
EE.UU.: "GUERRA CONTRA LA DROGA" EN EL CARIBE. UN CONFLICTO QUE NO TOCA A LOS QUE LA FINANCIAN (AUDIO)
¿Qué bancos, empresas y fondos son los que reciben los beneficios del narcotráfico?. Documentadamente le adelantamos algunos.
Operaciones espectaculares, cuerpos en el mar, barriles incautados, discursos sobre “seguridad nacional”, show mediático contra chinos y venezolanos... Pero nadie es capaz de mencionar a los Bancos, a las Sociedades Anónimas ni a las inversiones que blanquean miles de millones en suelo estadounidense. Esta no es solo una "guerra contra el narco": es sobre todo, un teatro que oculta quiénes son los que ganan realmente con la droga. Es un espectáculo comunicacional donde resulta más fácil mostrar a un coyote baleado en el mar o en la frontera, que explicar cómo se lava dinero en Manhattan o en Miami.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
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En apenas una semana, Estados Unidos protagonizó dos acciones que parecieran sacadas de una superproducción de Hollywood:
- una gigantesca incautación de precursores químicos “provenientes de China” destinados al Cártel de Sinaloa,
- y el espectacular ametrallamiento de una lancha venezolana en altamar, cuya grabación circuló como una suerte de “ejecución pedagógica” para el mundo.
Ambas escenas, por distintas que parezcan, comparten una misma lógica: la de la violencia como espectáculo político, presentada como “defensa de la civilización”, pero que sirve sobre todo para reforzar el control social, desviar la atención de las causas estructurales y justificar nuevas formas de intervención imperial.
EL ENEMIGO SIEMPRE ESTÁ AFUERA
En ambos casos, la narrativa oficial fue clara: los responsables están más allá de las fronteras. En la incautación, el peligro viene desde China y se materializa en México; en la lancha, la amenaza flota sobre aguas internacionales con acento venezolano.
Así se alimenta una lógica de “autodefensa”, en la que el país más armado del planeta se presenta como víctima de la criminalidad foránea.
Este desplazamiento discursivo permite evadir las preguntas incómodas sobre el rol de EE.UU. como mayor consumidor de drogas del mundo. Se ataca al narco, pero no al consumo. Se castiga al que transporta, pero no al que financia.
Y de esa forma, el mapa de la responsabilidad queda estratégicamente deformado.
LA VIOLENCIA COMO MENSAJE DE PODER
Estos operativos tienen algo en común con el cine de guerra: no buscan tanto resolver un problema, como producir una emoción. Mostrar barriles incautados como si fueran cadáveres, o destruir una lancha en cámara lenta, no tiene efecto real sobre las redes del narcotráfico. Lo que genera es efecto político, propaganda de orden, reafirmación de autoridad.
Es una pedagogía del miedo: el enemigo no tiene rostro ni defensa. Se le aplasta, se le ejecuta, se le exhibe. Y así, la violencia institucional se legitima. El Estado se transforma en una maquinaria que no administra justicia, sino que exhibe su fuerza como respuesta única ante problemas que nacen, en realidad, de desigualdades profundas.
UNA GUERRA LEGALMENTE EXPANDIBLE
El truco jurídico es brillante: al declarar a los cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras”, EE.UU. puede usar legislación antiterrorista para perseguir delitos que antes se trataban como problemas penales. Esto le permite actuar fuera de sus fronteras, militarizar zonas “grises” del derecho internacional, y convertir cualquier intervención en un acto de legítima defensa.
Este cambio legal no es neutro. Es la forma jurídica de lo que ya se viene haciendo en la práctica: usar la lucha contra las drogas como excusa para extender el control militar, político y económico sobre regiones enteras del sur global.
EL NARCO NO MUERE, SE LAVA
Mientras los barriles incautados ocupan portadas y los botes perforados llenan redes sociales, el dinero del narcotráfico fluye, se lava y se reinvierte en bancos, bienes raíces, criptomonedas y hasta campañas políticas dentro de Estados Unidos.
En el discurso oficial sobre el narcotráfico, todo parece desarrollarse lejos: en las selvas, los puertos, los desiertos, las rutas clandestinas. Pero si uno sigue el rastro del dinero, el mapa se invierte. Los grandes capitales no terminan en escondites de narcos, sino en oficinas climatizadas, cuentas bancarias legales, inmobiliarias de lujo y campañas políticas.
Pero la cuestión es que los Estados Unidos no solo no es víctima: es sobre todo beneficiario directo privilegiado.
EL SISTEMA BANCARIO: PUERTAS ABIERTAS AL DINERO SUCIO
En teoría, los bancos en los EEUU están obligados a controlar el origen de los fondos que ingresan. Pero en la práctica, muchas entidades financieras han hecho la vista gorda durante años, cobrando comisiones altísimas por “cerrar los ojos” ante operaciones sospechosas.
Los casos documentados incluyen:
-
HSBC (uno de los bancos más grandes del mundo), multado en 2012 por facilitar el lavado de más de 800 millones de dólares del Cártel de Sinaloa. Pagó una multa, pero ningún ejecutivo fue encarcelado.
-
Wachovia Bank (absorbido luego por Wells Fargo), permitió en 2010 el lavado de 378.000 millones de dólares vinculados al narcotráfico mexicano.
Estos casos no son accidentes. Son parte de una economía tolerada donde el capital ilegal se transforma en inversiones perfectamente legales, y donde los bancos optan por pagar multas antes que romper con esos flujos millonarios.
EL MERCADO INMOBILIARIO: CASAS DE LUJO CON DINERO DE DOLOR
El sector inmobiliario estadounidense —especialmente en ciudades como Miami, Nueva York, Los Ángeles y Las Vegas— ha sido históricamente un paraíso para lavar dinero.
¿Por qué? Porque a diferencia de otros países, en muchos estados de EE.UU. no es obligatorio declarar el beneficiario real de una compra inmobiliaria si se hace a través de una empresa pantalla. Es decir, cualquiera puede comprar una mansión a nombre de una LLC (Limited Liability Company), sin decir quién es el verdadero dueño ni de dónde sale el dinero.
Esto ha convertido a barrios enteros en lavadoras de capital narco. Torres vacías compradas en efectivo, departamentos de lujo que nunca se habitan, propiedades revendidas para multiplicar su valor... todo eso sirve para disfrazar dinero ilegal como “inversión productiva”.
POLÍTICA Y FINANCIAMIENTO: DONDE TERMINA EL SILENCIO
Aunque parezca escandaloso, una parte de ese dinero termina financiando campañas electorales, especialmente en niveles estatales o locales donde los controles son más laxos. No es que los políticos se reúnan con narcos en sótanos oscuros: basta con que reciban donaciones indirectas a través de empresas pantalla, inmobiliarias o fondos de inversión utilizadas para “blanquear” esos recursos.
Este tipo de financiamiento tiene efectos gravísimos:
- Distorsiona la democracia, favoreciendo a candidatos que garantizan “mano dura” pero jamás tocarán los intereses económicos reales detrás del negocio.
- Condiciona las políticas públicas, manteniendo el foco en la represión callejera en lugar de la regulación financiera.
- Silencia a los críticos, porque cualquier intento de investigar estos flujos termina enfrentando a lobbies muy poderosos.
POR QUÉ DE ESTO NADIE SE ATREVE A HABLAR?
Porque poner el foco en estos sectores -la banca, el ladrillo, la política- es poner el foco en el propio corazón del sistema. Y eso supone un riesgo demasiado grande para quienes están cómodamente instalados en la narrativa del narco como “enemigo externo”.
Mientras tanto, la sangre sigue corriendo en la frontera, y el dinero sigue fluyendo hacia las zonas más seguras y respetables del país. Allí donde nadie sospecha, pero todos ganan.
Fuentes utilizadas:
- The Epoch Times (septiembre de 2025) sobre la incautación de precursores de fentanilo.
- Fuentes múltiples sobre las recientes incidencias en la destrucción de una lancha venezolana en altamar.
- Informes e investigaciones disponibles sobre flujos financieros ilícitos en EE.UU., incluidos casos de lavado de dinero en entidades bancarias y paraísos fiscales como Delaware y Nevada.
AUDIO PODCAST BASADO EN UNA AMPLIACIÓN DE DATOS DEL ARTÍCULO:
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
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En apenas una semana, Estados Unidos protagonizó dos acciones que parecieran sacadas de una superproducción de Hollywood:
- una gigantesca incautación de precursores químicos “provenientes de China” destinados al Cártel de Sinaloa,
- y el espectacular ametrallamiento de una lancha venezolana en altamar, cuya grabación circuló como una suerte de “ejecución pedagógica” para el mundo.
Ambas escenas, por distintas que parezcan, comparten una misma lógica: la de la violencia como espectáculo político, presentada como “defensa de la civilización”, pero que sirve sobre todo para reforzar el control social, desviar la atención de las causas estructurales y justificar nuevas formas de intervención imperial.
EL ENEMIGO SIEMPRE ESTÁ AFUERA
En ambos casos, la narrativa oficial fue clara: los responsables están más allá de las fronteras. En la incautación, el peligro viene desde China y se materializa en México; en la lancha, la amenaza flota sobre aguas internacionales con acento venezolano.
Así se alimenta una lógica de “autodefensa”, en la que el país más armado del planeta se presenta como víctima de la criminalidad foránea.
Este desplazamiento discursivo permite evadir las preguntas incómodas sobre el rol de EE.UU. como mayor consumidor de drogas del mundo. Se ataca al narco, pero no al consumo. Se castiga al que transporta, pero no al que financia.
Y de esa forma, el mapa de la responsabilidad queda estratégicamente deformado.
LA VIOLENCIA COMO MENSAJE DE PODER
Estos operativos tienen algo en común con el cine de guerra: no buscan tanto resolver un problema, como producir una emoción. Mostrar barriles incautados como si fueran cadáveres, o destruir una lancha en cámara lenta, no tiene efecto real sobre las redes del narcotráfico. Lo que genera es efecto político, propaganda de orden, reafirmación de autoridad.
Es una pedagogía del miedo: el enemigo no tiene rostro ni defensa. Se le aplasta, se le ejecuta, se le exhibe. Y así, la violencia institucional se legitima. El Estado se transforma en una maquinaria que no administra justicia, sino que exhibe su fuerza como respuesta única ante problemas que nacen, en realidad, de desigualdades profundas.
UNA GUERRA LEGALMENTE EXPANDIBLE
El truco jurídico es brillante: al declarar a los cárteles como “organizaciones terroristas extranjeras”, EE.UU. puede usar legislación antiterrorista para perseguir delitos que antes se trataban como problemas penales. Esto le permite actuar fuera de sus fronteras, militarizar zonas “grises” del derecho internacional, y convertir cualquier intervención en un acto de legítima defensa.
Este cambio legal no es neutro. Es la forma jurídica de lo que ya se viene haciendo en la práctica: usar la lucha contra las drogas como excusa para extender el control militar, político y económico sobre regiones enteras del sur global.
EL NARCO NO MUERE, SE LAVA
Mientras los barriles incautados ocupan portadas y los botes perforados llenan redes sociales, el dinero del narcotráfico fluye, se lava y se reinvierte en bancos, bienes raíces, criptomonedas y hasta campañas políticas dentro de Estados Unidos.
En el discurso oficial sobre el narcotráfico, todo parece desarrollarse lejos: en las selvas, los puertos, los desiertos, las rutas clandestinas. Pero si uno sigue el rastro del dinero, el mapa se invierte. Los grandes capitales no terminan en escondites de narcos, sino en oficinas climatizadas, cuentas bancarias legales, inmobiliarias de lujo y campañas políticas.
Pero la cuestión es que los Estados Unidos no solo no es víctima: es sobre todo beneficiario directo privilegiado.
EL SISTEMA BANCARIO: PUERTAS ABIERTAS AL DINERO SUCIO
En teoría, los bancos en los EEUU están obligados a controlar el origen de los fondos que ingresan. Pero en la práctica, muchas entidades financieras han hecho la vista gorda durante años, cobrando comisiones altísimas por “cerrar los ojos” ante operaciones sospechosas.
Los casos documentados incluyen:
-
HSBC (uno de los bancos más grandes del mundo), multado en 2012 por facilitar el lavado de más de 800 millones de dólares del Cártel de Sinaloa. Pagó una multa, pero ningún ejecutivo fue encarcelado.
-
Wachovia Bank (absorbido luego por Wells Fargo), permitió en 2010 el lavado de 378.000 millones de dólares vinculados al narcotráfico mexicano.
Estos casos no son accidentes. Son parte de una economía tolerada donde el capital ilegal se transforma en inversiones perfectamente legales, y donde los bancos optan por pagar multas antes que romper con esos flujos millonarios.
EL MERCADO INMOBILIARIO: CASAS DE LUJO CON DINERO DE DOLOR
El sector inmobiliario estadounidense —especialmente en ciudades como Miami, Nueva York, Los Ángeles y Las Vegas— ha sido históricamente un paraíso para lavar dinero.
¿Por qué? Porque a diferencia de otros países, en muchos estados de EE.UU. no es obligatorio declarar el beneficiario real de una compra inmobiliaria si se hace a través de una empresa pantalla. Es decir, cualquiera puede comprar una mansión a nombre de una LLC (Limited Liability Company), sin decir quién es el verdadero dueño ni de dónde sale el dinero.
Esto ha convertido a barrios enteros en lavadoras de capital narco. Torres vacías compradas en efectivo, departamentos de lujo que nunca se habitan, propiedades revendidas para multiplicar su valor... todo eso sirve para disfrazar dinero ilegal como “inversión productiva”.
POLÍTICA Y FINANCIAMIENTO: DONDE TERMINA EL SILENCIO
Aunque parezca escandaloso, una parte de ese dinero termina financiando campañas electorales, especialmente en niveles estatales o locales donde los controles son más laxos. No es que los políticos se reúnan con narcos en sótanos oscuros: basta con que reciban donaciones indirectas a través de empresas pantalla, inmobiliarias o fondos de inversión utilizadas para “blanquear” esos recursos.
Este tipo de financiamiento tiene efectos gravísimos:
- Distorsiona la democracia, favoreciendo a candidatos que garantizan “mano dura” pero jamás tocarán los intereses económicos reales detrás del negocio.
- Condiciona las políticas públicas, manteniendo el foco en la represión callejera en lugar de la regulación financiera.
- Silencia a los críticos, porque cualquier intento de investigar estos flujos termina enfrentando a lobbies muy poderosos.
POR QUÉ DE ESTO NADIE SE ATREVE A HABLAR?
Porque poner el foco en estos sectores -la banca, el ladrillo, la política- es poner el foco en el propio corazón del sistema. Y eso supone un riesgo demasiado grande para quienes están cómodamente instalados en la narrativa del narco como “enemigo externo”.
Mientras tanto, la sangre sigue corriendo en la frontera, y el dinero sigue fluyendo hacia las zonas más seguras y respetables del país. Allí donde nadie sospecha, pero todos ganan.
Fuentes utilizadas:
- The Epoch Times (septiembre de 2025) sobre la incautación de precursores de fentanilo.
- Fuentes múltiples sobre las recientes incidencias en la destrucción de una lancha venezolana en altamar.
- Informes e investigaciones disponibles sobre flujos financieros ilícitos en EE.UU., incluidos casos de lavado de dinero en entidades bancarias y paraísos fiscales como Delaware y Nevada.
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