GENTRIFICACIÓN: CUANDO EL CAPITAL CONVIERTE A NUESTROS BARRIOS EN UNA MERA MERCANCÍA
¿Cómo reconfigura el capitalismo la esencia de nuestros barrios? Y lo que es mas importante: ¿Cómo podremos parar la gentrificación?
En la dialéctica del desarrollo urbano, -mantiene en este artículo nuestro colaborador Manuel Medina-, nos enfrentamos a una contradicción que revela el núcleo mismo de la lucha de clases contemporánea: la gentrificación. A través de una implacable lógica de "acumulación por desposesión", el capitalismo transforma nuestros espacios vitales en una simple mercancía, en una herramienta para la maximización de ganancias. Las clases trabajadoras, los verdaderos creadores de la riqueza urbana, se ven desplazadas por un flujo incesante de la inversión capitalista que venera el beneficio sobre el bienestar . ¿Es posible librar una batalla contra este fenómeno deshumanizador de nuestros barrios? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo organizarse?
POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En el fragmentado territorio del Archipiélago canario, así como en grandes núcleos urbanos de todo en mundo, se ha
ido constituyendo un modelo económico que ha terminado dando forma a su mercado inmobiliario, con graves implicaciones para barrios enteros, para sus residentes y sus potenciales inquilinos. La especulación inmobiliaria, junto con un creciente mercado de alquiler vacacional, ha puesto de relieve la complejidad existente a la hora de satisfacer las necesidades de viviendas accesibles para los residentes, frente al atractivo arrollador que las islas están teniendo para los inversores de las grandes multinacionales y los turistas de alto poder adquisitivo.
En este contexto, la vivienda ha trascendido su concepción tradicional como hogar, para ir adquiriendo una nueva dimensión como una suerte de "commodity lucrativo". La tendencia creciente de transformar propiedades residenciales en alquileres vacacionales ha encendido la furia por la mercantilización de espacios que, por esencia, deberían tener como aspiración principal cubrir las necesidades elementales de vivienda, y no servir como fuente exclusiva de suculentos ingresos turísticos.
¿EN QUÉ CONSISTE REALMENTE LA "GENTRIFICACIÓN"?
Este fenómeno, por supuesto, no es exclusivo del Archipiélago canario. Se trata de un proceso conocido con el nombre de "gentrificación". Inversores procedentes de todas partes del mundo, adquieren inmuebles en zonas de alta demanda turística, lo que termina conduciendo al desplazamiento de los hasta entonces residentes hacia zonas menos céntricas, periféricas o más asequibles, modificando así el tejido social y la dinámica comunitaria. Uno de los efectos más palpables de esta gentrificación es la reconfiguración masiva del tejido social de los barrios.
Podríamos interpretar el fenómeno de la gentrificación como una fase del desarrollo económico capitalista, consistente en una suerte de "acumulación por desposesión". El capital busca, de forma constante y ansiosa, nuevas fronteras de inversión y de acumulación. En esta búsqueda imparable por la obtención de una alta rentabilidad de los beneficios, el capital trata de encontrar, en determinados sectores urbanos, nuevos nichos para conseguir inversiones rentables. Ni que decir tiene que este proceso no se detiene por los nefastos efectos que ocasionan sus estrategias inversionistas. No es esa una cuestión de su incumbencia. Su objetivo no es otro que el multiplicar la acumulación de beneficios que les permitan continuar realizando nuevas inversiones.
En este proceso de gentrificación barrial, la llegada de los nuevos habitantes suele ir acompañada de un incremento considerable en el costo de vida. Nuevos servicios, nuevos gastos comunitarios, nuevos impuestos al cambiar la naturaleza del barrio, etc. En una cadena de efectos, la gentrificación termina generando la expulsión forzada de los antiguos residentes, quienes se ven imposibilitados de poder afrontar los precios ascendentes de la vivienda, pero también de los servicios. Los impactos que provocan estos desplazamientos no solo cambian la demografía del barrio, sino que también desarticulan las redes sociales y comunitarias establecidas, disolviendo el "sentido de pertenencia" y de historia compartida que los antiguos residentes habían ido tejiendo a lo largo de años y de generaciones enteras.
LOS EFECTOS DE LA "GENTRIFICACIÓN"
Desde el punto de vista económico, la gentrificación es frecuentemente un arma de doble filo. Por un lado, las nuevas inversiones en infraestructuras y los servicios pueden proporcionar nueva vida a comercios y espacios públicos, aumentando el atractivo de la zona para negocios y turistas. Sin embargo, esta "mejora" arrastra consigo también a la exclusión de los antiguos negocios locales que generalmente son incapaces de ajustarse a los nuevos perfiles económicos del barrio, limitando así la diversidad y accesibilidad de productos y servicios para lo que queda de población originaria.
![[Img #76893]](https://canarias-semanal.org/upload/images/11_2023/784_guanartemet.jpg)
Sin embargo, este es tan solo uno de los múltiples efectos nocivos del fenómeno. En realidad, los procesos de gentrificación desatan toda una impetuosa vorágine de efectos que se concatenan unos con otros. La presión que la gentrificación ejerce sobre el mercado inmobiliario suele ser arrolladora. A medida que la demanda de viviendas aumenta se multiplican también los precios y la vivienda asequible se convierte cada vez en más escasa. Ello provoca una drástica segregación socioeconómica, a través de un desplazamiento de los habitantes originales de un barrio, que generalmente pertenecen a la clase trabajadora, que son sustituidos por individuos de clases más acomodadas, o en el caso que nos referimos por turistas permanentes u ocasionales. Sólo aquellos vecinos poseedores de recursos suficientes podrán permitirse vivir en ciertas zonas de la ciudad, ahondando, de esa manera, la brecha social ya existente entre las diferentes clases sociales de la urbe o del barrio afectado.
De manera paulatina, la "proximidad vecinal" y la propia diversidad cultural característica de los barrios históricos terminan siendo gravemente afectadas por la gentrificación. La llegada de nuevos moradores diluye las identidades culturales preexistentes, dando lugar a un paisaje impersonal y homogéneo, en el que la historia y las tradiciones locales resultan eliminadas como por arte de ensalmo.
Los vecinos de los barrios afectados por este demoledor proceso van perdiendo la identidad que hasta entonces les había permitido mantener una estrecha y familiar vinculación entre quienes lo integraban. El vecino se convierte en un "extraño", frente al que, por múltiples razones, se adopta una actitud de defensa.
Determinados barrios canarios que hasta entonces formaban parte íntima de la vida de sus moradores, pasan a ser meros conglomerados urbanos, habitados por "vecinos autistas", que diariamente, como si de zombis se tratara, se ven obligados a "transcurrir" por él para terminar refugiándose en su vivienda, convertida en una suerte de fortín superprotegido.
Expresado conceptualmente desde una perspectiva marxista, la gentrificación es una expresión de cómo la infraestructura económica, -en este caso, el capital inmobiliario y la inversión-, termina remodelando y transformando la superestructura urbana, en la que implícitamente se incluyen las normas sociales, culturales y de comportamiento de todo un barrio.
Y ENTONCES... ¿QUÉ HACER?
Las luchas contra la gentrificación a menudo toman la forma de movimientos comunitarios y de activismo local, a través de los cuales los vecinos se organizan para batallar por la preservación de la personalidad y las características culturales propias de sus respectivos barrios.
Las experiencias conocidas de grandes capitales de diferentes puntos del planeta nos cuentan fórmulas de organización vecinal comunes, que suelen ser utilizadas por los residentes para luchar contra la gentrificación y la irrupción en el barrio de la codicia arrolladora de las grandes inmobiliarias.
Estas fórmulas organizativas nos indican que los residentes suelen apiñarse alrededor de movimientos cuyo objetivo fundamental consiste en tratar de impedir la expropiación de un espacio que biográfica e históricamente es sólo suyo.
Para lograrlo, organizan reuniones, talleres y foros públicos, convocan a expertos para que les proporcionen información sobre el tema y sus consecuencias y publican modestas hojas volanderas locales, a través de las cuales educar y concienciar a sus convecinos sobre los efectos perniciosos que la gentrificación tendrá sobre sus vidas y la de sus hijos.
A través de este tipo de plataformas comunitarias se puede y se debe compartir las historias personales que han ayudado a construir la biografía social del barrio en cuestión.
Asimismo, se discuten estrategias colectivas que permiten unir aún más a los vecinos para poder estar en condiciones de movilizarse en momentos dados para resistir los cambios no deseados.
En esas condiciones, los vecinos activistas luchan y se organizan a favor de la preservación de edificios históricos del barrio, de los parques y espacios públicos, y a favor de la protección de los negocios locales que sirven a los miembros de la comunidad de bajos ingresos.
Este tipo de actividades y campañas son utilizadas igualmente para presionar y condicionar a los políticos y funcionarios electos, así como a las juntas de planificación municipal urbana, para que se vean obligados a poner en marcha los planes políticos que limiten una reestructuración meramente especulativa y la construcción descontrolada en el barrio.
Asimismo, y a través de múltiples medios, los vecinos constituyen comisiones y grupos especializados en campañas para la promoción de viviendas asequibles, el control de alquileres y la construcción de viviendas subsidiadas por el gobierno. Estas políticas pueden ayudar a evitar que los residentes de bajos ingresos sean desplazados por el aumento de los precios de la vivienda.
En cualquier caso, la pelea contra la gentrificación no es una lucha puntual con un final definido en el tiempo. Se trata de una lucha permanente, en la que mientras vivamos en una sociedad en la que los beneficios determinan las políticas urbanas jamás los vecinos podrán bajar las alertas ante nuevas incursiones para la mercantilización de sus barrios.
POR MANUEL MEDINA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En el fragmentado territorio del Archipiélago canario, así como en grandes núcleos urbanos de todo en mundo, se ha
ido constituyendo un modelo económico que ha terminado dando forma a su mercado inmobiliario, con graves implicaciones para barrios enteros, para sus residentes y sus potenciales inquilinos. La especulación inmobiliaria, junto con un creciente mercado de alquiler vacacional, ha puesto de relieve la complejidad existente a la hora de satisfacer las necesidades de viviendas accesibles para los residentes, frente al atractivo arrollador que las islas están teniendo para los inversores de las grandes multinacionales y los turistas de alto poder adquisitivo.
En este contexto, la vivienda ha trascendido su concepción tradicional como hogar, para ir adquiriendo una nueva dimensión como una suerte de "commodity lucrativo". La tendencia creciente de transformar propiedades residenciales en alquileres vacacionales ha encendido la furia por la mercantilización de espacios que, por esencia, deberían tener como aspiración principal cubrir las necesidades elementales de vivienda, y no servir como fuente exclusiva de suculentos ingresos turísticos.
¿EN QUÉ CONSISTE REALMENTE LA "GENTRIFICACIÓN"?
Este fenómeno, por supuesto, no es exclusivo del Archipiélago canario. Se trata de un proceso conocido con el nombre de "gentrificación". Inversores procedentes de todas partes del mundo, adquieren inmuebles en zonas de alta demanda turística, lo que termina conduciendo al desplazamiento de los hasta entonces residentes hacia zonas menos céntricas, periféricas o más asequibles, modificando así el tejido social y la dinámica comunitaria. Uno de los efectos más palpables de esta gentrificación es la reconfiguración masiva del tejido social de los barrios.
Podríamos interpretar el fenómeno de la gentrificación como una fase del desarrollo económico capitalista, consistente en una suerte de "acumulación por desposesión". El capital busca, de forma constante y ansiosa, nuevas fronteras de inversión y de acumulación. En esta búsqueda imparable por la obtención de una alta rentabilidad de los beneficios, el capital trata de encontrar, en determinados sectores urbanos, nuevos nichos para conseguir inversiones rentables. Ni que decir tiene que este proceso no se detiene por los nefastos efectos que ocasionan sus estrategias inversionistas. No es esa una cuestión de su incumbencia. Su objetivo no es otro que el multiplicar la acumulación de beneficios que les permitan continuar realizando nuevas inversiones.
En este proceso de gentrificación barrial, la llegada de los nuevos habitantes suele ir acompañada de un incremento considerable en el costo de vida. Nuevos servicios, nuevos gastos comunitarios, nuevos impuestos al cambiar la naturaleza del barrio, etc. En una cadena de efectos, la gentrificación termina generando la expulsión forzada de los antiguos residentes, quienes se ven imposibilitados de poder afrontar los precios ascendentes de la vivienda, pero también de los servicios. Los impactos que provocan estos desplazamientos no solo cambian la demografía del barrio, sino que también desarticulan las redes sociales y comunitarias establecidas, disolviendo el "sentido de pertenencia" y de historia compartida que los antiguos residentes habían ido tejiendo a lo largo de años y de generaciones enteras.
LOS EFECTOS DE LA "GENTRIFICACIÓN"
Desde el punto de vista económico, la gentrificación es frecuentemente un arma de doble filo. Por un lado, las nuevas inversiones en infraestructuras y los servicios pueden proporcionar nueva vida a comercios y espacios públicos, aumentando el atractivo de la zona para negocios y turistas. Sin embargo, esta "mejora" arrastra consigo también a la exclusión de los antiguos negocios locales que generalmente son incapaces de ajustarse a los nuevos perfiles económicos del barrio, limitando así la diversidad y accesibilidad de productos y servicios para lo que queda de población originaria.
![[Img #76893]](https://canarias-semanal.org/upload/images/11_2023/784_guanartemet.jpg)
Sin embargo, este es tan solo uno de los múltiples efectos nocivos del fenómeno. En realidad, los procesos de gentrificación desatan toda una impetuosa vorágine de efectos que se concatenan unos con otros. La presión que la gentrificación ejerce sobre el mercado inmobiliario suele ser arrolladora. A medida que la demanda de viviendas aumenta se multiplican también los precios y la vivienda asequible se convierte cada vez en más escasa. Ello provoca una drástica segregación socioeconómica, a través de un desplazamiento de los habitantes originales de un barrio, que generalmente pertenecen a la clase trabajadora, que son sustituidos por individuos de clases más acomodadas, o en el caso que nos referimos por turistas permanentes u ocasionales. Sólo aquellos vecinos poseedores de recursos suficientes podrán permitirse vivir en ciertas zonas de la ciudad, ahondando, de esa manera, la brecha social ya existente entre las diferentes clases sociales de la urbe o del barrio afectado.
De manera paulatina, la "proximidad vecinal" y la propia diversidad cultural característica de los barrios históricos terminan siendo gravemente afectadas por la gentrificación. La llegada de nuevos moradores diluye las identidades culturales preexistentes, dando lugar a un paisaje impersonal y homogéneo, en el que la historia y las tradiciones locales resultan eliminadas como por arte de ensalmo.
Los vecinos de los barrios afectados por este demoledor proceso van perdiendo la identidad que hasta entonces les había permitido mantener una estrecha y familiar vinculación entre quienes lo integraban. El vecino se convierte en un "extraño", frente al que, por múltiples razones, se adopta una actitud de defensa.
Determinados barrios canarios que hasta entonces formaban parte íntima de la vida de sus moradores, pasan a ser meros conglomerados urbanos, habitados por "vecinos autistas", que diariamente, como si de zombis se tratara, se ven obligados a "transcurrir" por él para terminar refugiándose en su vivienda, convertida en una suerte de fortín superprotegido.
Expresado conceptualmente desde una perspectiva marxista, la gentrificación es una expresión de cómo la infraestructura económica, -en este caso, el capital inmobiliario y la inversión-, termina remodelando y transformando la superestructura urbana, en la que implícitamente se incluyen las normas sociales, culturales y de comportamiento de todo un barrio.
Y ENTONCES... ¿QUÉ HACER?
Las luchas contra la gentrificación a menudo toman la forma de movimientos comunitarios y de activismo local, a través de los cuales los vecinos se organizan para batallar por la preservación de la personalidad y las características culturales propias de sus respectivos barrios.
Las experiencias conocidas de grandes capitales de diferentes puntos del planeta nos cuentan fórmulas de organización vecinal comunes, que suelen ser utilizadas por los residentes para luchar contra la gentrificación y la irrupción en el barrio de la codicia arrolladora de las grandes inmobiliarias.
Estas fórmulas organizativas nos indican que los residentes suelen apiñarse alrededor de movimientos cuyo objetivo fundamental consiste en tratar de impedir la expropiación de un espacio que biográfica e históricamente es sólo suyo.
Para lograrlo, organizan reuniones, talleres y foros públicos, convocan a expertos para que les proporcionen información sobre el tema y sus consecuencias y publican modestas hojas volanderas locales, a través de las cuales educar y concienciar a sus convecinos sobre los efectos perniciosos que la gentrificación tendrá sobre sus vidas y la de sus hijos.
A través de este tipo de plataformas comunitarias se puede y se debe compartir las historias personales que han ayudado a construir la biografía social del barrio en cuestión.
Asimismo, se discuten estrategias colectivas que permiten unir aún más a los vecinos para poder estar en condiciones de movilizarse en momentos dados para resistir los cambios no deseados.
En esas condiciones, los vecinos activistas luchan y se organizan a favor de la preservación de edificios históricos del barrio, de los parques y espacios públicos, y a favor de la protección de los negocios locales que sirven a los miembros de la comunidad de bajos ingresos.
Este tipo de actividades y campañas son utilizadas igualmente para presionar y condicionar a los políticos y funcionarios electos, así como a las juntas de planificación municipal urbana, para que se vean obligados a poner en marcha los planes políticos que limiten una reestructuración meramente especulativa y la construcción descontrolada en el barrio.
Asimismo, y a través de múltiples medios, los vecinos constituyen comisiones y grupos especializados en campañas para la promoción de viviendas asequibles, el control de alquileres y la construcción de viviendas subsidiadas por el gobierno. Estas políticas pueden ayudar a evitar que los residentes de bajos ingresos sean desplazados por el aumento de los precios de la vivienda.
En cualquier caso, la pelea contra la gentrificación no es una lucha puntual con un final definido en el tiempo. Se trata de una lucha permanente, en la que mientras vivamos en una sociedad en la que los beneficios determinan las políticas urbanas jamás los vecinos podrán bajar las alertas ante nuevas incursiones para la mercantilización de sus barrios.






























Angel | Viernes, 03 de Noviembre de 2023 a las 08:41:45 horas
Muy buen articulo, y esclarecedor, pues la lucha contra la gentrificacion, en los barrios de las grandes capitales del capitalismo, será una de las luchas más duras contra el mismo.
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