
SIRIA BAJO FUEGO: EL GENOCIDIO QUE LOS GRANDES CONTENDIENTES PREFIEREN "IGNORAR"
Testimonios sobrevivientes denuncian la complicidad internacional en el genocidio de minorías religiosas en Siria.
Mientras el mundo mira hacia otro lado, las comunidades alauita, cristiana y drusa en Siria enfrentan una nueva ola de violencia extrema. Masacres, secuestros y ejecuciones públicas han convertido a regiones como Latakia y Tartus en cementerios al aire libre. ¿Por qué nadie habla de este genocidio?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Mientras la atención internacional se desvía hacia otros conflictos, en Siria se sigue librando una guerra que muchos prefieren ignorar. En las regiones de Latakia, Tartus y Jableh, comunidades enteras están siendo arrasadas sistemáticamente por los grupos yihadistas que dominan el noroeste del país. El Hay'at Tahrir al-Sham (HTS), surgido de las cenizas de Al-Qaeda en Siria, se ha convertido en el principal perpetrador de estos crímenes.
"Los sacaron de nuestras casas y los fusilaron frente a todos. Quemaron todo lo que dejamos atrás."
Si bien la violencia extrema contra alauitas, cristianos y drusos no es nueva, en los últimos meses ha alcanzado niveles alarmantes. Ataques dirigidos, ejecuciones masivas y el uso de combatientes extranjeros han sido documentados en zonas que hasta hace poco se consideraban seguras. El silencio de la comunidad internacional no solo permite estas atrocidades, sino que las legitima.
LAS MASACRES QUE NADIE QUIERE NOMBRAR
- Latakia: el horror regresa
El 20 de enero de 2024, un grupo de militantes armados irrumpió en aldeas alauitas en las afueras de Latakia.
Testigos afirman que los atacantes hablaron en distintos idiomas, lo que sugiere la presencia de combatientes extranjeros. Según informes locales, al menos 50 personas fueron ejecutadas en plazas públicas, mientras que otras 200 fueron secuestradas y trasladadas a zonas bajo control yihadista.
"Nos sacaron de nuestras casas a la fuerza. Fusilaron a los hombres y se llevaron a las mujeres y los niños. Quemaron todo lo que dejamos atrás", relató un sobreviviente, ahora refugiado en Tartus
"Los atacantes hablaban distintos idiomas. No eran sirios, eran extranjeros enviados para exterminarnos.
- Tartus: el exterminio sistemático
El 10 de febrero de 2024, un convoy de refugiados que intentaba regresar a sus hogares en Tartus fue emboscado en la carretera M4. Decenas de personas fueron asesinadas a tiros. Las autoridades locales acusan a HTS de organizar la masacre como parte de una estrategia para impedir el retorno de los desplazados y consolidar su control sobre la región.
"Nos dijeron que podríamos volver a casa, pero cuando intentamos hacerlo, nos emboscaron. Disparaban contra cualquiera que se moviera. No querían que volviéramos", cuenta Amira, una mujer que perdió a su hermano en el ataque.
- Jableh: los secuestros masivos
En marzo de 2024, más de 100 personas fueron secuestradas en Jableh por combatientes de HTS. La mayoría eran agricultores y comerciantes que habían regresado a la ciudad tras meses de desplazamiento.
Sus familias no han recibido noticias desde entonces. Algunos videos difundidos en redes sociales muestran a los rehenes en cautiverio, forzados a hacer declaraciones bajo amenaza.
"Mi hijo fue tomado prisionero. No sabemos si sigue vivo. Nos han pedido dinero, pero sabemos que, aunque paguemos, nunca lo liberarán", lamenta una madre desesperada.
¿QUIÉNES SON LOS VERDUGOS? EL ROL DE LOS COMBATIENTES EXTRANJEROS
Los testimonios de los sobrevivientes coinciden en un punto: muchos de los atacantes no son sirios. Se ha identificado la presencia de chechenos, uzbekos y norteafricanos entre los combatientes de HTS. Estos grupos han recibido entrenamiento y apoyo logístico de potencias extranjeras interesadas en mantener el caos en Siria.
Un excombatiente de HTS que logró desertar reveló en una entrevista que la mayoría de los reclutas reciben instrucción militar en campamentos en Turquía antes de ser enviados a Siria.
"Nos decían que íbamos a luchar por la libertad, pero la misión era otra: exterminar a quienes no compartían nuestra ideología. Vi ejecuciones de niños. No podía seguir con eso y escapé", confesó.
EL SILENCIO CÓMPLICE DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
A pesar de la creciente evidencia de crímenes de guerra, los medios occidentales siguen presentando la situación en Siria como un "conflicto entre el régimen y la oposición", minimizando las atrocidades cometidas por grupos yihadistas.
"No es una guerra, es un genocidio. Pero el mundo ha decidido ignorarlo."
Un activista de derechos humanos en Damasco denunció la doble moral de la comunidad internacional:
"Si esto estuviera pasando en otro país, el mundo estaría horrorizado. Pero como ocurre en Siria, lo ignoran. No es una guerra. Es un genocidio".
Las Naciones Unidas han emitido declaraciones de preocupación, pero no han tomado acciones concretas para detener la violencia. Mientras tanto, las potencias que alguna vez financiaron a estos grupos siguen negando su responsabilidad en el desastre que ayudaron a crear.
UN FUTURO SIN JUSTICIA
Para los habitantes de Latakia, Tartus y Jableh, la esperanza de justicia es cada vez más lejana. Las aldeas destruidas, los desaparecidos y los muertos son testigos de un genocidio que el mundo prefiere no ver.
Sin embargo, el pueblo sirio no olvida. Los sobrevivientes siguen alzando la voz, esperando que algún día la verdad salga a la luz. El silencio de la comunidad internacional es la mayor prueba de su complicidad.
FUENTES CONSULTADAS:
- Human Rights Watch: Informe sobre crímenes en Siria
- Amnistía Internacional: Documentación de masacres
- The Grayzone: Investigaciones sobre terrorismo en Siria
- Middle East Eye: Reportes sobre combatientes extranjeros
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Mientras la atención internacional se desvía hacia otros conflictos, en Siria se sigue librando una guerra que muchos prefieren ignorar. En las regiones de Latakia, Tartus y Jableh, comunidades enteras están siendo arrasadas sistemáticamente por los grupos yihadistas que dominan el noroeste del país. El Hay'at Tahrir al-Sham (HTS), surgido de las cenizas de Al-Qaeda en Siria, se ha convertido en el principal perpetrador de estos crímenes.
"Los sacaron de nuestras casas y los fusilaron frente a todos. Quemaron todo lo que dejamos atrás."
Si bien la violencia extrema contra alauitas, cristianos y drusos no es nueva, en los últimos meses ha alcanzado niveles alarmantes. Ataques dirigidos, ejecuciones masivas y el uso de combatientes extranjeros han sido documentados en zonas que hasta hace poco se consideraban seguras. El silencio de la comunidad internacional no solo permite estas atrocidades, sino que las legitima.
LAS MASACRES QUE NADIE QUIERE NOMBRAR
- Latakia: el horror regresa
El 20 de enero de 2024, un grupo de militantes armados irrumpió en aldeas alauitas en las afueras de Latakia.
Testigos afirman que los atacantes hablaron en distintos idiomas, lo que sugiere la presencia de combatientes extranjeros. Según informes locales, al menos 50 personas fueron ejecutadas en plazas públicas, mientras que otras 200 fueron secuestradas y trasladadas a zonas bajo control yihadista.
"Nos sacaron de nuestras casas a la fuerza. Fusilaron a los hombres y se llevaron a las mujeres y los niños. Quemaron todo lo que dejamos atrás", relató un sobreviviente, ahora refugiado en Tartus
"Los atacantes hablaban distintos idiomas. No eran sirios, eran extranjeros enviados para exterminarnos.
- Tartus: el exterminio sistemático
El 10 de febrero de 2024, un convoy de refugiados que intentaba regresar a sus hogares en Tartus fue emboscado en la carretera M4. Decenas de personas fueron asesinadas a tiros. Las autoridades locales acusan a HTS de organizar la masacre como parte de una estrategia para impedir el retorno de los desplazados y consolidar su control sobre la región.
"Nos dijeron que podríamos volver a casa, pero cuando intentamos hacerlo, nos emboscaron. Disparaban contra cualquiera que se moviera. No querían que volviéramos", cuenta Amira, una mujer que perdió a su hermano en el ataque.
- Jableh: los secuestros masivos
En marzo de 2024, más de 100 personas fueron secuestradas en Jableh por combatientes de HTS. La mayoría eran agricultores y comerciantes que habían regresado a la ciudad tras meses de desplazamiento.
Sus familias no han recibido noticias desde entonces. Algunos videos difundidos en redes sociales muestran a los rehenes en cautiverio, forzados a hacer declaraciones bajo amenaza.
"Mi hijo fue tomado prisionero. No sabemos si sigue vivo. Nos han pedido dinero, pero sabemos que, aunque paguemos, nunca lo liberarán", lamenta una madre desesperada.
¿QUIÉNES SON LOS VERDUGOS? EL ROL DE LOS COMBATIENTES EXTRANJEROS
Los testimonios de los sobrevivientes coinciden en un punto: muchos de los atacantes no son sirios. Se ha identificado la presencia de chechenos, uzbekos y norteafricanos entre los combatientes de HTS. Estos grupos han recibido entrenamiento y apoyo logístico de potencias extranjeras interesadas en mantener el caos en Siria.
Un excombatiente de HTS que logró desertar reveló en una entrevista que la mayoría de los reclutas reciben instrucción militar en campamentos en Turquía antes de ser enviados a Siria.
"Nos decían que íbamos a luchar por la libertad, pero la misión era otra: exterminar a quienes no compartían nuestra ideología. Vi ejecuciones de niños. No podía seguir con eso y escapé", confesó.
EL SILENCIO CÓMPLICE DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL
A pesar de la creciente evidencia de crímenes de guerra, los medios occidentales siguen presentando la situación en Siria como un "conflicto entre el régimen y la oposición", minimizando las atrocidades cometidas por grupos yihadistas.
"No es una guerra, es un genocidio. Pero el mundo ha decidido ignorarlo."
Un activista de derechos humanos en Damasco denunció la doble moral de la comunidad internacional:
"Si esto estuviera pasando en otro país, el mundo estaría horrorizado. Pero como ocurre en Siria, lo ignoran. No es una guerra. Es un genocidio".
Las Naciones Unidas han emitido declaraciones de preocupación, pero no han tomado acciones concretas para detener la violencia. Mientras tanto, las potencias que alguna vez financiaron a estos grupos siguen negando su responsabilidad en el desastre que ayudaron a crear.
UN FUTURO SIN JUSTICIA
Para los habitantes de Latakia, Tartus y Jableh, la esperanza de justicia es cada vez más lejana. Las aldeas destruidas, los desaparecidos y los muertos son testigos de un genocidio que el mundo prefiere no ver.
Sin embargo, el pueblo sirio no olvida. Los sobrevivientes siguen alzando la voz, esperando que algún día la verdad salga a la luz. El silencio de la comunidad internacional es la mayor prueba de su complicidad.
FUENTES CONSULTADAS:
- Human Rights Watch: Informe sobre crímenes en Siria
- Amnistía Internacional: Documentación de masacres
- The Grayzone: Investigaciones sobre terrorismo en Siria
- Middle East Eye: Reportes sobre combatientes extranjeros
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