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Viernes, 07 de Febrero de 2025 Tiempo de lectura:

CHINA Y LA CUESTIÓN PALESTINA: ENTRE UNA "NEUTRAL EQUIDISTANCIA" Y LOS INTERESES COMERCIALES

¿Cómo concilia China su discurso de "apoyo a la autodeterminación" con sus relaciones comerciales y militares con Israel?

China dice mantiene una retórica de apoyo a la autodeterminación de los pueblos, incluida la causa palestina. Sin embargo, su estrechísima relación comercial con Israel y su enfoque pragmático en política exterior plantean serios interrogantes sobre la coherencia de su postura. ¿Es esa equidistancia una estrategia de equilibrio o un mero truco mercantil para engañar a aquellos paisese que, incomprensiblemente, todavía continúan creyendo que en el gobierno de Pekín todavía queda algún rescoldo de socialismo.

 

 

Por MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

     Resulta curioso observar cómo un gobierno que se autoproclama "socialista",- aunque la esencia de ese peculiar socialismo tenga "características estrictamente chinas"-, y cuyos predecesores históricos mostraron genuina simpatía hacia las causas de liberación y autodeterminación de los pueblos, se ve atrapado hoy en una contradicción que raya los límites de lo absurdo.

 

   En declaraciones oficiales, los portavoces gubernamentales  chinos alzan la voz en defensa de los oprimidos reivindicando, por ejemplo, "el derecho del pueblo palestino a combatir" contra lo que describen correctamente como dominación y colonialismo. Sin embargo, al mismo tiempo, la práctica cotidiana de Pekín demuestra una repugnante equidistancia que parece más interesada en preservar sus relaciones comerciales y estratégicas que en tomar partido de forma clara ante lo que acontece en Gaza.

 

 

  "El comercio con Israel  no solo involucra intercambios en sectores estratégicos, sino que también incluye el suministro de tecnología militar, como son los drones de la compañía DaJiang Innovation Technology, que son utilizados sistemáticamente en operaciones de control y represión".

 

 

 

     La imagen que pretende proyectar China ante el mundo es la de un defensor de la autodeterminación y de la lucha contra la opresión. En diversos foros internacionales los dirigentes chinos enfatizan incluso el reconocimiento del derecho a la lucha armada en contextos de opresión colonial, diferenciando este tipo de lucha del terrorismo. Este discurso, en apariencia, encaja con un planteamiento correcto de justicia global y solidaridad con los pueblos oprimidos.  

 

      Sin embargo, al analizar detenidamente el contexto, se hace evidente que las palabras son tan solo una parte de un entramado que se trata de esconder. Detrás de esa retórica, lo que subyace siempre es una política de intereses que coloca el beneficio económico y la consolidación geopolítica por encima de cualquier otro tipo de compromiso ideológico.

 

      La paradoja queda en evidencia al observar cuáles son las relaciones bilaterales de China. Mientras su apoyo retórico a la causa palestina se presenta en forma de declaraciones en las que se condena el derramamiento de sangre y se exige el cese inmediato del fuego israelí, la realidad muestra también una postura de “no tomar partido” que le permite, sin mayores inconvenientes, dar continuidad a una relación comercial muy lucrativa y estrecha  con el Estado sionista. 

  

     En términos económicos, las cifras son elocuentes: las exportaciones chinas a Palestina son extremadamente modestas y se enmarcan dentro de una estrategia regional. Pero el monto de su comercio con Israel alcanza volúmenes multimillonarios, especialmente en sectores tan estratégicos como son el de la tecnología de punta, los semiconductores y el equipamiento militar.

 

     Este hipócrita doble juego, -la defensa pública de la autodeterminación y, simultáneamente, la adhesión a relaciones comerciales que favorecen a un actor político  que se destaca por la vulneración brutal de los más básicos derechos humanos–, pone en evidencia la contradicción inherente al conjunto de la política exterior china. La imagen de un Estado comprometido con la lucha contra la opresión se diluye cuando se tiene en cuenta que detrás de ese discurso se encuentra una estrategia que prioriza la estabilidad de sus relaciones internacionales y el acceso a mercados y tecnologías que resultan vitales para su crecimiento económico.

 

   Bajo esta lógica, el “no pedir nada cambio" de la política china se vuelve un eslogan que encierra una amarga ironía. Viene a cuento recordar a este respecto, el comentario del presidente ultraliberal argentino Javier Milei, quien, dejando a un lado la retórica contra el país asiático que utilizó durante su campaña electoral, calificó a China como un “socio comercial muy interesante”, precisamente, puntualizó, por "no exigir nada a cambio".

    

    Tal afirmación, lejos de ser un elogio desinteresado, viene a subrayar la falta de compromiso real que se traduce en una neutralidad calculada como la del gobierno chino. Esa estrategia de equidistancia adoptada por Pekín no es fruto de una moderación moral, sino de una determinación consciente destinada a preservar intereses comercialmente expansionistas que, a la larga, garantizarán su proyección en un escenario global cada vez más competitivo.

 

 

   "Con el artificio la "política de la equidistancia", el gobierno de  Pekin desea presentarse ante el mundo como legítimo heredero del espíritu de emancipación de sus ancestros ideológicos, mientras que en la práctica su modelo y relaciones  económicas se rigen por las mismas lógicas del mercado que hoy dominan el sistema capitalista global".

 

   

    Los gobernantes chinos evitan emitir juicios categóricos que puedan comprometer relaciones con otros actores internacionales, lo que implica una  suerte de parálisis  cataléptica a la hora de tomar partido. La defensa de los derechos humanos, que en teoría debería ser inquebrantable para un gobierno que, -todavía- continúa enorgulleciéndose de su herencia ideológica revolucionaria, se ve relegada a un segundo plano frente a la necesidad de mantener abiertos canales económicos y tecnológicos.

 

    La contradicción es, por tanto, escandalosamente palpable. Mientras en el discurso se alaba la causa palestina y se subraya el derecho a la lucha contra la opresión, en la práctica se opta por una neutralidad que beneficia a su propia esfera comercial.

 

    Y es que el comercio con Israel, -todo hay que decirlo -, no solo involucra intercambios en sectores estratégicos, sino que también incluye el suministro de tecnología militar –como son los drones de la compañía DaJiang Innovation Technology– que son utilizados sistemáticamente en operaciones de control y represión. Esta realidad incuestionable desvirtúa el discurso que proclama la defensa de los derechos y la autodeterminación, dejando en evidencia que el interés económico y la consolidación geopolítica se anteponen a cualquier pretensión moral.

 

   La estrategia de equidistancia se presenta, en este contexto, como una especie de escudo que le permite a China transitar de puntillas por el complicado terreno de la política internacional sin comprometer demasiado sus relaciones con actores clave. No obstante, esta "neutralidad con peculiaridades chinas" está dejando de pasar desapercibida para  sectores de la opinión internacional. La imagen de un gigante "socialista" que, a pesar de sus orígenes y de su discurso solidario, opta por no comprometerse en situaciones críticas, no puede interpretarse de otra forma que como un vivo reflejo de las contradicciones propias de un sistema en el que el pragmatismo capitalista y el beneficio económico parecen tener siempre la última palabra.

 

     Con este artificio de la equidistancia, el gobierno de Pekín desea presentarse ante el mundo como legítimo heredero del espíritu de emancipación de sus ancestros ideológicos, mientras que en la práctica su modelo económico se rige por las mismas lógicas del mercado que hoy dominan el sistema global.  

 

   La China capitalista de nuestros días, pues, utiliza la retórica supuestamente revolucionaria de los padres fundadores de la República como un mero truco mercantil destinado a confundir a aquellos - personas y pueblos-  que incomprensiblemente continúan creyendo que en el gobierno de Pekín todavía queda algún rescoldo de socialismo.

 

 
 
 
 
 
 
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  • Vissarionovich

    Vissarionovich | Domingo, 09 de Febrero de 2025 a las 13:25:48 horas

    Me temo, MB, que esta santananera no va a poder entenderlo /a

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  • M.B.

    M.B. | Sábado, 08 de Febrero de 2025 a las 22:58:16 horas

    Sic transit gloria mundi.

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  • M.B.

    M.B. | Sábado, 08 de Febrero de 2025 a las 22:55:38 horas

    Ni en sus más húmedos sueños tuvo el bueno y afable Nikita Jrushchov el arrojo de criticar, y mucho menos intentar defenestrar, a Iossif Vissarionovich. Con razón, la perspectiva de la Lubianka nunca le pareció especialmente atractiva. Al contrario, fíjese lo que espetó a la Historia sobre su bien amado Secretario General: "Todo aquél que se regocija con los logros alcanzados en nuestro país, las victorias de nuestro partido dirigido por el gran Stalin, encontrará solamente una palabra adecuada para los perros mercenarios y fascistas de la pandilla trotskista-zinovievista. Esa palabra es la ejecución." Nunca estuvo "desesperado por gobernar". Se fue pacíficamente, sin hacer ruido a cuidar su jardín, empujado por los jóvenes (!) de la Troika (Kossiguin, Podgorny, Brezhnev). Oculto, como siempre, el intrigante Súslov, Teólogo mayor. Tenga el común en cuenta que el Informe Secreto al XX Congreso fue leído cuando el Generalísimo de los Pueblos había decidido, casi tres años antes, en consuno con el Altísimo, dormir para siempre el sueño de los justos y de las justas. Desde entonces, el comunismo no ha hecho más que retroceder hasta su práctica desaparición, hundiendo consigo los más preciados intereses de la clase obrera, su vida, sus aspiraciones revolucionarias, su alma. Y esto ha pasado, entre otras grandes y pequeñas cosas, porque los portentosos análisis históricos de las santanas de este mundo olfatean la realidad al modo de los hurones en expediciones de caza. Eso sí que es odio al comunismo, porque produce objetivamente efectos de envergadura destructiva que conducen al descalabro de la clase y al advenimiento próximo de una nueva forma nazifascista que hará palidecer a la ya antigua. Al fin, Trump y Xi se repartirán el mundo en esferas de influencia paralelas, comercio oligopólico y represión política, IA mediante. Sospecho que les interesa más que la guerra, una guerra que puede ahora destruirlos también a ellos, junto con toda la vida en el planeta. Mientras, las santanas y sus santaneros se felicitarán entusiasmadas, al fondo del pantano, con sus portentosos análisis históricos.

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Sábado, 08 de Febrero de 2025 a las 18:54:11 horas

    Querido M.B es usted un gran prosoviético de la época Kruchef y de ahí hacia nuestros días. El pleito ruso- chino, fue bastante complicado. Sobre todo cuando Kruchef criticó y quiso defenestrar a Stalin, desesperado por gobernar. Nunca serán ni por asomo una simple izquierda, aquellos que traicionaron a Stalin desde allá hasta acá, pero ni un pelo de comprometidos con respecto a lo que fue la revolución china. Ya sabemos que por su odio hacia el comunismo es incapaz de hacer un análisis histórico. Aunque todos los mandatarios del mundo cometan errores, pues no es fácil echar pulsos con los capitalistas para arrancarles el poder, pero ya estamos acostumbradas a XXXXXXXXX s como usted e incapaz de tener una capacidad mínima de análisis.

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  • M.B.

    M.B. | Sábado, 08 de Febrero de 2025 a las 12:26:42 horas

    La expresión "si Mao levantara la cabeza" explica la huida de la realidad que ciertos sectores de la izquierda europea experimentan desde hace demasiado tiempo: si Mao levantara la cabeza sería la guinda del pastel del mandarinato chino actual, acaso con una nueva envoltura ideológica basada en las Cinco Tesis sobre la Dialéctica. Recuerden que fue el mismo Mao Tse Tung quien se reunió con Richard Nixon en 1972 para acordar una alianza secreta contra la Unión Soviética, protagonista de una verdadera labor de zapa contra la estabilidad interna y externa del socialismo que destruyó a la patria de Lenin, y con ella, a la condición misma de posibilidad del socialismo en el mundo. Sería bueno que la intitulada izquierda aprendiese que El Gran Salto Adelante y La Gran Revolución Cultural Proletaria no son más que epítomes miserables de un miserable genocida de su propio pueblo.

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  • Carlos

    Carlos | Viernes, 07 de Febrero de 2025 a las 18:14:36 horas

    Interesante artículo. He consultado la IA china Qwen 2.5 sobre los intercambios comerciales entre China e Israel y me ha contestado lo que sigue;

    Intercambios comerciales:
    En la última década, el comercio bilateral entre China e Israel ha experimentado un crecimiento constante. Según algunas fuentes oficiales y análisis económicos, en años recientes (alrededor de 2019–2020) el volumen total de comercio (exportaciones e importaciones) entre ambos países ha estado en el orden de los 15 mil millones de dólares anuales.

    Exportaciones de Israel a China: Incluyen productos de alta tecnología, soluciones en innovación y sectores especializados.
    Importaciones desde China: Se centran en bienes manufacturados, electrónicos y otros productos de consumo masivo.

    Intercambios de todo tipo:
    Además del comercio de bienes y servicios, China e Israel han fortalecido otros tipos de intercambios, como la cooperación en investigación y desarrollo, inversiones, proyectos tecnológicos, culturales y académicos. Estos intercambios, aunque de gran relevancia para ambos países, se miden generalmente de forma separada y no se condensan en una sola cifra global.

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Viernes, 07 de Febrero de 2025 a las 09:03:56 horas

    No importa que el gato sea blanco o negro lo importante es que cace ratones. Si Mao levantara la cabeza. Lo que menos entiendo es cómo Trump no le ha dicho a su niño cabezón, el judío fascis-sionista que corte toda relacion con China que es el grano en el culo del Gringo zanahorio?????

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