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Miércoles, 04 de Mayo de 2022 Tiempo de lectura:
El relevo en el liderazgo mundial, ya iniciado, puede desencadenar una nueva conflagración global antes de que termine la presente década

AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS: ORIENTE vs OCCIDENTE: LA III GUERRA MUNDIAL

Un adelanto de la última obra del coronel Amadeo Martínez Inglés

El coronel Amadeo Martínez Inglés comparte con los lectores de Canarias-semanalel sumario y la introducción de su último libro, "Oriente vs Occidente: La III Guerra Mundial" que será publicado próximamente por la editorial "Punto Rojo Libros". Una obra en la que el investigador militar trata un asunto de absoluta actualidad que -según apunta el autor - al compás de la guerra de Ucrania, está creando mucha inquietud y nerviosismo en la ciudadanía" (...).

 

CORONEL AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS.-

 

    El mundo camina a pasos agigantados hacia un cambio de liderazgo, hacia un cambio en la jefatura global, hacia un nuevo imperio que sustituya al que durante los últimos cien años ha dominado y expandido un poder absoluto sobre la práctica totalidad del planeta Tierra. Pero tamaño cambio político, social, económico y militar no está exento de riesgos (como ya puso negro sobre blanco en su célebre libro “La guerra del Peloponeso” el insigne historiador Tucícides) sino más bien todo lo contrario, se presenta lleno de peligros para la humanidad entera, entre ellos el posible estallido de la III Guerra mundial.

 

 

   Una confrontación global, en realidad ya iniciada en su forma híbrida o de cuarta generación, desarrollándose en la actualidad en el terreno del ciberespacio, la psicología, la economía, las finanzas, la tecnología, el comercio, el terrorismo, la carrera armamentista y… presuntamente, la biología, entre los dos grandes bloques que ya se disputan a día de hoy el liderazgo global: el oriental o euroasiático liderado por Rusia y China y el occidental dirigido por EEUU y la OTAN.

 

 

   Enfrentamiento híbrido o asimétrico que podría convertirse, en el muy probable caso de que la humanidad entera no logre pararlo en el corto/medio plazo (tres o cuatro años), en una guerra general del tipo convencional avanzada (no nuclear o nuclear limitada al campo táctico) de muy corta duración con misiles hipersónicos y drones aéreos y acuáticos como puntas de lanza. Y excepcionalmente, muy excepcionalmente, si el bloque perdedor en ese pulso bélico limitado no se diera por vencido, en una guerra total con empleo masivo de vectores atómicos estratégicos de carácter aeroespacial. Esto último algo totalmente impensable a día de hoy desde el punto de vista de la racionalidad y el afán de supervivencia de la especie humana, por lo que todos esperamos que nunca llegue a materializarse semejante posibilidad. Eso sí, con total seguridad y en todo caso, serán ya historia pasada (salvo excepciones muy puntuales y limitadas) las grandes batallas tipo II Guerra Mundial, con millones de soldados y miles de tanques sobre el terreno, enjambres de aviones en el cielo y centenares de buques sobre o bajo el mar.

 

                        

 

“El rápido cambio en el balance de poder entre dos potencias rivales causa una inexorable tensión estructural letal que lleva inexorablemente a la guerra”

 

                                                                   Tucícides

                                                       

                                          (Historiador y militar ateniense)

                                                    “La guerra del Peloponeso”

                                                               Siglo V a. C.

 

                                                

 

“Si en los próximos tres o cuatro años Estados Unidos, en plena decadencia política, social, económica y, sobre todo, militar, no logra revertir su inferioridad económica con China y equipararse a Rusia en el terreno de la tecnología castrense accediendo a armas y sistemas aeroespaciales hipersónicos de sigilo operativo total dotados de inteligencia artificial y autonomía indefinida así como a los modernos dispositivos de control y destrucción de vectores enemigos y satélites militares mediante el láser, la electrónica o la radiología y, también, a los submarinos y drones acuáticos de radio de acción abisal de los que ya dispone la poderosa nación euroasiática… el mundo entero, antes de que finalice la presente década, puede asistir estupefacto a una tercera conflagración global. Si bien todo apunta a que ésta sería de carácter no apocalíptico y de muy corta duración dadas las posibilidades de que el bando más adelantado tecnológicamente (en principio, a día de hoy, el euroasiático) desactive en cuestión de horas toda la estructura defensiva del contrario. Con las máximas probabilidades, en ese caso, de que el hasta ahora todopoderoso imperio occidental dirigido por la nación norteamericana salga derrotado en esa gran guerra y ceda el liderazgo mundial al emergente bloque del Este”.

 

                                                      El autor

                                                      

                                                                                                       

 

El SARS-CoV-2 ¿agente virológico de USA?

 

 

      La guerra biológica entre Estados Unidos y China (dentro del marco de la guerra de cuarta generación ya en marcha) es ya, a juicio de muchos expertos, “una presunta realidad” a día de hoy pues el paso del tiempo va aclarando el siniestro origen del agente virológico (SARS-CoV-2 y variantes) que desde diciembre de 2019 ha matado a más de cinco millones de seres humanos.

 

    En efecto. Con fecha 10 de septiembre de 2021, un documentado estudio realizado por las investigadoras Sharon Lerner, Mara Hvistendahl y Maia Hibbett, de la revista norteamericana “The Intercept” reveló, después de sortear grandes obstáculos de todo tipo, que el Gobierno de Estados Unidos en el año 2014, a través de EcoHealth Alliance (una organización estadounidense sin fines de lucro), contrató una investigación denominada “de ganancia de función”, clasificada de alto secreto, al prestigioso Instituto de Virología de Wuhan y al cercano Centro de Experimentación animal de la Universidad de Wuhan, con el objeto de obtener virus más patógenos o transmisibles procedentes de murciélagos que fueran operativos y letales para los seres humanos.

 

    La financiación corrió a cargo del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas  de los Institutos Nacionales de Salud ((NIH) norteamericanos, dirigido por Anthony Fauci (acusado en 2021 en el Congreso por un senador republicano Paul de que él era el causante de esos millones de muertes) y el citado laboratorio chino, junto con los NIH que colaboraron en el trabajo, consiguieron secuenciar cuatro  nuevos y peligrosos virus que a lo largo de 2018 fueron puestos a disposición de la tecnología biológica estadounidense.

 

   Entonces, llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Fue alguno de esos virus o sus variantes puesto a disposición del Comando Médico del Ejército de los Estados Unidos, especializado en armas biológicas, radicado en Fort Detrick?

 

   ¿Fue alguno de esos virus el que, convenientemente “armado” por semejante centro castrense yanqui, apareció en diciembre de 2019 en la ciudad china de Wuhan desatando la terrible pandemia que todos hemos padecido?

 

   ¡Ah…la pregunta del millón! Sin embargo, para el que esto escribe, un militar de Estado Mayor con amplios estudios y conocimientos sobre todo tipo de guerras NBQRC (Nuclear, Biológica, Química, Radiológica, Cibernética), todo apunta en esa dirección. Pero, por favor, no se ponga nervioso el lector/a, espere un poquito, en el capítulo séptimo del presente libro encontrará toda la información que necesita sobre este particular. Se lo prometo. 

 

 

SUMARIO

 

 

Capitulo primero

 

 

LA AGONÍA DEL IMPERIO AMERICANO

 

 

La “trampa de Tucícides” nueva espada de Damocles en la era atómica. El nuevo poder geopolítico y militar euroasiático (Rusia/China) amenaza al decadente Imperio americano. ¿Habrá guerra EEUU/China-Rusia? Si hacemos caso a la historia, sí, con una probabilidad del 90%.

 

 

 

Capítulo segundo

 

 

USA: UN TIGRE DE PAPEL

 

 

USA, un gran imperio residual con pies de barro y en franca descomposición política y social. Su antiguo poderío militar, basado en sus otrora poderosos grupos de combate aeronavales dotados de monstruosos portaaviones de 100.000 toneladas, se halla totalmente sobrepasado. Con el increíble desarrollo de la tecnología militar en manos de sus poderosos enemigos del Este esas obsoletas plataformas ofensivas, antaño dominadoras de los siete mares, se han convertidos en auténtica chatarra a flote a merced de los misiles hipersónicos enemigos. Por otra parte, su amplísimo despliegue de bases militares (750 en todo el mundo, 200 de ellas en Europa), que se llevan la parte del león de su exagerado presupuesto de defensa, está ya totalmente fuera de lugar, ya no es necesario, ni rentable, ni siquiera conveniente en los previsibles y futuros escenarios de guerra.

 

 

Capítulo tercero

 

 

RUSIA: PRIMERA POTENCIA MILITAR GLOBAL

 

 

 

La Rusia de Putin, primera potencia militar mundial con China (su aliado estratégico) a punto de subir al segundo puesto del podio. Los sistemas ofensivos hipersónicos rusos de sigilo operativo y radio de acción indefinido, orbital y suborbital (R-28 Samart/Satán 2, 9M 730 Burevestnik, Kh-47M2 Khinzal, Yu-71Avangard, 3MZ2 Tsircón, Petrer…), los aviones de sexta generación Su-57 y Mig 41, los superdrones Poseidón (naval) y S-70 Okjohtnik (aéreo) dotados de inteligencia artificial, las estaciones de Interferencia multifuncional de banda ancha (guerra electrónica) Krasukha capaces de anular todos y cada uno de los ingenios voladores del contrario, los submarinos abisales de autonomía global como plataformas indestructibles de lanzamiento de misiles hipersónicos nucleares, los carros de Combate T-14 Armata invencibles en campo abierto… sin réplica alguna por el momento en Occidente, puntas de lanza del poder militar del bloque euroasiático.

 

 

Capítulo cuarto

 

 

CHINA: PRIMERA POTENCIA ECONÓMICA MUNDIAL Y SEGUNDA MILITAR

 

 

 

El sorpasso se consumó: China es ya la primera potencia económica del mundo. Y la segunda en potencia y poder de destrucción de su numeroso Ejército. La guerra de cuarta generación (híbrida, económica, cibernética, tecnológica, presuntamente biológica…) desatada en los últimos años por el presidente Trump contra el gigante asiático ha sido contraproducente, lo ha fortalecido todavía más y ha potenciado su unión política, geopolítica y geoestratégica con Rusia, implementando un bloque invencible económica y militarmente.

 

 

Capítulo quinto

 

 

LA GUERRA DE UCRANIA ¿PRIMER ENFRENTAMIENTO ENTRE EL VIEJO Y EL NUEVO IMPERIO? EUROPA, EL CONTENDIENTE MÁS DÉBIL POLÍTICA Y MILITARMENTE

 

 

La guerra en Ucrania ¿un ensayo general con todo para la III Guerra Mundial? A todas luces, Rusia inició el conflicto en legítima defensa. La OTAN, ante la superioridad rusa en misiles hipersónicos intercontinentales tenía ya decidido aceptar el ingreso de Ucrania en la organización para desplegar en ella una gran cantidad de misiles de rango intermedio con los que poder destruir a Rusia sin posibilidad real de defensa.  La Unión Europea, el brazo tonto de la OTAN. Totalmente indefensa a pesar de sus numerosos Ejércitos nacionales, sin autonomía propia en cuanto a su supervivencia militar, dependiendo totalmente del apoyo americano, se encuentra abocada al colapso político y militar ante una probable gran confrontación Oriente/Occidente. La espantada de EEUU en Afganistán, con la humillante salida de Kabul, la ha sumido en un auténtico pánico defensivo que la ha llevado a intentar organizar, tarde y mal, el soñado Ejército europeo (una “minifuerza de intervención rápida de 5.000 soldados) algo totalmente ridículo e ineficaz en el marco geoestratégico actual, ya que si EE.UU. no pudiera (algo a tener muy en cuenta a día de hoy) o no quisiera acudir en su ayuda, Rusia podría ocuparla militarmente en cuestión de horas.

 

Capítulo sexto

 

 

¿PERO DE VERDAD ES POSIBLE UNA III GUERRA MUNDIAL?

 

 

Sí, no solo es posible sino altamente probable, como vengo especificando en capítulos anteriores. Es que, en pura teoría geoestratégica, ya ha comenzado como confrontación de cuarta generación en su primera fase (asimétrica, económica, cibernética, tecnológica, irregular, presuntamente biológica…) iniciada en los primeros años del siglo XXI. Antes de que termine la presente década, en el bienio 2025-2027, puede llegar el momento de que se pase, en una segunda fase de esta moderna y atípica III Guerra Mundial, a otra de carácter convencional avanzado (una suerte de “brizkitg aeroespacial” con tecnología hipersónica y de sigilo operativo) a desarrollarse preferentemente en el espacio aéreo, marítimo, submarino y suborbital. En principio, no necesariamente nuclear o, en su caso, de empleo nuclear muy limitado y con un resultado harto probable: la derrota de Occidente, ya que el bloque euroasiático dispondrá en esos momentos, plenamente operativos, de todos sus sistemas de alta tecnología, absolutamente superiores a los occidentales. La antigua estrategia disuasoria MAD (Destrucción Mutua Asegurada) ya no representará un freno para evitar la guerra entre las grandes potencias. Las nuevas armas en poder de Rusia y China, operativas desde plataformas con base en tierra, el aire, el mar, el medio submarino y el espacio, podrían lograr la victoria sobre Occidente (y su brazo armado, la OTAN) en cuestión de muy pocas horas, haciendo inviable una adecuada respuesta. Si esta segunda fase no fuera resolutiva, el conflicto podría devenir en un escenario, a día de hoy absolutamente improbable y suicida, de empleo masivo del arma atómica. Los líderes mundiales en activo serían absolutamente responsables, en ese desgraciado escenario, si no llegaran a un acuerdo político que evitase semejante tragedia.

 

 

 

 

Capítulo séptimo

 

 

EL CORONAVIRUS ¿ARMA DE GUERRA?

 

 

 

¿Sufrió China en los últimos meses de 2019, y con ella el resto del mundo, un insidioso taque de guerra biológica? ¿Pasó EEUU en su ya larga confrontación con China de la guerra comercial a la biológica?

 

 

 

 

     

 

Capítulo octavo

 

 

LA POSIBLE GUERRA MUNDIAL EN ESPAÑA

 

 

 

¿Está preparada España para afrontar una III Guerra Mundial? ¿Dispone de unas Fuerzas Armadas operativas y modernas dotadas de la última tecnología castrense? ¿Y cómo está el país y su Ejército de moral de combate dentro de una Unión Europea un tanto abandonada en el terreno de la defensa?

 

INTRODUCCIÓN

 

 

    Voy a comenzar duro desde el principio, amigo lector/a, y con arreglo al título del libro que tiene en sus manos que, estoy seguro de ello, le habrá impactado de lleno pues es creencia generalizada en esta adormecida sociedad occidental del neoliberalismo, el consumo desmedido, la cibernética, el cantado calentamiento global, el feminismo rampante y el “América first” del ya desaparecido “monstruo virtual” Trump…  que un nuevo imperio y, en consecuencia, una nueva guerra mundial en el apocalíptico escenario atómico en el que esta tendría lugar, es inconcebible a día de hoy, debo decirle, sin ningún ánimo de que entre en pánico o se sumerja en una inoportuna depresión prebélica, que a poco que usted y yo vivamos una década más en este valle de lágrimas globalizado en el que nos desenvolvemos mal que bien en la actualidad (algo que deseo de todo corazón), ambos podemos estar predestinados a ser involuntarios testigos, en primer lugar de un cambio substancial en el liderazgo del mundo, y después, Dios no lo quiera, de nada más y nada menos que de “la III Guerra Mundial”.

 

    No se me asuste en demasía, valeroso lector/a, que esta dolorosa y preocupante afirmación mía, así a bote pronto pero muy estudiada, analizada y basada en profundos estudios profesionales, es sin duda muy matizable, explicitable, ampliable, ajustable, investigable… aunque, eso sí, difícilmente cuestionable y negable en su premisa mayor como veremos usted y yo en páginas por venir. Pues sí, sí, una guerra mundial, de esas de todos contra todos, superando ampliamente a las dos anteriores ya que es seguro que esta vez muy pocos países podrán quedarse al margen sumándose a ella decenas y decenas de países de alto, medio y bajo rango una vez que las grandes superpotencias hayan decidido iniciarla con toda su escalofriante parafernalia de poder por delante, como un indeseable último escalón  o fase de la misma (en principio de consecuencias letales limitadas)… que puede adentrarse en el peligrosísimo escenario de una guerra nuclear total. Todo ello como colofón del enfrentamiento que ya a día de hoy, en su faceta de guerra híbrida o de cuarta generación (psicológica, comercial, tecnológica, cibernética, económica, terrorista con el telón de fondo de una espectacular carrera de armamentos), se desarrolla entre los dos grandes bloques que se disputan el liderazgo del mundo: el oriental o euroasiático dirigido por Rusia y China y el occidental capitaneado por EEUU y la OTAN, y del que la reciente guerra de Ucrania ha sido sin duda un primer y sangriento encontronazo bélico aunque limitado. Choque de trenes (en principio no nuclear) que, como veremos más adelante, con arreglo al determinismo histórico auspiciado por el genial historiador militar y analista ateniense Tucícides (la famosa trampa de Tucícides), parece totalmente inevitable.

 

   O sea, en román paladino, que ya somos mayorcitos. Si Dios no lo remedia (y la historia mundial enseña que no suele hacerlo) parece que tal choque brutal global, o casi global, va a haberlo. ¡Haberlo haylo! que diría el gallego. Pero ¡ojo! Que estamos hablando de una cosa muy seria, con una probabilidad de que ocurra que este historiador, en estos momentos, después de bastantes meses de estudiar profesionalmente semejante y terrorífico escenario devanándose los sesos y analizándolo exhaustivamente desde el punto de vista de la historia, la prospectiva militar, la geopolítica y la geoestrategia, estima personalmente en un 90 %. Una cifra que a lo largo del presente trabajo explicitaré con todo detalle y que, y esta ha sido mi primigenia idea y mi última esperanza al escribir el presente libro, puede y debe ser rebajada al cero absoluto a poco que los principales líderes mundiales acaben siendo conscientes de que por encima de sus patrioterismos y nacionalismos infantiles, la mayoría de ellos absurdos en pleno siglo XXI, deben primar valores absolutos como la pervivencia de la humanidad, la vida digna de los seres que la componen, su libertad y sus derechos fundamentales.       

 

 

     En este año 2022 recién iniciado, escenario en el que este temerario escritor e historiador militar inicia la tremebunda tarea de meterle mano al presente y dificilísimo ensayo, amigo lector/a, pero ya desde hace cierto tiempo, desde antes incluso que el inefable señor Trump sentara sus reales y su abultado trasero en el sillón presidencial de la Casa Blanca, estamos inmersos todos los ciudadanos de este mundo en un difícil, enmarañado, peligroso, histórico y “nudogordianesco” cambio de ciclo histórico. Un imperio, el yanqui, que lleva dominando el orbe con carácter absoluto y dictatorial desde el final de la II Guerra Mundial apoyado en un impresionante poder militar y económico y con la democracia y la libertad como bandera, se va, se muere, se acaba, se diluye, pasa a la defensiva, se refugia en sus cuarteles de invierno del super nacionalismo y el egocentrismo económico, geopolítico y geoestratégico, lamiéndose sus heridas guerreras y su derroche económico de años y años de intromisión y liderazgo en un sinfín de países de los cinco continentes que ha acabado por arruinarlo económica y políticamente.

 

 

   Y lo hace de una forma, según su ex tuitero gerifalte atrincherado durante cuatro años en el despacho oval de la Casa Blanca, recibiendo como pago altas dosis de desagradecimiento y hasta de traición. Nada nuevo, por otra parte, en el devenir de la historia mundial. Como todo en la vida, los imperios, los liderazgos regionales, continentales o globales, tienen su ciclo vital y tras años de expansión, riqueza, poder y proselitismo entran en un irrefrenable proceso de involución, regresión, pobreza y decaimiento integral. Esos procesos no hay quien los pare y normalmente engendran períodos de inestabilidad y mucho peligro para sus antiguos súbditos y en general, centrándonos en el mundo globalizado de hoy, para el común de los mortales.

 

   Pues en esas estamos, amigo lector/a. Los yanquis capitulan como jefes globales, empiezan a desentenderse del mundo que les rodea y que ellos han dominado con mano de hierro (la CIA tendría mucho que decir al respecto con sus crímenes, sus golpes de Estado, sus alcantarillas globales), huyen de sus obligaciones como amos absolutos del planeta Tierra e, incluso, traicionan a sus antiguos amigos/esclavos que se cobijaron bajo la bandera de las barras y estrellas antes adorada (que se lo digan a los pobres kurdos,  sirios, afganos, iraquíes, libios… que creyeron en ellos), abandonando con el rabo entre las piernas el terreno antes suyo al nuevo poder euroasiático ruso/chino.  

      

   Al hilo de lo anterior, desde hace ya algunos meses, desde antes de que estallara en los primeros días de 2020 en todo su dramatismo y con abundante parafernalia mediática el peligrosísimo choque político/militar entre EEUU e Irán tras el asesinato del general Soleimani, algunos medios internacionales, con abundante repercusión en las redes sociales, han venido especulando, haciéndose eco de meritorios trabajos de importantes politólogos, estrategas y catedráticos de renombradas universidades del área norteamericana, sobre la posibilidad creciente (para algunos de ellos, certera probabilidad) de que a medio o largo plazo acabe estallando por fin la tan cacareada y denostada III Guerra Mundial. Alguno de estos expertos, como el profesor Grahan Allison, director del Centro Belfer de Ciencias y Asuntos Internacionales en la Kennedy School de Havard (EEUU), han llegado incluso en sus premoniciones a escribir un libro titulado “Destinados a la guerra” en el que se muestra francamente pesimista en relación con la posibilidad de que la humanidad pueda evitar tamaña desgracia colectiva soslayando la llamada por él (y por otros historiadores) “Trampa de Tucícides”. Trampa (profecía, prospectiva guerrera, aviso a navegantes… más bien) que este militar, estratega e historiador ateniense, que vivió y peleó en la guerra del Peloponeso en el siglo V (a.C) y considerado hoy en día el padre de la historiografía científica y el “realismo político”, nos dejó escrita en su famosísimo libro sobre la citada contienda bélica entre Esparta y Atenas, que acabaría con la hegemonía política y territorial de la segunda.

 

   Se refirió Tucícides en su monumental trabajo histórico, sobre la base de la experiencia personal vivida antes, durante y después de la citada contienda, a la “tensión estructural letal que se produce cuando una potencia nueva reta a otra establecida”, al “inexorable enfrentamiento causado por el cambio en el balance de poder entre dos potencias rivales”. Que lleva inexorablemente a la guerra. Y no cabe ninguna duda, a día de hoy, de que al visionario historiador ateniense la historia universal de veinticinco siglos le viene dando toda la razón.

 

    Pues bien, el profesor Allison en su libro pasa revista, tomando como punto de partida el trabajo de Tucícides, a dieciséis casos de la historia universal de los últimos quinientos años en los que un imperio o potencia dominante global ha terminado por romper las hostilidades contra otra emergente que ponía en serio peligro su liderazgo. Y ha llegado a la conclusión de que en doce de ellos se cumplió sin reserva de ninguna clase la premonición belicista del historiador ateniense pero no así en los cuatro restantes explicitando las razones por las que, según él, no se llegó al lógico enfrentamiento guerrero.      

 

    O sea, amigo lector/a y ciudadano/a de este convulso mundo abocado a un enfrentamiento demoledor futuro por culpa de un equilibrio geopolítico y geoestratégico de las grandes potencias globales que está a punto de romperse, si seguimos las enseñanzas del afamado profesor Allison (que este modesto investigador, estratega, historiador y profesional del Estado Mayor español que le habla no asume en su totalidad por lo que respecta a esos cuatro escenarios políticos históricos que terminaron en una relativa paz octaviana ya que si no hubiera sido por las especiales y muy determinantes circunstancias que concurrieron en ellos, hubieran acabado igualmente como el rosario de la aurora, es decir, en una confrontación pura y dura) las probabilidades de que los pacientes ciudadanos de este perro mundo tengamos que hacer frente, en el medio o largo plazo, a una nueva guerra mundial, la Tercera, sería del 75% puesto que de dieciséis casos estudiados doce de ellos siguieron las enseñanzas guerreras de Tucícides y los cuatro restantes tuvieron la suerte de enderezar la funesta situación con sensatez y orden.

 

    Pero en el preocupante escenario geopolítico y geoestratégico mundial actual, con un imperio militar y económico estadounidense que empieza a agrietarse y a acobardarse  ante el poder creciente del nuevo imperio ruso-chino, esas circunstancias atenuantes e, incluso, desactivadoras del peligro de guerra están decayendo rápida y ostensiblemente y si bien han funcionado aceptablemente en el pasado de la guerra fría y el continuo forcejeo militar y económico entre el Este y el Oeste que la sustituyó desde la caída del muro de Berlín, en muy poco tiempo (cuatro o cinco años) habrán desaparecido por completo si el moribundo imperio actual, los Estados Unidos de Norteamérica, no logra superar el ya en estos momentos formidable desfase tecnológico a favor de Rusia y China, dejando paso libre con ello a la aventura de una posible tentación por parte del nuevo poder emergente euroasiático para intentar quitarse de en medio, en muy pocas horas y utilizando para ello las inconmensurables capacidades de sus armas de última generación (misiles balísticos hipersónicos indestructibles, indetectables y de radio de acción universal, misiles cruceros de idénticas características, drones submarinos portamisiles autónomos, aviones furtivos de sexta generación, sistemas de defensa aérea  inviolables con tecnología láser…), a su mortal enemigo global que se desangró y arruinó en guerras regionales perdidas y en aventuras coloniales innecesarias y que sigue anclado en unos sistemas de armas que en estos momentos resultan totalmente obsoletos y fuera de rango operacional como son sus famosos grupos de combate con base en mastodónticos portaaviones propios más bien de la II Guerra Mundial.   

 

    Como ya he expuesto de manera destacada en una de las primeras páginas del presente trabajo, y acabo de repetir una vez más, si EEUU no logra en cuatro o cinco años desarrollar unos sistemas ofensivo/defensivos de última generación que incluyan sistemas de armas de misiles hipersónicos tanto de naturaleza balística como de crucero como los rusos RS-28 Sarmat (Satán 2),  Avangard ó Kinzhal (con velocidades punta de 20-25 Mach y prácticamente indestructibles e invisibles), los drones submarinos furtivos de propulsión nuclear Poseidon dotados de misiles igualmente hipersónicos capaces de alcanzar objetivos estratégicos estadounidenses en pocos minutos, los sistemas de corto alcance muy perfeccionados Novator 9M 729 diseñados para destruir bases aéreas y centros de mando desplegados muy cerca de sus fronteras y que recientemente ha despertado la reacción profesional de algunos altos mandos estadounidenses y la excusa para que EEUU  abandonase el Tratado INF, las nuevas armas de defensa antiaérea Peverest, con tecnología láser  capaces de detectar y destruir toda clase de misiles tanto aéreos como espaciales o los aviones de sexta generación Su-57 (en la actualidad la plataforma furtiva aérea más avanzada del mundo a la que ningún avión actual yanqui puede oponerse)…

 

    Y, también, como armas chinas supermodernas como  los misiles intercontinentales hipersónicos Dong Fen (un ICBM de última generación con velocidad punta de hasta 25 mach y  15.000 kilómetros de alcance dotado de 12 cabezas nucleares capaces de alcanzar cualquier objetivo americano en 15-20 minutos), los drones submarinos HSU-001 réplicas del ruso Poseidón y que aspiran a alcanzar en el medio plazo velocidades sónicas, el misil balístico subacuático JL-2 proyectable desde submarinos nucleares Type 094 o el caza furtivo de superioridad aérea J-20 de quinta generación y orgullo de la Fuerza Aérea china… LA III GUERRA MUNDIAL ESTÁ SERVIDA. Y, además, pronto, muy pronto, antes incluso de que finalice la presente década de los años veinte del siglo XXI porque el nuevo poder emergente mundial, el nuevo imperio euroasiático formado por la nueva primera potencia militar del globo (Rusia) y la primera económica (China) no desaprovecharán la ocasión de poder destruir al alimón, incluso en cuestión de horas, a la otrora dueña del mundo, los Estados Unidos de Norteamérica, utilizando a mansalva su moderno y destructivo arsenal.

 

     Pero no se me asuste en demasía, amable lector/a, que después de darle una de dramática arena voy a darle otra de amable cal. La III Guerra mundial, como vengo apuntando desde las primeras páginas del presente trabajo al comentarle las teorías tanto del griego Tucícides como del yanqui Allison, es casi imposible que pueda ser detenida en el medio plazo y, menos aún, aparcada para siempre. Las naciones que en estos momentos aspiran a ser los nuevos dueños del mundo (Rusia y China) están en vías de alcanzar (en realidad lo han hecho ya) la superioridad militar y económica sobre EEUU y esas circunstancias serán determinantes para que el funesto enfrentamiento global acabe ocurriendo. Y, además, como apuntaba líneas atrás y demostraré en capítulos venideros, la probabilidad de que estalle no es del 75% que teórica y subliminalmente apunta el profesor Allisson al estudiar sus famosos dieciséis casos en los últimos 500 años de la historia universal, de los que cuatro no habrían seguido los postulados del historiador griego al no terminar en guerra, sino que esa probabilidad sube prácticamente al 90/100%, por lo menos para mí, puesto que de los estudios que he realizado, los míos, los que también me he permitido hacer pues aunque no he sido profesor en Harvard si he impartido numerosas clase de estrategia e historia militar en la prestigiosa Escuela de Estado Mayor del Ejército de Tierra español, se deduce que en esos cuatro escenarios geopolíticos analizados por el politólogo yanqui la guerra entre la potencia dominante y la aspirante a serlo no estalló no porque no quisieran ambos, sus protagonistas potenciales, que la estaban deseando, sino porque era prácticamente imposible asumirla so pena de ir a la destrucción recíproca, al suicidio colectivo de uno de los dos o de los dos en su conjunto.

 

    Bueno, pues le había prometido, amigo lector/a, darle una valoración personal del asunto que estamos tratando que se acercara más a la cal que a la arena, que fuera optimista más que pesimista (más bien realista), y voy a dársela. Como digo, según mis modestos estudios de historiador militar y estratega tomando como parámetros iniciales de los mismos tanto el determinismo histórico guerrero auspiciado por Tucícides en cuanto a la muy probable guerra entre imperios decadentes y emergentes como las conclusiones a las que llega Allison en su libro “Destinados a la guerra” (en el que, curiosamente, sitúa la muy probable III Guerra Mundial como un tétrico asunto bilateral entre Estados Unidos y China cuando en el momento en el que lo redactó (2017-2018) la primera potencia militar real del mundo capaz por sí sola de derrotar a EEUU era la madre Rusia), la III Guerra Mundial es más que probable (90% por no poner el 100% que se desprende de la historia) que estalle de aquí a muy pocos años, no más tarde de 2030 según mis cálculos, pero ¡Ojo al dato! no tiene por qué ser ni nuclear total, ni muy larga, ni abarcar todo el territorio global, ni causar tantas víctimas como la I y la II.

 

    Todo apunta a que será una guerra (la tecnología militar e industrial ha dado un salto espectacular en las últimas décadas) de nuevo cuño, que se producirá en tres fases muy distintas y muy diferenciadas tanto en cuanto a las armas empleadas como a la estrategia utilizada. Como pienso explicitar con todo detalle a lo largo del presente libro, esa confrontación mundial, en principio y en su primera fase, será híbrida, subordinada, compuesta, de IV Generación (psicológica, económica, tecnológica, comercial, cibernética…), con un período largo de implementación, de años incluso, y, en realidad, viendo y analizando lo acontecido entre los dos grandes bloques geopolíticos en los que se divide el mundo en estos momentos en los dos o tres últimos años, en cierto modo puede darse por ya comenzada. Ahí tenemos, la guerra de Siria, la de Ucrania, con su corolario de la anexión pseudopolítica de la península de Crimea y de las provincias orientales de esa antigua república soviética por parte de Rusia, la guerra comercial chino-norteamericana auspiciada personalmente por el jerarca yanqui Trump, la partición de Libia tras la operación otánica para acabar con el caudillo Gadafi, las guerras ya de cuarta generación (predominando la psicológica, comercial, tecnológica, política, terrorista… de EEUU contra Venezuela e Irán), la salida a fortiori del imperio yanqui de Afganistán e Irak… etc, etc.

 

    Después de esa primera fase, bajo mi punto de vista ya iniciada por lo menos en una apresurada y no muy rigurosa puesta en escena previa a la descarada confrontación frontal global que debe venir, el emergente bloque euroasiático capitaneado por Rusia en el ámbito militar, si ha conseguido todos sus objetivos en el terreno de esa guerra de cuarta generación no necesariamente declarada y si, como ya he apuntado líneas atrás, Estados Unidos no ha logrado dar el  importante salto tecnológico absolutamente necesario para equiparar sus Fuerzas Armadas al altísimo nivel operativo de las de su potencial enemigo, se verá tentado con casi total seguridad, impelido por su consciente superioridad militar, a emplear todo el poder destructivo de su inmenso arsenal misilístico terrestre, submarino y aeroespacial para eliminar en cuestión de muy pocas horas toda la infraestructura ofensiva y defensiva del decadente imperio occidental liderado por americanos y europeos.

 

    Y en esa infraestructura militar occidental a destruir vía misiles hipersónicos basados en tierra, en el mar , en submarinos, en la aviación estratégica y en el espacio exterior, la prioridad apuntará a bases aéreas y navales de EEUU y la OTAN en todo el mundo (atentos ciudadanos españoles, ahí van incluidas Rota, Morón de la frontera y Torrejón de Ardoz), los once grupos navales con base en mastodónticos portaaviones de 100.000 toneladas que fueron hasta hace muy pocos años las joyas de la corona del poder castrense norteamericano y que ya en este año 2020 en el que nos encontramos son solo una inmensa chatarra a flote imposible de defender, permanentemente localizados estén donde estén y, en consecuencia, listos para ser sacrificados y enviados a los infiernos uno por uno con un simple misil Kinzhal o Novator 9M 729 ruso lanzado por un avión furtivo Su-35 o Su-57 situado a dos mil kilómetros de distancia.

 

    Esta segunda fase de la nueva Gran Guerra, que yo denominaría de “fase convencional avanzada” y que me atrevo a situar no antes del 2025 ni más tarde del 2030, no tiene por qué ser (y no será, salvo que los dirigentes mundiales con todavía Putin a la cabeza se hayan vuelto locos de remate, algo totalmente improbable), ni nuclear, ni muy larga (en 24-48 horas se pueden alcanzar todos los objetivos por parte del ganador), ni con operaciones terrestres de importancia, ni con espectaculares bombardeos sobre poblaciones civiles, ni, en consecuencia, con graves daños colaterales en vidas humanas si la comparamos con los millones de víctimas de las dos grandes conflagraciones del siglo XX. Se tratará en ella, como digo, con desarmar al gran enemigo destruyendo de un solo golpe, con el uso conjunto de toda la parafernalia guerrera de última generación a disposición del bando euroasiático ya que es muy poco probable a día de hoy que la iniciativa de atacar proceda del bloque occidental ya que EEUU, más débil que sus dos contrincantes unidos, muy a la defensiva y prácticamente solo ante el peligro ya que la Unión Europea, sin poder militar real alguno, nunca estará dispuesta a  una aventura de ese tipo.

 

    Y dentro de estas premoniciones geoestratégicas y de guerra pura y dura que estoy pergeñando, después de meses y meses de arduo trabajo de estudio e investigación quedaría, volviendo al eufemismo de la cal y la arena, una paletada terrorífica de la segunda en el supuesto de que esa confrontación global entrara en  una tercera fase que, si todo discurre por los cauces lógicos de la política, la estrategia global, los intereses nacionales de los principales contendientes, los de la humanidad entera y el sentido común personal y colectivo de los dirigentes mundiales (que  podrán ser unos ambiciosos, unos cínicos y unos mentirosos pero evidentemente no son suicidas), nunca debería llegar a producirse.

 

   Y este historiador militar que le habla, amigo lector/a, está firmemente convencido que no ocurrirá. Me estoy refiriendo a una hipotética y suicida fase de “guerra nuclear total”. A un desiderátum colectivo que podría comenzar, ya digo, con escasísimas probabilidades de que pueda concretarse, con la entrada en pánico, a través de una humillación indigerible, por parte de los gerifaltes del imperio decadente atacado (USA y sus socios geoestratégicos y geopolíticos) que les llevara a meter sus cabezas bajo sus respectivas alas y a ordenar el lanzamiento de uno o varios misiles termonucleares (siempre serían pocos porque lógicamente en la fase anterior de guerra no nuclear la mayor parte de sus plataformas de lanzamiento basadas en tierra, en barcos a flote e, incluso, en el espacio exterior habrían sido eliminadas) que desatara en cuestión de muy pocos minutos un aterradora respuesta también nuclear de su adversario oriental desde el inmenso despliegue de sus numerosas bases terrestres, aéreas, espaciales, marinas y subacuáticas, con la punta de lanza de sus decenas de drones submarinos autónomos armados con misiles hipersónicos balísticos y de crucero que, en ese caso, y con el fin de acabar cuanto antes la incipiente confrontación atómica  golpeara, al estilo desgraciado de Hiroshima y Nagasaki, una serie importante de objetivos civiles.

 

    No quiero entrar de momento, en esta Introducción, en ese apocalíptico y demencial escenario de la guerra nuclear total aunque sí lo haré en el futuro en el capítulo correspondiente, cuando estudie con todo detalle las tres fases ya mencionadas de la hipotética III Guerra Mundial que nos amenaza a todos los habitantes de este convulso mundo en el que vivimos,  porque estoy absolutamente convencido de que no llegará a materializarse a pesar de que uno, que tiene ya sus añitos, es consciente de la tremenda estupidez y la colosal tendencia al sadismo y al suicidio colectivo que escoden los cerebros de muchos de los seres humanos que dirigen en la actualidad o han dirigido el mundo en el pasado. Ahí tenemos las dos guerras mundiales del siglo XX con más de cien millones de víctimas en su conjunto. Pero también es cierto que la historia, maestra de la vida, enseña mucho y ya llevamos más de medio siglo, desde el final de la II Guerra Mundial, con dos grandes potencias enfrentadas ideológica, económica y militarmente, armadas hasta los dientes de armas nucleares y ese suicida escenario de la guerra nuclear total no ha llegado a materializarse.

 

    Si bien es cierto que la razón principal y casi única de que ello fuera así y la civilización humana se salvara del desastre a pesar de situaciones muy peligrosas como la famosa “crisis de los misiles de Cuba” o el avión U-2 norteamericano, no fue otra que la llamada estrategia MAD (por sus siglas en inglés) o “Destrucción Mutua Asegurada”, abrazada indefectiblemente durante años tanto por Estados Unidos como por la URSS porque ambas potencias mundiales a pesar de tener el poder suficiente, a través de sus numerosas armas nucleares y sus correspondientes vectores de lanzamiento, para infligir un terrible daño a su enemigo siempre fueron conscientes de que éste a su vez, a pesar del enorme castigo que podía sufrir si era atacado sorpresivamente, podría reaccionar usando tan solo el 20% residual de su arsenal atómico no destruido (según estudios muy detallados de sus Estados Mayores) y devolverle la pelota en forma de destrucción masiva de sus principales ciudades.

 

   Termino esta Introducción porque mis consideraciones sobre la hipotética III Guerra Mundial por venir  (que, ya adelanto, es casi seguro que vendrá pero con muchísimas probabilidades de que no sea el apocalipsis y la eliminación segura de la especie humana  que muchos auguran aunque lógicamente puede conllevar amplias destrucciones  y daños colaterales civiles de cierta importancia) las voy a tratar, ampliar y explicitar con toda profusión y detalle a lo largo de varios de los capítulos del presente trabajo de investigación. Porque sobre este tema de la próxima guerra global, que ha recuperado todo su dramatismo y preocupación a escala mundial tras el peligroso y latente enfrentamiento de EEUU e Irán, se viene escribiendo y hablando mucho pero casi nunca por parte de verdaderos expertos en la materia. Escriben sobre ella, sin ningún rubor y con muy poca preparación profesional, periodistas de toda laya que buscan más que nada espectacularidad y audiencia, politólogos afamados (no quiero poner entre ellos al ya repetidas veces citado por mí profesor Allison) que confunden y entremezclan la estrategia militar con la general y la política y que no son muy rigurosos a la hora de enjuiciar comportamientos históricos en beneficio de sus aventuradas premoniciones. Políticos o dirigentes políticos de naciones de primer nivel (aquí sí que meto al cuestionado Trump) que largan una y otra vez desde sus irresponsables tuits amenazas y despropósitos que enconan y trastocan el sutil equilibrio de poder internacional en una época de armas indestructibles, poderosísimas e invisibles.

 

    Pero, y ahora sí termino, a pesar de que esa MAD o Destrucción Mutua Asegurada a la que me refería hace un momento y que ha mantenido la paz nuclear durante décadas ya no existe pues sobre todo el bloque euroasiático dispone de  numerosos sistemas de armas que ya han demostrado (guerra de Ucrania, Siria, el Líbano, Libia, Irak, ataques a la infraestructura petrolífera de Arabia Saudí…etc, etc) que pueden destruir al enemigo mucho antes de que éste pueda reaccionar, el enfrentamiento entre los dos mundos que ahora mismo se disputan el poder global y del que ya nos alertó el historiador ateniense Tucícides hace nada menos que veinticinco siglos “no será, no puede ser, no debe ser nuclear”. Si sigue leyéndome, amable lector/a, llegará a saber con todo detalle por qué será así, por qué debe ser así y qué tipo de guerra y que armas si podrán usarse en aras de conseguir con el menor coste posible para la humanidad el cambio de ciclo histórico que se avecina.         

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  • AMEAUXET

    AMEAUXET | Miércoles, 04 de Mayo de 2022 a las 08:21:22 horas

    SAL A LA CALLE A EXIGIR QUE LA OTAN DESPAREZCA DE NUESTAS VIDAS, DE EUROPA.


    LA CRIMINAL OTAN DE LA MANO DEL IMPERIO DEL MAL, IMPERIO YANQUI, NOS LLEVA DE CABEZA A LA EXTERMINACIÓN COMO ESPECIE.

    EXIGE A LOS LACAYOS EUROPEOS QUE NO SIGAN LOS DICTADOS Y CONSIGNAS YANQUIS. TODO ATENTA CONTRA NUESTRO BIENESTAR. ASÍ DE CLARO.

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