
CÁDIZ ARDE CON LA HUELGA DEL METAL: "NINGÚN ACUERDO SIN RATIFICACIÓN DE LA ASAMBLEA"
La protesta se convierte en referente para otros sectores precarios de la clase trabajadora.
Con miles de trabajadores movilizados y la amenaza de una huelga indefinida, el sector del metal en Cádiz ha vuelto a erigirse como símbolo de organización obrera. Enfrentamientos con la policía, cortes masivos y una plataforma de reivindicaciones surgida desde la base marcan un conflicto que no es solo laboral, sino profundamente político y social.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde el pasado miércoles 18 de junio, la provincia de Cádiz vive una de las movilizaciones laborales más contundentes de los últimos años. Los trabajadores del sector del metal —especialmente de astilleros como Navantia, Dragados Offshore y otras industrias auxiliares— han salido en masa a las calles, paralizando la Bahía en respuesta al estancamiento de las negociaciones de su convenio colectivo.
Lo que comenzó con paros intermitentes ha desembocado en cortes de tráfico, enfrentamientos con la policía y la amenaza inminente de una huelga indefinida, que se activaría a partir de este lunes 23 si no hay avances reales.
El conflicto afecta a cerca de 30.000 personas y ha encendido las principales arterias de la provincia. Las columnas de trabajadores han bloqueado los accesos a Cádiz, cortado vías ferroviarias y provocado una respuesta policial con al menos nueve detenciones y varios heridos. La protesta, sin embargo, no es solo numérica ni disruptiva: tiene un fuerte contenido simbólico, ya que el sector del metal en Cádiz ha sido históricamente un bastión de organización obrera.
EL METAL COMO REFERENTE DE LUCHA
Quienes protagonizan la huelga lo expresan sin ambigüedades:
“Cuando salimos a la calle, la Bahía se para. No es prepotencia, es el poder de la organización”, señalan los trabajadores en sus comunicados.
Lejos de buscar privilegios, argumentan que su capacidad de movilización debería servir de ejemplo y estímulo para otros sectores menos organizados.
“Si otros colectivos pudieran movilizarse con tanta fuerza, no habría camareros cotizando por cuatro horas tras jornadas de doce, ni convenios como el de limpieza con años caducados”.
Para ellos, el conflicto del metal no es solo por su convenio, sino una lucha que afecta a toda la clase trabajadora.
"Eso -aseguran- lo saben bien tanto la patronal como el gobierno".
Por eso recuerdan con amargura la represión vivida en 2021, cuando se desplegaron tanquetas contra los manifestantes, y denuncian la criminalización actual por parte de ciertos medios de comunicación que intentan enfrentar al conjunto de la población contra los huelguistas.
UNA PLATAFORMA QUE NACE DE LA BASE
Uno de los elementos más destacados del conflicto es que las reivindicaciones han sido aprobadas de forma asamblearia por la base de los trabajadores, sin delegar las decisiones exclusivamente en los comités sindicales.
Los trabajadores han comenzado una campaña de recogida de firmas en cada factoría para respaldar su plataforma de mejoras, con la que esperan presionar tanto a la patronal como a las instituciones implicadas.
Entre sus principales exigencias se encuentra el cumplimiento íntegro del convenio colectivo vigente para todos los trabajadores del sector. Denuncian que en muchas factorías se permite la entrada de empresas que operan bajo convenios ajenos al del metal, precarizando aún más las condiciones laborales. Exigen, asimismo, la regularización del contrato fijo discontinuo, que actualmente se utiliza —afirman— de forma abusiva para encubrir inestabilidad estructural.
Otra reclamación central de la plataforma de trabajadores es la necesidad de garantizar que las empresas no acumulen impagos a sus trabajadores sin consecuencias, algo que, según los huelguistas, ocurre con demasiada frecuencia en el sector. Reclaman también la instauración inmediata de un coeficiente reductor que permita la jubilación anticipada, dada la dureza física de su trabajo y los riesgos asociados.
La denuncia de las llamadas “listas negras” entre empresas subcontratistas —usadas para vetar a trabajadores por razones sindicales o conflictivas— también ocupa un lugar destacado. Exigen que se impida su uso y circulación mediante un sistema de vigilancia eficaz. Para garantizar todo esto, proponen la creación de un órgano independiente que actúe como garante del cumplimiento del convenio, señalando que las denuncias ante Inspección de Trabajo resultan, en la práctica, ineficaces.
Citan incluso el artículo 54 del convenio de Navantia, que establece el deber de las empresas subcontratistas de respetar los convenios aplicables, y que prevé la constitución de una Comisión Central de Ordenación de la Industria Auxiliar para velar por ello. Reclaman que se dé cumplimiento real a este marco ya firmado.
Finalmente, denuncian como ilegítima cualquier presentación de acuerdos ya cerrados sin haber pasado antes por el refrendo de las asambleas.
“Ningún convenio debe firmarse a espaldas de quienes trabajamos cada día en las factorías”, afirman con firmeza.
ENTRE LA DIGNIDAD Y EL DESPRECIO
El conflicto no ha dejado de lado el debate público. Los huelguistas han pedido disculpas a la ciudadanía por los daños colaterales de la movilización, explicando que, aunque les duele afectar al pueblo de Cádiz, no ven otra salida para defender sus derechos.
“Nos importa la gente que sufre como nosotros —dicen—, la que ya no puede vivir en el casco antiguo ni llegar a fin de mes”. "Esa parte del pueblo -afirman- ha entendido la protesta y ha respondido con aplausos".
LA BAHÍA, OTRA VEZ EN PIE
La Bahía de Cádiz se ha convertido de nuevo en símbolo de resistencia obrera. Una tierra con tradición de lucha que, para los trabajadores del metal, no debe reducirse al turismo ni al carnaval.
“La organización de la clase trabajadora, de la gente normal, es nuestra revolución”, sentencian.
A escasas horas de un posible estallido en forma de huelga indefinida, los focos están puestos en la negociación de última hora. Pase lo que pase, los trabajadores han dejado clara una cosa: no permitirán que se negocie su futuro sin su voz y sin su voto.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Desde el pasado miércoles 18 de junio, la provincia de Cádiz vive una de las movilizaciones laborales más contundentes de los últimos años. Los trabajadores del sector del metal —especialmente de astilleros como Navantia, Dragados Offshore y otras industrias auxiliares— han salido en masa a las calles, paralizando la Bahía en respuesta al estancamiento de las negociaciones de su convenio colectivo.
Lo que comenzó con paros intermitentes ha desembocado en cortes de tráfico, enfrentamientos con la policía y la amenaza inminente de una huelga indefinida, que se activaría a partir de este lunes 23 si no hay avances reales.
El conflicto afecta a cerca de 30.000 personas y ha encendido las principales arterias de la provincia. Las columnas de trabajadores han bloqueado los accesos a Cádiz, cortado vías ferroviarias y provocado una respuesta policial con al menos nueve detenciones y varios heridos. La protesta, sin embargo, no es solo numérica ni disruptiva: tiene un fuerte contenido simbólico, ya que el sector del metal en Cádiz ha sido históricamente un bastión de organización obrera.
EL METAL COMO REFERENTE DE LUCHA
Quienes protagonizan la huelga lo expresan sin ambigüedades:
“Cuando salimos a la calle, la Bahía se para. No es prepotencia, es el poder de la organización”, señalan los trabajadores en sus comunicados.
Lejos de buscar privilegios, argumentan que su capacidad de movilización debería servir de ejemplo y estímulo para otros sectores menos organizados.
“Si otros colectivos pudieran movilizarse con tanta fuerza, no habría camareros cotizando por cuatro horas tras jornadas de doce, ni convenios como el de limpieza con años caducados”.
Para ellos, el conflicto del metal no es solo por su convenio, sino una lucha que afecta a toda la clase trabajadora.
"Eso -aseguran- lo saben bien tanto la patronal como el gobierno".
Por eso recuerdan con amargura la represión vivida en 2021, cuando se desplegaron tanquetas contra los manifestantes, y denuncian la criminalización actual por parte de ciertos medios de comunicación que intentan enfrentar al conjunto de la población contra los huelguistas.
UNA PLATAFORMA QUE NACE DE LA BASE
Uno de los elementos más destacados del conflicto es que las reivindicaciones han sido aprobadas de forma asamblearia por la base de los trabajadores, sin delegar las decisiones exclusivamente en los comités sindicales.
Los trabajadores han comenzado una campaña de recogida de firmas en cada factoría para respaldar su plataforma de mejoras, con la que esperan presionar tanto a la patronal como a las instituciones implicadas.
Entre sus principales exigencias se encuentra el cumplimiento íntegro del convenio colectivo vigente para todos los trabajadores del sector. Denuncian que en muchas factorías se permite la entrada de empresas que operan bajo convenios ajenos al del metal, precarizando aún más las condiciones laborales. Exigen, asimismo, la regularización del contrato fijo discontinuo, que actualmente se utiliza —afirman— de forma abusiva para encubrir inestabilidad estructural.
Otra reclamación central de la plataforma de trabajadores es la necesidad de garantizar que las empresas no acumulen impagos a sus trabajadores sin consecuencias, algo que, según los huelguistas, ocurre con demasiada frecuencia en el sector. Reclaman también la instauración inmediata de un coeficiente reductor que permita la jubilación anticipada, dada la dureza física de su trabajo y los riesgos asociados.
La denuncia de las llamadas “listas negras” entre empresas subcontratistas —usadas para vetar a trabajadores por razones sindicales o conflictivas— también ocupa un lugar destacado. Exigen que se impida su uso y circulación mediante un sistema de vigilancia eficaz. Para garantizar todo esto, proponen la creación de un órgano independiente que actúe como garante del cumplimiento del convenio, señalando que las denuncias ante Inspección de Trabajo resultan, en la práctica, ineficaces.
Citan incluso el artículo 54 del convenio de Navantia, que establece el deber de las empresas subcontratistas de respetar los convenios aplicables, y que prevé la constitución de una Comisión Central de Ordenación de la Industria Auxiliar para velar por ello. Reclaman que se dé cumplimiento real a este marco ya firmado.
Finalmente, denuncian como ilegítima cualquier presentación de acuerdos ya cerrados sin haber pasado antes por el refrendo de las asambleas.
“Ningún convenio debe firmarse a espaldas de quienes trabajamos cada día en las factorías”, afirman con firmeza.
ENTRE LA DIGNIDAD Y EL DESPRECIO
El conflicto no ha dejado de lado el debate público. Los huelguistas han pedido disculpas a la ciudadanía por los daños colaterales de la movilización, explicando que, aunque les duele afectar al pueblo de Cádiz, no ven otra salida para defender sus derechos.
“Nos importa la gente que sufre como nosotros —dicen—, la que ya no puede vivir en el casco antiguo ni llegar a fin de mes”. "Esa parte del pueblo -afirman- ha entendido la protesta y ha respondido con aplausos".
LA BAHÍA, OTRA VEZ EN PIE
La Bahía de Cádiz se ha convertido de nuevo en símbolo de resistencia obrera. Una tierra con tradición de lucha que, para los trabajadores del metal, no debe reducirse al turismo ni al carnaval.
“La organización de la clase trabajadora, de la gente normal, es nuestra revolución”, sentencian.
A escasas horas de un posible estallido en forma de huelga indefinida, los focos están puestos en la negociación de última hora. Pase lo que pase, los trabajadores han dejado clara una cosa: no permitirán que se negocie su futuro sin su voz y sin su voto.
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