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Miércoles, 30 de Abril de 2025 Tiempo de lectura:

EL GRAN APAGÓN Y LA “TRANSICIÓN ENERGÉTICA”: RENOVABLES AL SERVICIO DE LOS OLIGOPOLIOS

La transicición ecológica multipla el negocio de las grandes eléctricas

El mayor apagón de los últimos años ha puesto en evidencia las debilidades del sistema energético actual. Mientras las instituciones promueven una “transición verde” impulsada por las grandes corporaciones, colectivos ecologistas denuncian que se está reproduciendo un modelo de exclusión y concentración del poder.

Por A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

     A las 12:32 del mediodía del pasado lunes 28 de abril, la península ibérica sufría  el mayor apagón eléctrico desde que se guardan registros.  Aunque Canarias escapó del corte de suministro, sus efectos sí se hicieron sentir con la caída generalizada de las redes de telecomunicaciones, dejando incomunicada a buena parte de la población. Este hecho, que aún sigue siendo investigado, dejó en evidencia la fragilidad de las infraestructuras sobre las que se asienta la vida cotidiana en un sistema energético cada vez más interconectado y, al mismo tiempo, más opaco.

 

   Más allá del impacto inmediato, el episodio ha abierto de nuevo el debate sobre el control del sistema energético: ¿quién gestiona la red?, ¿a quién pertenecen las infraestructuras?, ¿y quién decide cómo se produce y distribuye la energía? Preguntas que llevan tiempo planteando colectivos sociales y ecologistas, y que este tipo de incidentes no hacen sino volver más urgentes. Porque si la pretendida transición energética, que se encuentra en el centro de la propaganda de numerosos partido políticos,  sigue en manos de las mismas empresas que gestionan el modelo fósil, ¿de qué transición estamos hablando?

 

EL GRAN CAMBIO QUE NO CAMBIA NADA

 

   Desde hace años, instituciones nacionales e internacionales anuncian a bombo y platillo el giro hacia un modelo basado en las energías renovables como respuesta al cambio climático. España, y particularmente Canarias, no han sido una excepción. Con proyectos como el Plan de Transición Energética de Canarias 2030 (PTECan), se promete una transformación profunda del sistema energético. Sin embargo, como han denunciado colectivos como Turcón Ecologistas en Acción, detrás de esta “revolución verde” se oculta una continuidad estructural que perpetúa los mismos vicios de siempre.

 

  Turcón ha sido claro: el PTECan se concibe como un instrumento al servicio de los grandes intereses económicos, sin apenas espacio para la participación ciudadana ni consideración real por las necesidades energéticas de la población canaria. En lugar de apostar por una descentralización energética, por la democratización de la producción y el consumo, el plan favorece proyectos a gran escala diseñados por y para empresas como Endesa, Red Eléctrica, Cepsa o Disa. ¿El resultado? Un modelo donde las fuentes cambian (del petróleo al sol o al viento), pero los propietarios siguen siendo los mismos.

 

RECURSOS RENOVABLES EN MANOS PRIVADAS

 

   El problema no es solo que los nuevos parques eólicos o plantas fotovoltaicas estén siendo impulsados por multinacionales. Es que además, en muchos casos, se instalan en suelos agrícolas o espacios naturales, desplazando otros usos sostenibles del territorio y generando nuevas formas de conflicto socioambiental. Turcón lo ha denunciado repetidamente: se está transformando suelo rústico para megaproyectos sin consultar a la población afectada, mientras se ignoran alternativas como el aprovechamiento de tejados, áreas urbanizadas o espacios industriales degradados.

 

  Más grave aún es la paradoja de que la ciudadanía no solo no tenga voz en este proceso, sino que sea convertida en mera consumidora cautiva de una electricidad que sigue distribuyéndose bajo un modelo de oligopolio. Así, la llamada “transición energética” no está sirviendo para empoderar a las comunidades ni para avanzar hacia la soberanía energética. Al contrario, está reforzando las estructuras de control corporativo que caracterizan al capitalismo fósil. Como bien resumía una consigna de los movimientos climáticos europeos: “No queremos una transición energética, queremos una transición de poder”.

 

EL LAVADO VERDE DEL CAPITALISMO

 

  Desde una perspectiva marxista, lo que hoy se presenta como una “transformación verde” del modelo económico no es más que una operación de legitimación del sistema capitalista en su fase de crisis ecológica. Frente al colapso climático generado por siglos de explotación ilimitada de la naturaleza, el capitalismo ha decidido no cambiar sus fundamentos, sino “maquillarse” de verde. Es lo que se conoce como “greenwashing” o lavado verde: una estrategia de marketing político, mediático y empresarial que disfraza de sostenibilidad lo que en realidad es una reorganización del mercado.

 

  En lugar de cuestionar la lógica de acumulación y crecimiento permanente que está en el origen de la catástrofe ecológica, el capitalismo busca nuevas oportunidades de negocio en la economía verde. Así, las energías renovables no se presentan como bienes comunes, sino como nichos de inversión. Se promueve el coche eléctrico, pero no se replantea el modelo de movilidad urbana. Se construyen macroplantas solares, pero no se habla de eficiencia energética ni de reducción del consumo. Se multiplican los discursos institucionales sobre el clima, pero se mantienen las mismas relaciones de poder entre centro y periferia, entre capital y trabajo, entre empresas y comunidades.

 

CANARIAS: LABORATORIO DE UN EXPERIMENTO FALLIDO

 

  En este contexto, Canarias se ha convertido en un laboratorio privilegiado del experimento “verde-capitalista”. Por su situación geográfica, su alta dependencia energética y su potencial renovable, el archipiélago ha sido señalado como un “territorio ideal” para la transición energética. Pero lo que se está gestando es una colonización del territorio bajo nuevas formas. Los proyectos no nacen de abajo hacia arriba, sino desde los despachos de las grandes eléctricas, en connivencia con administraciones que promueven el “interés general” para justificar el expolio.  El caso del proyecto de Bombeo Reversible Soria-Chira es emblemático. Presentado como una infraestructura clave para garantizar la estabilidad del sistema eléctrico, ha sido criticado por múltiples colectivos sociales y hasta por organismos como la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. No solo por su impacto ambiental, sino por su lógica centralizada y privatizadora. En lugar de fomentar la resiliencia energética mediante redes descentralizadas y participativas, se apuesta por megaproyectos que refuerzan el monopolio de las grandes compañías.

 

 

NACIONALIZAR LA ELECTRICIDAD... Y LAS RENOVABLES: SOBERANÍA O DEPENDENCIA

 

   El apagón del 28 de abril no fue solo una alerta técnica, sino un mensaje político rotundo: la electricidad y las telecomunicaciones son pilares de la vida moderna, demasiado esenciales como para dejarlos en manos del mercado. Su gestión no puede depender de los márgenes de beneficio de unas pocas multinacionales. De hecho, lo que se ha puesto en evidencia es que la dependencia de un sistema privatizado y oligopólico debilita al Estado, expone a la población y pone en riesgo la seguridad nacional.

 

  Frente a esto, la única salida coherente es la nacionalización de estos sectores estratégicos. El sistema eléctrico debe pasar a manos públicas, tanto en la generación como en la distribución. Y lo mismo debe aplicarse a las telecomunicaciones clave, hoy concentradas en grandes operadores que no rinden cuentas a la sociedad. Solo un Estado con control directo puede garantizar inversiones estructurales, proteger a los más vulnerables en emergencias y planificar a largo plazo.

 

  Pero este proceso de nacionalización debe incluir también las energías renovables. Porque si los parques eólicos y las instalaciones solares continúan en manos del mismo oligopolio que ha explotado los recursos fósiles, entonces no hay transición: hay maquillaje. Cambiar el petróleo por el sol no sirve de nada si el beneficio sigue concentrado, si los territorios siguen sacrificados y si la ciudadanía sigue excluida.

 

  La electricidad del futuro debe ser renovable, sí, pero también pública, democrática y al servicio de la mayoría. Lo contrario —lo que está ocurriendo ahora— es construir una nueva fase del capitalismo energético, con rostro verde pero con los mismos intereses privados de siempre.

 

  La verdadera transición ecológica solo será posible si se democratiza el control de los recursos, si se construyen modelos de producción colectiva, si se reconocen los derechos de la ciudadanía a decidir cómo y para qué se produce la energía. Y eso, en el marco del capitalismo, es simplemente inviable. Por eso, el debate energético no puede disociarse del debate político. Una transición energética real solo puede darse en un contexto de transformación social y económica profunda, donde la sostenibilidad no sea una coartada, sino una forma de vida.

 

FUENTES UTILIZADAS:

  • Cadena SER Canarias – "Canarias esquiva el apagón, pero sufre caída masiva de la telefonía", 29 abril 2025.

  • La Vinca Ecologistas – “Turcón presenta alegaciones al PTECan”, abril 2025.

  • Canarias-semanal.org – “Transición energética y capitalismo verde: la última estafa”.

 
 
 
 
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  • Chorche

    Chorche | Domingo, 04 de Mayo de 2025 a las 00:13:49 horas

    Convincente y sensato artículo.
    ------------------
    EL APAGON
    Para la Península fue una situación excepcional.
    Para lxs habitantes de La Cañada Real fue un día más, como los que llevan viviendo desde que Naturgy, con las administraciones mirando al cielo, les cortará el suministro eléctrico en 2020.
    Cinco años de apagón!, 4.500 personas, 1.800 menores de edad.
    NACIONALIZAR, NACIONALIZAR y NACIONALIZAR.
    La energía como servicio y no como beneficio.
    Y ya puestos a nacionalizar, seguir con la BANCA, los transportes, las residencias y todos los servicios que cubren las necesidades de la población.
    Ni un solo paso atrás más en la Sanidad y en la Educación.
    Lo Público queda fuera del reparto de dividendos, de los excesos de avaricia, su gran beneficio es la Justicia Social.
    (Iñaki Alrui, "Apagón, exceso de avaricia", LoQueSomos)

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