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Viernes, 08 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:

80 AÑOS DE MENTIRAS: EL BOMBARDEO ATÓMICO SOBRE UN JAPÓN QUE YA ESTÁ DISPUESTO A RENDIRSE

Una advertencia al mundo con Moscú como destinatario

El 6 y 9 de agosto de 1945 marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad. Durante décadas, se justificaron los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki como actos inevitables para acabar con la guerra. Hoy, los documentos revelan otra verdad: Estados Unidos sabía que Japón quería rendirse.

Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

  Hace ochenta años, Hiroshima y Nagasaki fueron arrasadas por bombas atómicas en una decisión que—hoy lo sabemos—no estuvo motivada por una necesidad estratégica de los Estados Unidos. Altos mandos estadounidenses, como el general Henry Arnold y el almirante William Leahy, admitieron en sus memorias que Japón ya estaba al borde del colapso y dispuesto a rendirse, y describieron el uso de estas armas como una elección moral equivocada 

 

Un enemigo ya derrotado
 

   En agosto de 1945, Japón se encontraba militar y moralmente derrotado. La pérdida de sus principales aliados —Italia en 1943 y Alemania en mayo de 1945—, el bloqueo económico, el bombardeo sistemático de ciudades y la inminente entrada de la Unión Soviética en la guerra lo habían dejado sin margen de maniobra.

 

   Numerosos altos mandos estadounidenses sabían que la rendición japonesa era cuestión de tiempo. El general Henry Arnold, comandante de las Fuerzas Aéreas del Ejército, escribió que “con bomba atómica o sin ella, los japoneses ya estaban al borde del colapso”. William Leahy, jefe del Estado Mayor, fue aún más contundente: “Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse”.

 

   La única condición que Japón exigía era mantener al emperador como símbolo nacional, sin poderes ejecutivos. Una fórmula aceptada por Estados Unidos apenas días después de haber arrojado las bombas. ¿Por qué, entonces, no antes?

 

El experimento nuclear sobre cuerpos humanos
 

   Hiroshima fue atacada el 6 de agosto. La bomba de uranio “Little Boy” arrasó la ciudad y mató a más de 140.000 personas en los meses siguientes. Nagasaki fue bombardeada el 9 de agosto con “Fat Man”, una bomba de plutonio que dejó otros 80.000 muertos. La elección de Nagasaki fue prácticamente aleatoria: el objetivo inicial, Kokura, estaba nublado.

 

    Pero el segundo ataque no solo fue innecesario, sino que según muchos expertos fue un auténtico experimento en condiciones reales sobre seres humanos. El general Carter Clarke, jefe de inteligencia de la ocupación estadounidense en Japón, lo reconoció sin rodeos: “Cuando no necesitábamos hacerlo, y sabíamos que no necesitábamos hacerlo, y ellos sabían que nosotros sabíamos que no necesitábamos hacerlo, usamos a los ciudadanos japoneses como experimento para dos bombas atómicas”.

 

  El verdadero mensaje: Moscú
 

   Los ataques a Hiroshima y Nagasaki deben leerse en el marco geopolítico emergente. Estados Unidos sabía que la URSS planeaba invadir Japón desde el norte y no deseaba compartir la victoria ni permitir que Japón cayera parcialmente bajo la órbita soviética.

 

  El bombardeo fue un mensaje cifrado a Stalin: la nueva era estaba marcada por el poder nuclear estadounidense. No fue un acto desesperado de guerra, sino un gesto fundacional del orden bipolar que vendría después.

 

  Como han documentado múltiples fuentes, incluso se evaluó lanzar una tercera bomba sobre Tokio, propuesta descartada solo porque la ciudad ya estaba arrasada por los bombardeos convencionales.


   La narrativa oficial insiste en que las bombas salvaron cientos de miles de vidas estadounidenses al evitar una invasión terrestre. Sin embargo, el US Strategic Bombing Survey de 1946 concluyó que “Japón se habría rendido incluso si no se hubieran lanzado las bombas atómicas, incluso si Rusia no hubiera entrado en la guerra”.

 

   Eisenhower, entonces Comandante Supremo Aliado, escribió que lanzar la bomba fue innecesario y que Japónya buscaba una manera de rendirse con el mínimo desprestigio”. John McCloy, subsecretario de Guerra, aseguró que si se hubiese aceptado mantener al emperador, “nunca habríamos tenido que lanzar la bomba”.

 

   ¿Por qué se ignoraron todas esas voces? Porque lanzar la bomba cumplía una doble función: inaugurar el nuevo poder global de Estados Unidos y poner a prueba la nueva arma en escenarios reales.

 

De la barbarie a la condecoración
 

   Muchos de los responsables de este acto, lejos de ser juzgados, fueron condecorados. El general Curtis LeMay, artífice de los bombardeos incendiarios previos sobre Tokio —que mataron a 100.000 personas en una sola noche— fue más tarde homenajeado por el propio gobierno japonés. En 1964 recibió la Orden del Sol Naciente, máximo honor civil japonés, pese a que fue él quien arrasó sistemáticamente ciudades enteras con napalm y fósforo blanco.

  

  La crueldad no solo fue militar. La revista Time, tras el bombardeo, publicó en portada una imagen con el disco rojo de la bandera japonesa tachado por una X. Para Occidente, no fue un crimen; fue una hazaña.

 

  En Estados Unidos se bendijo la bomba desde los púlpitos. Truman agradeció a Dios por “haber recibido antes que nuestros enemigos” ese poder absoluto. Churchill rezaba para que ese horror “fuese fuente perenne de prosperidad”.

 

  Detrás de esa retórica mesiánica se escondía una lógica imperial: el mundo debía aceptar que Estados Unidos no solo había ganado la guerra, sino que estaba dispuesto a dictar las reglas del futuro.

 

Un espejo para el presente
 

   Hoy, en 2025, el "legado" de Hiroshima y Nagasaki sigue vivo, no solo en las cicatrices de los sobrevivientes, sino en el peligro latente de la guerra nuclear. Estados Unidos e Israel atacan instalaciones nucleares en Irán. India y Pakistán intercambian amenazas atómicas. La OTAN empuja a Ucrania a intensificar su ofensiva. Y el reloj del Juicio Final marca 89 segundos antes de la medianoche, su punto más cercano a la catástrofe desde que existe.

 

  El pasado no es solo memoria: es advertencia. Si el mundo olvida lo que pasó realmente en agosto de 1945, corre el riesgo de repetirlo.


   Las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki no fueron la culminación inevitable de una guerra, sino el comienzo de una nueva forma de dominación global. Con ellas, Estados Unidos no solo destruyó dos ciudades, sino que instauró la era del chantaje nuclear como política internacional.  Ochenta años después, lo que urge no es solo conmemorar a las víctimas, sino derribar las mentiras que las sepultaron bajo un hongo radiactivo.

 
 
 
 
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  • Chorche

    Chorche | Viernes, 08 de Agosto de 2025 a las 10:42:07 horas

    EE.UU. es el único país que ha lanzado la bomba atómica; lo hizo hace 80 años
    Los imperialistas yanquis asesinaron a más de 400.000 personas en Hiroshima y Nagasaki. Nunca han pagado por ello. Con los organismos internacionales a sus pies, siempre han gozado de insultante impunidad. Y, para mayor desfachatez, pretenden dar clase de derechos humanos a todo el mundo. Y de democracia, para más escarnio.
    Resulta cuando menos llamativo cómo quien ha sido el único que ha lanzado la bomba atómica se arrogue el derecho de quien puede, o no, estar en posesión de armas nucleares. Nos estamos refiriendo a Estados Unidos que, con el gobierno presidido por Harry S. Truman (del partido Demócrata, para que luego nos digan que este es mejor que el Republicano), fueron lanzadas dos bombas atómicas, hoy hace 80 años.
    El 6 de agosto de 1945, una bomba de uranio bautizada “Little Boy” y lanzada desde el bombardero norteamericano “Enola Gay” redujo a cenizas la ciudad japonesa de Hiroshima. Fue el primer ataque nuclear de la historia y en él murieron más de 200.000 personas. Tres días más tarde, Estados Unidos lanzó otra bomba atómica contra la ciudad, también japonesa, de Nagasaki. Unas 140.000 personas murieron como consecuencia directa de esta segunda bomba atómica, pero el número de víctimas mortales creció a 217.137 en las décadas posteriores.
    Ojalá ningún país tuviera armas nucleares. Pero si alguno, en especial, no debería tenerlas bajo ningún concepto, ese es precisamente Estados Unidos.
    Los imperialistas yanquis asesinaron a más de 400.000 personas en Hiroshima y Nagasaki. Nunca han pagado por ello. Con los organismos internacionales a sus pies, siempre han gozado de insultante impunidad. Y, para mayor desfachatez, pretenden dar clase de derechos humanos a todo el mundo. Y de democracia, para más escarnio.
    (Insurgente **** )

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  • Karls Sanchz

    Karls Sanchz | Viernes, 08 de Agosto de 2025 a las 10:18:14 horas

    En el mundo del hampa , los distintos clanes se imponen unos sobre otros gracias a las acciones mas atroces que se puedan imaginar y en esto EEUU siempre ha ido por delante. Asi que se erigió en el "capo di tutti i capi" .
    Desde hace años que tuve conocimiento del libro "War is a Racket" (La guerra es un latrocinio o La guerra es una estafa) que escribio el general Smedley Darlington Butler (1881-1940) , donde denunciaba la utilizacion del ejercito en guerra que solo beneficiaba al Wall Street , Este libro detalla cómo EEUU intervino militarmente en Hispanoámerica para beneficio de las grandes compañías estadounidenses, pasando el costo de la guerra finalmente a los ciudadanos estadounidenses. Se inckuye en otras aseveraciones como estas :
    " Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de las grandes empresas de Wall Street y sus banqueros . En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo " ; "... Pero cuando miro hacia atrás considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gángster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como marine, operé en tres continentes "

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