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Martes, 14 de Octubre de 2025 Tiempo de lectura:

LA "CLASE MEDIA TRABAJADORA": ANATOMÍA DE UNA CLASE SOCIAL QUE NUNCA EXISTIÓ

Diseccionamos la ficción emocional y psicológica que permite a muchos vivir como obreros… sin llegar a reconocerse como tales

Te sientes “clase media”. Lo repites. Lo defiendes. Lo llevas como una medalla invisible mientras esperas que te llegue el sueldo para pagar el alquiler, la hipoteca, el coche, la deuda y el streaming. Pero… ¿y si todo fuera un engaño? ¿Y si ser “clase media” no fuera más que un disfraz sociológico para que nunca se te ocurra organizarte como clase trabajadora? Este artículo es una invitación a sacarte el uniforme invisible, mirar la realidad sin filtros… y descubrir que mientras creías estar “en el medio”, en realidad siempre estuviste abajo.

  

    POR MANUEL MEDINA (*)  PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

     Durante décadas, millones de personas se han mirado al espejo social y se han dicho a sí mismas, sin titubear: “yo soy clase media”.
 

     No importa si trabajan en oficinas, en escuelas, en hospitales, o incluso en fábricas modernizadas. No importa si dependen de un sueldo para vivir, si pagan hipoteca, si alquilan a duras penas o si no tienen un solo bien propio más allá del coche a plazos. Son "clase media". Lo creen firmemente. Están plenamente convencidos de ello.  Y lo repiten como si de un mantra se tratara.

 

     Pero, ¿de verdad lo son? ¿Qué quiere decir exactamente esa etiqueta de “clase media trabajadora” que tan a menudo nos repiten los políticos? ¿Y qué oculta esa autodefinición social, que parece tan cómoda, tan moderada, tan “equilibrada”?

 

 

LO QUE MARX LLAMABA “CLASE MEDIA”

    Marx jamás usó el término “clase media” tal como lo hacen hoy los políticos o los tertulianos. Él hablaba de pequeña burguesía. Una clase social intermedia entre los dos grandes polos de la sociedad capitalista: los proletarios, que no poseen más que su fuerza de trabajo; y la gran burguesía, dueña del capital, de las fábricas, de los bancos y de los grandes negocios.

 

   “La clase media trabajadora no existe. Es una fantasia. Lo que hay son trabajadores  con miedo a reconocerse como tales.”

 

    ¿Quiénes componían esa pequeña burguesía? Pues artesanos, tenderos, pequeños comerciantes, agricultores con tierras propias y profesionales liberales que no trabajaban para nadie. Gente que, aunque no eran ricos, eran, no obstante, propietarios de algo, y por eso estaban fuera del proletariado.

 

     Pero esa clase tenía un problema: estaba atada a un destino inestable. O crecían y pasaban a ser capitalistas… o se hundían y acababan convirtiéndose en asalariados. Y Marx, que era un hombre muy directo y no se andaba con rodeos, razonó y adelantó cual seria su destino: esa clase estaba condenada a desaparecer.

 

 

LA PEQUEÑA BURGUESÍA: UNA CLASE EN VÍAS DE EXTINCIÓN

     La pequeña burguesía fue, desde los comienzos del capitalismo, una clase social frágil. Ni tenía la fuerza colectiva de la clase obrera organizada, ni el poder económico y político de la gran burguesía. Era una clase individualista por naturaleza, empeñada en defender su independencia económica a toda costa.

 

“Hoy el proletariado ya no lleva necesariamente  un mono azul: lleva portátil, gafas de pasta y una ansiedad que lo mata .”

 

    Durante el siglo XIX, el desarrollo del capitalismo industrial comenzó a aplastarla. Las grandes fábricas arrasaban con los talleres artesanales. Las grandes cadenas comerciales absorbían a los pequeños comerciantes. Los bancos desplazaban al ahorro familiar.
 

    Muchos de estos pequeños propietarios, ante la imposibilidad de competir, se veían forzados a cerrar sus negocios y pasar al bando de los asalariados.

 

    A lo largo del siglo XX, surgieron nuevos grupos sociales con apariencia de independencia: profesionales liberales, autónomos, pequeños empresarios. Pero todos ellos vivían también bajo una presión permanente: si no crecían, desaparecían. Muchos pasaban a depender de préstamos, créditos, alquileres… ya no eran dueños libres de nada.

 

    La antigua pequeña burguesía terminó desapareciendo como clase sólida. Lo que sí quedó fue un espejismo sociológico: millones de personas que no son ni una cosa ni la otra, y que por eso mismo resultan fácilmente manipulables.

 

 

QUÉ FUE LO QUE PASÓ CON ESA "CLASE MEDIA"

     Durante gran parte del siglo XX, sobre todo en los países ricos, esa capa intermedia pareció multiplicarse. Gracias al desarrollo del llamado "Estado del bienestar" y la expansión de los servicios públicos, aparecieron nuevos grupos sociales: médicos, profesores, funcionarios, administrativos, técnicos. No eran obreros industriales, pero tampoco grandes empresarios.

 

   A eso se le comenzó a llamar “clase media”. Un término vago, pero cómodo, muy cómodo. Ser “clase media” era sentirse en el justo equilibrio. Ni pobre, ni rico.

 

   Pero en ese cambio terminológico había una trampa: muchas de esas personas, aunque ganaran un poco más, no dejaban de ser asalariadas. Sus vidas seguían dependiendo de un sueldo. Si perdían su trabajo, lo perdían todo. Se trataba de  trabajadores… que no querían verse como trabajadores.

 

 

EL DISCURSO DE LACLASE MEDIA TRABAJADORA”

     Es aquí donde entra el relato político. El presidente del Gobierno español, el socialdemócrata Pedro Sánchez, como antes lo hizo el ex premier británico Tony Blair, popularizó la fórmula “clase media trabajadora”. Se trataba de la mezcla calculada de dos palabras que suenan muy bien: “media” para no ser pobre, “trabajadora” para no parecer rica.
 

    Un administrativo precario, una enfermera mal pagada, un técnico sobrecualificado… todos ellos se sienten parte de esa "clase media" que Sánchez promete proteger. Pero todos ellos dependen también de un salario. Son realmente clase trabajadora.

 

   Gracias a ese discurso, se les ha hecho creer que se encuentran “en otro lado” del mapa social. Que su título, su coche híbrido y su suscripción a Netflix parece distinguirlos. Pero no es verdad. Su situación material no ha cambiado. Solo su percepción es la que lo ha hecho.

 

 

 EL PERFIL PSICOLÓGICO DEL ASALARIADO MEDIO

    La gran victoria del sistema capitalista es que el asalariado medio no se reconozca como tal. Vive en una contradicción constante: sabe que depende de un sueldo, pero rechaza ser trabajador. Se aferra a símbolos para sentirse “mejor”: su educación, su consumo, su estética. Vive con miedo a caer. Se compara hacia abajo, no hacia arriba. Se siente frustrado, pero también orgulloso. Cree que el problema es “individual”, no estructural. Y, mientras tanto, no protesta. No se organiza. No se identifica con nadie.

 

    El relato de la “clase media trabajadora” le da tranquilidad. Le proporciona una identidad falsa que lo paraliza.

 

 

LAS NUEVAS FORMAS DE PROLETARIZACIÓN

    En el siglo XXI, proletarizar no es quitarte lo poco que tienes. Es hacerte creer que vas bien mientras te despojan sin que lo notes. Hoy se proletariza al becario eterno, al falso autónomo, al freelance sin horarios ni seguro médico, al joven con máster y contrato temporal.


A todos ellos se les llama “profesionales”, “independientes”, “colaboradores”. Pero no tienen derechos, ni estabilidad, ni control sobre su trabajo. Son proletarios de nuevo tipoTrabajan desde casa, conectados pero solos. Sin compañeros, sin sindicato, sin estructura colectiva. Y encima, agradecidos, porque creen que son “libres”.

 

      La nueva proletarización también es cognitiva: saber mucho y valer poco. Titulados que no pueden pagar una casa, ni ahorrar, ni tener hijos. Están sobreformados para trabajos sin futuro. Pero están también convencidos de que todo es temporal. Que “ya llegará algo mejor”.

 

    Y además, están endeudados hasta los huesos. Hipotecas, préstamos, cuotas, suscripciones. Trabajan más… para pagar más. La deuda es la nueva cadena.  Pero lo más perverso de todo es que no se sienten proletarios. Se sienten “atascados”, “bloqueados”,en transición”. Como si lo que les sucede fuera tan solo una fase, no una estructura.
Y, justamente, es esa confusión es lo que el sistema necesita.

 

 

¿Y ENTONCES QUÉ SOMOS?

     Pensamos que es hora ya de dejar las etiquetas cómodas. Si dependes de un salario, si no tienes medios de producción, si tu vida está hipotecada al empleo… no eres “clase media trabajadora”. Eres, simplemente un trabajador o una trabajadora.
 

    Y reconocerlo no es una derrota. Es solo el principio de cualquier posible transformación.

 

(*) MANUEL MEDINA es profesor de Historia y divulgador de temas relacionados con esa materia

 

FUENTES CONSULTADAS

“¿Ya sabes a qué clase social perteneces?” – Canarias-Semanal.org

“Exequias por la clase obrera” – Canarias-Semanal.org

“El concepto de ‘clase media trabajadora’ es un artificio…” – Canarias-Semanal.org

- Discursos de Pedro Sánchez sobre las clases medias – 

“Las clases medias:  y la  trama de la diversidad” – PDF

“La estructura de clases según Marx”  

“Los conceptos elementales del materialismo histórico”  

“La ideología alemana y otros textos”  

 
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