
DAVID HARVEY, GEÓGRAFO: "LA IZQUIERDA NECESITA REINVENTARSE O SEGUIRÁ PERDIENDO’"
"¿Por qué razones Marx continua siendo clave para entender el capitalismo global?" ¿Qué papel juega la lucha por la vivienda en la política anticapitalista?
¿Sirven las ideas de Karl Marx para los desafíos actuales? ¿Qué papel tienen las ciudades, la vivienda o la juventud en las luchas contra el capitalismo financiero? El geógrafo marxista David Harvey responde en una reveladora entrevista.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En una entrevista publicada originalmente por la revista Catarsi y realizada por el editor Arnau Barquer durante la visita de David Harvey a Barcelona, el reconocido geógrafo marxista compartió sus análisis y propuestas sobre el estado actual del capitalismo, el papel de las crisis, la vigencia del pensamiento de Karl Marx y el rumbo de las luchas sociales contemporáneas.
La crisis financiera de 2008 no supuso el fin del neoliberalismo, como se atrevieron a anunciar algunos, sino todo lo contrario: consolidó su lógica en los engranajes del sistema global.
Así lo afirma Harvey, quien reflexionó sobre el papel de las crisis en el capitalismo y la urgente necesidad de construir una política anticapitalista adaptada a los desafíos del siglo XXI.
Harvey comenzó recordando que las crisis no significan necesariamente el colapso del capitalismo, sino su reorganización.
A su juicio, el estallido de 2007-2008 no fue un punto de inflexión que diera lugar a un nuevo modelo, como ocurrió en la Gran Depresión de los años treinta o en la crisis del petróleo de los setenta. Al contrario, la respuesta fue una profundización del neoliberalismo, ahora sostenido por medios autoritarios y populistas.
Mientras que en Occidente se impuso la austeridad, con un deterioro generalizado de las condiciones de vida para las mayorías, en China se optó por una expansión masiva de infraestructuras que, según Harvey, salvó al capitalismo global del colapso.
El autor de "Los límites del capital" también denunció el fracaso de la izquierda para responder a las transformaciones tecnológicas y estructurales del capitalismo. En su opinión, la izquierda ha quedado atrapada en la defensa de un modelo de clase obrera que ya no se corresponde con la realidad de muchos países.
Frente a la desaparición del proletariado industrial clásico, Harvey propone una política anticapitalista que ponga el foco en las condiciones de vida cotidianas: vivienda, medioambiente, cultura y derechos sociales.
Harvey subrayó la importancia de los movimientos urbanos como nuevos espacios de lucha. Ejemplos como el movimiento de inquilinos en Barcelona, Nueva York o California ilustran cómo la lucha por la vivienda se ha convertido en un eje central del conflicto con el capital financiero. Señaló específicamente a Blackstone, el mayor casero del mundo, como un enemigo común de estos movimientos, y planteó la necesidad de construir una coalición internacional que luche por expropiar sus propiedades.
Respecto al pensamiento de Marx, Harvey contó que llegó a él tardíamente, a través de su trabajo de campo en Baltimore sobre urbanización y desigualdad. Desde entonces, su interpretación ha estado profundamente influida por su formación en geografía, lo que le ha llevado a explorar aspectos poco tratados por otros marxistas, como el papel del suelo y las finanzas en el desarrollo desigual de las ciudades.
Para Harvey, el pensamiento de Marx es hoy más relevante que nunca, ya que el capital ha alcanzado una dominación global que en el siglo XIX todavía no existía.
Consultado sobre el papel del municipalismo en el proyecto socialista, Harvey fue cauteloso pero esperanzado. Reconoce que las administraciones locales están severamente limitadas por marcos legales y presupuestarios impuestos desde arriba, pero insiste en la necesidad de desarrollar una teoría y una práctica de izquierdas que les permita actuar dentro de esos márgenes.
Experiencias como las de Seattle, Los Ángeles o la misma Barcelona son laboratorios para pensar qué puede hacer realmente una ciudad gobernada por la izquierda. Harvey señala que una de las claves está en la descentralización del poder estatal para que las administraciones locales puedan ejercer políticas transformadoras más allá de la gestión de residuos.
En el ámbito de la vivienda, Harvey sostiene que esta debería ser un derecho y no una mercancía. Critica duramente la fe ciega en las fuerzas del mercado, que considera desastrosa para garantizar un entorno digno y accesible para todos. Propone avanzar hacia la desmercantilización de la vivienda, recuperando formas de propiedad social que se perdieron con el avance del neoliberalismo.
Según él, el mercado, cuando está dominado por gigantes financieros, genera desigualdad estructural, por lo que no puede ser la herramienta para garantizar el derecho a la vivienda.
Sobre la posibilidad de mercados en una economía socialista, distingue entre mercados inofensivos, como el de ropa usada, y aquellos donde el poder de mercado genera desigualdad y dominación política. El problema, dice, no es el mercado en sí, sino quién controla la masa de capital.
Por eso, considera urgente desmantelar los gigantes corporativos que concentran poder económico y político, como Facebook o Google.
En cuanto al concepto de soberanía, Harvey afirma que actualmente es el capital financiero quien domina a los Estados. Recordó el caso de Grecia y una anécdota del expresidente estadounidense Bill Clinton para ilustrar cómo las decisiones políticas se subordinan a los intereses de los mercados. A su juicio, la idea de independencia política carece de sentido si no se acompaña de una estrategia para enfrentar el poder del capital financiero internacional.
Finalmente, en relación con el auge del socialismo democrático en Estados Unidos, Harvey apuntó que el Partido Demócrata sigue siendo, en gran medida, un instrumento de Wall Street. En su opinión, la juventud es clave en este proceso, ya que no carga con los prejuicios del anticomunismo de la Guerra Fría y empieza a ver en el socialismo una promesa de bienestar: salud gratuita, educación accesible, derechos laborales.
David Harvey lo tiene claro: para cambiar el mundo, primero hay que entenderlo bien. Y para ello, Marx sigue siendo una herramienta indispensable.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En una entrevista publicada originalmente por la revista Catarsi y realizada por el editor Arnau Barquer durante la visita de David Harvey a Barcelona, el reconocido geógrafo marxista compartió sus análisis y propuestas sobre el estado actual del capitalismo, el papel de las crisis, la vigencia del pensamiento de Karl Marx y el rumbo de las luchas sociales contemporáneas.
La crisis financiera de 2008 no supuso el fin del neoliberalismo, como se atrevieron a anunciar algunos, sino todo lo contrario: consolidó su lógica en los engranajes del sistema global.
Así lo afirma Harvey, quien reflexionó sobre el papel de las crisis en el capitalismo y la urgente necesidad de construir una política anticapitalista adaptada a los desafíos del siglo XXI.
Harvey comenzó recordando que las crisis no significan necesariamente el colapso del capitalismo, sino su reorganización.
A su juicio, el estallido de 2007-2008 no fue un punto de inflexión que diera lugar a un nuevo modelo, como ocurrió en la Gran Depresión de los años treinta o en la crisis del petróleo de los setenta. Al contrario, la respuesta fue una profundización del neoliberalismo, ahora sostenido por medios autoritarios y populistas.
Mientras que en Occidente se impuso la austeridad, con un deterioro generalizado de las condiciones de vida para las mayorías, en China se optó por una expansión masiva de infraestructuras que, según Harvey, salvó al capitalismo global del colapso.
El autor de "Los límites del capital" también denunció el fracaso de la izquierda para responder a las transformaciones tecnológicas y estructurales del capitalismo. En su opinión, la izquierda ha quedado atrapada en la defensa de un modelo de clase obrera que ya no se corresponde con la realidad de muchos países.
Frente a la desaparición del proletariado industrial clásico, Harvey propone una política anticapitalista que ponga el foco en las condiciones de vida cotidianas: vivienda, medioambiente, cultura y derechos sociales.
Harvey subrayó la importancia de los movimientos urbanos como nuevos espacios de lucha. Ejemplos como el movimiento de inquilinos en Barcelona, Nueva York o California ilustran cómo la lucha por la vivienda se ha convertido en un eje central del conflicto con el capital financiero. Señaló específicamente a Blackstone, el mayor casero del mundo, como un enemigo común de estos movimientos, y planteó la necesidad de construir una coalición internacional que luche por expropiar sus propiedades.
Respecto al pensamiento de Marx, Harvey contó que llegó a él tardíamente, a través de su trabajo de campo en Baltimore sobre urbanización y desigualdad. Desde entonces, su interpretación ha estado profundamente influida por su formación en geografía, lo que le ha llevado a explorar aspectos poco tratados por otros marxistas, como el papel del suelo y las finanzas en el desarrollo desigual de las ciudades.
Para Harvey, el pensamiento de Marx es hoy más relevante que nunca, ya que el capital ha alcanzado una dominación global que en el siglo XIX todavía no existía.
Consultado sobre el papel del municipalismo en el proyecto socialista, Harvey fue cauteloso pero esperanzado. Reconoce que las administraciones locales están severamente limitadas por marcos legales y presupuestarios impuestos desde arriba, pero insiste en la necesidad de desarrollar una teoría y una práctica de izquierdas que les permita actuar dentro de esos márgenes.
Experiencias como las de Seattle, Los Ángeles o la misma Barcelona son laboratorios para pensar qué puede hacer realmente una ciudad gobernada por la izquierda. Harvey señala que una de las claves está en la descentralización del poder estatal para que las administraciones locales puedan ejercer políticas transformadoras más allá de la gestión de residuos.
En el ámbito de la vivienda, Harvey sostiene que esta debería ser un derecho y no una mercancía. Critica duramente la fe ciega en las fuerzas del mercado, que considera desastrosa para garantizar un entorno digno y accesible para todos. Propone avanzar hacia la desmercantilización de la vivienda, recuperando formas de propiedad social que se perdieron con el avance del neoliberalismo.
Según él, el mercado, cuando está dominado por gigantes financieros, genera desigualdad estructural, por lo que no puede ser la herramienta para garantizar el derecho a la vivienda.
Sobre la posibilidad de mercados en una economía socialista, distingue entre mercados inofensivos, como el de ropa usada, y aquellos donde el poder de mercado genera desigualdad y dominación política. El problema, dice, no es el mercado en sí, sino quién controla la masa de capital.
Por eso, considera urgente desmantelar los gigantes corporativos que concentran poder económico y político, como Facebook o Google.
En cuanto al concepto de soberanía, Harvey afirma que actualmente es el capital financiero quien domina a los Estados. Recordó el caso de Grecia y una anécdota del expresidente estadounidense Bill Clinton para ilustrar cómo las decisiones políticas se subordinan a los intereses de los mercados. A su juicio, la idea de independencia política carece de sentido si no se acompaña de una estrategia para enfrentar el poder del capital financiero internacional.
Finalmente, en relación con el auge del socialismo democrático en Estados Unidos, Harvey apuntó que el Partido Demócrata sigue siendo, en gran medida, un instrumento de Wall Street. En su opinión, la juventud es clave en este proceso, ya que no carga con los prejuicios del anticomunismo de la Guerra Fría y empieza a ver en el socialismo una promesa de bienestar: salud gratuita, educación accesible, derechos laborales.
David Harvey lo tiene claro: para cambiar el mundo, primero hay que entenderlo bien. Y para ello, Marx sigue siendo una herramienta indispensable.
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