
TRAS LOS BRILLOS DEL FÚTBOL: NEGOCIO DE FILOMAFIOSOS Y OPIO DEL PUEBLO
"Así el fútbol ha devenido en opio para los pueblos"
Vale suponer que lo más importante para los negociantes sea la conversión del fútbol —universalizado por los medios, no por destino natural— en estupefaciente. ¿No resulta significativo, aunque sea casual, que el vocablo crack sea nombre de una droga y a la vez sirva para calificar a personas brillantes, de modo particular a futbolistas? (...).
Por LUIS TOLEDO SANDE (*).-
La publicación de Marta Julia Belisario en su muro de Facebook propicia recordar algunos “detalles mínimos”. ¿Hay relación razonable entre la remuneración que recibe un futbolista estelar y la importancia de unos cuantos goles al año? Del negocio del fútbol sacan los mayores dividendos los empresarios que lo capitalizan, algunos de ellos conocidos por sus manejos filomafiosos —y hasta con otros filos, no con ese que suaviza el concepto de mafia—, aunque hasta en Cuba pueda hablarse de ellos como si fueran poco menos que santos.
Vale suponer que lo más importante para los negociantes sea la conversión del fútbol —universalizado por los medios, no por destino natural— en estupefaciente. ¿No resulta significativo, aunque sea casual, que el vocablo crack sea nombre de una droga y a la vez sirva para calificar a personas brillantes, de modo particular a futbolistas? Por esos caminos se le dice a la juventud: “No se compliquen la vida intentando transformar el mundo. Solo necesitan convertirse en grandes jugadores, exitosos”. Más o menos como aquello de “Usted sí puede tener un Buick” o “Usted también puede ser presidente de los Estados Unidos”.
Pero cabe hacerse una preguntica, elemental: ¿Para cuántos (y cuántas) están reservadas esas posibilidades, alegorías de tantas más? Incluso en países donde hay equipos de fútbol millonarios y futbolistas que entran en esa categoría, abundan equipos, con jugadores no necesariamente malos ni mediocres, que a veces ni siquiera tienen fondos —o eso dicen— para pagarles a sus integrantes.
Así el fútbol ha devenido opio para pueblos. Admirar a grandes exponentes de ese juego, como de otros, disfrutar las disputas de un mundial, y especialmente la victoria del equipo de uno de nuestros pueblos, no debe llevarnos a ignorar las realidades solapadas —y a veces ni siquiera tan solapadas— detrás de esos seres humanos —portadores, algunos, de ideales que merecen encomio— y de esos hechos. Para no hablar de algunas que apenas se hicieron circular sobre la construcción de los estadios en que se dirimió el mundial.
La Habana, 19 de diciembre de 2022
Fuente: Cubaperiodistas
Título original: Tras los brillos del fútbol
(*) Luis Toledo Sande. Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).
Por LUIS TOLEDO SANDE (*).-
La publicación de Marta Julia Belisario en su muro de Facebook propicia recordar algunos “detalles mínimos”. ¿Hay relación razonable entre la remuneración que recibe un futbolista estelar y la importancia de unos cuantos goles al año? Del negocio del fútbol sacan los mayores dividendos los empresarios que lo capitalizan, algunos de ellos conocidos por sus manejos filomafiosos —y hasta con otros filos, no con ese que suaviza el concepto de mafia—, aunque hasta en Cuba pueda hablarse de ellos como si fueran poco menos que santos.
Vale suponer que lo más importante para los negociantes sea la conversión del fútbol —universalizado por los medios, no por destino natural— en estupefaciente. ¿No resulta significativo, aunque sea casual, que el vocablo crack sea nombre de una droga y a la vez sirva para calificar a personas brillantes, de modo particular a futbolistas? Por esos caminos se le dice a la juventud: “No se compliquen la vida intentando transformar el mundo. Solo necesitan convertirse en grandes jugadores, exitosos”. Más o menos como aquello de “Usted sí puede tener un Buick” o “Usted también puede ser presidente de los Estados Unidos”.
Pero cabe hacerse una preguntica, elemental: ¿Para cuántos (y cuántas) están reservadas esas posibilidades, alegorías de tantas más? Incluso en países donde hay equipos de fútbol millonarios y futbolistas que entran en esa categoría, abundan equipos, con jugadores no necesariamente malos ni mediocres, que a veces ni siquiera tienen fondos —o eso dicen— para pagarles a sus integrantes.
Así el fútbol ha devenido opio para pueblos. Admirar a grandes exponentes de ese juego, como de otros, disfrutar las disputas de un mundial, y especialmente la victoria del equipo de uno de nuestros pueblos, no debe llevarnos a ignorar las realidades solapadas —y a veces ni siquiera tan solapadas— detrás de esos seres humanos —portadores, algunos, de ideales que merecen encomio— y de esos hechos. Para no hablar de algunas que apenas se hicieron circular sobre la construcción de los estadios en que se dirimió el mundial.
La Habana, 19 de diciembre de 2022
Fuente: Cubaperiodistas
Título original: Tras los brillos del fútbol
(*) Luis Toledo Sande. Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).
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