ARGENTINA VOTA ENTRE LA SUMISIÓN FINANCIERA Y EL HARTAZGO POPULAR
¿Qué alternativas había cuando oficialismo y oposición compiten por gestionar la misma crisis?
Una elección marcada por el endeudamiento con Estados Unidos, la alta abstención y el colapso del sistema político tradicional. ¿Es Milei una anomalía o la expresión brutal de un modelo agotado? La combinación de hartazgo popular, dependencia financiera externa y polarización mediática proyecta un escenario donde el futuro argentino se debate entre la sumisión y la posibilidad de una ruptura histórica.
POR MARTÍN ÁLVAREZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El pasado domingo, 26 de octubre, más de 36 millones de argentinos fueron convocados a las urnas para renovar 127 bancas en la Cámara de Diputados y 24 en el Senado. Sin
embargo, el dato más revelador no fue quién ganó, sino quién no fue a votar. Con una participación que apenas superó el 68%, la abstención se impuso como fuerza silenciosa, en un país donde el voto es obligatorio y la abstención esta sancionada legalmente con multas de entre 50 y 500 pesos, así como con bloqueo temporal de determinados derechos administrativos.
Como indicó el diario económico "Ámbito Financiero" -de línea ideológica liberal tecnocrática-:
“la Argentina del 27/27, 27 millones de habilitados y 27% de abstención, evidencia un desapego estructural de la sociedad hacia el sistema político”.
A ello se suma una inflación persistente, niveles récord de pobreza urbana y una creciente migración juvenil.
En este contexto, Javier Milei —presidente de extrema derecha— acudió a las legislativas con un respaldo condicionado: una gigantesca ayuda financiera orquestada desde Washington. Como denunciara el rotativo "El País", periódico ubicado en el ámbito del centro socialdemócrata, :
“Milei llegó a las urnas entregado a Trump, con la suerte de su política de ajuste atada a la intervención del Tesoro estadounidense”.
LA OPOSICIÓN PERONISTA: ENTRE LA CRÍTICA A MILEI Y SUS PROPIAS LIMITACIONES
La clave de esta elección no solo reside en el resultado, sino en el acuerdo que Milei estableció con el expresidente Donald Trump: un paquete de apoyo financiero que, según reveló El País, fue coordinado por Scott Bessent, actual secretario del Tesoro norteamericano.
Esta situación fue interpretada por medios de la izquierda institucional, Página/12:
“Una subordinación explícita de la soberanía económica argentina a los intereses geopolíticos de EE.UU., bajo la bandera de la libertad de mercado”.
Para HispanTV, - plataforma digital iraní y antiimperialista-, esta maniobra constituye:
“Una nueva forma de colonialismo económico”, que pone a la economía nacional “bajo la tutela del capital financiero extranjero”.
En cualquier caso, esta dependencia no es nueva. El capital financiero internacional no actúa por altruismo, sino como expresión del momento económico actual, en el que las potencias centrales subordinan periféricamente a países como Argentina, extrayendo rentas a través de deuda, desregulación y control de sus recursos estratégicos.
Frente al oficialismo, la alianza opositora Fuerza Patria, inspirada por Cristina Fernández de Kirchner y actualmente liderada por Axel Kicillof, no logró capitalizar plenamente el descontento popular. Aunque retuvo presencia en provincias clave como Buenos Aires, la incapacidad para articular un discurso alternativo contundente debilitó el alcance de sus resultados electorales.
Según TN Noticias - grupo comunicacional derechista, ligado al periódico Clarín,
“La oposición está dividida entre la nostalgia del kirchnerismo y la necesidad de aggiornarse a un nuevo escenario político donde es Milei el que impone la agenda”.
Para Infobae - neoliberal- , el peronismo sigue atrapado “en sus viejos reflejos defensivos, sin propuestas renovadoras para el siglo XXI”.
Desde una perspectiva de izquierdas, en cambio, esta debilidad opositora responde a que ambas fuerzas —oficialismo y oposición— aceptan las reglas del juego impuestas por el capital, discutiendo matices de administración, pero no el modelo económico dependiente en sí mismo.
OPINIONES DIVERGENTES: VOCES DESDE LA SOCIEDAD Y LA PRENSA
En este clima de polarización y fatiga social, diversas voces se han alzado para analizar lo que realmente está en juego.
Desde la izquierda política, dirigentes del Frente de Izquierda-Unidad (FIT-U), como Myriam Bregman, denunciaron que
“la alianza de Milei con el capital extranjero es la profundización de un modelo extractivista, excluyente y colonial”, señalando la urgencia de una alternativa anticapitalista real.
Los medios conservadores, como La Nación - derecha liberal- , adoptaron una postura celebratoria del vínculo entre Milei y Estados Unidos. En un editorial del 26 de octubre, puede leerse:
“La llegada de apoyo financiero desde EE.UU. demuestra el pragmatismo del presidente, que ha sabido encontrar respaldo donde otros fracasaron”.
Este tipo de cobertura invisibiliza el costo social de la dependencia, y desestima las consecuencias políticas de una política exterior subordinada.
Por su parte, organismos de derechos humanos y ex funcionarios militares han encendido alarmas. El Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), a través de la analista Elsa Bruzzone, recordó en HispanTV que
“la instalación de bases militares norteamericanas y la presencia de instructores en territorio argentino no son cooperación, sino ocupación blanda con fines estratégicos”.
La referencia a ejercicios conjuntos y entrega de infraestructuras bajo el pretexto del combate al narcotráfico ha sido calificada como un “Caballo de Troya” imperial.
Incluso dentro del Ejército, sectores medios y jóvenes han manifestado su rechazo a lo que consideran una entrega “desvergonzada de la soberanía”, retomando el lenguaje de la doctrina de defensa nacional del siglo XX, que ya alertaba en contra de la penetración militar extranjera en la región.
¿Y AHORA QUÉ?: UN ANÁLISIS MARXISTA SOBRE EL NUEVO ESCENARIO
La situación que se abre tras estas elecciones no es simplemente una fase más del péndulo electoral argentino. Estamos ante una consolidación del capitalismo dependiente y, posiblemente, un nuevo ciclo de intensificación de la lucha de clases.
El nudo del problema político argentino consiste en que la oposición institucional no presenta una alternativa sistémica, sino una simple disputa por la gestión de un mismo marco neoliberal.
El fenómeno de la abstención —casi el 30% del electorado— expresa el rechazo consciente o resignado de las masas a un sistema que no las representa, lo cual debe ser interpretado como una grieta potencial en el consenso burgués, y por tanto, una oportunidad para la organización popular.
Este contexto, pues, exige repensar las tareas de los partidos y grupos revolucionarios argentinos: la organización política desde abajo, el fortalecimiento de estructuras sindicales y territoriales, la reapropiación del discurso de clase y una estrategia que combine lucha institucional con acción directa.
ENTRE EL COLAPSO DEL CONSENSO Y LA EMERGENCIA DE LO NUEVO
La Argentina post-electoral emerge como un laboratorio de tensiones estructurales. Un gobierno aferrado a la extrema dependencia imperial, una oposición institucional desdibujada y una población mayoritariamente escéptica.
No es una crisis de representación solamente. Es, sobre todo, una crisis de hegemonía: el bloque de poder neoliberal, en sus diversas variantes, ya no puede sostener un relato convincente frente a la población. A la vez, no ha surgido una alternativa revolucionaria con fuerza de masas que dispute ese lugar. La batalla, pues, está abierta.
Desde una visión políticamente revolucionaria, la tarea urgente es construir un proyecto de país basado en la soberanía económica, el protagonismo popular y la ruptura con la lógica del capital transnacional. Esto no se resuelve en las urnas, sino en las calles, los sindicatos, las fábricas, los barrios y las universidades.
Como escribiera una vez el periodista Rodolfo Walsh, asesinado por la dictadura militar:
“nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia”.
Este es el momento de escribir una historia nueva, desde abajo y a la izquierda.
POR MARTÍN ÁLVAREZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
El pasado domingo, 26 de octubre, más de 36 millones de argentinos fueron convocados a las urnas para renovar 127 bancas en la Cámara de Diputados y 24 en el Senado. Sin
embargo, el dato más revelador no fue quién ganó, sino quién no fue a votar. Con una participación que apenas superó el 68%, la abstención se impuso como fuerza silenciosa, en un país donde el voto es obligatorio y la abstención esta sancionada legalmente con multas de entre 50 y 500 pesos, así como con bloqueo temporal de determinados derechos administrativos.
Como indicó el diario económico "Ámbito Financiero" -de línea ideológica liberal tecnocrática-:
“la Argentina del 27/27, 27 millones de habilitados y 27% de abstención, evidencia un desapego estructural de la sociedad hacia el sistema político”.
A ello se suma una inflación persistente, niveles récord de pobreza urbana y una creciente migración juvenil.
En este contexto, Javier Milei —presidente de extrema derecha— acudió a las legislativas con un respaldo condicionado: una gigantesca ayuda financiera orquestada desde Washington. Como denunciara el rotativo "El País", periódico ubicado en el ámbito del centro socialdemócrata, :
“Milei llegó a las urnas entregado a Trump, con la suerte de su política de ajuste atada a la intervención del Tesoro estadounidense”.
LA OPOSICIÓN PERONISTA: ENTRE LA CRÍTICA A MILEI Y SUS PROPIAS LIMITACIONES
La clave de esta elección no solo reside en el resultado, sino en el acuerdo que Milei estableció con el expresidente Donald Trump: un paquete de apoyo financiero que, según reveló El País, fue coordinado por Scott Bessent, actual secretario del Tesoro norteamericano.
Esta situación fue interpretada por medios de la izquierda institucional, Página/12:
“Una subordinación explícita de la soberanía económica argentina a los intereses geopolíticos de EE.UU., bajo la bandera de la libertad de mercado”.
Para HispanTV, - plataforma digital iraní y antiimperialista-, esta maniobra constituye:
“Una nueva forma de colonialismo económico”, que pone a la economía nacional “bajo la tutela del capital financiero extranjero”.
En cualquier caso, esta dependencia no es nueva. El capital financiero internacional no actúa por altruismo, sino como expresión del momento económico actual, en el que las potencias centrales subordinan periféricamente a países como Argentina, extrayendo rentas a través de deuda, desregulación y control de sus recursos estratégicos.
Frente al oficialismo, la alianza opositora Fuerza Patria, inspirada por Cristina Fernández de Kirchner y actualmente liderada por Axel Kicillof, no logró capitalizar plenamente el descontento popular. Aunque retuvo presencia en provincias clave como Buenos Aires, la incapacidad para articular un discurso alternativo contundente debilitó el alcance de sus resultados electorales.
Según TN Noticias - grupo comunicacional derechista, ligado al periódico Clarín,
“La oposición está dividida entre la nostalgia del kirchnerismo y la necesidad de aggiornarse a un nuevo escenario político donde es Milei el que impone la agenda”.
Para Infobae - neoliberal- , el peronismo sigue atrapado “en sus viejos reflejos defensivos, sin propuestas renovadoras para el siglo XXI”.
Desde una perspectiva de izquierdas, en cambio, esta debilidad opositora responde a que ambas fuerzas —oficialismo y oposición— aceptan las reglas del juego impuestas por el capital, discutiendo matices de administración, pero no el modelo económico dependiente en sí mismo.
OPINIONES DIVERGENTES: VOCES DESDE LA SOCIEDAD Y LA PRENSA
En este clima de polarización y fatiga social, diversas voces se han alzado para analizar lo que realmente está en juego.
Desde la izquierda política, dirigentes del Frente de Izquierda-Unidad (FIT-U), como Myriam Bregman, denunciaron que
“la alianza de Milei con el capital extranjero es la profundización de un modelo extractivista, excluyente y colonial”, señalando la urgencia de una alternativa anticapitalista real.
Los medios conservadores, como La Nación - derecha liberal- , adoptaron una postura celebratoria del vínculo entre Milei y Estados Unidos. En un editorial del 26 de octubre, puede leerse:
“La llegada de apoyo financiero desde EE.UU. demuestra el pragmatismo del presidente, que ha sabido encontrar respaldo donde otros fracasaron”.
Este tipo de cobertura invisibiliza el costo social de la dependencia, y desestima las consecuencias políticas de una política exterior subordinada.
Por su parte, organismos de derechos humanos y ex funcionarios militares han encendido alarmas. El Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA), a través de la analista Elsa Bruzzone, recordó en HispanTV que
“la instalación de bases militares norteamericanas y la presencia de instructores en territorio argentino no son cooperación, sino ocupación blanda con fines estratégicos”.
La referencia a ejercicios conjuntos y entrega de infraestructuras bajo el pretexto del combate al narcotráfico ha sido calificada como un “Caballo de Troya” imperial.
Incluso dentro del Ejército, sectores medios y jóvenes han manifestado su rechazo a lo que consideran una entrega “desvergonzada de la soberanía”, retomando el lenguaje de la doctrina de defensa nacional del siglo XX, que ya alertaba en contra de la penetración militar extranjera en la región.
¿Y AHORA QUÉ?: UN ANÁLISIS MARXISTA SOBRE EL NUEVO ESCENARIO
La situación que se abre tras estas elecciones no es simplemente una fase más del péndulo electoral argentino. Estamos ante una consolidación del capitalismo dependiente y, posiblemente, un nuevo ciclo de intensificación de la lucha de clases.
El nudo del problema político argentino consiste en que la oposición institucional no presenta una alternativa sistémica, sino una simple disputa por la gestión de un mismo marco neoliberal.
El fenómeno de la abstención —casi el 30% del electorado— expresa el rechazo consciente o resignado de las masas a un sistema que no las representa, lo cual debe ser interpretado como una grieta potencial en el consenso burgués, y por tanto, una oportunidad para la organización popular.
Este contexto, pues, exige repensar las tareas de los partidos y grupos revolucionarios argentinos: la organización política desde abajo, el fortalecimiento de estructuras sindicales y territoriales, la reapropiación del discurso de clase y una estrategia que combine lucha institucional con acción directa.
ENTRE EL COLAPSO DEL CONSENSO Y LA EMERGENCIA DE LO NUEVO
La Argentina post-electoral emerge como un laboratorio de tensiones estructurales. Un gobierno aferrado a la extrema dependencia imperial, una oposición institucional desdibujada y una población mayoritariamente escéptica.
No es una crisis de representación solamente. Es, sobre todo, una crisis de hegemonía: el bloque de poder neoliberal, en sus diversas variantes, ya no puede sostener un relato convincente frente a la población. A la vez, no ha surgido una alternativa revolucionaria con fuerza de masas que dispute ese lugar. La batalla, pues, está abierta.
Desde una visión políticamente revolucionaria, la tarea urgente es construir un proyecto de país basado en la soberanía económica, el protagonismo popular y la ruptura con la lógica del capital transnacional. Esto no se resuelve en las urnas, sino en las calles, los sindicatos, las fábricas, los barrios y las universidades.
Como escribiera una vez el periodista Rodolfo Walsh, asesinado por la dictadura militar:
“nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia”.
Este es el momento de escribir una historia nueva, desde abajo y a la izquierda.






























Maribel Santana | Martes, 28 de Octubre de 2025 a las 08:57:11 horas
No, esa proporción del 41 por ciento no fueron los ricos, esos no podrían ni sacar 10 diputados. esa fueron las masas populares y trabajadoras que la conciencia la tinen en el culo. Ya hablo Marx del lumpen. La otra proporción fueron de los las abstenciones y el otro pedazo de la izquierda ausente y entreguista pegada al culo de el FMI. Por tanto con esos mimbres no se puede hacer un buen bolso. Cada uno tiene lo que se merece.
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