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Martes, 27 de Mayo de 2025 Tiempo de lectura:

EL CHAVISMO ARRASA EN LAS URNAS, PERO SE "DESPUEBLA" LA PARTICIPACIÓN

Una contienda electoral con múltiples lecturas

Las elecciones regionales del pasado domingo 25 de mayo, confirmaron la hegemonía institucional del chavismo, pero también confirmaron una continuada tendencia a la baja en la participación ciudadana. En este reportaje para Canarias Semanal de Victoria Martínez, se recogen las distintas voces —desde el PSUV hasta la izquierda crítica del Partido Comunista Venezolano— y analiza qué está en juego cuando el control político ya no está representando movilización popular (...).

  

 

Por VICTORIA MARTÍNEZ, DESDE MÉXICO, PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

       Las elecciones regionales y parlamentarias celebradas en Venezuela el pasado domingo 25 de mayo no pasaron [Img #84716]desapercibidas para nadie. Y no tanto por la sorpresa de sus resultados —que, como en ocasiones anteriores, dieron la victoria casi total al chavismo— sino por las múltiples formas en que ese mismo acontecimiento ha sido interpretado por los distintos actores políticos.

 

    Según informó el Consejo Nacional Electoral (CNE), el Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB), encabezado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), se impuso en 23 de las 24 gobernaciones y obtuvo el 82% de los escaños en el Parlamento

 

    A pesar del tono de celebración en los medios oficialistas, el dato que más llamó la atención fue otro: la participación electoral apenas alcanzó el 42,63%, marcando un  mínimo histórico en procesos regionales.

 

EL PSUV GANA ELECCIONES, PERO SOBRE UNA BASE ELECTORAL CADA VEZ MÁS REDUCIDA"

 

     Este reportaje analiza los resultados desde una perspectiva no apasionada, recogiendo las distintas voces que se expresaron en torno al proceso: la del chavismo, que reivindica la victoria como una consolidación política; la del Partido Comunista de Venezuela (PCV), que denuncia un giro autoritario dentro del propio campo revolucionario; la de derecha  que decidió participar, y la de ultraderecha que optó por el boicot total al proceso electoral.

 

     Pero además de esas voces, hay algo más que merece atención: los datos. Porque más allá de los discursos de uno y otro lado, las cifras revelan una tendencia preocupante para todos los actores del juego político: la creciente desafección electoral de la ciudadanía venezolana.

 


EL OFICIALISMO: ENTRE LA CELEBRACIÓN Y LA ALERTA

 

    Para el PSUV y sus aliados del GPPSB, la jornada del 25 de mayo fue una demostración de fuerza. Las portadas de sus medios y portales lo dejaron claro: “El Chavismo arrasa”, “Incremento en más de un millón de votos”, “Victoria del pueblo venezolano”.

 

    Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y vocero del oficialismo, señaló que el pueblo “había elegido la paz”, y destacó que la elección se había realizado de manera pacífica y ordenada. Además, insistió en que el chavismo había ampliado su base electoral, obteniendo incluso más votos que en las regionales anteriores.

 

    Desde esa perspectiva, el resultado se interpreta como una renovación del mandato popular en un contexto de guerra económica, sanciones internacionales y boicots internos. El mensaje central fue: “a pesar de todo ello, seguimos contando con el respaldo de nuestro pueblo”.

 

    El politólogo español Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de la formación socialdemócrata Podemos, reforzó esa línea argumental al declarar en entrevista con la televisora estatal Venezolana TV que el resultado confirmaba que Venezuela es

 

   “un país consciente y determinado” que apuesta por un gobierno estable frente a los intentos de desestabilización.

 

     No obstante, incluso desde el relato oficial hay señales de alarma. La bajísima participación no puede ser ignorada. Aunque el gobierno prefirió no poner énfasis en ese dato, es evidente que el resultado fue construido sobre una base electoral muy reducida. De los más de 20 millones de votantes habilitados, apenas uno de cada tres acudió a las urnas.

 


LA OPOSICIÓN DE DERECHA: ENTRE EL DERROTISMO Y LA AUSENCIA

 

      En el otro extremo del espectro, la oposición de derecha se mostró dividida. Algunos sectores optaron por participar, pese a las condiciones adversas que denunciaron, mientras que otros llamaron abiertamente al boicot. Los primeros lograron ganar solo una gobernación, sin mayor impacto político. Los segundos, en cambio, centraron su discurso en cuestionar la legitimidad de todo el proceso electoral.

 

     Figuras como la líder ultraderechista María Corina Machado y Antonio Ledezma declararon que "no había condiciones mínimas para hablar de elecciones libres en Venezuela". Denunciaron inhabilitaciones, control del CNE por parte del gobierno y ausencia de observadores internacionales imparciales. En sus comunicados insistieron en que la abstención era una forma de protesta política, y llamaron a la presión internacional para “desconocer” los resultados.

 

     Esta estrategia, sin embargo, no ha demostrado ser efectiva. A fuerza de repetir el guión del boicot sin ofrecer alternativas creíbles, amplios sectores de la población han optado simplemente por retirarse de la arena política, lo que ha alimentado una dinámica de apatía generalizada.

 

    "EL PARTIDO COMUNISTA ACUSA AL CNE DE HABERSE CONVERTIDO EN UN BRAZO POLÍTICO DEL PSUV"

 

 

     La derecha institucionalizada, que participó en las elecciones bajo distintas siglas, se encontró atrapada: ni logró una representación significativa, ni pudo convencer a sus bases tradicionales de acudir a las urnas. El resultado ha sido una oposición débil, dispersa y deslegitimada.

 

 

EL PARTIDO COMUNISTA DE VENEZUELA: UNA IZQUIERDA DISIDENTE

 

      En medio de ese panorama polarizado, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) ha asumido un rol peculiar: el de una izquierda que se opone al chavismo, pero sin alinearse con la derecha. 

 

   Desde hace años, el PCV ha roto con el PSUV y ha denunciado una deriva autoritaria del gobierno de Maduro. Su comunicado previo a las elecciones del 25 de mayo fue contundente:

 

     “Este nuevo proceso se da en un contexto profundamente antidemocrático, marcado por la ausencia de garantías electorales, la opacidad institucional y una escalada represiva sin precedentes”.

 

    En el mismo pronunciamiento, el PCV denunció que el CNE actúa como un “instrumento de la cúpula del PSUV”, que ha anulado tarjetas electorales, inhabilitado a candidatos arbitrariamente y suprimido el cronograma electoral. Consideran que la elección regional del 25M fue una "maniobra continuadora del fraude presidencial de julio de 2024", y que "Maduro gobierna hoy sin legitimidad".

 

     El PCV se enfrenta, además, a una doble dificultad: por un lado, la represión estatal, que limita su capacidad de acción política, y por otro, la invisibilización mediática. En un escenario donde la disputa parece reducirse a un juego binario entre chavismo y derecha, la voz comunista suena incómoda, marginal, y muchas veces es silenciada.

 

    Sin embargo, su papel es relevante. Representa una crítica desde dentro del campo popular, desde una posición de clase, y con una historia de lucha que le permite hablar con autoridad. No denuncian al chavismo por su retórica socialista, sino por haberse alejado, según ellos, "del poder popular real y de la autonomía de los movimientos sociales".

 

 
DE LA PARTICIPACIÓN MASIVA A LA DESAFECCIÓN COLECTIVA

 

     Uno de los indicadores más elocuentes del cambio en la política venezolana no se mide en escaños o gobernaciones ganadas, sino en algo más sencillo y revelador: el número de personas que decide votar.

 

     En la  primera decada del chavismo, la participación electoral era alta. El proceso constituyente de 1999, el referéndum revocatorio de 2004, las presidenciales de 2006 y las regionales de 2008 se caracterizaron por una movilización masiva de votantes. Aquellos años estuvieron marcados por la sensación de que algo histórico estaba ocurriendo, que el poder popular no era solo una consigna sino una realidad en construcción.

 

    Por ejemplo, en 2008, la participación en elecciones regionales rondó el 65%. En las presidenciales de 2012, donde Chávez fue reelegido frente a Henrique Capriles, más del 80% del electorado acudió a votar. El pueblo se expresaba en las urnas con entusiasmo, aunque polarizado. Había una fuerte percepción de que el voto era una herramienta real de disputa.

 

      Pero esa tendencia empezó a revertirse a partir de 2015. En las parlamentarias de ese año, que ganó la oposición, la participación fue del 74%. Desde entonces, cada elección ha sido acompañada de un descenso sostenido:

 

    Elecciones regionales 2017: participación del 61%.

    Presidenciales 2018: 46,07%.

    Parlamentarias 2020: 31%.

    Regional-parlamentarias 2025: 42,63%.

 

    Nos encontramos, pues, ante una curva de tentencia claramente descendente que se vuelve estructural. No se trata de una baja coyuntural o aislada, sino de una desmovilización profunda y persistente. El voto ha dejado de ser un acto político con sentido para millones de venezolanos.

 

     El fenómeno responde a múltiples factores. Por un lado, está el desgaste económico y social: años de sanciones económicas, guerra y boicots de 

 

 

hiperinflación, dolarización informal, deterioro de los servicios públicos, migración masiva, pérdida de poder adquisitivo.

 

    Por otro, la creciente concentración del poder en manos del Ejecutivo ha desdibujado el papel de las instituciones.

 

      Además, las estrategias del propio chavismo —control del aparato electoral, uso del aparato del Estado como herramienta partidaria— han provocado que una parte importante de la población vea el proceso electoral como una simulación democrática más que como un verdadero ejercicio de soberanía.

 

     Por el lado de la oposición, las constantes divisiones internas, los llamados al abstencionismo y la falta de proyecto alternativo también han contribuido a este alejamiento del pueblo respecto a las urnas. El resultado es una especie de “pacto del desencanto”: el chavismo gana, la oposición denuncia, la gente se desentiende.

 


ENTRE EL CONTROL INSTITUCIONAL Y LA LEGITIMIDAD SOCIAL

 

     Los datos son claros: el PSUV controla hoy la gran mayoría de los espacios institucionales del país. Gobernaciones, alcaldías, Asamblea Nacional, Consejo Nacional Electoral, Tribunal Supremo de Justicia. Pero ese control no se traduce automáticamente en legitimidad social. Más bien, se da la paradoja de que cuanto más fuerte es el dominio institucional, más débil parece el respaldo popular.

 

     Lo mismo ocurre con la narrativa del “poder popular” que otrora fuera el núcleo del proyecto bolivariano. Hoy, para buena parte de la población, la consigna suena vacía, especialmente cuando los Consejos Comunales han sido neutralizados, las comunas institucionalizadas o subordinadas, y las luchas obreras reprimidas —muchas veces por los mismos órganos que dicen representarlas.

 

    Esta situación genera un vacío democrático que no se llena con resultados electorales favorables. El chavismo gana, pero sobre una base decreciente de legitimidad. La oposición denuncia, pero no logra construir una alternativa con credibilidad social. Y en medio de ambos polos, queda un pueblo cada vez más desmovilizado y excluido de las decisiones colectivas.

 


EL DILEMA DE LAS IZQUIERDAS REVOLUCIONARIAS

 

     La figura del Partido Comunista de Venezuela (PCV) se vuelve crucial para entender las tensiones internas del campo popular. Su crítica va más allá de lo electoral: denuncia la burocratización del proceso bolivariano, el abandono del programa socialista original y la represión a líderes obreros, comuneros y campesinos que exigen derechos desde abajo.

 

      En su comunicado de mayo de 2025, el Partido Comunista Venezolano ha acusado al PSUV de haber convertido al CNE en un órgano “al servicio de sus intereses”. Rechazan que se haya suprimido su tarjeta electoral sin argumentos válidos, y señalan que el gobierno no garantiza condiciones mínimas para la participación política plural dentro de la izquierda.

 

     Este tipo de denuncia no puede ser desestimada como “división” o “traición”. Representa una línea política coherente con la tradición comunista de autonomía obrera y lucha de clases. El PCV —a pesar de su limitado alcance mediático— sigue siendo el principal referente de una izquierda revolucionaria no subordinada al oficialismo.

 

      Lo interesante del caso es que el PCV no asume una estrategia abstencionista como la derecha radical, ni llama a la intervención extranjera. Su apuesta sigue siendo por una transformación desde adentro, desde la organización popular, desde la resistencia territorial, desde los sindicatos clasistas. Pero sin renunciar a la crítica radical al aparato oficialista.

 

    Así, el PCV plantea una disyuntiva para el futuro de la izquierda venezolana: o se reconstruye un proyecto popular y socialista desde abajo, que confronte tanto al capital como a la burocracia, o se corre el riesgo de que toda la idea de revolución quede secuestrada por un aparato de poder autorreferencial.

 


¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ EN JUEGO REALMENTE?

 

     Lo que ocurrió el domingo 25 de mayo no fue solo una elección más. Fue un nuevo capítulo en un proceso de mutación institucional donde las formas democráticas siguen presentes, pero su contenido se vuelve cada vez más difuso. Se vota, sí. Pero cada vez menos personas sienten que ese voto cambia algo. Y esto tiene implicaciones profundas.

 

     Por un lado, el chavismo mantiene su hegemonía. No hay hoy en Venezuela una fuerza política con capacidad de disputarle el control del Estado. Pero esa hegemonía es crecientemente solitaria. Es como una casa grande, bien iluminada, pero cada vez más vacía.

 

    Por otro lado, la oposición de derecha sigue atrapada en su laberinto: participa o boicotea según el viento, pero no logra conectar con las clases populares. Y el PCV, aunque limitado en fuerza electoral, representa hoy una de las pocas voces que llama a reconstruir un proyecto de transformación desde el marxismo, con base en el poder popular real.

 

     La política venezolana está en una encrucijada. O se revitaliza el vínculo entre representación política y participación real, o se corre el riesgo de que la democracia se convierta en un ritual vacío, sostenido solo por inercias institucionales.

 

     Pero aún hay una reserva histórica en el pueblo venezolano. Aquel pueblo que protagonizó un proceso constituyente, que construyó comunas, que ha resistido golpes y bloqueos, sigue ahí. 

 

    Puede que hoy esté desmovilizado o decepcionado, pero no ha sido derrotado. Solo que ya no basta con llamarlo a votar. Hará falta volver a construir, desde abajo, nuevas formas de poder popular.

 

 

FUENTES CONSULTADAS

    Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE)

    Portal oficial del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)

    Pronunciamiento del Partido Comunista de Venezuela (Tribuna Popular)

    Informe Gemini y documento "GENERAL" con histórico electoral

    Entrevista a Juan Carlos Monedero en VTV

    Artículo de Aporrea sobre los resultados oficiales

 

 
 
 
 
 
 
 
 
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  • Antonio

    Antonio | Martes, 27 de Mayo de 2025 a las 11:11:43 horas

    Reducirlo todo a los resultados electorales es un error. Lo que me gustaría saber, de primera mano, es presisamente para dónde va el chavismo. ¿Se plantean todavía aunque sea como horizonte el socialismo o ya eso quedó en el olvido? ¿Las comunas y otras formas de participación popular están avanzando o retrocediendo? ¿Tienen autonomía las que quedan o son más bien correas de transmisión de la oficialidad, como ha sucedido por ejemplo en Argentina con la cooptación de los movimientos populares por parte del kirchnerismo? Esas son las preguntas que habría que hacerse, creo, si queremos intentar comprender lo que pasa, en lugar de tragarnos cualquier propaganda. Sea la de la derecha o sea la del gobierno de Maduro.

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  • Paco Sanz

    Paco Sanz | Martes, 27 de Mayo de 2025 a las 11:06:05 horas

    Bueno, pero las elecciones se ganaron ampliamente, no? Eso me parece lo más importante.

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  • Mª Jesús Carrillo

    Mª Jesús Carrillo | Martes, 27 de Mayo de 2025 a las 11:04:34 horas

    Que la participación fue baja no se puede negar y si esto viene siendo así desde hace tiempo no se puede negar que es un mal síntoma. Más en Venezuela donde desde la aparicion de Chávez hubo una implicación del pueblo en la politica como no había habido nunca en el país.

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  • Javier F.

    Javier F. | Martes, 27 de Mayo de 2025 a las 11:01:43 horas

    De verdad la situacion en Venezuela está complicada y ya no es fácil saber cual es el proyecto del gobierno aunque lo que si sabemos es que en la oposicion no hay más que vendepatrias. De lo que cuentan sobre el Partido Comunista poco sé.

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