 1: El Nuevo Orden
Al cumplirse un año desde el inicio de la catástrofe, el mundo se había ido adaptando a la nueva realidad. La supervivencia diaria reemplazó los sueños de progreso y prosperidad. La humanidad, una vez orgullosa de sus logros y avances, se encontró luchando por no extinguirse.
Las jerarquías sociales se reconfiguraron, con líderes emergiendo no porque fueran más hábiles o inteligentes, sino por su capacidad de controlar los recursos e imponer el orden. La educación y la cultura se convirtieron en lujos absolutamente inaccesibles y gran parte del conocimiento fue perdiéndose con el tiempo.
Las fronteras nacionales desaparecieron, y las antiguas rivalidades geopolíticas, naturalmente, se disolvieron en favor de una lucha de las comunidades por los recursos escasos. Las antiguas metrópolis, convertidas en restos inútiles, se transformaron en territorios salvajes, y los que en el pasado habían sido sus habitantes se convirtieron en nómadas o se agruparon en pequeños asentamientos fortificados.
El planeta Tierra, antes un vibrante mosaico de culturas y civilizaciones, se transformó en un lugar inhóspito y brutal. La historia de la humanidad, marcada por el progreso y la innovación, se reescribió en términos de decadencia y lucha.
Número de Muertes y Efectos a Largo Plazo
- Primeras 24 Horas: Puede estimarse, científicamente, que más de 100 millones de personas morirían a causa de las explosiones correspondientes al primer ataque, a la radiación y a los incendios resultantes. Las áreas metropolitanas y sus alrededores sufrirían las mayores bajas.
- Primer Mes: Las muertes aumentarían drásticamente debido a la falta de atención médica, el hambre, la deshidratación y las enfermedades. La cifra podría alcanzar los 500 millones.
- Primer Año: Con la continuación de las condiciones insalubres, la exposición prolongada a la radiación y la violencia, se estima que la población mundial podría reducirse a menos de la mitad, con más de 3 mil millones de muertos.
Impacto de la Radioactividad en el Organismo Humano
- Efectos Inmediatos: La exposición a altos niveles de radiación causa enfermedades agudas por radiación, con síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, y sangrado interno. La muerte puede producirse en días o semanas.
- Efectos a Largo Plazo: La exposición prolongada causa cáncer, daños genéticos, malformaciones y problemas de fertilidad. Las áreas contaminadas permanecen peligrosas durante décadas e incluso mucho más tiempo, haciendo imposible la vida normal.
Organización de las Sociedades Post-Colapso
Las sociedades tendrían que reorganizarse en pequeñas comunidades autosuficientes, priorizando la agricultura y la supervivencia básica. La cooperación y el intercambio de habilidades serían esenciales para reconstruir cualquier semblanza de civilización. La educación se centraría en conocimientos prácticos, como medicina básica, agricultura y construcción.
Restos de los Avances Tecnológicos
La inmensa mayoría de los avances tecnológicos quedarían inutilizados sin la infraestructura necesaria para mantenerlos. Las comunidades sobrevivientes podrían usar restos de tecnología simple, como herramientas manuales y maquinaria no electrónica. El conocimiento avanzado podría conservarse en libros y registros, pero su aplicación sería limitada por la falta de recursos y personal capacitado.
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