
EL DESIERTO IDEOLÓGICO O EL ENIGMA DE LA PARTICIPACIÓN DE PODEMOS EN EL GOBIERNO DE COALICIÓN
La ¿inconsistente? presencia de Podemos en un "Gobierno Pendular"
En un panorama político marcado por virajes, contradicciones y luchas ideológicas, el “Diario Red”, de Pablo Iglesias, irrumpe con un Editorial que plantea profundas y ácidas reflexiones sobre la aspiración de Podemos a integrarse en el próximo Gobierno de Coalición de España. En este mar de paradojas y deseos de influencia, se entremezclan estrategias, frustraciones y una crítica subyacente al liderazgo de Iglesias y a la coherencia ideológica de Podemos. Este análisis, su autor, Sergio Álvarez, pone de relieve los entresijos del poder, las dudas sobre la lealtad y los juegos de equilibrio en la contienda política, ofreciendo un retrato del delicado y contradictorio escenario, en el que Podemos intenta, desesperadamente, no perder definitivamente su espacio en la máquina institucional del Estado.
POR SERGIO ÁLVAREZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Recientemente, en un intrépido viraje literario, el naciente "Diario Red", embrión periodístico de Pablo Iglesias, iluminó la escena mediática con un editorial titulado "Estar o no estar en el Gobierno". En la citada editorial se abordaba la urgencia de que Pedro Sánchez considerara, por fin, incluir a Podemos en su próximo Gobierno de Coalición.
El editorial, con tono grave, predecía un futuro Ejecutivo claramente sesgado hacia la derecha y felizmente complaciente con los intereses de los grandes conglomerados económicos y mediáticos, que son los que realmente mandan en este país.
La interpretación acerca de cuáles son las aspiraciones políticas reales de Iglesias siguen provocando intensos dolores de cabeza a sus propios seguidores, que con toda la razón del mundo constatan que los sucesivos bandazos de su todavía líder, no les permiten siquiera disponer de un miserable clavo ardiendo al que poder agarrarse ideológicamente, cada vez que se presentan enconadas curvas en una autovía política como la española, con muchos socavones y muy pocas señales de tráfico para los de a pie.
La insistencia por posicionar a Irene Montero como ministra, después de los recientes acontecimientos, resulta cuando menos sorprendente. ¿Realmente Pablo Iglesias se complace con tan poco? ¿O, tal vez, un puesto ministerial podría proporcionar, a estas alturas, un "giro radical" en la dirección política de un Gobierno dirigido por el dueto Sánchez - Yolanda Díaz, esta última reiteradamente señalada por el mismo Iglesias como la arquitecta intelectual de la bancarrota del "experimento podemita"?
Iglesias reúne todas las condiciones para poder personificar en él a un pacotillesco pseudo revolucionario, diestro en los chalaneos y en juegos de regate corto en los malolientes zaguanes de Palacio. Tirando un día, un poco de aquí, y al siguiente, un poco de allá, ha llegado a atreverse a aseverar que la re-inclusión de su compañera en el Gobierno significaría “una orientación hacia la izquierda para el PSOE”.
Pero, vamos a ver... ¿Cómo es posible que en una misma editorial se afirme esto y su contrario? ¿Qué sentido y finalidad puede tener redundar, erre que erre, en la misma paradoja? ¿No hay nadie en ese almacén vacío, lleno de ecos que es hoy Podemos, que sea capaz de poner de manifiesto la necesidad de aprender de las experiencias y entender la esencia de la degradación ideológica y de los torpes errores que han llevado a esa formación política al punto sin retorno de la más absoluta de las irrelevancias?
En el editorial de una Red que ni siquiera ha logrado llegar a ser tal, Iglesias ha expresado su absoluta desconfianza hacia el PSOE, y acusa a este Partido de estar oscilando como un péndulo, en su reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado español. Iglesias sugiere, y con razón, que las convicciones políticas del PSOE son divergentes con los acuerdos que se han establecido para la investidura, y están exclusivamente vinculadas a sus necesidades puntuales y más perentorias.
En la editorial se describe, además, en qué están consistiendo los intentos de Sánchez para conformar un Gabinete dócil y conservador. Si así fuera, -y, realmente, así lo es-, ¿cuál puede ser entonces el desmedido interés de Iglesias en contribuir a la consecución de ese proyecto? Cabe preguntarse, ¿para qué desear una poltrona en un Gabinete que tiene la vocación de seguir sirviendo al gran capital?
Por si esto fuera poco, en su razonamiento editorial, Iglesias propone que tener a todas las facciones políticas alineadas garantizaría la estabilidad de los apoyos parlamentarios al Gobierno. Entonces, nos preguntamos, ¿la inclusión de Podemos en el Gobierno garantizaría también la adhesión a las directrices de un PSOE que es no confiable, según manifiesta el propio Iglesias? ¿Como poder engullir semejante albóndiga dialéctica?
En realidad, en su editorial, Iglesias no hace otra cosa que reflejar, de forma trasparente, parte del conjunto de graves contradicciones que viene portando -y arrastrando- Podemos desde el mismo momento en el que fue tan solo un embrión. Lo que ocurre es que a siete u ocho años vista de aquella condición, para todos, -y especialmente para Iglesias-, debía de estar claro que el resultado final de aquel proceso de gestación, no ha dado como resultado final un feliz alumbramiento, sino más bien un monstruoso parto con cesárea, que ha condenado a la izquierda real de este país y a su clase trabajadora, a emprender una travesía por un pavoroso desierto, cuyo final no será visible por mucho, mucho tiempo.
POR SERGIO ÁLVAREZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Recientemente, en un intrépido viraje literario, el naciente "Diario Red", embrión periodístico de Pablo Iglesias, iluminó la escena mediática con un editorial titulado "Estar o no estar en el Gobierno". En la citada editorial se abordaba la urgencia de que Pedro Sánchez considerara, por fin, incluir a Podemos en su próximo Gobierno de Coalición.
El editorial, con tono grave, predecía un futuro Ejecutivo claramente sesgado hacia la derecha y felizmente complaciente con los intereses de los grandes conglomerados económicos y mediáticos, que son los que realmente mandan en este país.
La interpretación acerca de cuáles son las aspiraciones políticas reales de Iglesias siguen provocando intensos dolores de cabeza a sus propios seguidores, que con toda la razón del mundo constatan que los sucesivos bandazos de su todavía líder, no les permiten siquiera disponer de un miserable clavo ardiendo al que poder agarrarse ideológicamente, cada vez que se presentan enconadas curvas en una autovía política como la española, con muchos socavones y muy pocas señales de tráfico para los de a pie.
La insistencia por posicionar a Irene Montero como ministra, después de los recientes acontecimientos, resulta cuando menos sorprendente. ¿Realmente Pablo Iglesias se complace con tan poco? ¿O, tal vez, un puesto ministerial podría proporcionar, a estas alturas, un "giro radical" en la dirección política de un Gobierno dirigido por el dueto Sánchez - Yolanda Díaz, esta última reiteradamente señalada por el mismo Iglesias como la arquitecta intelectual de la bancarrota del "experimento podemita"?
Iglesias reúne todas las condiciones para poder personificar en él a un pacotillesco pseudo revolucionario, diestro en los chalaneos y en juegos de regate corto en los malolientes zaguanes de Palacio. Tirando un día, un poco de aquí, y al siguiente, un poco de allá, ha llegado a atreverse a aseverar que la re-inclusión de su compañera en el Gobierno significaría “una orientación hacia la izquierda para el PSOE”.
Pero, vamos a ver... ¿Cómo es posible que en una misma editorial se afirme esto y su contrario? ¿Qué sentido y finalidad puede tener redundar, erre que erre, en la misma paradoja? ¿No hay nadie en ese almacén vacío, lleno de ecos que es hoy Podemos, que sea capaz de poner de manifiesto la necesidad de aprender de las experiencias y entender la esencia de la degradación ideológica y de los torpes errores que han llevado a esa formación política al punto sin retorno de la más absoluta de las irrelevancias?
En el editorial de una Red que ni siquiera ha logrado llegar a ser tal, Iglesias ha expresado su absoluta desconfianza hacia el PSOE, y acusa a este Partido de estar oscilando como un péndulo, en su reconocimiento de la realidad plurinacional del Estado español. Iglesias sugiere, y con razón, que las convicciones políticas del PSOE son divergentes con los acuerdos que se han establecido para la investidura, y están exclusivamente vinculadas a sus necesidades puntuales y más perentorias.
En la editorial se describe, además, en qué están consistiendo los intentos de Sánchez para conformar un Gabinete dócil y conservador. Si así fuera, -y, realmente, así lo es-, ¿cuál puede ser entonces el desmedido interés de Iglesias en contribuir a la consecución de ese proyecto? Cabe preguntarse, ¿para qué desear una poltrona en un Gabinete que tiene la vocación de seguir sirviendo al gran capital?
Por si esto fuera poco, en su razonamiento editorial, Iglesias propone que tener a todas las facciones políticas alineadas garantizaría la estabilidad de los apoyos parlamentarios al Gobierno. Entonces, nos preguntamos, ¿la inclusión de Podemos en el Gobierno garantizaría también la adhesión a las directrices de un PSOE que es no confiable, según manifiesta el propio Iglesias? ¿Como poder engullir semejante albóndiga dialéctica?
En realidad, en su editorial, Iglesias no hace otra cosa que reflejar, de forma trasparente, parte del conjunto de graves contradicciones que viene portando -y arrastrando- Podemos desde el mismo momento en el que fue tan solo un embrión. Lo que ocurre es que a siete u ocho años vista de aquella condición, para todos, -y especialmente para Iglesias-, debía de estar claro que el resultado final de aquel proceso de gestación, no ha dado como resultado final un feliz alumbramiento, sino más bien un monstruoso parto con cesárea, que ha condenado a la izquierda real de este país y a su clase trabajadora, a emprender una travesía por un pavoroso desierto, cuyo final no será visible por mucho, mucho tiempo.
Gustavo | Martes, 26 de Septiembre de 2023 a las 11:59:03 horas
El líder de Podemos se mostró tajante: “A mí me parece más peligroso el rollo de aislar a alguien. Este rollo de los políticos que viven en Somosaguas, que viven en chalets, que no saben lo que es coger el transporte público o el precio de un café”.
P. Iglesias pasó por Rivas-Vaciamadrid y acabó de mudarse con Irene Montero a un chalet en la Sierra de Madrid, a 40 kilómetros de Madrid, valorado en 600.000 euros.
**** s: **** youtu.be/X1qDGDhyJLA?si=_u17cMwZAXEC5NC6
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