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Viernes, 27 de Septiembre de 2024 Tiempo de lectura:

RETRASOS MILLONARIOS: LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES DE LA DEFENSA ESPAÑOLA

¿Quién paga la factura?

 Los constantes retrasos en la producción de submarinos y blindados para las fuerzas armadas españolas revelan problemas profundos en la industria de defensa. Más allá de simples errores logísticos, la precarización laboral, la subcontratación masiva y la búsqueda de beneficios a corto plazo afectan gravemente la capacidad de cumplir con los plazos y presupuestos establecidos.

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN DE CANARIAS SEMANAL.ORG.-

 

    Los retrasos en la producción de submarinos y blindados para el ejército español son un síntoma de los problemas estructurales de los que adolece  industria de defensa del país.

 

    En los últimos años, los proyectos más ambiciosos, como los submarinos de la clase S-80 y los blindados 8x8 Dragón, han sufrido múltiples contratiempos, retrasos y sobrecostos que ponen de relieve las dificultades no solo en términos de organización, sino también en la contratación y gestión de trabajadores cualificados.

 

    Estos problemas, lejos de ser anecdóticos, nos invitan a reflexionar sobre el trasfondo económico y político que influye en la industria de defensa, que se enfrenta a un contexto globalizado y a las contradicciones inherentes al sistema económico dominante.

 


LA INDUSTRIA DE DEFENSA Y EL CAPITALISMO: PRODUCCIÓN AL SERVICIO DEL MERCADO

 

     La industria de defensa es un sector estratégico que combina la necesidad de garantizar la seguridad nacional con las lógicas del mercado. Esta contradicción se manifiesta en proyectos como los submarinos S-80 y los blindados Dragón, donde los retrasos no son simples fallos logísticos, sino el resultado de un modelo productivo donde prima la subcontratación y la temporalidad.

 

     En un sistema capitalista, las empresas buscan, naturalmente, maximizar beneficios, un hecho que frecuentemente implica recortar costos, externalizar trabajo y reducir plantillas fijas, tal como ha señalado el Comité de empresa de Navantia.

 

 

   Esta búsqueda de rentabilidad se convierte en un obstáculo para el desarrollo de proyectos que requieren estabilidad laboral y alto nivel de cualificación. Como resultado, la subcontratación en manos de empresas que no cuentan con la suficiente experiencia o formación provoca una pérdida de conocimiento y eficiencia en la producción, lo cual afecta directamente la capacidad de cumplir con los plazos acordados.

 


EL COSTO DE LOS RETRASOS: ¿QUIÉN PAGA LA CUENTA?

 

    El sobrecosto de estos proyectos es significativo: el programa de submarinos S-80 ha pasado de 2.132 millones de euros a casi 4.000 millones, mientras que el presupuesto del programa de los blindados Dragón ha aumentado en 420 millones de euros adicionales.

 

   Estos aumentos no solo representan una carga para el presupuesto público, sino que también revelan cómo los intereses privados, a menudo en forma de consorcios y empresas, gestionan los recursos de manera que se priorizan los beneficios a corto plazo sobre la eficiencia y el servicio público.

 

    En un contexto capitalista, estos sobrecostos son absorbidos por el Estado, es decir, por los contribuyentes, mientras que las empresas privadas responsables de los proyectos, como Santa Bárbara Sistemas o Indra, no sufren las consecuencias de manera directa. Esta socialización de los costos y privatización de los beneficios es una dinámica recurrente en la industria de defensa, que se encuentra profundamente interconectada con los intereses económicos del capital privado y las políticas públicas.

 


LA PRECARIZACIÓN DEL TRABAJO: UN OBSTÁCULO PARA LA PRODUCCIÓN

 

      Otro de los problemas evidentes en estos proyectos es la escasez de trabajadores cualificados, un hecho que está directamente relacionado con la precarización laboral. La temporalidad y la alta rotación en las plantillas son factores que impiden la consolidación de una base de trabajadores experimentados y especializados. El comité de empresa de Navantia lo dejó claro al señalar que la subcontratación masiva "está produciendo una pérdida generalizada de conocimiento" que, a su vez, impacta en la calidad del producto final y en los tiempos de entrega.

 

     Esta precarización no es casual. Forma parte de una estrategia más amplia en la que las empresas prefieren contratar temporalmente y recurrir a la subcontratación para reducir costos salariales y evitar los compromisos que conlleva mantener una plantilla fija y estable. Este modelo de trabajo es funcional dentro de una economía orientada hacia la maximización del capital, pero a la larga genera problemas estructurales que impiden la correcta ejecución de proyectos tan sensibles como la producción de sistemas de defensa.

 

CONSECUENCIAS ESTRATÉGICAS Y GEOPOLÍTICAS

 

      El retraso en la entrega de submarinos y blindados tiene implicaciones más allá del ámbito económico. En un mundo donde las tensiones geopolíticas son cada vez más agudas, la capacidad militar de un país se convierte en un factor clave para su posicionamiento internacional. En el caso de España, el fracaso para cumplir con los plazos de entrega de los submarinos S-80 y los blindados Dragón afecta directamente su capacidad de respuesta en conflictos y misiones internacionales, además de debilitar su autonomía estratégica.

 

      Por otro lado, resulta paradójico que mientras se acumulan retrasos en la producción de estos sistemas destinados a las fuerzas armadas españolas, el gobierno acelere la entrega de armamento a Ucrania en el contexto de la guerra con Rusia. Esto refleja cómo las decisiones políticas y económicas están influenciadas por la presión de alianzas internacionales y los intereses del complejo militar-industrial, a menudo en detrimento de las necesidades nacionales.

 


¿HAY SOLUCIONES DESDE EL SISTEMA?

 

      Ante esta situación, algunas voces en el ámbito político han exigido reformas para agilizar la producción, mejorar la eficiencia y corregir los errores. Sin embargo, estas propuestas suelen ignorar las raíces más profundas del problema. Por ejemplo, las críticas de la oposición (PP y Vox) se centran en las "irregularidades" del proceso de selección de empresas y en la falta de control sobre los prototipos, pero no cuestionan la estructura económica que fomenta la precarización laboral y la subcontratación masiva.

 

      Desde una perspectiva más crítica, las soluciones que realmente podrían transformar la industria de defensa española implicarían un cambio radical en el modelo productivo. Esto pasaría por la inversión en empleo fijo y cualificado, la reducción de la dependencia del sector privado y la planificación estatal de proyectos estratégicos. Sin embargo, estos cambios son difíciles de implementar en un sistema económico que prioriza el beneficio privado por encima del interés público.

 
 
 
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  • Chorche

    Chorche | Domingo, 29 de Septiembre de 2024 a las 20:19:53 horas

    Qué defensa queremos si estamos vendidos a la OTAN, el ejército terrorista del capital. Los impuestos que pagamos para bienestar social los destinan a fortalecer y armar a ese ejército. Nos implican en sus guerras. Los pueblos ponen la sangre de sus hijos para que el capital saque beneficio de las guerras que organiza con tal fin.
    ¿Ahora que te has vendido tú mismo al enemigo, quieres defenderte?

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