PEDRO SÁNCHEZ DECLARA QUE "ESPAÑA ES UN SOCIO FIABLE DE LOS EE.UU." Y QUE COMPRARÁ A ESE PAÍS LAS ARMAS QUE LUEGO REGALARÁ A UCRANIA
¿Quién manda realmente en la política militar española? ¿Hasta dónde llega la obediencia de Moncloa a la OTAN?
Pedro Sánchez ha confirmado que España comprará armamento estadounidense para enviarlo a Ucrania. Lo ha hecho mientras asegura que España es un “socio fiable” de EE.UU., desmintiendo con los hechos toda su retórica de autonomía y paz. Este artículo analiza el verdadero alcance de su decisión y lo que implica en términos de soberanía, subordinación y complicidad con la guerra.
POR JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Desde hace años, Pedro Sánchez viene presentándose como
un dirigente progresista, defensor del multilateralismo y la paz.
Su negativa —más estética que real— a aumentar el presupuesto de Defensa entre el 2% y el 5% del PIB como le ha exigido la OTAN, le ha permitido fabricar una imagen pública de firmeza frente a las imposiciones de Washington.
Sin embargo, el anuncio con fecha de hoy mismo, de que España comprará armamento estadounidense para enviarlo a Ucrania confirma lo que desde este digital diferentes colaboradores y comentaristas hemos venido denunciando desde el principio: la “resistencia” de Sánchez no pasaba de ser sino una operación de maquillaje más, de las que el jefe del Ejecutivo de la Coalición nos tiene acostumbrados. Un simulacro de independencia que encubre, en realidad, una colaboración activa con los planes de guerra de la OTAN y el Pentágono.
Cuando Sánchez declara ahora que “España es un socio fiable” de la OTAN y de los EEUU, está diciendo exactamente eso: España no va a desmarcarse de las exigencias de Washington ni va a incomodar al amo norteamericano. Se prestará a financiar una guerra que ya ha costado cientos de miles de vidas y ha servido de laboratorio de ensayo para la nueva arquitectura bélica del imperialismo.
¿QUIÉN DECIDE EL GASTO MILITAR DE UN PAÍS SUPUESTAMENTE SOBERANO?
La respuesta es simple: no lo decide el Congreso español, ni el pueblo español, ni siquiera el Gobierno español. Lo decide el Pentágono, lo dictamina la OTAN, y se lo exige, con tono mafioso, un presidente como Trump, que no representa a la institucionalidad internacional pero sí al verdadero poder que manda. Sánchez no se enfrenta a esas presiones. Las acata. Las legitima. Las traduce en contratos de compra de armas con la industria militar de EE.UU., financiados con dinero público, que será detraído de partidas como sanidad, educación o vivienda.
Desde este digital se ha expuesto reiteradamente cómo el Gobierno ha ido incrementando, año tras año, el gasto militar encubierto, a través de partidas no etiquetadas como defensa. Y este último gesto confirma que no hay una política de defensa “progresista”. Lo que sí hay es subordinación absoluta a los intereses del complejo militar-industrial y financiero que utiliza a Ucrania como proxy para sus propios fines geopolíticos.
UCRANIA: EL CAMPO DE BATALLA DONDE SE LAVAN LOS PECADOS
Enviar armas a Ucrania no es un gesto solidario, ni un acto de defensa de la libertad. Es una manera de mantener viva una guerra que beneficia a los fabricantes de armas, a las petroleras occidentales, a los fondos de inversión y a las oligarquías locales de ambos bandos. Los ucranianos no son sujetos de esa ayuda, sino peones sacrificables en una partida de ajedrez que se juega desde Bruselas, Washington y Moscú. Y Sánchez, con este anuncio, confirma que España participa gustosamente de ese juego.
La supuesta defensa de la democracia se convierte así en un argumento vacío, en una coartada funcional para justificar negocios millonarios con Raytheon, General Dynamics o Lockheed Martin. España compra armas, no porque las necesite, sino porque debe cumplir con su cuota como colonia militar bien disciplinada.
EL CAMUFLAJE DE LA “EUROPA DE LOS VALORES”
La decisión de Sánchez se justifica, una vez más, con la retórica de la “unidad europea frente al autoritarismo ruso”. Pero lo que está en juego no son valores ni principios. Lo que hay detrás es la defensa de un sistema mundial profundamente injusto, cuyo eje gira en torno al saqueo de recursos, la expansión de mercados y el control geoestratégico de territorios clave.
Ni Europa es autónoma, ni su proyecto militar está al margen de Washington. La base de Rota, el escudo antimisiles, las operaciones de adiestramiento de tropas ucranianas en suelo español… todo forma parte de un mismo dispositivo: convertir a España en una plataforma logística de guerra al servicio de una alianza imperial que se tambalea, pero aún no cae.
DEL “NO A LA GUERRA” A LA GUERRA POR OMISIÓN
¿Dónde quedaron las promesas del PSOE en 2004, cuando miles de españoles salieron a la calle contra la guerra de Irak? ¿Dónde quedaron las declaraciones de principios? Hoy, ese mismo partido apoya sin rubor una escalada bélica cuyas consecuencias no serán solo geopolíticas, sino también sociales. Porque el aumento del gasto militar viene acompañado de recortes, inflación, precariedad, deterioro de los servicios públicos. Se llama militarización de la economía, y su lógica es simple: cada euro para armas es un euro menos para derechos.
UNA ÉLITE POLÍTICA SIN SOBERANÍA NI DIGNIDAD
Lo más indignante del anuncio de Sánchez no es que compre armas. Es que lo haga en nombre de la soberanía, la paz y la responsabilidad internacional. Es una burla. Una provocación. Una manera de decirnos que la política exterior española no está hecha en Madrid, sino en Bruselas, Berlín y Washington. Y que el papel del presidente del Gobierno es más el de delegado comercial de las multinacionales armamentísticas que el de representante del interés popular.
Desde este digital se lleva mucho tiempo tratando de desmontar esa fachada. Se ha hecho con datos, con análisis rigurosos y con una coherencia que no veremos jamás en los editoriales de El País ni en las tertulias de La Sexta. La respuesta de Sánchez a Trump no es un acto de firmeza: es una clara declaración de sumisión
No es verdad que España se esté resistiendo a aumentar el gasto militar. Lo está haciendo ya, aunque sin grandes titulares. Y no lo hace por convicción, sino por obediencia. La política militar española es una política impuesta. Y Pedro Sánchez es, en este terreno, un gestor de los intereses ajenos.
Que nadie se llame a engaño: cuando dice que somos “un socio fiable”, lo que está diciendo es que somos un país sin voz propia, sin soberanía, sin dignidad.
POR JORDI RUIZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Desde hace años, Pedro Sánchez viene presentándose como
un dirigente progresista, defensor del multilateralismo y la paz.
Su negativa —más estética que real— a aumentar el presupuesto de Defensa entre el 2% y el 5% del PIB como le ha exigido la OTAN, le ha permitido fabricar una imagen pública de firmeza frente a las imposiciones de Washington.
Sin embargo, el anuncio con fecha de hoy mismo, de que España comprará armamento estadounidense para enviarlo a Ucrania confirma lo que desde este digital diferentes colaboradores y comentaristas hemos venido denunciando desde el principio: la “resistencia” de Sánchez no pasaba de ser sino una operación de maquillaje más, de las que el jefe del Ejecutivo de la Coalición nos tiene acostumbrados. Un simulacro de independencia que encubre, en realidad, una colaboración activa con los planes de guerra de la OTAN y el Pentágono.
Cuando Sánchez declara ahora que “España es un socio fiable” de la OTAN y de los EEUU, está diciendo exactamente eso: España no va a desmarcarse de las exigencias de Washington ni va a incomodar al amo norteamericano. Se prestará a financiar una guerra que ya ha costado cientos de miles de vidas y ha servido de laboratorio de ensayo para la nueva arquitectura bélica del imperialismo.
¿QUIÉN DECIDE EL GASTO MILITAR DE UN PAÍS SUPUESTAMENTE SOBERANO?
La respuesta es simple: no lo decide el Congreso español, ni el pueblo español, ni siquiera el Gobierno español. Lo decide el Pentágono, lo dictamina la OTAN, y se lo exige, con tono mafioso, un presidente como Trump, que no representa a la institucionalidad internacional pero sí al verdadero poder que manda. Sánchez no se enfrenta a esas presiones. Las acata. Las legitima. Las traduce en contratos de compra de armas con la industria militar de EE.UU., financiados con dinero público, que será detraído de partidas como sanidad, educación o vivienda.
Desde este digital se ha expuesto reiteradamente cómo el Gobierno ha ido incrementando, año tras año, el gasto militar encubierto, a través de partidas no etiquetadas como defensa. Y este último gesto confirma que no hay una política de defensa “progresista”. Lo que sí hay es subordinación absoluta a los intereses del complejo militar-industrial y financiero que utiliza a Ucrania como proxy para sus propios fines geopolíticos.
UCRANIA: EL CAMPO DE BATALLA DONDE SE LAVAN LOS PECADOS
Enviar armas a Ucrania no es un gesto solidario, ni un acto de defensa de la libertad. Es una manera de mantener viva una guerra que beneficia a los fabricantes de armas, a las petroleras occidentales, a los fondos de inversión y a las oligarquías locales de ambos bandos. Los ucranianos no son sujetos de esa ayuda, sino peones sacrificables en una partida de ajedrez que se juega desde Bruselas, Washington y Moscú. Y Sánchez, con este anuncio, confirma que España participa gustosamente de ese juego.
La supuesta defensa de la democracia se convierte así en un argumento vacío, en una coartada funcional para justificar negocios millonarios con Raytheon, General Dynamics o Lockheed Martin. España compra armas, no porque las necesite, sino porque debe cumplir con su cuota como colonia militar bien disciplinada.
EL CAMUFLAJE DE LA “EUROPA DE LOS VALORES”
La decisión de Sánchez se justifica, una vez más, con la retórica de la “unidad europea frente al autoritarismo ruso”. Pero lo que está en juego no son valores ni principios. Lo que hay detrás es la defensa de un sistema mundial profundamente injusto, cuyo eje gira en torno al saqueo de recursos, la expansión de mercados y el control geoestratégico de territorios clave.
Ni Europa es autónoma, ni su proyecto militar está al margen de Washington. La base de Rota, el escudo antimisiles, las operaciones de adiestramiento de tropas ucranianas en suelo español… todo forma parte de un mismo dispositivo: convertir a España en una plataforma logística de guerra al servicio de una alianza imperial que se tambalea, pero aún no cae.
DEL “NO A LA GUERRA” A LA GUERRA POR OMISIÓN
¿Dónde quedaron las promesas del PSOE en 2004, cuando miles de españoles salieron a la calle contra la guerra de Irak? ¿Dónde quedaron las declaraciones de principios? Hoy, ese mismo partido apoya sin rubor una escalada bélica cuyas consecuencias no serán solo geopolíticas, sino también sociales. Porque el aumento del gasto militar viene acompañado de recortes, inflación, precariedad, deterioro de los servicios públicos. Se llama militarización de la economía, y su lógica es simple: cada euro para armas es un euro menos para derechos.
UNA ÉLITE POLÍTICA SIN SOBERANÍA NI DIGNIDAD
Lo más indignante del anuncio de Sánchez no es que compre armas. Es que lo haga en nombre de la soberanía, la paz y la responsabilidad internacional. Es una burla. Una provocación. Una manera de decirnos que la política exterior española no está hecha en Madrid, sino en Bruselas, Berlín y Washington. Y que el papel del presidente del Gobierno es más el de delegado comercial de las multinacionales armamentísticas que el de representante del interés popular.
Desde este digital se lleva mucho tiempo tratando de desmontar esa fachada. Se ha hecho con datos, con análisis rigurosos y con una coherencia que no veremos jamás en los editoriales de El País ni en las tertulias de La Sexta. La respuesta de Sánchez a Trump no es un acto de firmeza: es una clara declaración de sumisión
No es verdad que España se esté resistiendo a aumentar el gasto militar. Lo está haciendo ya, aunque sin grandes titulares. Y no lo hace por convicción, sino por obediencia. La política militar española es una política impuesta. Y Pedro Sánchez es, en este terreno, un gestor de los intereses ajenos.
Que nadie se llame a engaño: cuando dice que somos “un socio fiable”, lo que está diciendo es que somos un país sin voz propia, sin soberanía, sin dignidad.






























Otilio Volkete | Viernes, 24 de Octubre de 2025 a las 09:01:27 horas
Yo al PSOE para la causa anti-imperialista lo doy por muerto. Lo que se les da bien es asustar a las viejas diciendo que viene el fascismo de VOX y los recortes del PP. Pedro Sánchez es un "gran estratega", sin duda.
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