
EL PELIGROSO "OPTIMISMO" DE LAS ÉLITES SOBRE LA CRISIS MEDIOAMBIENTAL
El interesado espejismo de las soluciones tecnológicas
En un contexto marcado por el acelerado deterioro del equilibrio climático y ecológico, las élites económicas y mediáticas han intensificado la promoción de un "optimismo conveniente", basado en promesas tecnológicas que carecen de fundamento realista. Este discurso, impulsado por figuras como Hannah Ritchie y financiado por magnates como Bill Gates y Elon Musk, minimiza la gravedad de la crisis climática y desvía la atención de soluciones estructurales
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En un contexto marcado por el acelerado deterioro del equilibrio climático y ecológico, las élites económicas y mediáticas han intensificado la promoción de un "optimismo conveniente", basado en promesas tecnológicas que carecen de fundamento realista.
Este discurso, impulsado por figuras como Hannah Ritchie y financiado por magnates como Bill Gates y Elon Musk, minimiza la gravedad de la crisis climática y desvía la atención de soluciones estructurales. Sin embargo, expertos como el físico y matemático español Antonio Turiel alertan sobre los peligros de esta narrativa y abogan por un cambio profundo y radical en el sistema socioeconómico vigente.
El espejismo de las soluciones tecnológicas
Hannah Ritchie, conocida divulgadora científica, ha ganado notoriedad al ofrecer una "visión optimista" sobre la capacidad de las tecnologías para resolver la crisis climática. En sus intervenciones, sostiene que el progreso histórico garantiza soluciones futuras. Un argumento que Turiel ha calificado como falaz.
Antonio Turiel, experto en cambio climático e Investigador Científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, subraya que "las soluciones técnicas no pueden sostener el sistema capitalista en un planeta con recursos finitos".
Turiel recalca, asimismo, que el discurso de figuras como Ritchie está plagado de “cherry picking”, es decir, la selección interesada de datos que ignoran realidades como la aceleración del deshielo polar, el agotamiento de recursos minerales y la intermitencia de las energías renovables. Sesgo que genera una falsa sensación de seguridad, paralizando la acción política necesaria para abordar la magnitud de la crisis.
Las raíces del problema: el sistema capitalista
El problema de fondo, como han señalado Turiel y otros expertos, radica en el modelo de crecimiento perpetuo inherente al capitalismo. Este sistema, basado en la explotación de recursos y en la desigualdad estructural, no solo es incapaz de resolver la crisis climática, sino que la agrava.
Testimonios que respaldan la crítica
Diversos especialistas han respaldado esta perspectiva. James Hansen, uno de los climatólogos más respetados, advierte que los modelos climáticos actuales han subestimado los efectos del cambio climático, en parte por la complejidad de los sistemas oceánicos y atmosféricos.
Por su parte, el propio Antonio Turiel ha señalado que "el cambio climático está fuera de control" y que las falsas promesas tecnológicas solo retrasan las acciones necesarias.
La evidencia empírica refuerza estas afirmaciones. Los países que han logrado reducir emisiones lo han hecho principalmente a través de la deslocalización de industrias hacia regiones más pobres, imponiendo ubna suerte de neocolonialismo ecológico. Mientras tanto, las emisiones globales siguen creciendo, desmintiendo el supuesto desacoplamiento entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental.
El discurso optimista: un arma de distracción masiva
El "optimismo" promovido por las élites, en definitiva, no es casual.
Como apunta Turiel, "cuando la élite empieza a venderte optimismo, tiembla". Este discurso busca preservar el statu quo, evitando cuestionamientos al sistema capitalista. La banalización de problemas complejos mediante soluciones simplistas perpetúa la inacción y desvía la atención de alternativas más radicales y necesarias.
Un ejemplo claro es el uso de la energía nuclear como pretendida solución “verde”. Hannah Ritchie y otros defensores de la energía nuclear, que destacan sus bajas emisiones, ignoran los desafíos insuperables que plantea, como la gestión de residuos radiactivos o el propio agotamiento geológico del uranio. Este enfoque deliberadamente limitado refuerza la narrativa de control ficticio que beneficia a las élites.
El optimismo conveniente promovido por estas élites puede acarrerar consecuencias catastróficas y representa un obstáculo fundamental para enfrentar la crisis climática. La evidencia científica avala que las soluciones reales a esta crisis medioambiental no resultan compatibles con el capitalismo y que solo una eventual superación de este sistema económico permitirá evitar los peores escenarios y construir un futuro verdaderamente sostenible y justo.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En un contexto marcado por el acelerado deterioro del equilibrio climático y ecológico, las élites económicas y mediáticas han intensificado la promoción de un "optimismo conveniente", basado en promesas tecnológicas que carecen de fundamento realista.
Este discurso, impulsado por figuras como Hannah Ritchie y financiado por magnates como Bill Gates y Elon Musk, minimiza la gravedad de la crisis climática y desvía la atención de soluciones estructurales. Sin embargo, expertos como el físico y matemático español Antonio Turiel alertan sobre los peligros de esta narrativa y abogan por un cambio profundo y radical en el sistema socioeconómico vigente.
El espejismo de las soluciones tecnológicas
Hannah Ritchie, conocida divulgadora científica, ha ganado notoriedad al ofrecer una "visión optimista" sobre la capacidad de las tecnologías para resolver la crisis climática. En sus intervenciones, sostiene que el progreso histórico garantiza soluciones futuras. Un argumento que Turiel ha calificado como falaz.
Antonio Turiel, experto en cambio climático e Investigador Científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, subraya que "las soluciones técnicas no pueden sostener el sistema capitalista en un planeta con recursos finitos".
Turiel recalca, asimismo, que el discurso de figuras como Ritchie está plagado de “cherry picking”, es decir, la selección interesada de datos que ignoran realidades como la aceleración del deshielo polar, el agotamiento de recursos minerales y la intermitencia de las energías renovables. Sesgo que genera una falsa sensación de seguridad, paralizando la acción política necesaria para abordar la magnitud de la crisis.
Las raíces del problema: el sistema capitalista
El problema de fondo, como han señalado Turiel y otros expertos, radica en el modelo de crecimiento perpetuo inherente al capitalismo. Este sistema, basado en la explotación de recursos y en la desigualdad estructural, no solo es incapaz de resolver la crisis climática, sino que la agrava.
Testimonios que respaldan la crítica
Diversos especialistas han respaldado esta perspectiva. James Hansen, uno de los climatólogos más respetados, advierte que los modelos climáticos actuales han subestimado los efectos del cambio climático, en parte por la complejidad de los sistemas oceánicos y atmosféricos.
Por su parte, el propio Antonio Turiel ha señalado que "el cambio climático está fuera de control" y que las falsas promesas tecnológicas solo retrasan las acciones necesarias.
La evidencia empírica refuerza estas afirmaciones. Los países que han logrado reducir emisiones lo han hecho principalmente a través de la deslocalización de industrias hacia regiones más pobres, imponiendo ubna suerte de neocolonialismo ecológico. Mientras tanto, las emisiones globales siguen creciendo, desmintiendo el supuesto desacoplamiento entre crecimiento económico y sostenibilidad ambiental.
El discurso optimista: un arma de distracción masiva
El "optimismo" promovido por las élites, en definitiva, no es casual.
Como apunta Turiel, "cuando la élite empieza a venderte optimismo, tiembla". Este discurso busca preservar el statu quo, evitando cuestionamientos al sistema capitalista. La banalización de problemas complejos mediante soluciones simplistas perpetúa la inacción y desvía la atención de alternativas más radicales y necesarias.
Un ejemplo claro es el uso de la energía nuclear como pretendida solución “verde”. Hannah Ritchie y otros defensores de la energía nuclear, que destacan sus bajas emisiones, ignoran los desafíos insuperables que plantea, como la gestión de residuos radiactivos o el propio agotamiento geológico del uranio. Este enfoque deliberadamente limitado refuerza la narrativa de control ficticio que beneficia a las élites.
El optimismo conveniente promovido por estas élites puede acarrerar consecuencias catastróficas y representa un obstáculo fundamental para enfrentar la crisis climática. La evidencia científica avala que las soluciones reales a esta crisis medioambiental no resultan compatibles con el capitalismo y que solo una eventual superación de este sistema económico permitirá evitar los peores escenarios y construir un futuro verdaderamente sostenible y justo.
V.F.R. | Lunes, 30 de Diciembre de 2024 a las 15:44:49 horas
D. Antonio Teruel me complace saber que usted a llegado a la conclusión a la que otros hemos llegado ya hace mucho tiempo atrás , ya sólo le falta definir ese necesario nuevo sistema y como y cuando se podría hacer una realidad. Le voy a dar una pista , dos palabras clave , humanismo y cooperativismo. El como y el cuando? jamás de los jamases , ojalá me equivocará. Salud , no dinero y amor.
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