
TURISMO: EL MONOCULTIVO INSOSTENIBLE DE CANARIAS
"El COVID-19 ha puesto en evidencia la insostenibilidad del modelo económico canario"
El COVID-19 y la situación de emergencia sanitaria ha puesto en evidencia la insostenibilidad de una economía como la canaria, totalmente dependiente del flujo turístico y de la importación de mercancías. Una pandemia, en efecto, es tan sólo una de las coyunturas que podría colapsar el sector económico terciario impuesto como último "monocultivo" en el Archipiélago, en beneficio de actores económicos externos y una burguesía rentista autóctona. (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El COVID-19 y la situación de emergencia sanitaria ha puesto en evidencia la insostenibilidad de una economía como la canaria, totalmente dependiente del flujo turístico y de la importación de mercancías.
Una pandemia, en efecto, es tan sólo una de las coyunturas que podría colapsar el sector económico terciario impuesto como último "monocultivo" en el Archipiélago, en beneficio de actores económicos externos y una burguesía rentista autóctona.
Durante años, unos pocos analistas han advertido del carácter suicida de esta dependencia económica. Hoy, podemos hacernos una idea de sus consecuencias.
Según las estadísticas oficiales del Ministerio de Trabajo y Economía social, en un año el número de parados ha aumentado en el Archipiélago en 68.066 personas, lo que en términos porcentuales ha supuesto un crecimiento del 32,23 por ciento.
Por provincias, el paro creció más en la de Santa Cruz de Tenerife, ya que en enero aumentó en 5.097 desempleados (3,93), registrando un total de 134.793 parados, mientras que en la de Las Palmas subió en 4.696 personas (+3,36%) y engloba a 144.437 desempleados.
El paro sigue teniendo más perfil femenino en las islas, ya que son 151.726 mujeres las que se encuentran en desempleo en Canarias a diferencia de los 127.504 hombres; mientras que los menores de 25 años que engrosan las listas del paro en el archipiélago se sitúa en 23.300.
Obviamente, el sector servicios lidera el número de parados y sumó sólo en el último mes 8.512 desempleados, para sumar un total de 214.028 parados en las islas.
LAS COLAS DEL HAMBRE
Esta es tan sólo una de las caras de la crisis. En todas las islas son ya habituales las llamadas "colas del hambre", en las que se agolpan multitud de personas que hasta hace bien poco tenían un trabajo.
Según denuncian algunas ONGs, como Cruz Roja o Cáritas diocesana, se trata de cientos de personas que cada día deben esperar pacientemente sólo para hacerse con algunos alimentos básicos.
Una situación que podría empeorar en los próximos meses si muchas de las empresas acogidas a las ERTEs acaban sumándose a las que ya han tenido que cerrar sus puertas.
SIN NINGUNA ALTERNATIVA ECONÓMICA
Lo más grave del caso es, sin embargo, la inexistencia de cualquier tipo de plan o estrategia pública para el fomento de industrias locales o de la agricultura y ganadería orientada al autoabastecimiento.
Canarias importa actualmente alrededor del 9% de los alimentos de consumo básico que la población requiere para su subsistencia diaria. Y aunque a nivel internacional, esta realidad es resultado de la imposición de un modelo agroalimentario exportador controlado por un pequeño puñado de multinacionales que dominan el comercio de granos y la producción y distribución de semillas, herbicidas y fertilizantes, la situación particular del Archipiélago es también responsabilidad de una casta política que, pese a legitimarse ante la población por su supuesta defensa de la canariedad, estrangula la producción autóctona y subvenciona el negocio de la importación.
No es preciso pensar demasiado para imaginar lo que podría suceder si cualquier tipo de acontecimiento externo, como una nueva pandemia, paralizase o encareciese significativamente los suministros que impiden que mueran de hambre los más de 2 millones de habitantes del archipiélago.
El Covid 19, en definitiva, sólo ha sido una advertencia, absolutamente ignorada, sobre lo incierto que puede ser nuestro futuro más próximo.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ / REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El COVID-19 y la situación de emergencia sanitaria ha puesto en evidencia la insostenibilidad de una economía como la canaria, totalmente dependiente del flujo turístico y de la importación de mercancías.
Una pandemia, en efecto, es tan sólo una de las coyunturas que podría colapsar el sector económico terciario impuesto como último "monocultivo" en el Archipiélago, en beneficio de actores económicos externos y una burguesía rentista autóctona.
Durante años, unos pocos analistas han advertido del carácter suicida de esta dependencia económica. Hoy, podemos hacernos una idea de sus consecuencias.
Según las estadísticas oficiales del Ministerio de Trabajo y Economía social, en un año el número de parados ha aumentado en el Archipiélago en 68.066 personas, lo que en términos porcentuales ha supuesto un crecimiento del 32,23 por ciento.
Por provincias, el paro creció más en la de Santa Cruz de Tenerife, ya que en enero aumentó en 5.097 desempleados (3,93), registrando un total de 134.793 parados, mientras que en la de Las Palmas subió en 4.696 personas (+3,36%) y engloba a 144.437 desempleados.
El paro sigue teniendo más perfil femenino en las islas, ya que son 151.726 mujeres las que se encuentran en desempleo en Canarias a diferencia de los 127.504 hombres; mientras que los menores de 25 años que engrosan las listas del paro en el archipiélago se sitúa en 23.300.
Obviamente, el sector servicios lidera el número de parados y sumó sólo en el último mes 8.512 desempleados, para sumar un total de 214.028 parados en las islas.
LAS COLAS DEL HAMBRE
Esta es tan sólo una de las caras de la crisis. En todas las islas son ya habituales las llamadas "colas del hambre", en las que se agolpan multitud de personas que hasta hace bien poco tenían un trabajo.
Según denuncian algunas ONGs, como Cruz Roja o Cáritas diocesana, se trata de cientos de personas que cada día deben esperar pacientemente sólo para hacerse con algunos alimentos básicos.
Una situación que podría empeorar en los próximos meses si muchas de las empresas acogidas a las ERTEs acaban sumándose a las que ya han tenido que cerrar sus puertas.
SIN NINGUNA ALTERNATIVA ECONÓMICA
Lo más grave del caso es, sin embargo, la inexistencia de cualquier tipo de plan o estrategia pública para el fomento de industrias locales o de la agricultura y ganadería orientada al autoabastecimiento.
Canarias importa actualmente alrededor del 9% de los alimentos de consumo básico que la población requiere para su subsistencia diaria. Y aunque a nivel internacional, esta realidad es resultado de la imposición de un modelo agroalimentario exportador controlado por un pequeño puñado de multinacionales que dominan el comercio de granos y la producción y distribución de semillas, herbicidas y fertilizantes, la situación particular del Archipiélago es también responsabilidad de una casta política que, pese a legitimarse ante la población por su supuesta defensa de la canariedad, estrangula la producción autóctona y subvenciona el negocio de la importación.
No es preciso pensar demasiado para imaginar lo que podría suceder si cualquier tipo de acontecimiento externo, como una nueva pandemia, paralizase o encareciese significativamente los suministros que impiden que mueran de hambre los más de 2 millones de habitantes del archipiélago.
El Covid 19, en definitiva, sólo ha sido una advertencia, absolutamente ignorada, sobre lo incierto que puede ser nuestro futuro más próximo.
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