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Lunes, 19 de Abril de 2021 Tiempo de lectura:

LA RETIRADA DE EE.UU. DE AFGANISTÁN ES UN BLUFF

¿Sustituirán los EEUU a sus tropas oficiales, por otras integradas fuerzas especiales y contratistas militares privados?

"Todos los indicios sugirieren que Biden continuará manteniendo algún tipo de conflicto en Afganistán. Incluso en el caso de que las tropas estadounidenses se retirarán formalmente de ese país, algo que tampoco es nada seguro que se vaya a producir...

 
POR BRANKO MARCEVIC / JACOBIN 

 

    Apenas transcurridas algunas semanas desde que Joe Biden se convirtiera en el nuevo inquilino de la Casa Blanca, el flamante presidente se apresuró a firmar toda una serie de órdenes ejecutivas de alto perfil, que parecían desear revocar algunas de las acciones más escandalosas del mandato Trump, e intentar reconducir al país hacia una nueva y radical dirección.

   

    Con el deliberado objetivo de causar el mayor impacto posible en la opinión pública estadounidense, Biden ha ido escalonando  lentamente estas medidas a lo largo de semanas. Cada nueva determinación presidencial fue acogida con alborozo por los medios de comunicación, que acompañaron sus bienvenidas con una extensa e intensa cobertura informativa. Paralelamente, los mass medias se han ido encargando de reciclar los argumentos de la nueva Administración, enfatizando la "audacia" y "naturaleza transformadora" de las mismas, haciendo permear la idea de que el país estaba volviendo a la senda de la “normalidad”, bajo la impronta de un nuevo líder histórico.

    

    Ha sido mucho  después de esta primera acogida positiva por parte de los grandes medios, cuando  algunos periodistas han tenido tiempo y espacio para ir  escrutando con lupa la letra pequeña de las  decisiones presidenciales, de consultar con expertos y representantes de la industria o, simplemente, observar las repercusiones  que en el  mundo real iban a tener unas medidas que habían sido tan elogiadas por la orquesta mediática, y analizarlas, eso sí, sólo en  los espacios de columnas que eran menos leídos que los grandes titulares iniciales promovidos por la Casa Blanca.
      


    Los medios de comunicación se han pasado el curso de los últimos tres años poniendo el grito en el cielo cada vez que Trump, en una de las pocas cosas realmente positivas que intentó hacer, anunciaba que iba a retirarse de Afganistán.

   

   Durante años, el hecho de que Trump ignorara el consejo de los comandantes militares, especialmente en lo que se refería a la retirada de tropas, fue tratado como uno de los mayores escándalos de su Administración. Ahora, en cambio, que es Biden el que anuncia la retirada de tropas, repentinamente, el gesto se ha convertido por arte de magia en algo "valiente y justo".

   

     De todo este asunto, lo más importante a retener es que Biden, en realidad, no ha declarado que se vaya a producir una retirada en Afganistán.  La verdad es que lo que Biden ha presentado ahora como algo suyo, había sido ya negociado y acordado el año pasado, cuando Trump, tratando de lograr una victoria política en un año electoral, hizo un trato con los talibanes para salir de ese país en mayo.

 

    En cambio, lo que ha sucedido es que Biden, después de haber estado titubeando durante meses, para frustración de los mismos generales, ha retrasado el fin de la guerra durante otros cuatro meses, atribuyéndose, sin embargo, el mérito de algo que no sólo no había hecho, sino que en la práctica se ha estado resistiendo a hacer.

 

    Como parecía previsible, Biden ha recibido desde los grandes medios de comunicación, el mismo tipo de aplausos mediáticos que aquellos que se granjeó cuando tomó decisiones en materia de inmigración, que fueron vendidas por el aparato propagandístico estadounidense como el desmantelamiento de algunas de las medidas más controvertidas de Trump, cuando en realidad no hizo otra cosa que mantenerlas.

 

    En cualquier caso, el cinismo de Biden con lo de la guerra de Afganistán es menos importante que la perspectiva de que Estados Unidos acabe, por fin, con esta guerra horrible e inútil.
 
    Biden está haciendo lo que han hecho muchas Administraciones norteamericanas, incluida la que él ocupó como vicepresidente: proclamar a bombo y platillo el final de una guerra para obtener puntos políticos, mientras que, por otras vías, se busca discretamente alguna forma para continuar manteniéndola través de interminables retrasos.  
 
   

   Y no se trata de una exageración. El "retraso" de Biden para acabar la guerra de Afganistán es una violación inequívoca del acuerdo que Trump alcanzó con los talibanes. Y éstos últimos lo están considerando así, amenazando con ataques a las tropas estadounidenses, que continúan en el país más allá del plazo acordado. Se han negado, igualmente, a asistir a una próxima "Cumbre de paz" con el gobierno de Kabul, que iba a celebrarse en Turquía.

 

   Con el aumento de la violencia en el país y los talibanes a punto de iniciar su ofensiva anual de primavera, en el curso de los próximos meses podrían multiplicarse los ataques, las conquistas militares y, también, el retorno de las bolsas con cadáveres estadounidenses, lo que podría ser escogido como el pretexto perfecto para renunciar por completo a la retirada de Afganistán.

 

    Pero, incluso, si Biden cumpliera nominalmente con su promesa de sacar las tropas estadounidenses de Afganistán para ek próximo septiembre, cuanto más nos aproximamos a la lectura de la letra pequeña de la retirada, crecen los motivos para la preocupación.

 

    “Funcionarios estadounidenses actuales y anteriores” no identificados, manifestaron al periódico New York Times que la Administración Biden “probablemente” se limitará a sustituir a sus tropas oficiales, por otras integradas por espías, fuerzas especiales y contratistas militares privados.

 

    Otros funcionarios no identificados manifestaron también al citado periódico estadounidense, que el "Plan de Biden" consiste realmente en cargar los países circundantes con fuerzas estadounidenses y, luego, utilizar aviones no tripulados para liquidar a los sospechosos de terrorismo, de la misma manera que lo ha hecho y lo hace el norte de África y Oriente Medio.


 ¿Qué clase, pues, de "retirada" es esta?

 

     Esencialmente, Biden está relegando a Afganistán a la formulación de una suerte de “counter terrorism-plus” que ya ideó bajo el mandato de Obama. Se trata de una forma inteligente de hacer la guerra en otros países, sin recibir por ello la consabida réplica del contragolpe en política doméstica, que se produce cuando hay una invasión y una ocupación de verdad.

 

    Como ha señalado el periodista Spencer Ackerman, Biden en su discurso sobre Afganistán justificó en parte la retirada con el argumento de que el terrorismo se había “dispersado más, haciendo metástasis en todo el mundo”. No tenía sentido lanzar miles de tropas y miles de millones de dólares a un solo país, cuando, -según dio a entender Biden-, el gobierno de Estados Unidos debería estar haciendo eso en todo el mundo, incluso en Siria e Irak.  La verdad es que puede que esté terminando una guerra caliente, pero parece que el nuevo presidente de los Estados Unidos está redoblando la apuesta por otra mucho mayor y de otro tipo.

 

     Pero hay algo aún más repugnante. Biden argumentó para justificar el fin de la guerra de Afganistán, con la necesidad de enfrentarse a China. El "gobierno más progresista de la historia de la humanidad", como trata de venderse ante los estadounidenses, desea ahora reasignar sus recursos para destinarlos a un conflicto completamente diferente, pero infinitamente más peligroso.  

 

     Todos los indicios están sugiriendo que Biden continuará manteniendo algún tipo de conflicto en Afganistán. Incluso en el caso de que las tropas estadounidenses se retirarán formalmente de ese país, algo que tampoco es nada seguro que se vaya a producir.

 

     Simultáneamente, otras señales que aparecen en el horizonte están indicando que el presidente Biden continuará intensificando en otro lugar la interminable guerra global que tanto daño ha hecho a la gente común de todo el mundo y, también, a sus homólogos en los Estados Unidos.

 

    Debería ser una función de los medios de comunicación explicar todo este tipo de cosas a sus lectores. Pero, desgraciadamente, por encima del sepulcral silencio mediático, sólo puede escucharse el sonido de los bombos y platillos.

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Lunes, 19 de Abril de 2021 a las 16:06:46 horas

    Buen articulo, y los progres aplaudiendo a Biden y su ejercito de feministas, de pose, negras, blancas y de otros colores como si el color tuviese que ver con las intenciones de los imperialistas.
    Que quieres que les digan señores prefiero al fasciston impresentable de Trump, al menos "quería" hacer una política mas interior, mas nacionalista que imperialista, pero claro el fanfarrón de trump está lejos de una política socializante,. al pobre lo tienen como lo peor que le ha podido pasar a EEUU, aprovechándose los imperialistas de la talla de Obama, Clinto, Biden etc para limpiarse la mierda de los crímenes que han y siguen haciendo en todo el mundo.
    El progrerío aplaudió la muerte de Gadafi, medio diseñada por la femi-imperialista Hillary porque Gadafi era un dictador.¿ Y la dictadura del imperialismo sobre los pueblos?
    Los demócratas con sus sutilezas se creen que van a engañar a alguien pero las cosa caen por su propio peso. La dialéctica no falla.

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  • Petronio

    Petronio | Lunes, 19 de Abril de 2021 a las 00:40:48 horas

    Joe Biden dice que los objetivos se han cumplido... "Afganistán no volverá a ser usada para atacar a Estados Unidos".

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