BRASIL: ¿ASONADA MILITAR CONTRA BOLSONARO?
Alarmantes eventos en un país en el que no se distinguen los límites entre los cuarteles y las administraciones públicas
En opinión del teniente del ejército español, Luis Gonzalo Segura, la nave brasileña que pretendía capitanear Jair Bolsonaro hace aguas por todas partes. El último evento no deja de ser significativo: dimitieron los jefes de Tierra, Mar y Aire del ejército brasileño.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
Opina el teniente del Ejército español Luis Gonzalo Segura, que el ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro, está atravesando una incierta situación que lo aproxima a la pérdida del control del barco de su país.
Escribe el teniente Gonzalo Segura en un artículo titulado "Bolsonaro, el capitán al borde del naufragio" que Brasil es hoy un país que se amotinado en contra su capitán .
En opinión del militar español la situación brasileña es realmente crítica , en la que las élites económicas están exhibiendo cabezas y la cúpula militar no tiene recatos a la hora de exhibir con desafío su descontento por la gestión de su antiguo aliado Jair Bolsonaro . Y es que el puño de acero de quien en el pasado proyectó su campaña electoral como una cruzada militar, ideológica y religiosa, hoy tan sólo tiene la apariencia de una mano débil y enferma.
Según Gonzalo Segura, Brasil está zozobrando en medio de un oleaje que combinan los sacrificios públicos de políticos que tratan de contentar a los mercados, con los desafíos de altos mandos militares, a los que se añaden concesiones políticas poco edificantes. Y ello en mitad de un escenario pandémico que carece de precedentes.
Relata el militar español en su artículo que el pasado 30 de marzo, con un país convertido en el principal foco pandémico mundial, Bolsanaro cedió a las presiones económicas y políticas y forzó la renuncia del ministro de Exteriores, Un al que sustituyó por Carlos França, con un perfil más pragmático. Sin embargo, no fue esta la única exigencia que le plantearon a Bolsonaro los grandes potentados brasileños. También le exigieron la cabeza del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, que de momento conserva su gaznate político intacto, sin que ello permita predecirr hasta cuándo.
En esta situación, el trumpista Bolsonaro asestó otro golpe encima de la mesa, cuyas consecuencias muy posiblemente no calculo, cuando desde el ministerio de Defensa le advirtieron de lo que ya en más que conocido a nivel mundial: la necesidad de aislamiento social y el uso de mascarilla para evitar lo que en Brasil ya lleva camino de constituir lo que será la tercera ola . Una tercera ola que va camino, a tenor de las cifras, de convertirse en un tsunami. Bolsonaro contestó a lo que consideró como una "intolerable insubordinación", con la destitución fulminante del ministro de Defensa, Fernando Azevedo, general, para más señas. Por si fuera poco, Bolsonaro renovó su gabinete con hasta seis ministros en un intento por recuperar la autoridad en un gobierno en el que hay más generales que mujeres y en un Ejecutivo en el que seis militares ocupan cargos.
Gonzalo Segura plantea en su artículo que Brasil es un país tan militarizado que la ausencia de límites entre políticos y altos mandos militares provoca escenas insólitas como la acaecida. Casi nadie sabe ya dónde terminan los cuarteles, ni dónde comienzan las administraciones públicas.
Pero el intento de sofocar el amotinamiento del cuartel brasileño, que parece haber perdido la fe en su líder, términó convirtiéndose en un incendio cuando los jefes de Tierra, Mar y Aire brasileños, es decir los mandamases del Ejército –Edson Pujol–, la Armada –Ilques Barbosa– y la Fuerza Aérea –Antônio Carlos Bermudez– dimitieron en bloque, lo que constituye un hito histórico. Y un desafío público. Ello, a pesar de ser nombrado el general Walter Braga Netto, otro alto mando militar más, como sustituto del ministro de Defensa. Se trata de una novedosa situación en la que en Brasil resulta difícil encontrar presidentes históricos tan rotundos
Con Brasil sumido en el colapso sanitario y económico; con los hospitales saturados y el subsidio a los más desfavorecidos implantado por la pandemia suspendido; y con Lula Da Silva emergiendo en mitad del naufragio brasileño, mientras Sergio Moro camina hacia el embarque en galera por las sombras del caso Lava Jato, Bolsonaro es un capitán a la deriva capaz de aferrarse al más maldito de los clavos. Y ese no es otro que el de la corrupción, pues el nombramiento de Flávia Arruda como Secretaria de Gobierno no es más que el nombramiento de una mujer que fue denostada por el propio Bolsonaro en el pasado y cuya pareja ha sido condenada por corrupción. Todo lo que haga falta con tal de mantener el cargo presidencial intacto de peticiones de destitución y de investigaciones incómodas.
Una maniobra desesperada que, junto a los cambios ministeriales, pretende contentar a las élites económicas, arrinconar a la cúpula militar menos dócil y seducir en la medida de lo posible el Centrão, esa amalgama de partidos políticos, desconocidos incluso dentro de Brasil por la alta fragmentación política, que se sitúan en un centro político conservador y liberal dispuesto a ofrecer sus votos al mejor postor, a izquierda o a derecha, y que, a día de hoy, resultan esenciales para sostenerse en el Gobierno. Una maniobra que pretende conceder tiempo, -concluye el teniente Gonzalo Segura -,a un Brasil que zozobra y a un capitán, Bolsonaro, que parece haber perdido el control.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
Opina el teniente del Ejército español Luis Gonzalo Segura, que el ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro, está atravesando una incierta situación que lo aproxima a la pérdida del control del barco de su país.
Escribe el teniente Gonzalo Segura en un artículo titulado "Bolsonaro, el capitán al borde del naufragio" que Brasil es hoy un país que se amotinado en contra su capitán .
En opinión del militar español la situación brasileña es realmente crítica , en la que las élites económicas están exhibiendo cabezas y la cúpula militar no tiene recatos a la hora de exhibir con desafío su descontento por la gestión de su antiguo aliado Jair Bolsonaro . Y es que el puño de acero de quien en el pasado proyectó su campaña electoral como una cruzada militar, ideológica y religiosa, hoy tan sólo tiene la apariencia de una mano débil y enferma.
Según Gonzalo Segura, Brasil está zozobrando en medio de un oleaje que combinan los sacrificios públicos de políticos que tratan de contentar a los mercados, con los desafíos de altos mandos militares, a los que se añaden concesiones políticas poco edificantes. Y ello en mitad de un escenario pandémico que carece de precedentes.
Relata el militar español en su artículo que el pasado 30 de marzo, con un país convertido en el principal foco pandémico mundial, Bolsanaro cedió a las presiones económicas y políticas y forzó la renuncia del ministro de Exteriores, Un al que sustituyó por Carlos França, con un perfil más pragmático. Sin embargo, no fue esta la única exigencia que le plantearon a Bolsonaro los grandes potentados brasileños. También le exigieron la cabeza del ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, que de momento conserva su gaznate político intacto, sin que ello permita predecirr hasta cuándo.
En esta situación, el trumpista Bolsonaro asestó otro golpe encima de la mesa, cuyas consecuencias muy posiblemente no calculo, cuando desde el ministerio de Defensa le advirtieron de lo que ya en más que conocido a nivel mundial: la necesidad de aislamiento social y el uso de mascarilla para evitar lo que en Brasil ya lleva camino de constituir lo que será la tercera ola . Una tercera ola que va camino, a tenor de las cifras, de convertirse en un tsunami. Bolsonaro contestó a lo que consideró como una "intolerable insubordinación", con la destitución fulminante del ministro de Defensa, Fernando Azevedo, general, para más señas. Por si fuera poco, Bolsonaro renovó su gabinete con hasta seis ministros en un intento por recuperar la autoridad en un gobierno en el que hay más generales que mujeres y en un Ejecutivo en el que seis militares ocupan cargos.
Gonzalo Segura plantea en su artículo que Brasil es un país tan militarizado que la ausencia de límites entre políticos y altos mandos militares provoca escenas insólitas como la acaecida. Casi nadie sabe ya dónde terminan los cuarteles, ni dónde comienzan las administraciones públicas.
Pero el intento de sofocar el amotinamiento del cuartel brasileño, que parece haber perdido la fe en su líder, términó convirtiéndose en un incendio cuando los jefes de Tierra, Mar y Aire brasileños, es decir los mandamases del Ejército –Edson Pujol–, la Armada –Ilques Barbosa– y la Fuerza Aérea –Antônio Carlos Bermudez– dimitieron en bloque, lo que constituye un hito histórico. Y un desafío público. Ello, a pesar de ser nombrado el general Walter Braga Netto, otro alto mando militar más, como sustituto del ministro de Defensa. Se trata de una novedosa situación en la que en Brasil resulta difícil encontrar presidentes históricos tan rotundos
Con Brasil sumido en el colapso sanitario y económico; con los hospitales saturados y el subsidio a los más desfavorecidos implantado por la pandemia suspendido; y con Lula Da Silva emergiendo en mitad del naufragio brasileño, mientras Sergio Moro camina hacia el embarque en galera por las sombras del caso Lava Jato, Bolsonaro es un capitán a la deriva capaz de aferrarse al más maldito de los clavos. Y ese no es otro que el de la corrupción, pues el nombramiento de Flávia Arruda como Secretaria de Gobierno no es más que el nombramiento de una mujer que fue denostada por el propio Bolsonaro en el pasado y cuya pareja ha sido condenada por corrupción. Todo lo que haga falta con tal de mantener el cargo presidencial intacto de peticiones de destitución y de investigaciones incómodas.
Una maniobra desesperada que, junto a los cambios ministeriales, pretende contentar a las élites económicas, arrinconar a la cúpula militar menos dócil y seducir en la medida de lo posible el Centrão, esa amalgama de partidos políticos, desconocidos incluso dentro de Brasil por la alta fragmentación política, que se sitúan en un centro político conservador y liberal dispuesto a ofrecer sus votos al mejor postor, a izquierda o a derecha, y que, a día de hoy, resultan esenciales para sostenerse en el Gobierno. Una maniobra que pretende conceder tiempo, -concluye el teniente Gonzalo Segura -,a un Brasil que zozobra y a un capitán, Bolsonaro, que parece haber perdido el control.































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