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Martes, 01 de Abril de 2025 Tiempo de lectura:

ISRAEL E IRÁN: UNA ESCALADA BÉLICA QUE PUEDE DEVOLVERNOS AL PALEOLÍTICO (VÍDEO)

La ofensiva de Israel y la respuesta iraní arrastran al mundo a una guerra sin control, mientras las potencias occidentales aplauden el fuego. La advertencia de Fidel Castro vuelve a sonar con fuerza: el peligro es nuclear.

Misiles, muertos, líderes asesinados y el estrecho de Ormuz bajo amenaza. La guerra entre Israel e Irán ya no es una posibilidad, sino una trágica realidad. Hace más de una década, el líder cubano Fidel Castro, en uno de sus últimos pronunciamientos públicos, advirtió severamente al mundo acerca del momento que hoy nos encontramos viviendo... y el pronóstico resultaba realmente pavoroso. Vea el mensaje que entonces difundió.

 

 

POR M. RELTI  PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

     Hay una línea en la historia de los pueblos que, cuando se cruza, deja de haber marcha atrás. A menudo, los imperios la cruzan sin pestañear, creyendo que sus bombas pueden redactar los relatos del futuro. En Oriente Próximo, esa línea parece haber sido pisoteada.

 

     En los últimos días, Israel ha desatado una campaña militar de gran intensidad contra Irán. Bajo el pretexto de “preservar su seguridad”, ha bombardeado instalaciones iraníes, incluyendo —según fuentes internacionales— centros vinculados al programa nuclear y posiciones de la Guardia Revolucionaria.

 

 

 “Nuestra venganza apenas comienza. Ahora sabrán lo que es pagar un precio alto”, dijo un alto oficial iraní.

 

    La respuesta iraní no se hizo esperar. Teherán lanzó una ofensiva de represalia bajo el nombre de Promesa Veraz 3, atacando con misiles balísticos objetivos sensibles dentro de Israel, como la base de inteligencia militar de Glilot, cerca de Tel Aviv

 


ESCALADA SIN FRENO

 

    En esta nueva espiral bélica, más de 250 personas han muerto, la mayoría en territorio iraní

     Entre las víctimas se encuentran altos cargos del aparato militar y nuclear de Irán, incluyendo el comandante de la Guardia Revolucionaria, Hoseein Salamí, y el jefe de la inteligencia militar. Israel, asimismo, ha sido también golpeado con decenas de misiles, provocando víctimas civiles y daños considerables en varias ciudades.

 

     Ambas potencias han mantenido durante décadas una enemistad latente, pero hoy la confrontación ha escalado a niveles que rozan lo nuclear. La región entera tiembla al borde de un conflicto regional con dimensiones globales. El estrecho de Ormuz —por donde transita el 20% del petróleo mundial— está en riesgo de convertirse en un campo minado. Cualquier obstrucción en esa vía supondría un golpe directo al corazón de la economía global

 

 

OCCIDENTE CIERRA FILAS… CON TEL AVIV

    

    En este escenario de máxima tensión, la respuesta de las potencias occidentales ha sido inequívoca: cerrar filas con Israel. El G7, en una declaración conjunta, replicó punto por punto la narrativa del gobierno israelí y del presidente estadounidense Donald Trump, culpando a Irán de ser “la principal fuente de inestabilidad regional” y defendiendo “el derecho de Israel a defenderse”

 

  “La narrativa de Trump ha sido asumida palabra por palabra por Europa”,  

 

 

    Francia, Alemania y el Reino Unido han asumido sin matices el discurso de la administración estadounidense, obviando que fue Israel quien lanzó los primeros ataques.

 

    El Pentágono, por su parte, insiste en que su participación es “defensiva”, pero los hechos desmienten esa retórica. Buques estadounidenses han sido reposicionados estratégicamente en la región, y se han detectado movimientos de aviones militares norteamericanos operando en coordinación con la fuerza aérea israelí

.

     Chris Hedges, periodista y ex corresponsal de guerra, ha advertido que esta alianza belicista entre neoconservadores estadounidenses y el gobierno de Netanyahu tiene un objetivo claro: provocar un conflicto con Irán que obligue a Estados Unidos a implicarse militarmente en una guerra de grandes proporciones.

 


TRUMP: GASOLINA SOBRE EL FUEGO

 

     El expresidente Donald Trump ha reaparecido en el centro del tablero geopolítico con su habitual estilo agresivo. Tras abandonar de forma precipitada la cumbre del G7 en Canadá, lanzó desde su red Truth Social un mensaje claro:

 

“¡Todos deben evacuar Teherán inmediatamente!”

 

     Poco después, en declaraciones recogidas por el madrileño  "El País", exigió la “rendición total” de Irán y el fin definitivo de su programa nuclear.

 

  “Es la paz mundial lo que está en juego”, dijo Fidel. Y hoy, esa frase es más actual que nunca.

 

     Su actitud —en apariencia errática— parece responder a una lógica electoral y de cálculo imperial: mostrarse como el líder implacable que doblega enemigos y reestablece la hegemonía de EE. UU. en un mundo multipolar que se le escapa.  Trump vuelve a demostrar que su brújula moral sigue desorientada, pero no por ello es menos peligrosa.

 

 

 UNA REGIÓN AL LÍMITE… Y EL MUNDO TAMBIÉN

 

     La confrontación entre Israel e Irán no es una guerra localizada. A pesar de que los misiles caen en Tel Aviv y en Teherán, las ondas sísmicas del conflicto se sienten mucho más allá del Golfo Pérsico.

 

     Irán no es Libia, ni Siria, ni Irak. Es un país de casi 90 millones de habitantes, del tamaño de Europa Occidental, con una posición geoestratégica clave y alianzas firmes con potencias como China y Rusia

 

     Posee además un arsenal importante de misiles balísticos, una Guardia Revolucionaria curtida, y la capacidad de paralizar con minas o fuego el estrecho de Ormuz. Cualquier ataque masivo contra su infraestructura nuclear o militar podría desencadenar una respuesta que pondría en jaque no sólo a Israel, sino a las bases estadounidenses en la región, y por extensión, al equilibrio mundial.

 

    El periodista Chris Hedges advierte que los neoconservadores estadounidenses, los mismos arquitectos de las guerras de Afganistán e Irak, quieren repetir la jugada con Irán. Buscan reafirmar el poder estadounidense arrojando “de vez en cuando un pequeño país contra la pared y destrozándolo”

 

 PERO IRÁN NO ES PEQUEÑO. NO ES SUMISO. Y NO ESTÁ SOLO.

 

    Desde su tribuna en el Parlamento, el presidente iraní Masoud Pezeshkian ha llamado a conformar un “frente común” contra el Estado israelí. En paralelo, Hizbulá ha intensificado su retórica y se sospecha que algunos ataques en territorio israelí podrían haber contado con su cooperación táctica.

 

     La posibilidad de que Siria, Irak o incluso Yemen entren en la ecuación no es descartable. El polvorín está encendido. Sólo falta saber en qué dirección soplará el viento.

 


UN VIEJO VATICINIO VUELVE A SONAR

     En medio de la incertidumbre, resurge una voz que advirtió sobre todo esto hace más de una década. Fidel Castro, en uno de sus últimos pronunciamientos públicos sobre política internacional, fue categórico:

 

    “Si Israel y Estados Unidos atacan a Irán, provocarán una guerra nuclear.  Los líderes de las potencias deben ser responsables. No pueden cruzar una línea de la cual jamás podrán retroceder. Es la paz mundial lo que está en juego”

   

      En aquel entonces, muchos en las cancillerías occidentales se apresuraron a descartar sus palabras calificándolas de “alarmistas”. Pero hoy, con el petróleo disparado, los misiles surcando el cielo de Oriente Próximo, y las grandes potencias nucleares que se disputan con ferocidad los espacios geopolíticos y los mercados, la advertencia del líder desaparecido cobra un sentido trágicamente literal.

 

    El conflicto ha entrado ya en una fase que supera la lógica de la “disuasión”. Ni Israel ni Irán parecen dispuestos a frenar. Cada bomba arrastrada por el viento sobre Tel Aviv o Isfahán es también una bomba sobre la estabilidad mundial. Mientras los líderes occidentales emiten comunicados calcados unos de otros, la lógica bélica se impone al sentido común.

 


¿Y DESPUÉS... QUÉ?

 

    El viejo imperialismo, disfrazado hoy de “derecho a defenderse”, ha vuelto a demostrar que sólo sabe reproducirse a través del conflicto. Y lo hace no en defensa de su seguridad, sino de su dominio. La escalada contra Irán es menos una reacción ante una amenaza que una maniobra para reafirmar el control occidental sobre una región cada vez más desobediente.

 

     Y es ahí donde radica el núcleo del problema: el conflicto no es sólo entre dos Estados. Es entre dos lógicas históricas. La del dominio y la del desafío. La del neocolonialismo y la de la soberanía. La del imperio y la del derecho de los pueblos a no ser pisoteados.

 

    Hoy más que nunca, conviene recordar las palabras del dirigente cubano: hay líneas que, si se cruzan, no permiten retroceso. Si la guerra escala y se extiende, no habrá ganador. Sólo habrá ruinas.

 

    Y entonces, como en tantas otras ocasiones en la historia, será demasiado tarde para arrepentirse.

 

(VIDEO) LA  ADVERTENCIA DE FIDEL CASTRO  SOBRE LAS REPERCUSIONES DE UNA GUERRA iSRAEL- IRAN

 

 

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