
UNAMUNO Y FUERTEVENTURA: ¿ENTRE LA FASCINACIÓN Y EL DESPRECIO?
¿Fue Unamuno el primer nudista que campeó por las rubias playas de Fuerteventura?"
"Las Islas Canarias, un paraíso de belleza y misterio, esconden secretos que podrían cambiar todo lo que sabíamos sobre Miguel de Unamuno. Desde las sesiones de nudismo hasta oscuros vínculos políticos, descubrimos la cara oculta del filósofo que desafió dictaduras y encontró inspiración en los rincones más inesperados de España. Del destierro a la inspiración: ¿Qué esconden realmente los escritos de Unamuno sobre las Islas Canarias? ¿En qué consistieron las conexiones políticas entre Unamuno y el fundador de Falange e hijo del dictador que lo desterró a Fuerteventura, Jose Antonio Primo de Rivera?
POR EMILIO BAUTE PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Las Islas Canarias ocuparon un lugar destacado en la vida, las vivencias y la obra del escritor español Miguel de Unamuno. El escritor y filósofo español visitó el Archipiélago en dos ocasiones memorables.
La primera ocasión fue en 1910, cuando acudió a Las Palmas de Gran Canaria como mantenedor de los Juegos Florales, en los que resultaron ganadores los poetas canarios Tomás Morales y Alonso Quesada. Durante esa visita, Unamuno realizó una extensa excursión por el interior de la isla de Gran Canaria, recorriendo poblaciones como Teror, Moya, Artenara y Tejeda. En esta última localidad, ubicada en el mismo centro de la isla y rodeada por agrestes montañas volcánicas, Unamuno expresó que lo que estaban contemplando sus ojos se asemejaba a "una gigantesca tormenta petrificada".
Sus impresiones sobre las islas quedaron plasmadas en varios artículos y libros. Entre sus textos destacan especialmente los títulos "La Gran Canaria" y "La Laguna de Tenerife", incluidos en el volumen "Por tierras de Portugal y España" (1911); así como el poemario "De Fuerteventura a París" (1925), fruto de su confinamiento majorero.
En su relato "La Gran Canaria", Unamuno describe su ascensión a localidades como Teror y Tejeda, deslumbrado por la exuberante vegetación de sus bosques y la grandiosidad de paisajes como el Roque Nublo.
Más allá de estas descripciones paisajísticas, los textos de Unamuno transmiten el hondo calado que tuvo para él el reencuentro con la "intrahistoria" de las Islas Canarias. No en vano, en el prólogo de "Por tierras de Portugal y España" el escritor llega a afirmar:
"Traje afectos y dejé afectos allí, lo que bien vale un viaje".
La huella de Unamuno sigue perviviendo hoy a través de rutas literarias, exposiciones y conmemoraciones de aquel primer periplo por las Islas.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA
Tras el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923, que instauró la dictadura militar en España, Unamuno se erigió en uno de sus mayores detractores en el ámbito cultural. El escritor publicó varios artículos denunciando la falta de libertades y los atropellos de la Dictadura. Entre ellos fue especialmente sonado el discurso que pronunció el 12 de octubre de 1923 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, sede del rectorado que ostentaba Unamuno. Ante el general Primo de Rivera y las autoridades locales, Unamuno arremetió contra la Dictadura y sus aliados, defendiendo la libertad de expresión y el régimen democrático.
Estas críticas constantes molestaron mucho a Primo de Rivera, que veía en Unamuno un foco de oposición intelectual que podía convertirse en peligroso. Por ello, en febrero de 1924 el dictador firmó un decreto desterrándolo a Fuerteventura. La excusa formal fue que el escritor había proferido "frases ofensivas" contra el Rey y contra el Ejército.
Primo de Rivera utilizó estos incidentes como oportuno pretexto para confinarlo en la que entonces era la Isla más árida, extensa y hostil del Archipiélago canario, Fuerteventura, y que, además, apenas llegaba a unos veinte mil habitantes.
Durante los meses de su obligada estancia en la Isla trabó amistad con un pescador llamado Antonio Hormiga y con un distinguido personaje isleño de apellido Castañeyra, en cuya casa tenian lugar animadas tertulias, en las que se hablaba de política o se releian las noticias y articulos de periodicos atrasados que llegaban a la Isla por via maritima. Por cierto, según se ha contado, en esas tertulias Unamuno traia de cabeza a sus contertulios, pues unos dias mantenia con furor determinadas tesis, para tratar de refutarlas en la tertulia siguiente.
Cuéntase que una buena parte de los habitantes de "Puerto de Cabras" lo veían como una suerte de impactante referencia, llegando a copiar algunas de sus excentricidades. Por ejemplo, no pocos ciudadanos de la capital dejaron de llevar sombrero después de verle pasear "destocado" bajo el sol, como si nada.
Ya en París, Unamuno continuó escribiéndose con sus amigos majoreros, a los que habia quedado muy agradecido por la acogida que durante los meses de destierro le habian dispensado. Parte de esas cartas figuran en su libro "Desde Fuerteventura a París", que gratuitamente ofrece este periódico digital a sus lectores.
EL DESTIERRO EN FUERTEVENTURA
Unamuno permaneció confinado en la capital majorera de Puerto Cabras entre febrero y junio de 1924. No obstante, pese a la tentativa autoritaria del Dictador de mantenerlo herméticamente aislado en aquella isla perdida del Atlántico, el escritor vasco no dejó de enviar sus colaboraciones a la prensa extranjera, con encendidos articulos en contra del dictador y del Regimen mussoliniano que con la complicidad del rey Alfonso XIII de Borbón, habia implantado en España.
Durante los meses de su obligada estancia en la Isla trabó amistad, entre otros muchos vecinos de la capital, con un pescador llamado Antonio Hormiga y con un distinguido personaje isleño de la época, de apellido Castañeyra, en cuya casa tenian lugar animadas tertulias, en las que se hablaba de política y se releian las noticias y articulos de periodicos atrasados que de cuando en cuando, llegaban en el correillo a Fuerteventura . Según se ha contado, en esos encuentros Unamuno traia de cabeza a sus contertulios, pues unos dias defendia con furor determinadas tesis, para refutarlas luego en la siguiente tertulia.
El escritor vasco tuvo la oportunidad de recorrer de cabo a rabo la Isla entera, dejando en él una profunda impresión el grandioso espectaculo que le ofrecieron la Montaña Quemada y el monumento natural de la mágica Tindaya. Tuvo, asimismo, la oportunidad de probar los platos locales, como el gofio, el queso y la carne de cabra.
Cuéntase que una buena parte de los habitantes de "Puerto de Cabras" lo veían como una suerte de impactante personaje de referencia, llegando a copiar algunas de sus excentricidades. Por ejemplo, algunos dejaron de llevar sombrero después de verle pasear "destocado" y tan campante, por las angostas callejuelas de la capital.
La perseverante obstinación de don Miguel por mantenerse epistolarmente en contacto con el exterior y de no permitir que el aislamiento terminara provocando el olvido de aquellos que lo seguían, obligó a Primo de Rivera a claudicar y a levantar la orden de destierro, cediendo así ante las fuertes presiones que ejercieron intelectuales extranjeros, que exigían la libertad para el escritor.
FUERTEVENTURA, "UN FENÓMENO MÍSTICO"
El destierro a Fuerteventura supuso un episodio clave, religioso, en la biografía del intelectual y filosofo vasco. Tales vivencias se vieron reflejadas en obras tales como "De Fuerteventura a París", cuya descarga en formato pdf ofrecemos a nuestros lectores en esta misma página. Para Unamuno, el dictador Primo de Rivera encarnaba la negación de los valores democráticos que hasta entonces él había defendido, por lo que no dudó en convertirse en un opositor militante, -no con mucha consistencia ideológica, hay que decirlo -, en contra de la Dictadura primoriverista.
Los principales textos en los que el escritor plasmó su experiencia en la Isla, el ya citado libro de poemas "De Fuerteventura a París", y artículos en publicaciones como "Caras y Caretas", expresaron como la impresionante aridez volcánica de Fuerteventura le sugirió imágenes como la de una "isla esquelética" o un "desierto solemne".
Miguel de Unamuno trató de expresar de una manera muy plástica su impresión sobre Fuerteventura durante su confinamiento en 1924. Para ello utilizó metáforas realmente impactantes a la hora de describir la aridez y el carácter lunar de la Isla:
"¡Fuerteventurosa isla!, esta isla para peregrinos -peregrinos del ideal-, y no para turistas".
También es conocida la frase que escribió en una carta personal a su amigo Pedro Jiménez Ilundáin, en abril de 1924, en la que le aseguraba muy serio que
"Si el mundo tuviera culo, ese era Fuerteventura".
Con esa despectiva expresión coloquial, algunos interpretan que el filósofo solo deseaba enfatizar el carácter remoto, hostil y final que poseía la Isla más antigua del Archipiélago atlántico.
A juzgar por los propios escritos de Unamuno durante y después de su confinamiento en Fuerteventura, el autor desarrolló un profundo afecto y admiración por la isla majorera y su gente. En sus textos, el escritor destacó constantemente la extraña belleza agreste de Fuerteventura, su carácter lunar y la sensación de infinitud y soledad que le transmitian sus paisajes volcánicos.
Más que desprecio, estas metáforas querian expresar su fascinación por lo absoluto e insondable de la naturaleza majorera. Fuerteventura representaba para él un "reencuentro espiritual" con la esencia de lo telúrico.
Por tanto, lejos de menospreciarla, Unamuno ensalzó siempre el paisaje de Fuerteventura como fuente de emociones teológicas que consideraba trascendentes y como escenario ideal para lo que el denominaba la introspección espiritual. La Isla se convirtió para él en un hito biográfico y creativo.
¿UNAMUNO, EL PRIMER NUDISTA EN PLAYAS MAJORERAS?
Algunos testimonios de ciudadanos majoreros de la década de los 20 del siglo pasado, mantuvieron que Unamuno era un asiduo practicante del nudismo en las largas y rubias playas de la Isla. Segun contaban los lugareños, solía también tomar largos baños de sol completamente desnudo en la azotea de su pensión, para escándalo de la logica mojigatería que aquellos años dominaba en Maxorata.
"¡Que no me miren ellos a mí!", dicen que replicaba desenfadado cuando sus mas proximós amigos majoreros le advertian sobre los rumores que circulaban en la capital de la Isla.
Que conozcamos, sin embargo, no existen evidencias documentales ni referencias en los escritos de D. Miguel que avalen esa inusitada afición unamuniana de tomar baños de sol en pelota picada en la Fuerteventura de 1924.
La supuesta predilección del escritor por una práctica que hoy es común entre los millones de turistas que visitan anualmente la Isla, parece responder más a una leyenda apócrifa que a un hecho real con base histórica verosímil. La imagen pública del escritor en esa etapa, se caracterizaba por la austeridad y por un ascético misticismo de "recogimiento espiritual".
UNAMUNO Y LA POLÍTICA
La figura de Miguel de Unamuno, vista desde una estricta perspectiva política, resulta demasiado compleja y contradictoria como para poder despacharla con un par de pinceladas. Por un lado, Unamuno mostró una cierta sensibilidad hacia los problemas sociales de su época, denunciando las injusticias y desigualdades del sistema capitalista, lo que podría alinearle parcialmente con reivindicaciones cercanas al socialismo. Por ejemplo, en su novela "Niebla" realizó una dura crítica a la explotación laboral en las fábricas.
No obstante, por otro lado, mantuvo posturas claramente alejadas del socialismo en asuntos como la religión, a través de la cuales defendió un extraño catolicismo heterodoxo, o un variopintoabanico de concepciones idealistas acerca del ser humano, a distancias kilométricas del materialismo marxista. También rechazó la concepción marxista sobre la lucha de clases y la revolución social que preconizada Karl Marx.
Desde una visión estrictamente marxista, Unamuno podría ser visto como un autor burgués, con ciertas inquietudes sociales, pero filosóficamente muy alejado de los planteamientos revolucionarios del marxismo por sus concepciones espiritualistas y su confusa y difusa indefinición política. Existían en su pensamiento elementos progresistas, pero plenamente insertos en el complejo de concepciones pequeño-burguesas, con encontradas contradicciones ideológicas. El esa linea, el escritor calificó siempre como utópico el proyecto marxista de que el proletariado pudiera un día convertirse en sujeto principal de una revolución y de la construcción de un nuevo tipo de sociedad igualitaria.
UN DESENLACE COHERENTE CON SU TRAYECTORIA
Por otra parte el totum revoluntun que caracretizó el pensamiento ideologico de Unamuno a lo largo de su vida, encaja perfectamente con el desconcertante pero coherente desenlace con el que concluyó su vida.
Segun dejó constancia en los intercambios epistolares que mantuvo con la escritora Concha Espina, en 1935 Unamuno mantuvo una relación personal y directa con uno de los fundadores del fascismo español, el líder falangista José Antonio Primo de Rivera, que paradógicamente era hijo tambien del dictador que desterró a Fuerteventura.
El 10 de 1935 el filosofo le abrió las puertas de su casa a quien durante las decadas siguientes iba a ser el martir de la "Cruzada bélica en contra el comunismo", José Antonio, que acompañado de otros falangistas estuvo departiendo animadamente con el filósofo a lo largo de varias horas. En correspondencia por aquella visita - y presumiblemente tambien por afinidades ideologicas- , Don Miguel asistió al Acto de Presentación de Falange Española en la ciudad de Salamanca.
Está en cualquier caso confirmado que durante su estancia en Salamanca mantuvo estrechas relaciones políticas con grupos de jóvenes militantes falangistas, a los que deslumbraban sus concepciones filosóficas, que exaltaban los valores de la "individualidad" por encima del "colectivismo marxista".
En 1936, ya estallada la Guerra civil, Unamuno no tuvo tampoco el menor inconveniente en aceptar el cargo de rector de la Universidad de Salamanca.
Aquellos que hoy desean alejar de su perfil biográfico su aceptación cómplice de la insurrección militar del 36, mantienen que solo se trató de una decisión tomada bajo la presión del Régimen dictatorial fascista recién inaugurado, dada la debilidad implicita a su avanzada edad: 72 años.
POR EMILIO BAUTE PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Las Islas Canarias ocuparon un lugar destacado en la vida, las vivencias y la obra del escritor español Miguel de Unamuno. El escritor y filósofo español visitó el Archipiélago en dos ocasiones memorables.
La primera ocasión fue en 1910, cuando acudió a Las Palmas de Gran Canaria como mantenedor de los Juegos Florales, en los que resultaron ganadores los poetas canarios Tomás Morales y Alonso Quesada. Durante esa visita, Unamuno realizó una extensa excursión por el interior de la isla de Gran Canaria, recorriendo poblaciones como Teror, Moya, Artenara y Tejeda. En esta última localidad, ubicada en el mismo centro de la isla y rodeada por agrestes montañas volcánicas, Unamuno expresó que lo que estaban contemplando sus ojos se asemejaba a "una gigantesca tormenta petrificada".
Sus impresiones sobre las islas quedaron plasmadas en varios artículos y libros. Entre sus textos destacan especialmente los títulos "La Gran Canaria" y "La Laguna de Tenerife", incluidos en el volumen "Por tierras de Portugal y España" (1911); así como el poemario "De Fuerteventura a París" (1925), fruto de su confinamiento majorero.
En su relato "La Gran Canaria", Unamuno describe su ascensión a localidades como Teror y Tejeda, deslumbrado por la exuberante vegetación de sus bosques y la grandiosidad de paisajes como el Roque Nublo.
Más allá de estas descripciones paisajísticas, los textos de Unamuno transmiten el hondo calado que tuvo para él el reencuentro con la "intrahistoria" de las Islas Canarias. No en vano, en el prólogo de "Por tierras de Portugal y España" el escritor llega a afirmar:
"Traje afectos y dejé afectos allí, lo que bien vale un viaje".
La huella de Unamuno sigue perviviendo hoy a través de rutas literarias, exposiciones y conmemoraciones de aquel primer periplo por las Islas.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA
Tras el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923, que instauró la dictadura militar en España, Unamuno se erigió en uno de sus mayores detractores en el ámbito cultural. El escritor publicó varios artículos denunciando la falta de libertades y los atropellos de la Dictadura. Entre ellos fue especialmente sonado el discurso que pronunció el 12 de octubre de 1923 en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, sede del rectorado que ostentaba Unamuno. Ante el general Primo de Rivera y las autoridades locales, Unamuno arremetió contra la Dictadura y sus aliados, defendiendo la libertad de expresión y el régimen democrático.
Estas críticas constantes molestaron mucho a Primo de Rivera, que veía en Unamuno un foco de oposición intelectual que podía convertirse en peligroso. Por ello, en febrero de 1924 el dictador firmó un decreto desterrándolo a Fuerteventura. La excusa formal fue que el escritor había proferido "frases ofensivas" contra el Rey y contra el Ejército.
Primo de Rivera utilizó estos incidentes como oportuno pretexto para confinarlo en la que entonces era la Isla más árida, extensa y hostil del Archipiélago canario, Fuerteventura, y que, además, apenas llegaba a unos veinte mil habitantes.
Durante los meses de su obligada estancia en la Isla trabó amistad con un pescador llamado Antonio Hormiga y con un distinguido personaje isleño de apellido Castañeyra, en cuya casa tenian lugar animadas tertulias, en las que se hablaba de política o se releian las noticias y articulos de periodicos atrasados que llegaban a la Isla por via maritima. Por cierto, según se ha contado, en esas tertulias Unamuno traia de cabeza a sus contertulios, pues unos dias mantenia con furor determinadas tesis, para tratar de refutarlas en la tertulia siguiente.
Cuéntase que una buena parte de los habitantes de "Puerto de Cabras" lo veían como una suerte de impactante referencia, llegando a copiar algunas de sus excentricidades. Por ejemplo, no pocos ciudadanos de la capital dejaron de llevar sombrero después de verle pasear "destocado" bajo el sol, como si nada.
Ya en París, Unamuno continuó escribiéndose con sus amigos majoreros, a los que habia quedado muy agradecido por la acogida que durante los meses de destierro le habian dispensado. Parte de esas cartas figuran en su libro "Desde Fuerteventura a París", que gratuitamente ofrece este periódico digital a sus lectores.
EL DESTIERRO EN FUERTEVENTURA
Unamuno permaneció confinado en la capital majorera de Puerto Cabras entre febrero y junio de 1924. No obstante, pese a la tentativa autoritaria del Dictador de mantenerlo herméticamente aislado en aquella isla perdida del Atlántico, el escritor vasco no dejó de enviar sus colaboraciones a la prensa extranjera, con encendidos articulos en contra del dictador y del Regimen mussoliniano que con la complicidad del rey Alfonso XIII de Borbón, habia implantado en España.
Durante los meses de su obligada estancia en la Isla trabó amistad, entre otros muchos vecinos de la capital, con un pescador llamado Antonio Hormiga y con un distinguido personaje isleño de la época, de apellido Castañeyra, en cuya casa tenian lugar animadas tertulias, en las que se hablaba de política y se releian las noticias y articulos de periodicos atrasados que de cuando en cuando, llegaban en el correillo a Fuerteventura . Según se ha contado, en esos encuentros Unamuno traia de cabeza a sus contertulios, pues unos dias defendia con furor determinadas tesis, para refutarlas luego en la siguiente tertulia.
El escritor vasco tuvo la oportunidad de recorrer de cabo a rabo la Isla entera, dejando en él una profunda impresión el grandioso espectaculo que le ofrecieron la Montaña Quemada y el monumento natural de la mágica Tindaya. Tuvo, asimismo, la oportunidad de probar los platos locales, como el gofio, el queso y la carne de cabra.
Cuéntase que una buena parte de los habitantes de "Puerto de Cabras" lo veían como una suerte de impactante personaje de referencia, llegando a copiar algunas de sus excentricidades. Por ejemplo, algunos dejaron de llevar sombrero después de verle pasear "destocado" y tan campante, por las angostas callejuelas de la capital.
La perseverante obstinación de don Miguel por mantenerse epistolarmente en contacto con el exterior y de no permitir que el aislamiento terminara provocando el olvido de aquellos que lo seguían, obligó a Primo de Rivera a claudicar y a levantar la orden de destierro, cediendo así ante las fuertes presiones que ejercieron intelectuales extranjeros, que exigían la libertad para el escritor.
FUERTEVENTURA, "UN FENÓMENO MÍSTICO"
El destierro a Fuerteventura supuso un episodio clave, religioso, en la biografía del intelectual y filosofo vasco. Tales vivencias se vieron reflejadas en obras tales como "De Fuerteventura a París", cuya descarga en formato pdf ofrecemos a nuestros lectores en esta misma página. Para Unamuno, el dictador Primo de Rivera encarnaba la negación de los valores democráticos que hasta entonces él había defendido, por lo que no dudó en convertirse en un opositor militante, -no con mucha consistencia ideológica, hay que decirlo -, en contra de la Dictadura primoriverista.
Los principales textos en los que el escritor plasmó su experiencia en la Isla, el ya citado libro de poemas "De Fuerteventura a París", y artículos en publicaciones como "Caras y Caretas", expresaron como la impresionante aridez volcánica de Fuerteventura le sugirió imágenes como la de una "isla esquelética" o un "desierto solemne".
Miguel de Unamuno trató de expresar de una manera muy plástica su impresión sobre Fuerteventura durante su confinamiento en 1924. Para ello utilizó metáforas realmente impactantes a la hora de describir la aridez y el carácter lunar de la Isla:
"¡Fuerteventurosa isla!, esta isla para peregrinos -peregrinos del ideal-, y no para turistas".
También es conocida la frase que escribió en una carta personal a su amigo Pedro Jiménez Ilundáin, en abril de 1924, en la que le aseguraba muy serio que
"Si el mundo tuviera culo, ese era Fuerteventura".
Con esa despectiva expresión coloquial, algunos interpretan que el filósofo solo deseaba enfatizar el carácter remoto, hostil y final que poseía la Isla más antigua del Archipiélago atlántico.
A juzgar por los propios escritos de Unamuno durante y después de su confinamiento en Fuerteventura, el autor desarrolló un profundo afecto y admiración por la isla majorera y su gente. En sus textos, el escritor destacó constantemente la extraña belleza agreste de Fuerteventura, su carácter lunar y la sensación de infinitud y soledad que le transmitian sus paisajes volcánicos.
Más que desprecio, estas metáforas querian expresar su fascinación por lo absoluto e insondable de la naturaleza majorera. Fuerteventura representaba para él un "reencuentro espiritual" con la esencia de lo telúrico.
Por tanto, lejos de menospreciarla, Unamuno ensalzó siempre el paisaje de Fuerteventura como fuente de emociones teológicas que consideraba trascendentes y como escenario ideal para lo que el denominaba la introspección espiritual. La Isla se convirtió para él en un hito biográfico y creativo.
¿UNAMUNO, EL PRIMER NUDISTA EN PLAYAS MAJORERAS?
Algunos testimonios de ciudadanos majoreros de la década de los 20 del siglo pasado, mantuvieron que Unamuno era un asiduo practicante del nudismo en las largas y rubias playas de la Isla. Segun contaban los lugareños, solía también tomar largos baños de sol completamente desnudo en la azotea de su pensión, para escándalo de la logica mojigatería que aquellos años dominaba en Maxorata.
"¡Que no me miren ellos a mí!", dicen que replicaba desenfadado cuando sus mas proximós amigos majoreros le advertian sobre los rumores que circulaban en la capital de la Isla.
Que conozcamos, sin embargo, no existen evidencias documentales ni referencias en los escritos de D. Miguel que avalen esa inusitada afición unamuniana de tomar baños de sol en pelota picada en la Fuerteventura de 1924.
La supuesta predilección del escritor por una práctica que hoy es común entre los millones de turistas que visitan anualmente la Isla, parece responder más a una leyenda apócrifa que a un hecho real con base histórica verosímil. La imagen pública del escritor en esa etapa, se caracterizaba por la austeridad y por un ascético misticismo de "recogimiento espiritual".
UNAMUNO Y LA POLÍTICA
La figura de Miguel de Unamuno, vista desde una estricta perspectiva política, resulta demasiado compleja y contradictoria como para poder despacharla con un par de pinceladas. Por un lado, Unamuno mostró una cierta sensibilidad hacia los problemas sociales de su época, denunciando las injusticias y desigualdades del sistema capitalista, lo que podría alinearle parcialmente con reivindicaciones cercanas al socialismo. Por ejemplo, en su novela "Niebla" realizó una dura crítica a la explotación laboral en las fábricas.
No obstante, por otro lado, mantuvo posturas claramente alejadas del socialismo en asuntos como la religión, a través de la cuales defendió un extraño catolicismo heterodoxo, o un variopintoabanico de concepciones idealistas acerca del ser humano, a distancias kilométricas del materialismo marxista. También rechazó la concepción marxista sobre la lucha de clases y la revolución social que preconizada Karl Marx.
Desde una visión estrictamente marxista, Unamuno podría ser visto como un autor burgués, con ciertas inquietudes sociales, pero filosóficamente muy alejado de los planteamientos revolucionarios del marxismo por sus concepciones espiritualistas y su confusa y difusa indefinición política. Existían en su pensamiento elementos progresistas, pero plenamente insertos en el complejo de concepciones pequeño-burguesas, con encontradas contradicciones ideológicas. El esa linea, el escritor calificó siempre como utópico el proyecto marxista de que el proletariado pudiera un día convertirse en sujeto principal de una revolución y de la construcción de un nuevo tipo de sociedad igualitaria.
UN DESENLACE COHERENTE CON SU TRAYECTORIA
Por otra parte el totum revoluntun que caracretizó el pensamiento ideologico de Unamuno a lo largo de su vida, encaja perfectamente con el desconcertante pero coherente desenlace con el que concluyó su vida.
Segun dejó constancia en los intercambios epistolares que mantuvo con la escritora Concha Espina, en 1935 Unamuno mantuvo una relación personal y directa con uno de los fundadores del fascismo español, el líder falangista José Antonio Primo de Rivera, que paradógicamente era hijo tambien del dictador que desterró a Fuerteventura.
El 10 de 1935 el filosofo le abrió las puertas de su casa a quien durante las decadas siguientes iba a ser el martir de la "Cruzada bélica en contra el comunismo", José Antonio, que acompañado de otros falangistas estuvo departiendo animadamente con el filósofo a lo largo de varias horas. En correspondencia por aquella visita - y presumiblemente tambien por afinidades ideologicas- , Don Miguel asistió al Acto de Presentación de Falange Española en la ciudad de Salamanca.
Está en cualquier caso confirmado que durante su estancia en Salamanca mantuvo estrechas relaciones políticas con grupos de jóvenes militantes falangistas, a los que deslumbraban sus concepciones filosóficas, que exaltaban los valores de la "individualidad" por encima del "colectivismo marxista".
En 1936, ya estallada la Guerra civil, Unamuno no tuvo tampoco el menor inconveniente en aceptar el cargo de rector de la Universidad de Salamanca.
Aquellos que hoy desean alejar de su perfil biográfico su aceptación cómplice de la insurrección militar del 36, mantienen que solo se trató de una decisión tomada bajo la presión del Régimen dictatorial fascista recién inaugurado, dada la debilidad implicita a su avanzada edad: 72 años.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.117