
¿Forma también el Reino Unido parte del "patio trasero" norteamericano?
MIKE POMPEO: "HARÍA TODO LO QUE ESTUVIERA EN MI MANO PARA IMPEDIR QUE CORBYN LLEGARA A SER PRIMER MINISTRO"
Un vídeo indiscreto pone "patas arriba" al mundo político británico
No pocos británicos han estado convencidos de que las injerencias políticas del gobierno estadounidense sólo se producían en su "patio trasero". -escribe nuestro colaborador Aday Quesada -. Es decir, en Latinoamérica o en países como Grecia, España, Italia o Portugal. Sin embargo, un vídeo indiscreto, publicado por el periódico norteamericano Washington Post, ha venido a poner de manifiesto que, al menos verbalmente, el secretario de Estado, Mike Pompeo, se comporta de igual forma con Reino Unido como lo podría estar haciendo ahora con Venezuela.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS-SEMANAL
"No veo por qué tenemos que quedarnos quietos y esperar
a ver como un país se convierte en comunista debido
a la irresponsabilidad de su propia gente.
Estas cuestiones son demasiado importantes para dejarlas
en manos de los votantes chilenos".
Éstas palabras fueron pronunciadas por Henry Kissinger en una reunión que mantuvo en junio de 1970 con un Comité de la CIA . Ese mismo Comité, que invertiría la considerable suma de 6.5 millones dólares de la época, para intentar cambiar el resultado de las elecciones chilenas de ese otoño. Pero no tuvieron suerte y la operación no funcionó. Y el socialista Salvador Allende salió elegido
![[Img #58517]](http://canarias-semanal.org/upload/images/06_2019/6574_corbysn.jpg)
Pero a partir de esa fecha, la CIA puso manos a la obra e inició la laboriosa tarea de hacer desaparecer del mapa politico chileno al gobierno de la Unidad Popular. Para ello utilizarian los procedimientos mas sofisticados: la compra de conciencias, la organizacion de huelgas patronales, la subversión interna, la instrumentalización de la Democracia Cristiana y ya, en última instancia, la simple fuerza militar bruta.
Ni que decir tiene, que en la actualidad ni el Reino Unido está en vísperas de tener una revolución comunista asomando por el Támesis, ni el líder laborista Jeremy Corbyn tiene la más mínima vocación de convertirse en un temible agitador bolchevique. Más bien sucede todo lo contrario. Corbyn, que había llegado a insuflar esperanzas entre los sectores más ingenuos y radicalizados de su partido y de la sociedad británica, ha terminado convirtiéndose en un flemático moderado, dubitativo y sin programa, que ha aprendido a medir muy bien sus palabras. En estos tiempos de reiteradas "decepciones", la que se ha producido entre los británicos de izquierdas no es nueva. Antes que ellos ya las habían sufrido los sectores de la izquierda griega que habían creído ver en Syriza un camino friki hacia el socialismo. O los jóvenes -y no tan jóvenes- indignados en España que creyeron que los cielos podían asaltarse levantando las manos al viento.
Pero lo que realmente realmente ha sucedido en la Gran Bretaña este fin de semana, es que Donald Trump y su equipo de australopitecus, como sucediera en los Estados Unidos de la década de los 50 del siglo pasado con el senador Joe McCarthy, son tan furibundamente reaccionarios que los hace capaces de olfatear "rojos" en los mismísimos cimientos del Parlamento de Su Majestad británica. Y han encontrado en el inofensivo Jeremy Corbyn el blanco ideal en su peculiar guerra contra el mundo.
Esa es la razón por la que en estos días se han encendido todas las luces de alarma en el Reino Unido cuando se conoció una grabación videográfica, de la que dio cuenta el periódico estadounidense Washington Post, en la que el Secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo manifestó a unos contertulios judíos qué haría todo lo que estuviera en su mano para impedir que el líder de la oposición laborista británica, Jeremy Corbyn, saliera elegido como primer ministro de la Gran Bretaña.
Según revelaba el video, uno de los judíos presentes en la conversación le preguntó a Pompeo:
- "¿Estaría usted dispuesto a trabajar con nosotros para emprender acciones si la vida se volviera muy difícil para los judíos en el Reino Unido?"
En respuesta a la pregunta formulada, Pompeo contestó que él mismo encontraría la fórmula adecuada para entrar en el problema antes de que Corbyn -a quien el gobierno de Israel atribuye posiciones "antisemitas"- tuviera la oportunidad de convertirse en primer ministro del Reino Unido.
- "Es que parecen existir posibilidades de que el señor Corbyn pueda ser elegido", aseguró preocupado uno de sus interlocutores .
- "Es posible que así sea - respondió Pompeo -. Pero nosotros no esperaríamos a que lo consiguiera para obligarlo a retroceder. El asunto es demasiado importante como para poder permitirlo"
La respuesta por parte del Partido Laborista a la intromisión de Pompeo, no se hizo esperar. Un portavoz de la organización socialdemócrata británica manifestó la indignación de su partido por la insólita injerencia norteamericana.
"Los intentos del presidente Trump y sus funcionarios - manifestó la portavocía laborista - de decidir quién será el próximo primer ministro de Gran Bretaña son una interferencia absolutamente inaceptable en la vida democrática del Reino Unido".
Al unísono, la panfletaria prensa amarilla británica comenzó a estremecerse al formularse la insoslayable pregunta que suscitaba la firme determinación de Pompeo de no permitir que Jeremy Corbyn se convirtiera en jefe del gobierno de su Graciosa Majestad. ¿Estaremos también incluidos los escoceses, los galeses e ingleses en el "patio trasero" de los Estados Unidos, como pueden estarlo hoy los venezolanos, argentinos, salvadoreños, colombianos…? Tal mezcolanza interracial parecia ofenderlos más que las oprobiosas intromisiones estadounidenses en la política interior británica que, por otra parte, no han dejado de producirse desde finales de la Segunda Guerra Mundial .
La verdad es que estas descaradas operaciones injerencistas de Pompeo adquirieron un ritmo acelerado después de que Trump rechazara la solicitud de un encuentro con Corbyn, durante su visita de Estado al Reino Unido la pasada semana. En esa ocasión, Donald Trump rechazó celebrar un encuentro con Corbyn porque, según dijo, estimaba que el líder laborista constituía una suerte de "fuerza negativa".
Por su parte, el líder laborista británico tuvo un gesto de efímera rebeldía al unirse a las manifestaciones y protestas callejeras que se produjeron en los alrededores del local donde Trump y Theresa May estaban celebrando una conferencia de prensa.
Sin embargo, negros nubarrones de tormenta parecen estar apuntando en los cielos del socialdemócrata Partido Laborista británico. Coincidiendo con las manifestaciones injerencistas que Mike Pompeo formuló a sus colegas israelíes, entre las diferentes corrientes políticas de ese partido parecen estar apreciándose las primeras maniobras y movimientos orientados a descabalgar de su liderazgo político a Jeremy Corbyn.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS-SEMANAL
"No veo por qué tenemos que quedarnos quietos y esperar
a ver como un país se convierte en comunista debido
a la irresponsabilidad de su propia gente.
Estas cuestiones son demasiado importantes para dejarlas
en manos de los votantes chilenos".
Éstas palabras fueron pronunciadas por Henry Kissinger en una reunión que mantuvo en junio de 1970 con un Comité de la CIA . Ese mismo Comité, que invertiría la considerable suma de 6.5 millones dólares de la época, para intentar cambiar el resultado de las elecciones chilenas de ese otoño. Pero no tuvieron suerte y la operación no funcionó. Y el socialista Salvador Allende salió elegido
Pero a partir de esa fecha, la CIA puso manos a la obra e inició la laboriosa tarea de hacer desaparecer del mapa politico chileno al gobierno de la Unidad Popular. Para ello utilizarian los procedimientos mas sofisticados: la compra de conciencias, la organizacion de huelgas patronales, la subversión interna, la instrumentalización de la Democracia Cristiana y ya, en última instancia, la simple fuerza militar bruta.
Ni que decir tiene, que en la actualidad ni el Reino Unido está en vísperas de tener una revolución comunista asomando por el Támesis, ni el líder laborista Jeremy Corbyn tiene la más mínima vocación de convertirse en un temible agitador bolchevique. Más bien sucede todo lo contrario. Corbyn, que había llegado a insuflar esperanzas entre los sectores más ingenuos y radicalizados de su partido y de la sociedad británica, ha terminado convirtiéndose en un flemático moderado, dubitativo y sin programa, que ha aprendido a medir muy bien sus palabras. En estos tiempos de reiteradas "decepciones", la que se ha producido entre los británicos de izquierdas no es nueva. Antes que ellos ya las habían sufrido los sectores de la izquierda griega que habían creído ver en Syriza un camino friki hacia el socialismo. O los jóvenes -y no tan jóvenes- indignados en España que creyeron que los cielos podían asaltarse levantando las manos al viento.
Pero lo que realmente realmente ha sucedido en la Gran Bretaña este fin de semana, es que Donald Trump y su equipo de australopitecus, como sucediera en los Estados Unidos de la década de los 50 del siglo pasado con el senador Joe McCarthy, son tan furibundamente reaccionarios que los hace capaces de olfatear "rojos" en los mismísimos cimientos del Parlamento de Su Majestad británica. Y han encontrado en el inofensivo Jeremy Corbyn el blanco ideal en su peculiar guerra contra el mundo.
Esa es la razón por la que en estos días se han encendido todas las luces de alarma en el Reino Unido cuando se conoció una grabación videográfica, de la que dio cuenta el periódico estadounidense Washington Post, en la que el Secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo manifestó a unos contertulios judíos qué haría todo lo que estuviera en su mano para impedir que el líder de la oposición laborista británica, Jeremy Corbyn, saliera elegido como primer ministro de la Gran Bretaña.
Según revelaba el video, uno de los judíos presentes en la conversación le preguntó a Pompeo:
- "¿Estaría usted dispuesto a trabajar con nosotros para emprender acciones si la vida se volviera muy difícil para los judíos en el Reino Unido?"
En respuesta a la pregunta formulada, Pompeo contestó que él mismo encontraría la fórmula adecuada para entrar en el problema antes de que Corbyn -a quien el gobierno de Israel atribuye posiciones "antisemitas"- tuviera la oportunidad de convertirse en primer ministro del Reino Unido.
- "Es que parecen existir posibilidades de que el señor Corbyn pueda ser elegido", aseguró preocupado uno de sus interlocutores .
- "Es posible que así sea - respondió Pompeo -. Pero nosotros no esperaríamos a que lo consiguiera para obligarlo a retroceder. El asunto es demasiado importante como para poder permitirlo"
La respuesta por parte del Partido Laborista a la intromisión de Pompeo, no se hizo esperar. Un portavoz de la organización socialdemócrata británica manifestó la indignación de su partido por la insólita injerencia norteamericana.
"Los intentos del presidente Trump y sus funcionarios - manifestó la portavocía laborista - de decidir quién será el próximo primer ministro de Gran Bretaña son una interferencia absolutamente inaceptable en la vida democrática del Reino Unido".
Al unísono, la panfletaria prensa amarilla británica comenzó a estremecerse al formularse la insoslayable pregunta que suscitaba la firme determinación de Pompeo de no permitir que Jeremy Corbyn se convirtiera en jefe del gobierno de su Graciosa Majestad. ¿Estaremos también incluidos los escoceses, los galeses e ingleses en el "patio trasero" de los Estados Unidos, como pueden estarlo hoy los venezolanos, argentinos, salvadoreños, colombianos…? Tal mezcolanza interracial parecia ofenderlos más que las oprobiosas intromisiones estadounidenses en la política interior británica que, por otra parte, no han dejado de producirse desde finales de la Segunda Guerra Mundial .
La verdad es que estas descaradas operaciones injerencistas de Pompeo adquirieron un ritmo acelerado después de que Trump rechazara la solicitud de un encuentro con Corbyn, durante su visita de Estado al Reino Unido la pasada semana. En esa ocasión, Donald Trump rechazó celebrar un encuentro con Corbyn porque, según dijo, estimaba que el líder laborista constituía una suerte de "fuerza negativa".
Por su parte, el líder laborista británico tuvo un gesto de efímera rebeldía al unirse a las manifestaciones y protestas callejeras que se produjeron en los alrededores del local donde Trump y Theresa May estaban celebrando una conferencia de prensa.
Sin embargo, negros nubarrones de tormenta parecen estar apuntando en los cielos del socialdemócrata Partido Laborista británico. Coincidiendo con las manifestaciones injerencistas que Mike Pompeo formuló a sus colegas israelíes, entre las diferentes corrientes políticas de ese partido parecen estar apreciándose las primeras maniobras y movimientos orientados a descabalgar de su liderazgo político a Jeremy Corbyn.
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