
LA II REPÚBLICA EN CANARIAS: UN DESPERTAR SOCIAL FRENADO POR EL GOLPE DE 1936
¿Cómo transformaron las reformas republicanas la vida en Canarias durante su breve periodo?
La etapa de la Segunda República en Canarias, aunque breve, marcó un periodo crucial en la historia del archipiélago. Se caracterizó por una vibrante actividad reformista y una movilización obrera y popular que fue abruptamente interrumpida por el golpe de Estado militar de 1936. Este periodo marcó una era de despertar social, cultural y político sin precedentes en las Islas (...).
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La etapa de la Segunda República en Canarias, aunque breve, marcó un periodo crucial en la historia del archipiélago. Se caracterizó por una vibrante actividad reformista y una movilización obrera y popular que fue abruptamente interrumpida por el golpe de Estado militar de 1936. Este periodo marcó una era de despertar social, cultural y político sin precedentes en las Islas.
Durante el periodo republicano, Canarias experimentó un notable desarrollo en áreas como la educación, la cultura y los derechos sociales, instaurando reformas significativas que pretendían consolidar derechos ciudadanos de una forma nunca antes vista en el contexto contemporáneo del Archipiélago, del mismo modo que en el conjunto del Estado español.
La proclamación de la República fue acogida con gran entusiasmo, vista como una oportunidad única para abordar y resolver problemas propios de un retraso secular. Este atraso se manifestaba en una sociedad con evidentes diferencias abismales entre las clases sociales, incluyendo el analfabetismo, la segregación económica y cultural, y las precarias condiciones de vida de las clases trabajadoras.
La introducción de medidas como el sufragio femenino simbolizó un avance hacia una sociedad más democrática. Además, se impulsaron proyectos de modernización económica y cultural que buscaban alinear a Canarias con tendencias globales.
La dura realidad de la crisis y la conflictividad
A pesar de estos avances, el periodo fue también una época de grandes desafíos. La crisis económica global tuvo un impacto directo en las economías locales, exacerbando las tensiones sociales y dificultando la implementación de las reformas. La dificultad de los partidos republicanos para obtener un apoyo político amplio y duradero complicó aún más la situación.
Los intentos de cambio produjeron, igualmente, una creciente confrontación entre las facciones conservadoras, las reformistas y las revolucionarias. Este clima de tensión fue un precursor crucial del ambiente de violencia y represión que se desataría en Canarias tras el golpe de Estado. Los represaliados y asesinados, en su mayoría, serían miembros de organizaciones republicanas y obreras que desafiaban el antiguo poder caciquil que había dominado las Islas.
El primer y el segundo bienio republicano
Durante el primer bienio republicano (1931-1933), se llevaron a cabo importantes reformas en los ámbitos educativo, laboral y socioeconómico. Sin embargo, las altas expectativas generaron una creciente desilusión ante la lentitud de los cambios, lo que provocó que sindicatos y partidos obreros intensificaran sus demandas a través de huelgas y otras acciones directas. Estas acciones encontraron una fuerte oposición en los terratenientes y exportadores, quienes presionaron a las autoridades republicanas para que reprimieran con dureza estos movimientos.
El llamado "bienio negro" (1933-1935) representó un periodo de retroceso, donde las políticas conservadoras y la represión se intensificaron en respuesta a la actividad del movimiento obrero. Este periodo estuvo marcado por la radicalización del enfrentamiento político, con una serie de huelgas fallidas, sabotajes y detenciones en masa de líderes sindicales y políticos de izquierda.
El Frente Popular y la esperanza de una renovación
A fines de 1935, la formación del Frente Popular, una alianza antifascista, marcó un renacer de las esperanzas reformistas. Esta coalición logró un éxito ajustado en las elecciones de febrero de 1936, lo que le permitió intentar retomar los proyectos de transformación social y cultural.
El Frente Popular llegó a controlar la gran mayoría de las instituciones insulares y puso en marcha proyectos de transformación social y cultural que provocaron alarma en los sectores más tradicionales de las clases dirigentes, el ejército, la Iglesia y sectores católicos de las clases medias.
Entre febrero y julio de 1936, el movimiento obrero inició una campaña sindical para recuperar el terreno perdido durante los años de gobierno derechista del Bienio Negro, con conflictos como las huelgas agrícolas de Arucas y Telde en Gran Canaria, o de la Compañía Eléctrica y de los empleados sindicados en Santa Cruz de Tenerife.
Sin embargo, al mismo tiempo, el Frente Popular reforzó su carácter reformista y neutralizó a los componentes más revolucionarios en su seno, lo cual iría en contra de las potenciales capacidades del republicanismo y el movimiento obrero canario para resistir el golpe militar.
Esta "moderación" política de las autoridades republicanas no impediría, sin embargo, que tras la derrota electoral de las derechas en febrero de 1936, las clases dominantes optaran por recurrir a tácticas cada vez más agresivas y violentas para intentar mantener su dominio. Finalmente, dieron un apoyo entusiasta al Ejército, tanto durante la ejecución de su golpe de Estado contra la II República como en el cruento uso de la represión sistemática contra el republicanismo y el movimiento obrero canario en el curso de la Guerra Civil y de la inmediata postguerra.
Por EUGENIO FERNÁNDEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
La etapa de la Segunda República en Canarias, aunque breve, marcó un periodo crucial en la historia del archipiélago. Se caracterizó por una vibrante actividad reformista y una movilización obrera y popular que fue abruptamente interrumpida por el golpe de Estado militar de 1936. Este periodo marcó una era de despertar social, cultural y político sin precedentes en las Islas.
Durante el periodo republicano, Canarias experimentó un notable desarrollo en áreas como la educación, la cultura y los derechos sociales, instaurando reformas significativas que pretendían consolidar derechos ciudadanos de una forma nunca antes vista en el contexto contemporáneo del Archipiélago, del mismo modo que en el conjunto del Estado español.
La proclamación de la República fue acogida con gran entusiasmo, vista como una oportunidad única para abordar y resolver problemas propios de un retraso secular. Este atraso se manifestaba en una sociedad con evidentes diferencias abismales entre las clases sociales, incluyendo el analfabetismo, la segregación económica y cultural, y las precarias condiciones de vida de las clases trabajadoras.
La introducción de medidas como el sufragio femenino simbolizó un avance hacia una sociedad más democrática. Además, se impulsaron proyectos de modernización económica y cultural que buscaban alinear a Canarias con tendencias globales.
La dura realidad de la crisis y la conflictividad
A pesar de estos avances, el periodo fue también una época de grandes desafíos. La crisis económica global tuvo un impacto directo en las economías locales, exacerbando las tensiones sociales y dificultando la implementación de las reformas. La dificultad de los partidos republicanos para obtener un apoyo político amplio y duradero complicó aún más la situación.
Los intentos de cambio produjeron, igualmente, una creciente confrontación entre las facciones conservadoras, las reformistas y las revolucionarias. Este clima de tensión fue un precursor crucial del ambiente de violencia y represión que se desataría en Canarias tras el golpe de Estado. Los represaliados y asesinados, en su mayoría, serían miembros de organizaciones republicanas y obreras que desafiaban el antiguo poder caciquil que había dominado las Islas.
El primer y el segundo bienio republicano
Durante el primer bienio republicano (1931-1933), se llevaron a cabo importantes reformas en los ámbitos educativo, laboral y socioeconómico. Sin embargo, las altas expectativas generaron una creciente desilusión ante la lentitud de los cambios, lo que provocó que sindicatos y partidos obreros intensificaran sus demandas a través de huelgas y otras acciones directas. Estas acciones encontraron una fuerte oposición en los terratenientes y exportadores, quienes presionaron a las autoridades republicanas para que reprimieran con dureza estos movimientos.
El llamado "bienio negro" (1933-1935) representó un periodo de retroceso, donde las políticas conservadoras y la represión se intensificaron en respuesta a la actividad del movimiento obrero. Este periodo estuvo marcado por la radicalización del enfrentamiento político, con una serie de huelgas fallidas, sabotajes y detenciones en masa de líderes sindicales y políticos de izquierda.
El Frente Popular y la esperanza de una renovación
A fines de 1935, la formación del Frente Popular, una alianza antifascista, marcó un renacer de las esperanzas reformistas. Esta coalición logró un éxito ajustado en las elecciones de febrero de 1936, lo que le permitió intentar retomar los proyectos de transformación social y cultural.
El Frente Popular llegó a controlar la gran mayoría de las instituciones insulares y puso en marcha proyectos de transformación social y cultural que provocaron alarma en los sectores más tradicionales de las clases dirigentes, el ejército, la Iglesia y sectores católicos de las clases medias.
Entre febrero y julio de 1936, el movimiento obrero inició una campaña sindical para recuperar el terreno perdido durante los años de gobierno derechista del Bienio Negro, con conflictos como las huelgas agrícolas de Arucas y Telde en Gran Canaria, o de la Compañía Eléctrica y de los empleados sindicados en Santa Cruz de Tenerife.
Sin embargo, al mismo tiempo, el Frente Popular reforzó su carácter reformista y neutralizó a los componentes más revolucionarios en su seno, lo cual iría en contra de las potenciales capacidades del republicanismo y el movimiento obrero canario para resistir el golpe militar.
Esta "moderación" política de las autoridades republicanas no impediría, sin embargo, que tras la derrota electoral de las derechas en febrero de 1936, las clases dominantes optaran por recurrir a tácticas cada vez más agresivas y violentas para intentar mantener su dominio. Finalmente, dieron un apoyo entusiasta al Ejército, tanto durante la ejecución de su golpe de Estado contra la II República como en el cruento uso de la represión sistemática contra el republicanismo y el movimiento obrero canario en el curso de la Guerra Civil y de la inmediata postguerra.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.98