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EUROPA REARMA AL CAPITAL: LA "AUTONOMÍA ESTRATÉGICA" COMO NUEVA FASE IMPERIALISTA

Los orígenes y fines reales del actual proyecto europeo

Mientras la crisis del orden mundial sacude los cimientos del viejo continente, las élites europeas proponen una solución conocida: más integración, más militarización y más subordinación al capital. Pero ¿qué se esconde realmente tras el nuevo entusiasmo por una “Europa soberana”? Este artículo analiza el verdadero origen del proyecto europeo, revela sus intereses de clase y plantea una alternativa socialista construida desde abajo, por y para los pueblos.

 

REDACCIÓN CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

  Vivimos un momento clave en la historia reciente del continente europeo. Tras décadas de una integración basada en la subordinación a Estados Unidos bajo el paraguas político-militar de la OTAN y la Pax Americana, la irrupción de Donald Trump, el desgaste del poder hegemónico estadounidense y el avance de potencias como China y Rusia han encendido todas las alarmas en las capitales europeas.

 

    Ahora, la idea de una "Europa soberana" ya no se presenta solo como un deseo idealista de unidad, sino como una exigencia estratégica de las clases dominantes europeas. Bajo esta narrativa, la "soberanía europea" no es otra cosa que una propuesta de recomposición imperialista ante el declive relativo del imperio estadounidense y la necesidad de adaptarse a un nuevo orden multipolar.

 

     La justificación es clara: si Estados Unidos ya no es un socio fiable, Europa debe valerse por sí misma. Pero ¿qué significa eso realmente? 

 

      En los hechos, se está promoviendo una integración vertical que pone como primer paso la creación de presupuestos militares gigantescos, como los fondos europeos de defensa, la exención del freno de deuda para el gasto en armamento o el desarrollo de nuevos sistemas de combate franco-alemanes como el FCAS y el MGCS.

 

     Lejos de responder a una lógica de protección civil o de construcción de paz, estos fondos funcionan como subsidios estatales encubiertos para reactivar grandes conglomerados industriales europeos en crisis, especialmente en Alemania y Francia.

 

    Nos encontramos, pues, ante un intento de reindustrialización europea por la vía militar, usando la excusa de una amenaza externa para impulsar un nuevo ciclo de acumulación capitalista. No se trata de proteger a los pueblos de Europa, sino de salvar al capital europeo de su propio estancamiento estructural.

 

     La pregunta de fondo, entonces, no es si Europa debe ser soberana, sino para quién será esa soberanía. Porque si esa "autonomía estratégica" solo sirve para blindar el control del capital sobre la vida social y para reprimir las luchas populares en nombre de la seguridad y la estabilidad, nos encontraríamos ante una distopía, no ante una esperanza.

 

LOS ORÍGENES Y FINES REALES DEL ACTUAL PROYECTO EUROPEO

 

    El origen del proyecto europeo está íntimamente ligado a la reorganización del capitalismo occidental después de la Segunda Guerra Mundial. Europa se encontraba devastada y necesitaba reconstrucción, pero también contención: contener al comunismo y al movimiento obrero europeo.

 

     Para las burguesías europeas, —que hay que recordar que una buena parte de ellas estuvieron estrechamente comprometidas con los regímenes fascistas durante la Segunda Guerra Mundial- la unificación no era una meta en sí misma, sino un medio para protegerse y fortalecerse

 

   El Plan Marshall de EE. UU. fue el primer empujón: ayuda económica a cambio de apertura de mercados y cooperación intereuropea. La CECA, creada en 1951, unió a países clave para gestionar juntos el carbón y el acero: materias primas estratégicas para la industria y el armamento.

 

DEL MERCADO COMÚN A LA EUROPA DEL CAPITAL

 

     La Comunidad Económica Europea (CEE) en 1957,  marcó el paso a una unión de mercados. Se estableció la libre circulación de bienes, capitales, servicios y personas, pero bajo lógica de competitividad, no de solidaridad. 

 

   El euro sirvió para consolidar esta arquitectura neoliberal: se eliminó la soberanía monetaria y se impusieron reglas fiscales durísimas. Resultado: austeridad, desigualdad y dominación financiera del norte sobre el sur.

 

 

     Alemania usó la UE como plataforma para expandir su poder económico. Francia también la utilizó para preservar su influencia en el ámbito geopolítico y en sus excolonias. Juntos, diseñaron una Europa funcional a sus burguesías, blindada frente a las demandas populares.

  

ALTERNATIVAS SOCIALISTAS A LA "UNIÓN DEL CAPITAL"

 

         Un mundo capitalista globalizado no se podrá enfrentar desde pequeños Estados. Pero una unidad bajo los designios del capital solo traería más guerra, precariedad y represión. Sin embargo, una alternativa socialista europea nos permitiría reconvertir la industria, planificar de forma ecológica, garantizar servicios públicos de calidad y abrir las fronteras a la solidaridad, no al racismo.

 

 

     Para que esta alternativa pueda ser posible, no basta con protestar. Hay que pasar a construir una herramienta política de la clase trabajadora a nivel europeo. Se hacen precisos partidos, sindicatos, movimientos que coordinen luchas, generen propuestas y apuesten por un internacionalismo de combate.

 

 

     La única Europa posible es la que construyan los pueblos en lucha. La tarea de la izquierda no es maquillar la UE ni pedir reformas imposibles, sino construir un proyecto propio, con otras reglas, otra base económica y otro sujeto histórico: el proletariado europeo organizado.

 

 
 
 
 
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