UNA HISTORIA TERGIVERSADA: JUANA "LA CUERDA" Y LA ÚLTIMA OCURRENCIA DEL ALCALDE DE MADRID
La ficción histórica como terreno legitimador de las políticas de la derecha
El Ayuntamiento de Madrid, presidido por el Partido Popular, pretende levantar una estatua de la reina Juana, hija de Isabel y Fernando, como ‘Reina de los Comuneros de Castilla’, por el V Centenario de la revolución de las Comunidades. Sólo unos pocos historiadores hemos levantado la voz ante esta reescritura aviesa, provocadora y partidista de la historia.
Por JOSÉ NIETO (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde hace un tiempo, es un hecho que la derecha española se está rearmando ideológicamente. Mediante sus tribunas mediáticas, sus editoriales, sus intelectuales y periodistas y un largo carrusel de plataformas de opinión, se mandan mensajes que apelan a una identidad basada en los héroes originarios del país, la labor de difusión de los ideales españoles y, cómo no, la santificación de la unidad de la patria.
En un juego de reinvención de temas que parecían estar fuera de la disputa ideológica, este rearme de la derecha ha convertido a la Historia en un espacio donde ganar terreno con el fin de asegurar un basamento firme y legitimador de sus políticas.
Este rearme se aprecia hasta en el tema de los callejeros, donde, pese a lo chusco de muchas de sus justificaciones, logran imponer en los ayuntamientos -con la inestimable labor de la pretendida izquierda - comisiones de evaluación en las que cuelan a sus intelectuales para que justifiquen la imposición de nombres de innombrados fascistas.
Y el citado rearme también se revela en el de la estatuaria urbana, aspecto en el que el ayuntamiento de Madrid sirve de ejemplo, para homenajear hoy a pretendidos héroes que se dejaron brazos, piernas y ojos por la patria -o todos esos miembros a la vez-, para convertir a asesinos de filipinos en nada menos que verdaderos valedores de la unidad española, o para darle una vuelta completa a la historia, y reconvertir, al interés del mismo ayuntamiento, a una reina "loca" en una monarca "cuerda".
Este último ejemplo cobra todo su interés con la justificación de levantar una estatura de Juana, la hija de Isabel y Fernando, los conocidos como Reyes Católicos, como reina de los Comuneros de Castilla. Mira que el gobierno del Partido Popular que preside el ayuntamiento de Madrid podría haber elegido otros motivos para levantar ese monumento en el Retiro, pero lo ha realizado justo en el V Centenario de la revolución de las Comunidades de Castilla.
Y lo ha hecho a sabiendas de la inactividad de la oposición en el consistorio capitalino, así como de la más que sabida falta de respuesta de la comunidad de historiadores. Solo unos pocos han levantado la voz, ante esta reescritura aviesa, provocadora y partidista de la historia.
Y es que la cosa viene de atrás: apenas ha habido oposición ante la convocatoria de un congreso sobre los Comuneros organizado por la Junta de Castilla y León, donde no solo no se ha incluido en el programa a los que más saben del tema -y, por ende, los que más habrían sacado los colores con sus enfoques renovadores que enfatizan el carácter muchas veces antimonárquico y revolucionario del movimiento comunero-, sino que, en un claro rasgo de arrogancia y provocación, se coloca a Felipe de Borbón como presidente de honor de los actos.
Pero volviendo a la estatua de Juana. Es innegable que la causa comunera presenta muchas caras. Hubo comuneros reformadores y comuneros revolucionarios. La facción reformadora de naturaleza burguesa buscó en la reina “loca” la legitimación de su revuelta.
Durante unos meses la Junta comunera, liderada por esta facción, intentó en Tordesillas -donde estaba recluida Juana- que ella diera el visto bueno a sus propuestas, pero no lo consiguió. Estos comuneros reformistas quisieron, pero no lograron el apoyo de una reina que nunca hizo nada en contra de los intereses de su hijo Carlos, el verdadero causante de la revuelta.
Juana fue siempre reina, por lo que presentarla como comunera tal y como quiere hacernos ver el ayuntamiento de Madrid es un auténtico oximorón.
Y siguiendo esta lógica, mañana también se la podría presentar como republicana. No sabemos cómo hubiera visto este sinsentido del consistorio madrileño la facción revolucionaria de los Comuneros, pero está claro que había muchos que estaban por la labor de ver una Castilla “sin rey Emperador”.
Aunque solo sea por hacer honor a su memoria, paremos el rearme de la derecha, desmontando en el debate público su insustancial pero peligrosa deriva ideológica.
(*) José Nieto es profesor de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Madrid.
Por JOSÉ NIETO (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde hace un tiempo, es un hecho que la derecha española se está rearmando ideológicamente. Mediante sus tribunas mediáticas, sus editoriales, sus intelectuales y periodistas y un largo carrusel de plataformas de opinión, se mandan mensajes que apelan a una identidad basada en los héroes originarios del país, la labor de difusión de los ideales españoles y, cómo no, la santificación de la unidad de la patria.
En un juego de reinvención de temas que parecían estar fuera de la disputa ideológica, este rearme de la derecha ha convertido a la Historia en un espacio donde ganar terreno con el fin de asegurar un basamento firme y legitimador de sus políticas.
Este rearme se aprecia hasta en el tema de los callejeros, donde, pese a lo chusco de muchas de sus justificaciones, logran imponer en los ayuntamientos -con la inestimable labor de la pretendida izquierda - comisiones de evaluación en las que cuelan a sus intelectuales para que justifiquen la imposición de nombres de innombrados fascistas.
Y el citado rearme también se revela en el de la estatuaria urbana, aspecto en el que el ayuntamiento de Madrid sirve de ejemplo, para homenajear hoy a pretendidos héroes que se dejaron brazos, piernas y ojos por la patria -o todos esos miembros a la vez-, para convertir a asesinos de filipinos en nada menos que verdaderos valedores de la unidad española, o para darle una vuelta completa a la historia, y reconvertir, al interés del mismo ayuntamiento, a una reina "loca" en una monarca "cuerda".
Este último ejemplo cobra todo su interés con la justificación de levantar una estatura de Juana, la hija de Isabel y Fernando, los conocidos como Reyes Católicos, como reina de los Comuneros de Castilla. Mira que el gobierno del Partido Popular que preside el ayuntamiento de Madrid podría haber elegido otros motivos para levantar ese monumento en el Retiro, pero lo ha realizado justo en el V Centenario de la revolución de las Comunidades de Castilla.
Y lo ha hecho a sabiendas de la inactividad de la oposición en el consistorio capitalino, así como de la más que sabida falta de respuesta de la comunidad de historiadores. Solo unos pocos han levantado la voz, ante esta reescritura aviesa, provocadora y partidista de la historia.
Y es que la cosa viene de atrás: apenas ha habido oposición ante la convocatoria de un congreso sobre los Comuneros organizado por la Junta de Castilla y León, donde no solo no se ha incluido en el programa a los que más saben del tema -y, por ende, los que más habrían sacado los colores con sus enfoques renovadores que enfatizan el carácter muchas veces antimonárquico y revolucionario del movimiento comunero-, sino que, en un claro rasgo de arrogancia y provocación, se coloca a Felipe de Borbón como presidente de honor de los actos.
Pero volviendo a la estatua de Juana. Es innegable que la causa comunera presenta muchas caras. Hubo comuneros reformadores y comuneros revolucionarios. La facción reformadora de naturaleza burguesa buscó en la reina “loca” la legitimación de su revuelta.
Durante unos meses la Junta comunera, liderada por esta facción, intentó en Tordesillas -donde estaba recluida Juana- que ella diera el visto bueno a sus propuestas, pero no lo consiguió. Estos comuneros reformistas quisieron, pero no lograron el apoyo de una reina que nunca hizo nada en contra de los intereses de su hijo Carlos, el verdadero causante de la revuelta.
Juana fue siempre reina, por lo que presentarla como comunera tal y como quiere hacernos ver el ayuntamiento de Madrid es un auténtico oximorón.
Y siguiendo esta lógica, mañana también se la podría presentar como republicana. No sabemos cómo hubiera visto este sinsentido del consistorio madrileño la facción revolucionaria de los Comuneros, pero está claro que había muchos que estaban por la labor de ver una Castilla “sin rey Emperador”.
Aunque solo sea por hacer honor a su memoria, paremos el rearme de la derecha, desmontando en el debate público su insustancial pero peligrosa deriva ideológica.
(*) José Nieto es profesor de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Madrid.































Maribel Santana | Lunes, 24 de Mayo de 2021 a las 23:54:16 horas
Pues hay historiadores que dicen que Juana no estaba loca sino que la encerraron porque era una reina "progresista" y los que la rodeaban no le interesaba.????
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