"SAQUEO ENERGÉTICO Y MENTIRAS MEDIÁTICAS: LA ESTRATEGIA OCULTA TRAS LA “GUERRA ANTIDROGA”
¿Está Venezuela sola frente al poderío militar y económico del imperio estadounidense?
¿Cómo justificar una intervención militar en nombre de la democracia o del combate al narcotráfico? ¿Qué verdades incómodas esconde la narrativa oficial de EE.UU.? Un análisis de Luis Britto García revela el engranaje imperialista detrás de la amenaza sobre Venezuela.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En un artículo publicado por Luis Britto García en la publicación humanidadenred.org, bajo el título "Soberanía, imperialismo y pensamiento crítico", el autor venezolano despliega una crítica mordaz y minuciosa contra el imperialismo estadounidense, tomando como eje central la reciente amenaza militar de EE.UU. contra Venezuela.
Según afirma Britto, esta ofensiva forma parte de una larga tradición histórica de agresiones disfrazadas de cruzadas moralizantes, donde el verdadero objetivo no sería otro que el saqueo de los recursos naturales de la nación suramericana, en especial su enorme reserva de hidrocarburos.
“Todo intento de intervención en Venezuela se basa en una estrategia estructural de dominación que lleva más de un siglo aplicándose en América Latina.”
De acuerdo a lo expresado por el autor, los acontecimientos recientes, que incluyen la concentración de buques de guerra, aviones espías y marines estadounidenses en el Caribe venezolano, no responden a un combate real contra el narcotráfico —pretexto utilizado por Washington— sino a un intento de intervención encubierta.
Britto desmonta esta narrativa con datos verificables: Venezuela ni siquiera aparece en los listados internacionales de países productores o principales rutas del narcotráfico, mientras que EE.UU. encabeza el consumo mundial de drogas. Apoyándose en informes de la ONU, el Departamento de Estado y otros organismos, el autor evidencia que la supuesta cruzada antidroga no es más que una cortina de humo para justificar el expansionismo militar y económico del imperialismo estadounidense.
El artículo no se limita a la denuncia coyuntural. Según afirma Britto, existe un patrón estructural e histórico en las acciones del imperio norteamericano. A lo largo del texto, traza un recorrido por más de un siglo de intervenciones en América Latina y el Caribe: desde el bloqueo naval a Venezuela en 1902-1903, hasta las ocupaciones en Panamá, Granada, República Dominicana y la imposición de dictaduras en países como Guatemala o Chile. De acuerdo con el autor, todas estas acciones fueron encubiertas bajo supuestas causas nobles como la “defensa de la democracia” o el “combate al comunismo”, cuando en realidad respondían al control estratégico de territorios y recursos.
Según Britto, la estrategia actual no difiere de las anteriores. Los EE.UU., necesitados de petróleo debido al agotamiento de sus propias reservas —como advierten la Agencia Internacional de Energía y British Petroleum— ven en Venezuela un objetivo prioritario para tratar de mantener su hegemonía energética.
Esto explica, según el autor, por qué se intensifican las amenazas justo en un momento en que el país sudamericano es reconocido por Naciones Unidas como libre de cultivos ilícitos de drogas y con mejoras en sus operativos antidroga tras la expulsión de la DEA.
De acuerdo a lo expresado por el autor, los intentos de intervención militar directa no son improvisados. Aluden a una planificación sistemática que incluye operaciones mediáticas, manipulación informativa, sanciones económicas y campañas de desestabilización interna.
Además, señala que la supuesta “flota de guerra” estadounidense desplazada hacia Venezuela ha sido objeto de falsificaciones informativas: buques inexistentes, informes manipulados y videos falsos que pretenden construir una narrativa belicista en medios internacionales.
El artículo también destaca las resistencias internacionales frente a esta ofensiva. Britto señala las declaraciones de condena por parte de países como China, Rusia, Brasil, México y los miembros del ALBA, que han reivindicado el principio de no intervención y el respeto a la soberanía nacional. Según el autor, esta solidaridad internacional seria clave para evitar que una potencia, por sí sola, imponga su voluntad sobre naciones soberanas.
Según la lectura crítica que propone el autor, solo una diplomacia activa, una conciencia histórica del saqueo colonial y un sólido tejido de alianzas internacionales podrían impedir que se repita el ciclo de agresiones que durante siglos ha sumido a América Latina en el subdesarrollo y la dependencia.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En un artículo publicado por Luis Britto García en la publicación humanidadenred.org, bajo el título "Soberanía, imperialismo y pensamiento crítico", el autor venezolano despliega una crítica mordaz y minuciosa contra el imperialismo estadounidense, tomando como eje central la reciente amenaza militar de EE.UU. contra Venezuela.
Según afirma Britto, esta ofensiva forma parte de una larga tradición histórica de agresiones disfrazadas de cruzadas moralizantes, donde el verdadero objetivo no sería otro que el saqueo de los recursos naturales de la nación suramericana, en especial su enorme reserva de hidrocarburos.
“Todo intento de intervención en Venezuela se basa en una estrategia estructural de dominación que lleva más de un siglo aplicándose en América Latina.”
De acuerdo a lo expresado por el autor, los acontecimientos recientes, que incluyen la concentración de buques de guerra, aviones espías y marines estadounidenses en el Caribe venezolano, no responden a un combate real contra el narcotráfico —pretexto utilizado por Washington— sino a un intento de intervención encubierta.
Britto desmonta esta narrativa con datos verificables: Venezuela ni siquiera aparece en los listados internacionales de países productores o principales rutas del narcotráfico, mientras que EE.UU. encabeza el consumo mundial de drogas. Apoyándose en informes de la ONU, el Departamento de Estado y otros organismos, el autor evidencia que la supuesta cruzada antidroga no es más que una cortina de humo para justificar el expansionismo militar y económico del imperialismo estadounidense.
El artículo no se limita a la denuncia coyuntural. Según afirma Britto, existe un patrón estructural e histórico en las acciones del imperio norteamericano. A lo largo del texto, traza un recorrido por más de un siglo de intervenciones en América Latina y el Caribe: desde el bloqueo naval a Venezuela en 1902-1903, hasta las ocupaciones en Panamá, Granada, República Dominicana y la imposición de dictaduras en países como Guatemala o Chile. De acuerdo con el autor, todas estas acciones fueron encubiertas bajo supuestas causas nobles como la “defensa de la democracia” o el “combate al comunismo”, cuando en realidad respondían al control estratégico de territorios y recursos.
Según Britto, la estrategia actual no difiere de las anteriores. Los EE.UU., necesitados de petróleo debido al agotamiento de sus propias reservas —como advierten la Agencia Internacional de Energía y British Petroleum— ven en Venezuela un objetivo prioritario para tratar de mantener su hegemonía energética.
Esto explica, según el autor, por qué se intensifican las amenazas justo en un momento en que el país sudamericano es reconocido por Naciones Unidas como libre de cultivos ilícitos de drogas y con mejoras en sus operativos antidroga tras la expulsión de la DEA.
De acuerdo a lo expresado por el autor, los intentos de intervención militar directa no son improvisados. Aluden a una planificación sistemática que incluye operaciones mediáticas, manipulación informativa, sanciones económicas y campañas de desestabilización interna.
Además, señala que la supuesta “flota de guerra” estadounidense desplazada hacia Venezuela ha sido objeto de falsificaciones informativas: buques inexistentes, informes manipulados y videos falsos que pretenden construir una narrativa belicista en medios internacionales.
El artículo también destaca las resistencias internacionales frente a esta ofensiva. Britto señala las declaraciones de condena por parte de países como China, Rusia, Brasil, México y los miembros del ALBA, que han reivindicado el principio de no intervención y el respeto a la soberanía nacional. Según el autor, esta solidaridad internacional seria clave para evitar que una potencia, por sí sola, imponga su voluntad sobre naciones soberanas.
Según la lectura crítica que propone el autor, solo una diplomacia activa, una conciencia histórica del saqueo colonial y un sólido tejido de alianzas internacionales podrían impedir que se repita el ciclo de agresiones que durante siglos ha sumido a América Latina en el subdesarrollo y la dependencia.































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