
YOLANDA DÍAZ Y LA FARSA DE LOS 48 MINUTOS DE REDUCCIÓN EN LAS JORNADAS LABORALES
El último gesto simbólico de la vicepresidenta del Gobierno
Yolanda Díaz ha presentado la reducción de la jornada laboral como una importantísima transformación histórica. Sin embargo, los 48 minutos menos por semana a los que finalmente se ha visto reducida no cambian las condiciones estructurales del trabajo en España. Se trata de un gesto simbólico, que más bien actúa como herramienta de legitimación del mismo orden que dice combatir (...).
Por A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
¿Es posible que reducir 48 minutos de jornada semanal se anuncie como un “hito histórico”? En la España de 2025, sí. Especialmente si el anuncio proviene de Yolanda Díaz, la vicepresidenta y ministra de Trabajo cuya trayectoria política ilustra con crudeza cómo la más absoluta vacuidad, y la asunción del proyecto socioliberal del Gobierno del que forma parte, puede tratar de ocultarse tras una gestualidad, insufriblemente cursi, de sonrisas forzadas.
Yolanda Díaz, ha hecho de la reducción de jornada uno de sus grandes estandartes. Con titulares cuidadosamente diseñados, ha proclamado una rebaja de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales. Sin embargo, este "gran logro", se ha traducido a 48 minutos menos por semana. Es decir, menos de 10 minutos al día. Algo que, según Díaz, representa una trascendental “transformación del modelo laboral”.
Nos encontramos, una vez más, ante un gesto de puro marketing político. Una medida simbólica que ni siquiera está garantizada en términos de aplicación real, mientras la precariedad y el abuso laboral continúan campando a sus anchas en sectores como la hostelería, el teletrabajo desregulado o la subcontratación masiva.
EL VACÍO DETRÁS DEL DISCURSO
La propuesta ha sido presentada como una conquista de la “izquierda transformadora”, aunque el supuesto avance estrella consista en una rebaja irrisoria de minutos mientras la edad de jubilación se eleva a los 67 años y la temporalidad sigue sin atajarse. La ecuación es evidente: nos dan 48 minutos ahora… pero trabajaremos dos años más al final del camino.
La realidad es que la medida, tal y como está planteada, resulta completamente compatible con los intereses de la patronal. Diversos medios han revelado que la CEOE y otras organizaciones empresariales ya están presionando para condicionarla a cambios en la llamada "flexibilidad laboral", en la redistribución irregular de jornadas o en el reforzamiento de horas extraordinarias. Es decir: la reducción nominal podría terminar encubriendo nuevas formas de explotación.
UN "LOGRO" APLAZADO… HASTA 2026
Por si ello fuera poco, el Gobierno ya ha abierto la puerta a aplazar la entrada en vigor hasta 2026. De momento, no hay un calendario cerrado, y la ley ni siquiera ha sido aprobada con el respaldo parlamentario necesario. Junts ha anunciado enmiendas a la totalidad, mientras que CC.OO. y UGT han recibido la propuesta con la complicidad con la que asumen cualquier propuesta del Gobierno "progresista". Mientras tanto, miles de trabajadores siguen sin poder conciliar, sin poder parar ni un día, sin que se les reconozcan horas extra, sin descansos efectivos.
Se habla de una reducción “histórica”, mientras se continúa tolerando la esclavitud laboral del siglo XXI bajo múltiples disfraces: becas encadenadas, falsos autónomos, contratos basura en prácticas y jornadas “partidas” que impiden toda vida personal.
DÍAZ: ENTRE LA “SORORIDAD” VACÍA Y LA PASARELA DE FORBES
Para comprender la lógica de esta política simbólica hay que entender también el personaje de Yolanda Díaz, convertida en marca de sí misma. Bautizada por la prensa conservadora como “la Fashionaria” por su afición a los trajes de lujo y su presencia en revistas de moda, Díaz es el emblema de una nueva "izquierda" identitaria, absolutamente desideologizada y adaptada a las exigencias del capitalismo, que disfraza con palabras como “amor”, “sororidad” o “cuidados” una política profundamente neoliberal que incluye la aceptación de los planeste bélicos y de remilitarización impuestos por la OTAN y la Unión Europea.
La ministra que impulsó una reforma laboral aplaudida por la CEOE, FAES y hasta por ex ministras del PP, como Fátima Báñez, ahora quiere presentarse como la heredera de las luchas obreras. Pero su currículum la desmiente. Ha bendecido una reforma laboral que mantuvo intactos los mecanismos de flexibilidad y debilitamiento de la negociación colectiva impuestos por Rajoy y ahora lanza esta reducción anecdótica de la jornada laboral como si fuera la huelga general del siglo XXI.
FORBES LA APLAUDE, LA OTAN TAMBIÉN
Que Forbes haya reconocido a Díaz como una de las “100 mujeres más influyentes de España” no es una anécdota. Es un síntoma. La misma revista que celebra el capitalismo salvaje y la concentración obscena de riqueza la coloca en la misma lista que la heredera de Inditex, Marta Ortega, o la marquesa de Casa Peñalver.
Y es que Díaz, lejos de incomodar al sistema, contribuye a sostenerlo con un maquillaje tan superficial como su propia imagen. Con su defensa de las políticas de rearme, su apoyo entusiasta al envío de armas a Ucrania o su justificación de las bases militares norteamericanas en suelo español pareciera estar preparando el terreno para su futuro fichaje en alguna gran empresa del IBEx 35, por la vía de las puertas giratorias, o incluso su fichaje en la "Casa Común" del Partido Socialista.
UN MODELO DE GESTIÓN BASADO EN LA FARSA
En este contexto, la vergonzosa reducción de jornada de 48 minutos menos por semana se ha convertido en otro de sus números teatrales. Como en su día lo fue el "gran logro" de la subida del salario mínimo —medida también consensuada con los grandes grupos empresariales—, esta reducción es útil para los titulares y las campañas de imagen, pero insignificante en términos de impacto estructural.
La medida de Yolanda Díaz no es más que una operación de maquillaje. Una reforma cosmética, de efecto placebo, que no resuelve ningún problema real del mercado laboral español. Ni combate la precariedad, ni garantiza derechos, ni enfrenta al poder empresarial. Solo vende ilusión, reproduciendo una la lógica del reformismo tan descafeinado que, según todas las encuestas electorales, podría llevar a esa amalgama de partidos llamada Sumar a la más absoluta irrelevancia en las próximas citas electorales.
Por A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
¿Es posible que reducir 48 minutos de jornada semanal se anuncie como un “hito histórico”? En la España de 2025, sí. Especialmente si el anuncio proviene de Yolanda Díaz, la vicepresidenta y ministra de Trabajo cuya trayectoria política ilustra con crudeza cómo la más absoluta vacuidad, y la asunción del proyecto socioliberal del Gobierno del que forma parte, puede tratar de ocultarse tras una gestualidad, insufriblemente cursi, de sonrisas forzadas.
Yolanda Díaz, ha hecho de la reducción de jornada uno de sus grandes estandartes. Con titulares cuidadosamente diseñados, ha proclamado una rebaja de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas semanales. Sin embargo, este "gran logro", se ha traducido a 48 minutos menos por semana. Es decir, menos de 10 minutos al día. Algo que, según Díaz, representa una trascendental “transformación del modelo laboral”.
Nos encontramos, una vez más, ante un gesto de puro marketing político. Una medida simbólica que ni siquiera está garantizada en términos de aplicación real, mientras la precariedad y el abuso laboral continúan campando a sus anchas en sectores como la hostelería, el teletrabajo desregulado o la subcontratación masiva.
EL VACÍO DETRÁS DEL DISCURSO
La propuesta ha sido presentada como una conquista de la “izquierda transformadora”, aunque el supuesto avance estrella consista en una rebaja irrisoria de minutos mientras la edad de jubilación se eleva a los 67 años y la temporalidad sigue sin atajarse. La ecuación es evidente: nos dan 48 minutos ahora… pero trabajaremos dos años más al final del camino.
La realidad es que la medida, tal y como está planteada, resulta completamente compatible con los intereses de la patronal. Diversos medios han revelado que la CEOE y otras organizaciones empresariales ya están presionando para condicionarla a cambios en la llamada "flexibilidad laboral", en la redistribución irregular de jornadas o en el reforzamiento de horas extraordinarias. Es decir: la reducción nominal podría terminar encubriendo nuevas formas de explotación.
UN "LOGRO" APLAZADO… HASTA 2026
Por si ello fuera poco, el Gobierno ya ha abierto la puerta a aplazar la entrada en vigor hasta 2026. De momento, no hay un calendario cerrado, y la ley ni siquiera ha sido aprobada con el respaldo parlamentario necesario. Junts ha anunciado enmiendas a la totalidad, mientras que CC.OO. y UGT han recibido la propuesta con la complicidad con la que asumen cualquier propuesta del Gobierno "progresista". Mientras tanto, miles de trabajadores siguen sin poder conciliar, sin poder parar ni un día, sin que se les reconozcan horas extra, sin descansos efectivos.
Se habla de una reducción “histórica”, mientras se continúa tolerando la esclavitud laboral del siglo XXI bajo múltiples disfraces: becas encadenadas, falsos autónomos, contratos basura en prácticas y jornadas “partidas” que impiden toda vida personal.
DÍAZ: ENTRE LA “SORORIDAD” VACÍA Y LA PASARELA DE FORBES
Para comprender la lógica de esta política simbólica hay que entender también el personaje de Yolanda Díaz, convertida en marca de sí misma. Bautizada por la prensa conservadora como “la Fashionaria” por su afición a los trajes de lujo y su presencia en revistas de moda, Díaz es el emblema de una nueva "izquierda" identitaria, absolutamente desideologizada y adaptada a las exigencias del capitalismo, que disfraza con palabras como “amor”, “sororidad” o “cuidados” una política profundamente neoliberal que incluye la aceptación de los planeste bélicos y de remilitarización impuestos por la OTAN y la Unión Europea.
La ministra que impulsó una reforma laboral aplaudida por la CEOE, FAES y hasta por ex ministras del PP, como Fátima Báñez, ahora quiere presentarse como la heredera de las luchas obreras. Pero su currículum la desmiente. Ha bendecido una reforma laboral que mantuvo intactos los mecanismos de flexibilidad y debilitamiento de la negociación colectiva impuestos por Rajoy y ahora lanza esta reducción anecdótica de la jornada laboral como si fuera la huelga general del siglo XXI.
FORBES LA APLAUDE, LA OTAN TAMBIÉN
Que Forbes haya reconocido a Díaz como una de las “100 mujeres más influyentes de España” no es una anécdota. Es un síntoma. La misma revista que celebra el capitalismo salvaje y la concentración obscena de riqueza la coloca en la misma lista que la heredera de Inditex, Marta Ortega, o la marquesa de Casa Peñalver.
Y es que Díaz, lejos de incomodar al sistema, contribuye a sostenerlo con un maquillaje tan superficial como su propia imagen. Con su defensa de las políticas de rearme, su apoyo entusiasta al envío de armas a Ucrania o su justificación de las bases militares norteamericanas en suelo español pareciera estar preparando el terreno para su futuro fichaje en alguna gran empresa del IBEx 35, por la vía de las puertas giratorias, o incluso su fichaje en la "Casa Común" del Partido Socialista.
UN MODELO DE GESTIÓN BASADO EN LA FARSA
En este contexto, la vergonzosa reducción de jornada de 48 minutos menos por semana se ha convertido en otro de sus números teatrales. Como en su día lo fue el "gran logro" de la subida del salario mínimo —medida también consensuada con los grandes grupos empresariales—, esta reducción es útil para los titulares y las campañas de imagen, pero insignificante en términos de impacto estructural.
La medida de Yolanda Díaz no es más que una operación de maquillaje. Una reforma cosmética, de efecto placebo, que no resuelve ningún problema real del mercado laboral español. Ni combate la precariedad, ni garantiza derechos, ni enfrenta al poder empresarial. Solo vende ilusión, reproduciendo una la lógica del reformismo tan descafeinado que, según todas las encuestas electorales, podría llevar a esa amalgama de partidos llamada Sumar a la más absoluta irrelevancia en las próximas citas electorales.
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