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Sábado, 01 de Marzo de 2025 Tiempo de lectura:

BOICOTEAR A ISRAEL PODRÍA LLEVARTE 20 AÑOS A PRISIÓN EN EEUU.

¿Qué hay detrás del ataque a la libertad de expresión en nombre del antisemitismo?

La Camara de Representantes estadounidense está a punto de aprobar una ley que criminaliza el boicot a Israel. Una medida que constituye un ataque directo a la libertad de expresión y revela la subordinación del poder legislativo de ese país al lobby sionista que lo financia. Pero frente al silencio impuesto, surgen voces valientes en ese país que no esta dispuestos a renunciar a la justicia.

 

REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG

 

      Mientras el mundo presencia horrorizado la matanza de miles de palestinos en Gaza, la Cámara de Representantes de Estados Unidos está a punto de votar un proyecto de ley que podría enviar a la cárcel a quienes se atrevan a expresar su rechazo a través del boicot. 

 

     La medida, impulsada por congresistas fuertemente alineados con el lobby israelí, no es solo un ataque a la libertad de expresión; es también un claro reflejo de la subordinación del poder legislativo estadounidense a los intereses del capital internacional y del imperialismo sionista.

 

“ESTA LEY NO DEFIENDE A UN PUEBLO, SINO LOS INTERESES DE UN RÉGIMEN OPRESOR ”

 

UNA LEY PARA CALLAR A LOS QUE DENUNCIAN LA INJUSTICIA

 

     El proyecto, llamado “Ley Antiboicot de Organizaciones Internacionales” (IGO Anti-Boycott Act), contempla penas de hasta 20 años de prisión o multas de hasta un millón de dólares para quienes apoyen boicots promovidos por entidades como la ONU o la Unión Europea contra Israel y sus asentamientos. 

 

     Estos boicots, pacíficos y legítimos, buscan frenar la colonización de Palestina, el apartheid institucionalizado y la limpieza étnica que el Estado israelí lleva a cabo impunemente desde hace décadas.

 

    La propuesta no surge del vacío: responde a una ofensiva global contra el movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), una campaña internacional no violenta, inspirada en la lucha contra el apartheid sudafricano, que pretende presionar a Israel para que cumpla con el derecho internacional. El BDS se ha convertido en una amenaza, no porque sea violento, sino porque es eficaz. Y esa eficacia es lo que aterroriza a los defensores del statu quo.

 

LA CÁMARA, REHÉN DE SUS PROPIAS MISERIAS

 

      Este ataque a la libertad de expresión no puede entenderse fuera del contexto más amplio del dominio del capital financiero y del complejo militar-industrial sobre las instituciones políticas de EE. UU. 

 

       El Congreso, tanto por parte de los republicanos como de amplios sectores demócratas, actúa en defensa no de los derechos de los pueblos, sino de los intereses de las grandes corporaciones que se benefician de la industria armamentista y de la expansión geopolítica de Estados Unidos en Oriente Medio.

 

“EL BOICOT NO ES CRIMEN: ES UNA HERRAMIENTA DE LOS PUEBLOS CONTRA EL PODER”

 

     Detrás de esta ley están grupos como AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel), uno de los lobbies más poderosos del país, y la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), ambos dedicados a blindar al régimen israelí de cualquier forma de presión. 

    En esta lógica, no se defiende a Israel por razones morales o históricas, sino porque cumple una función de custodio  y puesto de avanzada del imperialismo occidental en una región enormemente rica en recursos estratégicos.

 

LOS QUE NO CALLAN: TESTIMONIOS DE DIGNIDAD

 

     A pesar de la amenaza de criminalización, muchas voces en EE. UU. siguen alzándose en favor de la justicia y los derechos del pueblo palestino.

 

     Rebecca Vilkomerson, exdirectora de Jewish Voice for Peace, una organización judía que apoya el BDS, fue incluida en la lista negra del Estado israelí. Aun así, sostiene que

 

   “es fundamental luchar por la igualdad y la libertad para todos en Israel/Palestina”.

 

    Su compromiso es una prueba de que no todos los judíos apoyan las políticas del Estado de Israel, desmontando uno de los argumentos más repetidos para deslegitimar el boicot.

 

     También hay esperanza en las nuevas generaciones. Estudiantes como Eleanora Ginsborg, de origen judío, y Hala Abdallah y Samar Omer, de origen palestino, han forjado alianzas en las universidades estadounidenses para promover la solidaridad entre pueblos oprimidos.

 

    Desde organizaciones estudiantiles como Students for Justice in Palestine y Jewish Voice for Peace, estos jóvenes desafían la narrativa oficial y construyen una resistencia conjunta, basada en la dignidad, la empatía y la acción política.

 

 

“LOS QUE SE ATREVEN A LEVANTAR LA VOZ POR PALESTINA SON LOS VERDADEROS DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS”

 

BOICOT COMO HERRAMIENTA DE LUCHA POPULAR

 

    El boicot, como forma de lucha pacífica, no es nuevo. Ha sido una herramienta del proletariado y de los pueblos oprimidos para enfrentar al capital y sus representantes estatales. En este caso, boicotear a Israel es rechazar no solo un régimen colonial y racista, sino también el papel que cumple dentro del sistema imperialista global. No se trata de un capricho moral individual, sino de una táctica colectiva de presión contra quienes obtienen beneficios de la opresión.

 

     La ley que criminaliza esta forma de resistencia busca precisamente desactivar esa capacidad organizativa. Es un intento desesperado del poder por evitar que la opinión pública se convierta en fuerza material, por impedir que la solidaridad se traduzca en organización.

 

 LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN BAJO AMENAZA

 

      La ley antiboicot representa una peligrosa deriva autoritaria en el corazón del supuesto “mundo libre”. Criminalizar la disidencia es un acto propio de regímenes que temen a sus pueblos

 

    Pero como enseña la historia del movimiento obrero y de los pueblos en lucha, las leyes injustas no detienen las luchas justas. La solidaridad con Palestina, lejos de apagarse, crecerá con cada intento de silenciarla.

 

FUENTES CONSULTADAS:

 

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