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Lunes, 02 de Mayo de 2022 Tiempo de lectura:

¿ES RUSIA UNA POTENCIA IMPERIALISTA?: UN IMPERIO NO HEGEMÓNICO EN GESTACIÓN

"La resolución de la guerra de Ucrania puede definir si Rusia consuma o diluye su salto hacia un status imperialista"

Nadie hubiera preguntado si Rusia actuaba como una potencia imperialista en los años que siguieron al colapso de la Unión Soviética. En esa época sólo se discutía si ese país mantendría alguna relevancia. La era Yeltsin condujo a la insignificancia internacional de Moscú y todas las evaluaciones sobre el imperialismo estaban referidas a Estados Unidos. Sin embargo - explica el economista Claudio Katz - treinta años después ese escenario ha mutado en forma drástica, con el resurgimiento de Rusia como gran actor geopolítico. Este viraje ha reabierto los debates sobre la pertinencia de la categoría imperial para ese país.

 

  Por CLAUDIO KATZ (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

   Nadie hubiera preguntado si Rusia actuaba como una potencia imperialista en los años que siguieron al colapso de la Unión Soviética. En esa época sólo se discutía si ese país mantendría alguna relevancia. La era Yeltsin condujo a la insignificancia internacional de Moscú y todas las evaluaciones sobre el imperialismo estaban referidas a Estados Unidos.

 

   Treinta años después ese escenario ha mutado en forma drástica, con el resurgimiento de Rusia como gran actor geopolítico. Este viraje ha reabierto los debates sobre la pertinencia de la categoría imperial para ese país. El concepto es asociado con la figura de Putin y ejemplificado en la reciente invasión a Ucrania. Esa incursión es vista como una contundente prueba del renovado imperialismo ruso.

 

  Las miradas más corrientes consideran que esa impronta es un dato indiscutible. Destacan que Moscú oprime a sus vecinos con el objetivo de socavar la libertad, la democracia y el progreso. También denuncian que el Kremlin intensifica su agresividad para expandir un modelo político autocrático.

 

 

DESACIERTOS CONVENCIONALES

 

   Los principales gobiernos y medios de comunicación de Occidente cuestionan las incursiones de Moscú que justifican en el propio campo. El despliegue de tropas en Ucrania, Georgia o Siria es presentado como un acto inadmisible, pero las ocupaciones de Afganistán, Irak o Libia son interpretadas como episodios habituales. La anexión de Crimea es categóricamente repudiada, pero la apropiación de tierras en Palestina es calurosamente bienvenida.

 

  Esa hipocresía es combinada con inverosímiles denuncias para atemorizar a la población. Se describe un gigantesco poder ruso con inconmensurable capacidad de daño. La manipulación moscovita de los comicios estadounidenses a través de infiltrados y algoritmos ha sido la acusación más absurda de esa campaña.

 

 

"Desde hace tres décadas prevalecen en Rusia los tres pilares del capitalismo. Se restauró la propiedad privada de los medios de producción, se consolidaron las normas de ganancia, competencia y explotación y se introdujo un modelo político que garantiza los privilegios de la nueva clase dominante"

 

 

   Todas las conspiraciones diabólicas son atribuidas a Putin. Los medios suelen mostrarlo como la encarnación del mal. Es retratado como un déspota que reconstruye un imperio con brutales métodos de totalitarismo interno (Di Palma, 2019). Nunca se hacen comparaciones con las elogiadas plutocracias de Estados Unidos o Europa, que imponen la convalidación del dominio ejercido por las elites gobernantes.

 

 

   Las liberales suelen describir al imperialismo ruso como una enfermedad enraizada en la historia autoritaria del país. Consideran que esa sociedad arrastra una antigua compulsión al avasallamiento de territorios ajenos (La Vanguardia, 2020).

 

 

   Con esa mirada repiten lugares comunes, sin avanzar en la evaluación seria del problema. Si Rusia contiene el gen del imperio en su innata constitución, no tendría mucho sentido profundizar el estudio del tema. Constituiría simplemente un caso perdido frente a las consabidas virtudes de Occidente.

 

 

    Con la misma naturalidad que se resalta la omnipotencia imperial de Rusia se exime a Estados Unidos y a sus socios de esa condición. El imperialismo es visto como un corolario de la autocracia moscovita, que el apego a la tolerancia republicana ha evitado en el universo transatlántico. Cómo se compatibiliza ese relato con el saqueo colonial padecido por África, Asia y América Latina es un irresoluble misterio.

 

 

   "La burocracia se transformó en oligarquía mediante un simple cambio de vestimenta. Esa misma mutación de abanderados del comunismo en exaltadores del capitalismo se verificó en todos los países asociados con el Kremlin"

 

 

     Las diatribas contra Moscú recrean el viejo libreto de la guerra fría, que contraponía el opresivo totalitarismo ruso con las maravillas de la democracia norteamericana. Los muertos que desparramó el Pentágono para garantizar los beneficios de ese paraíso son rigurosamente ocultados. El contraste entre la felicidad estadounidense y la lúgubre supervivencia de Rusia ha persistido como un invariable mito.

 

 

   La compulsión imperial del Kremlin es también observada como un desafortunado recurso del país, para lidiar con su sombrío destino. Las miradas euro-céntricas más extremas observan a los rusos como una etnia de blancos, que no supo asimilar la civilización occidental y quedó atascada en el atraso de Oriente. El castigo nazi intentó resolver esa anomalía con el exterminio de una parte de los eslavos, pero la derrota de Hitler sepultó durante un largo tiempo las ópticas denigratorias. En la actualidad vuelven a renacer los viejos prejuicios.

 

 

    "La conversión de Rusia en una potencia imperial es una posibilidad abierta por el peso del país en el escenario mundial. Exhibe un capitalismo inestable, pero plenamente restaurado y una inserción internacional intermedia"

 

 

   Para evaluar con alguna seriedad el lugar de Rusia en el club de las potencias imperiales hay que archivar esas tonterías. Se necesita clarificar ante todo el status de ese país en el universo del capitalismo. La vigencia de ese sistema es una condición de pertenencia al enjambre imperial. El desconocimiento de esa conexión impide a los liberales (y a sus vulgarizadores mediáticos) aproximarse al entendimiento del problema.

 

 

LA REINTRODUCCIÓN DEL CAPITALISMO

 

   Desde hace tres décadas prevalecen en Rusia los tres pilares del capitalismo. Se restauró la propiedad privada de los medios de producción, se consolidaron las normas de ganancia, competencia y explotación y se introdujo un modelo político que garantiza los privilegios de la nueva clase dominante.

 

 

   La adopción de ese sistema fue vertiginosa. En tan sólo tres años (1988-1991) quedó sepultado el intento de reformas paulatinas de la URSS que promovía Gorbachov. Como su modelo de Perestroika rechazaba la renovación socialista y la participación popular, facilitó una arrolladora restauración del capitalismo. La vieja elite auto demolió su régimen, para desembarazarse de todas las restricciones que impedían su reconversión en clase propietaria.

 

 

   Yeltsin timoneó esa fulminante transformación en 500 días de privatizaciones. Repartió la propiedad pública entre sus allegados y transfirió la mitad de los recursos del país a siete grupos empresarios. El nuevo sistema no emergió como en Europa Oriental desde afuera y bajo la influencia occidental. Fue gestado desde arriba y al interior del sistema precedente.

 

 

   La burocracia se transformó en oligarquía mediante un simple cambio de vestimenta. Esa misma mutación de abanderados del comunismo en exaltadores del capitalismo se verificó en todos los países asociados con el Kremlin.

 

 

   Es evidente que el estancamiento económico, el declive de la productividad, la ineficiencia de la planificación compulsiva, el desabastecimiento y la subproducción determinaron el malestar que precipitó el colapso de la URSS. Pero la magnitud de esos desequilibrios ha sido sobredimensionada, olvidando que nunca presentaron la envergadura de los desplomes financieros padecidos por el capitalismo occidental. La economía soviética no afrontó, por ejemplo, un terremoto equivalente al desmoronamiento sufrido por los bancos en el 2008-09.

 

 

 

"El imperio en gestación afronta una prueba decisiva en la guerra de Ucrania. Esa incursión introduce un giro cualitativo en la acción de Moscú, cuyos resultados incidirán en la condición internacional del país"

 

 

   El modelo de la URSS fue sepultado en el ámbito político por una clase dominante que remodeló el país. En esa alteración radica la gran diferencia con China, que mantuvo intacta su estructura tradicional de gobierno, en un nuevo escenario signado por la protagónica presencia de los capitalistas.

 

    Esa diferencia determina la preeminencia de una restauración ya completada en Rusia y en una disputa aún irresuelta en China. El manejo del Estado ha sido la variable decisiva del retorno al capitalismo. Este giro presenta el mismo alcance histórico que tuvo la caída de los regímenes monárquicos en el surgimiento de ese sistema.

 

    Yelstin forjó una república de oligarcas que se apoderaron del petróleo, el gas y la exportación de materias primas. Introdujo el manejo autoritario del poder ejecutivo y generalizó el fraude en los comicios parlamentarios.

 

   Putin contuvo esa dinámica depredadora mediante una sostenida tensión con la nueva plutocracia. Pero no revirtió los privilegios de los millonarios. Para frenar el endeudamiento privado, el déficit externo, el temblor monetario y la desinversión local, introdujo controles y disputó el poder de decisión con los enriquecidos.

 

    Ese conflicto fue zanjado con el encarcelamiento de Jodorkovski, el desplazamiento de Medvedev y el acoso a Navalny. Al compás de esos desenlaces, Putin logró prorrogar su mandato e hizo valer su autoridad. Pero convalidó las privatizaciones y el manejo elitista de los sectores estratégicos de la economía. Tan sólo puso un límite al saqueo de los recursos naturales, para marginar a los acaudalados del control directo del gobierno.  

 

 

"El elemento imperial despunta en forma embrionaria. La restauración capitalista en una potencia con siglos de prácticas opresivas ya se ha consumado, pero los indicios de políticas imperiales tan sólo asoman como posibilidades"

 

 

   Esta doble acción es frecuentemente incomprendida por los analistas que ubican a Putin en el simple casillero de los mandatarios autoritarios. Omiten la estratégica labor que cumplió en el afianzamiento del capitalismo.

 

   Esa convalidación ha requerido un sistema político superpresidencial, asentado en burocracias y aparatos de seguridad que duplicaron el tamaño legado por Yelstin. Putin asegura su predominio mediante la manipulación del sistema electoral y de los candidatos que disputan cargos de relevancia.

 

   Pero esa supremacía no implica un modelo unipersonal dependiente de los humores del primer mandatorio. El jefe del Kremlin gestiona en forma consensuada, para preservar la cohesión de las élites. Con ese rol moderador evita la confrontación entre las 100 familias que controlan la economía. Esa armonización exige un arbitraje, que el mandatario ha perfeccionado al cabo de dos décadas de comando gubernamental.

 

   En Rusia se corrobora, por lo tanto, la vigencia del capitalismo como insoslayable precondición de cualquier status imperial. Pero la variedad imperante de ese sistema crea otro tipo interrogantes.

 

 

"En Rusia se corrobora la vigencia del capitalismo como insoslayable precondición de cualquier status imperial. Pero la variedad imperante de ese sistema crea otro tipo interrogantes"

 

 

UN MODELO CONTRADICTORIO E INCIERTO

 

    Desde hace tres décadas los académicos neoliberales desojan la margarita, para desentrañar cuánto maduró la ponderada “transición hacia una economía de mercado”. Nunca logran develar ese curioso devenir, en un país que refutó todos augurios ortodoxos de competencia y bienestar. La prometida prosperidad capitalista no emergió de las cenizas de la URSS. La planificación burocrático-compulsiva fue reemplazada por un modelo que arrastra mayores desequilibrios (Luzzani, 2021).

 

    La dinámica habitual de los mercados afronta inéditos obstáculos en una economía de baja productividad, ausencia de transparencia y prácticas empresariales reñidas con los manuales del liberalismo. El peso de los monopolios es tan dominante como el protagonismo de las mafias, en un esquema irónicamente identificado con el “capitalismo jurásico”.

 

   El curso de la acumulación está signado por la omnipresencia de los clanes y sus consiguientes modalidades de dependencia personal. Un estrecho círculo de beneficiarios lucra con mecanismos informales de apropiación, basados en la coerción estatal. Con esos patrones, el capitalismo funciona en la sombra, a favor de una elite que ensancha sus patrimonios con acotada inversión, despegue productivo o expansión del consumo.

 

   Varias adversidades del esquema imperante en la URSS (burocratismo, corrupción, descoordinación administrativa, ineficiencia) han sido recicladas en un modelo igualmente inoperante. Las relaciones culturales forjadas al cabo de muchas décadas de primacía burocrática se han recompuesto, generando una inercia que potencia la desigualdad, sin permitir el desarrollo que enorgullecía a la Unión Soviética. Las viejas adversidades del modelo burocrático han convergido con las novedosas penurias del capitalismo (Buzgalin, 2016).

 

    Desde hace treinta años prevalece un esquema de exportación de materias primas, con grandes empresas especializadas en la comercialización del gas (Gazprom), el petróleo (Rosneft) y los recursos naturales (Lukoil). El peso del sector privado es un dato tan sobresaliente, como el enriquecimiento de los millonarios vinculados a esas actividades. Por esa dependencia del combustible exportado, Rusia ha quedado sometida al vaivén internacional de los precios del petróleo.

 

 

Rusia preserva un importante desenvolvimiento tecnológico, pero la apertura importadora, la desinversión y la simple desidia afectaron severamente al viejo aparato fabril y obstruyeron su modernización.

 

 

 

    Esa preeminencia de las materias primas contrasta con la primacía de la industria en el régimen precedente. Rusia preserva un importante desenvolvimiento tecnológico, pero la apertura importadora, la desinversión y la simple desidia afectaron severamente al viejo aparato fabril y obstruyeron su modernización. La industria fue penalizada por una elite liberal de exportadores despreocupada por ese sector. La pequeña producción fabril fue afectada además por el ingreso de corporaciones multinacionales, en un contexto de baja financiación interna.

 

   La contracara de esa reducida provisión crediticia fue el desproporcionado endeudamiento externo de la elite que demolió a la URSS. Mediante esa hipoteca precipitaron un descontrol de los flujos financieros. El efecto de ese vaciamiento fue la enorme fuga al exterior del excedente generado en el país.

 

   La gigantesca masa de dinero que los oligarcas diseminaron en los paraísos fiscales quedó sustraída de la acumulación. Rusia ocupa el primer lugar en el ranking mundial de capitales expatriados, que Argentina integra en el tercer puesto. La degradación que afecta a esa economía sudamericana, ilustra las dramáticas consecuencias de expatriar los grandes patrimonios. En 1998 esa descapitalización condujo en Rusia a una descomunal crisis del rublo.

 

   Putin reaccionó con drásticos cambios para contener esa vulnerabilidad neoliberal. Obstruyó la hemorragia de fondos y construyó un enorme petroestado, que retiene el excedente comercial para facilitar el resguardo de las reservas (Tooze, 2022). Con ese dique contrapesa la fragilidad de un modelo afectado por la primarización. La consistencia de ese esquema es un gran interrogante para todos los economistas.

 

 

ACTUAL SEMIPERIFERIA

 

   Rusia integra el casillero de las economías igualmente distanciadas del capitalismo central y periférico. Es una semiperiferia ubicada en el eslabón intermedio de la división global del trabajo. Esa inserción es asemejada por algunos analistas con el lugar mundial de India o Brasil (Clarke; Annis, 2016). En los tres casos pesa la enorme dimensión del territorio, la población y los recursos. También se verifica la misma distancia con las economías más funcionales a la globalización (Corea del Sur, Taiwán, Malasia).

 

   Rusia no integra el club de las potencias que comandan el capitalismo mundial. Mantiene brechas estructurales con los países desarrollados, en todos los indicadores de nivel de vida, promedio del consumo o dimensión de la clase media. Pero es igualmente significativa su lejanía con las economías relegadas de África o Europa Oriental. Se mantiene como una semiperiferia tan distanciada de Alemania y Francia, como de Albania y Camboya.

 

   El gigante euroasiático tampoco actúa como un simple proveedor de materias primas. Hace valer su enorme influencia en el abastecimiento de gas a dos continentes. Por eso compite con otros suministradores de peso, en la batalla por los precios y las condiciones de prestación de ese recurso.

 

  Pero ninguna de las empresas rusas de energía tiene la relevancia estratégica de los bancos o las firmas tecnológicas de Estados Unidos, Europa Occidental o Japón. El país no disputa en las ligas mayores de la competencia globalizada y del capitalismo digital.

 

   El status semiperiférico de Rusia en la estratificación global difiere del impresionante ascenso que logró China, al escalar a un lugar central de esa jerarquía. Moscú no se aproximó a ese podio.

 

 

EL ACOSO IMPERIAL NORTEAMERICANO

 

    La conversión de Rusia en una potencia imperial es una posibilidad abierta por el peso del país en el escenario mundial. Exhibe un capitalismo inestable, pero plenamente restaurado y una inserción internacional intermedia, pero muy gravitante. Su rol geopolítico está determinado por el choque con la estructura mundial dominante que encabeza Estados Unidos.

 

   Rusia es el blanco predilecto de la OTAN. El Pentágono está empeñado en socavar todos los dispositivos defensivos de su gran adversario. Busca la desintegración de Moscú y estuvo a punto de lograrlo en la era Yelstin, cuando los bancos norteamericanos llegaron a tantear el control accionario de las empresas rusas (Hudson, 2022). Ese fallido intento fue sucedido por una sistemática presión militar.

 

   El primer paso fue la destrucción de Yugoslavia, con la consiguiente conversión de una vieja provincia serbia en la fantasmal república de Kosovo. Ese enclave custodia en la actualidad los corredores energéticos de las multinacionales estadounidenses, en las proximidades de Rusia.

 

  La OTAN transformó a los tres países Bálticos en una catapulta de misiles contra Moscú, pero no pudo extender ese cerco a Georgia. Falló en la aventura militar que intentó su títere de ese momento (Saakashvili).

 

   El Pentágono se concentró posteriormente en el cinturón fronterizo del Sur, mediante una gran diversidad de operativos localizados en Transcaucasia y Moldavia. Por ese camino terminó convirtiendo a Ucrania en la madre de todas las batallas.

 

   El ensañamiento yanqui contra Rusia incluye un ingrediente de inercia y otro de memoria histórica por la experiencia de la Unión Soviética. Demoler al país que incubó la primera revolución socialista del siglo XX es una meta reaccionaria, que ha sobrevivido a la propia desaparición de la URSS (Piqueras, 2022). A pesar de la categórica preeminencia del capitalismo, Occidente no ha incorporado a Rusia a su esfera corriente de funcionamiento.

 

 

    Estados Unidos desenvuelve una interminable sucesión de agresiones para impedir la recomposición de su enemigo. Implementa esa escalada a través de una alianza militar forjada en la posguerra, como si el extinguido campo socialista se mantuviera en pie. La OTAN recrea la guerra fría con los mismos lineamientos del siglo XX y reaviva las viejas tensiones internacionales. De la misma forma que la Santa Alianza continuó hostilizando a Francia luego de la derrota Napoleón (por la simple memoria de la revolución), la agresión contemporánea contra Rusia incluye resabios de venganza contra la Unión Soviética.

 

 

COMPLICIDADES Y REACCIONES

 

    Francia y Alemania participan del acoso de Rusia con una agenda propia que prioriza la negociación económica. Moscú ofrece suministros de energía en condiciones muy convenientes para las industrias germanas y Berlín intentó contrarrestar el disgusto de Washington con esa sociedad.

 

   El punto crítico se ubica en las obras del oleoducto construido bajo las aguas del Mar Báltico (Nord Stream 2). Ya se han ensamblado 1230 kilómetros de tuberías que conectan directamente al proveedor ruso con el adquiriente germano. Estados Unidos recurrió a todas las maniobras imaginables para sabotear ese proyecto, que rivaliza con sus ventas de gas licuado. Ese conflicto es uno de los principales trasfondos de la guerra de Ucrania.

 

    Washington ha presionado en todos los terrenos y durante la pandemia logró imponer el veto europeo a la vacuna Sputnik. Ahora exige una sumisión total en sanciones contra Moscú, que tienden a socavar el proyecto alemán de convenios comerciales con Rusia.

 

    Berlín intentó aprovechar el desmoronamiento de la URSS para extender sus prósperos negocios de Europa Oriental. Buscaba usufructuar de la apertura comercial iniciada por Yeltsin y aspiraba a forjar un eje franco-alemán, para atenuar el predominio de Washington. El Departamento de Estado escaló los choques con Rusia para neutralizar esa estrategia y logró arrastrar a sus socios a la gran cruzada en curso contra Moscú (Poch, 2022).

 

   Estados Unidos impuso un rearme de la OTAN que acrecienta la brecha de gastos militares con Rusia. El presupuesto bélico de la primera potencia bordeó en el 2021 los 811.000 millones de dólares, Gran Bretaña invirtió 72.000, Alemania 64.000 y Francia 59.000. Esas cifras superan largamente los 66.000 de la Federación Rusa (Jofre, 2021).

 

    La guerra de Ucrania fue precedida, además, por una intensificación de los ejercicios transatlánticos conjuntos. En el Defender Europe 21 (mayo y junio del año pasado) participaron 40.000 efectivos y 15.000 unidades de material bélico, con simulaciones muy próximas a las fronteras del Este.

 

    Rusia intentó frenar esa avanzada con varias propuestas desoídas por Occidente. Ese rechazo ha sido una constante de Washington, que defraudó una y otra vez a Putin. El líder del Kremlin inició su carrera con una gran expectativa de coexistencia con Estados Unidos. Después de la traumática experiencia de Yeltsin intentó alcanzar un status quo, basado en el reconocimiento de Moscú como potencia. Con ese propósito emitió incontables mensajes de conciliación.

 

   Putin colaboró con la presencia yanqui en Afganistán, mantuvo términos cordiales con Israel, canceló la entrega de misiles a Teherán y no interfirió el bombardeo a Libia (Anderson, 2015). Esa sintonía inicial llegó a incluir una sugerencia de asociación con la OTAN.

 

  El Departamento de Estado respondió a todas las ofrendas de paz con mayores incursiones y Putin perdió sus ilusiones de convivencia armoniosa. En 2007 comenzó una contraofensiva, que afianzó con las victorias de Georgia y Siria. Mantuvo igualmente propuestas de armisticio que Washington ni siquiera consideró (Sakwa, 2021).

 

  Rusia es hostilizada, con el mismo descaro que el Pentágono exhibe frente a todos los países que desoyen sus exigencias. Pero Estados Unidos confronta en este caso con un rival que no es Irak o Afganistán, ni puede ser maltratado como África o América Latina.

 

 

INTERVENCIÓN EXTERNA Y ARMAMENTO

 

    Rusia es un país capitalista que ha recompuesto su gravitación internacional, pero no reunía hasta la incursión en Ucrania los rasgos generales de un agresor imperial. Ese formato presupondría profundizar un curso geopolítico ofensivo que Putin aún no desenvuelve, pero ya sugiere.

 

    La implosión de la URSS fue sucedida por tensiones bélicas en 8 de las 15 ex repúblicas soviéticas. En todos los conflictos de sus zonas aledañas Moscú desplegó su fuerza militar. De la discreta presencia antes de la destrucción de Yugoslavia, pasó a una fulminante incursión en Georgia y a la invasión actual a Ucrania.

 

   Rusia intenta frenar el pasaje de sus viejos aliados al campo occidental y pretende evitar la desestabilización de sus fronteras. Un ejemplo de esa política fue la reciente tregua que impuso a los armenios y azerbaiyanos en Nagorno Karabaj. Avaló la recuperación de territorios que consumó el segundo contendiente, para contrarrestar la derrota sufrida en el 2016.

 

   Pero frente al peligro de una conflagración mayor, Putin forzó un armisticio que disgustó a sus aliados de Armenia. Moscú exhibió su poderío al imponer un arbitraje que pospone la resolución de los conflictos pendientes (refugiados, autonomías locales, corredores de unión de zonas pobladas por ambos grupos).

 

   El equilibrio con todas las elites locales bajo su estricto comando, guía la intervención del Kremlin en el espacio postsoviético. Rusia ordena sus decisiones siguiendo la doctrina Primakov, que propicia una recuperación del peso del país para contrarrestar la hegemonía de Estados Unidos (Armanian, 2020).

 

   El gestor de esa concepción ganó relevancia como precursor de Putin, promoviendo el proyecto multipolar frente al unilateralismo norteamericano. Propició un triángulo estratégico con India e China (ampliado a Brasil y Sudáfrica), para crear un polo alternativo a la primacía estadounidense.

 

   Putin ha seguido esas pautas para frustrar la dominación unilateral de Washington, a fin de convertir al Kremlin en un coadministrador de los asuntos internacionales. Esa estrategia es muy activa pero no define un status imperial.

 

   La acción militar es el ingrediente clave de esa condición y el poderío bélico de Rusia ha ganado visibilidad. Moscú cuenta con 15 bases militares en 9 países extranjeros y hace valer su gravitación como segundo exportador mundial de armas.

 

   Esa influencia bélica no compite igualmente con el arsenal del contrincante norteamericano. Estados Unidos tiene 800 bases extranjeras y duplica las exportaciones del armamento ruso. De las 100 principales empresas de este sector 42 corresponden a Washington y sólo a 10 a Moscú. Además, el gasto de defensa de los 28 miembros de la OTAN supera en 10 veces a su equivalente ruso (Smith, 2019).

 

  Pero la incidencia de la economía armamentista en Rusia es muy significativa. Es el único sector exento del retroceso industrial que sucedió a la caída de la URSS. La alta competitividad de esa rama ya constituía una excepción durante el declive de ese régimen y se ha consolidado en las últimas décadas.

 

  Putin no se limitó a preservar el arsenal legado por la Unión Soviética. Reactivó la industria militar para afianzar la presencia internacional del país. Esa intervención obliga a extender las funciones del complejo militar más allá de su lógica disuasiva. La dinámica defensiva de esos dispositivos coexiste con su utilización para intervenciones externas.

 

UN IMPERIO NO HEGEMÓNICO EN GESTACIÓN

 

    Rusia no forma parte del imperialismo dominante, ni es socio alterimperial o coimperial de ese entramado. Pero desenvuelve políticas de dominación con intensa actividad militar. Es globalmente hostilizada por Estados Unidos, pero adopta conductas opresivas en su propio radio. ¿Cómo podría definirse ese contradictorio perfil? El concepto de imperio no hegemónico en gestación sintetiza esa multiplicidad de rasgos.

 

    El componente no hegemónico está determinado por el lugar contrapuesto que mantiene el país frente a los centros del poder imperial. Al igual que China es objeto de un sistemático acoso por parte de la OTAN y ese hostigamiento ubica a Rusia fuera del principal circuito de dominación del siglo XXI.

 

     El elemento imperial despunta en forma embrionaria. La restauración capitalista en una potencia con siglos de prácticas opresivas ya se ha consumado, pero los indicios de políticas imperiales tan sólo asoman como posibilidades. El término de imperio en formación resalta ese status incompleto y a la vez congruente con el regreso del capitalismo.

 

   La definición de un imperio no hegemónico en gestación permite evitar dos unilateralidades. La primera aparece con el mero señalamiento de conflictos entre Moscú y Washington. La segunda con la exclusiva atención a las tendencias opresivas.

 

   El doble status de Rusia -como imperio naciente enfrentado con el dominador estadounidense- es soslayado por los analistas que optan por la mera descripción de la política moscovita. Destacan correctamente que Rusia es el país más grande del planeta, sin cabida posible en asociaciones con Europa o Asia. Cuenta, además, con un arsenal nuclear tan sólo superado por Estados Unidos.

 

   Pero Rusia mantiene un desenvolvimiento económico muy desequilibrado y con mayúsculas debilidades frente a China. Arrastra una convulsiva restauración capitalista, que obstruye su encasillamiento en los modelos habituales del imperialismo.

 

    Las comparaciones con Brasil o India no resuelven el status imperial de Rusia, puesto que esa condición es igualmente controvertida en ambos referentes. En el siglo XXI ya no alcanza con distinguir a las potencias centrales dominantes de los países periféricos sometidos. Tampoco la simple constatación de semejanzas entre economías semiperiféricas de gran porte, esclarece el status geopolítico de cada país. El acoso norteamericano a Rusia no se extiende a India o Brasil y determina un lugar muy distinto de Moscú en el orden global.

 

    La caracterización de Rusia como un imperio no hegemónico en gestación contrasta con la imagen de una potencia ya integrada al imperialismo. La inserción semiperiférica, el radio acotado de las intervenciones militares de Moscú y la magnitud reducida de las firmas transnacionales rusas ilustran diferencias con un status ya afianzado. Pero Rusia incluye nítidas potencialidades imperiales por su condición capitalista y por su rol dominante en los conflictos con los vecinos.

 

   El imperio en gestación afronta una prueba decisiva en la guerra de Ucrania. Esa incursión introduce un giro cualitativo en la acción de Moscú, cuyos resultados incidirán en la condición internacional del país. El conflicto ha consolidado el lugar contrapuesto de la potencia euroasiática frente al imperialismo occidental, pero también refuerza la conducta opresiva del Kremlin en su radio fronterizo. Las tendencias imperiales que asomaban como posibilidades han adoptado otro espesor, luego del operativo militar contra Kiev (Katz, 2022).

 

   El escenario de esa contienda sigue abierto. Pero cabría imaginar qué si Rusia sale airosa de esa primera incursión en gran escala, su embrionario perfil actual podría tender a madurar, hasta atravesar la barrera que lo separa de un imperio en regla.

 

   Por el contrario, si Moscú afronta una súbita derrota o se empantana en una agobiante guerra de desgaste, las tendencias imperiales podrían abortar antes de efectivizarse. Ucrania definiría en ese caso, si Rusia consuma o diluye su salto hacia un status imperialista.

 

  Pero en ambas hipótesis hay que clarificar más elementos del significado contemporáneo del imperialismo. Analizaremos ese problema revisando la tesis de Lenin en nuestro próximo texto.

 

29-4-2022

 

RESUMEN

 

Con prejuicios liberales no se puede esclarecer el status imperial. La consolidación del capitalismo es la precondición ya vigente de esa condición. Pero los desequilibrios del modelo económicos y la inserción semiperiférica socavan esa posición. Rusia no integra el circuito dominante del imperialismo contemporáneo y es hostilizada por Estados Unidos. Desarrolla igualmente una activa intervención geopolítica, con acciones acordes a su gravitación en el universo bélico. La figura de un imperio no hegemónico en gestación ofrece la mejor definición de su estadio actual. El resultado de Ucrania consolidaría o desvanecería ese perfil.

 

REFERENCIAS

 

Anderson, Perry (2015). Rusia inconmensurable, New Left Review 94, septiembre- octubre 2015.

Armanian, Nazanín (2020). El suicidio armenio y la “Doctrina Primakov” 27/11/2020 

https://rebelion.org/el-suicidio-armenio-y-la-doctrina-primakov/

Buzgalin, A., Kolganov, A., Barashkova, O. (2016). Russia: A new imperialist power? International Critical Thought, 6(4), 64.

Clarke, Renfrey; Annis, Roger (2016). Perpetrator or victim? Russia and contemporary imperialism, February 7, 2016, https://www.academia.edu/28685332

Di Palma, Gustavo (2019). Putin y el nuevo imperialismo, 26-5-2019, rusohttpsus://www.lavoz.com.ar/mundo/putin-y-nuevo-imperialismo-ruso/

Hudson, Michael (2022). Ucrania los Estados Unidos quiere evitar que Europa comercie con China y Rusia, 12/02/2022, https://rebelion.org/con-el-pretexto-de-la-guerra-en-ucrania-los-estados-unidos-quiere-evitar-que-europa-comercie-con-china-y-rusia/

Jofre Leal Pablo (2021). La OTAN contra Rusia 22/12/2021 https://www.telesurtv.net/bloggers/La-OTAN-contra-Rusia-20211213-0004.html

Katz, Claudio (2022), Dos confrontaciones en Ucrania, 1-3-2022, www.lahaine.org/katz

La Vanguardia, (2020). ¿Ha vuelto el Imperio Ruso? https://www.lavanguardia.com15-2-2020.

Luzzani, Telma (2021). Crónicas del fin de una era, Batalla de Ideas, Buenos Aires,

Piqueras, Andrés (2020). ¿Occidente contra Rusia (y China), https://redhargentina.wordpress.com/2020/09/22/occidente-contra-rusia-y-china-por-andres-piqueras/

Poch de Feliu, Rafael (2022). La invasión de Ucrania 22/01/2022 https://rebelion.org/la-invasion-de-ucrania/

Sakwa, Richard (2021). Comprender el pensamiento estratégico ruso El mundo visto desde Moscú, 13/12/2021 https://rebelion.org/autor/richard-sakwa/ 

Smith, Stansfield (2019). Is Russia imperialist? Posted Jan 02, 2019 https://mronline.org/2019/01/02/is-russia-imperialist/

Tooze, Adam (2022). El desafío de Putin a la hegemonía occidental 29/01/2022, https://www.sinpermiso.info/textos/el-desafio-de-putin-a-la-hegemonia-occidental

 

 

[Img #71462]  (*) Claudio Katz es economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz.  Ha publicado en medios de Argentina, Brasil, México y países europeos. Es profesor asociado regular de la cátedra "Economía para historiadores" de la Facultad de Filosofía y Letras (en donde también dirige cursos de posgrado) y profesor regular adjunto de la cátedra "Economía II" de la Facultad de Ciencias Sociales. Dirige proyectos en la UBA y es investigador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Coordinó grupo de trabajo de CLACSO y es miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de Argentina. Es autor de numerosos textos de interpretación del capitalismo contemporáneo y de la crisis económica global. Trabaja junto a varias organizaciones de izquierda de América Latina. Recibió tres menciones honoríficas del Premio Libertador al Pensamiento Crítico por sus libros “Bajo el Imperio del Capital” (2011), “Las disyuntivas de la izquierda en América Latina” (2008) y el "El porvenir del socialismo" (2004). También circulan varias ediciones de su ensayo “El rediseño de América Latina. ALCA, MERCOSUR Y ALBA (2006) y de su trabajo "La economía marxista, hoy. Seis debates teóricos (2010).

 

 

 

 

 

 

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  • AMEAUXET

    AMEAUXET | Miércoles, 04 de Mayo de 2022 a las 08:02:07 horas

    EL COMUNISMO (ORGANIZADO SE ENTIENDE Y SIN TRAIDORES) VENDRÁ SI EL PUEBLO EN MASA LO ABRAZA Y ENTIENDE Y LOS DIRIGENTES Y CUADROS MEDIOS LO ENCAUZAN ADECUADAMENTE Y NOS QUEPA DUDA QUE ES LA ÚNICA HERRAMIENTA EFICAZ CONTRA EL CAPITALISMO SALVAJE YANQUI. DICTADURA DEL CAPITAL QUE NI A LAS BURGUESIAS INTERESA. ASI DE CLARO.

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  • Antonio

    Antonio | Miércoles, 04 de Mayo de 2022 a las 02:29:20 horas

    Me resulta difícil comprender cómo es posible justificar de ninguna manera la agresión de Rusia a un país soberano e independiente. Mucho más cuando siempre se han rechazado de plano las guerras encabezadas por los EE.UU. Ahora veo que esta suspensión del racioncinio se alimenta de una tan injustificable como simple doble moral (Rusia sí, EE.UU no) o bien del despropósito de creer que el oligarcocapitalista Putin sea el "heredero" de la URSS. En cualquier caso, los mismos que jalearon la entrada de los tanques rusos en Budapest y Praga...

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  • Ernesto

    Ernesto | Martes, 03 de Mayo de 2022 a las 19:51:47 horas

    Qué Putin "HA DEJADO VIGENTE EN SU BASE SOCIAL EL COMUNISMO Y L DIGNIDAD DE RUSIA" (Ameauxet dixit). Es un tremendo disparate, pero también es de agradecer que Ameauxet lo verbalice así de claramente, porque ese disparate, flotando como una espesa niebla en la conciencia de muchos, parece estar determinando el despiste generalizado a la hora de pensar y analizar lo que está pasando. Putin es un furibundo anticomunista, y si el partido comunista ruso es legal en Rusia es porque no cuestionan el statu quo capitalista. Rusia tiene derecho a defenderse de la amenaza de la OTAN, perto eso no convierte a Putin en un "progresista antiimperialista". Como bien recuerda Katz, el propio Putin quiso meter a Rusia en la OTAN, y si hoy no forma parte de esa alianza bélica criminal es porque Estados Unidos no se lo permitió.

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  • AMEAUXET

    AMEAUXET | Martes, 03 de Mayo de 2022 a las 09:56:15 horas

    PUTIN, LIBERAL O NO, HA CONSEGUIDO REFLOTAR A RUSIA Y CON ELLO HA DEJADO VIGENTE EN SU BASE SOCIAL EL COMUNISMO Y L DIGNIDAD DE RUSIA. YA QUISIERA YO UN DIRIGENTE EUROPEO CON LAS MISMAS SOMBRAS Y LUCES QUE PUTIN.
    EN OCCIDENTE, CON ESTOS MIMBRES DE LACAYOS PROYANQUIS NADA O POCO PODEMOS HACER.
    EL CAPITALISMO SALVAJE SE HA INSTALADO COMO EN SU CASA (LA NUESTRA) Y NOS HACE RECORTES HASTA EL INFINITO.
    LOS SOCIALDEMOCRATAS Y LOS LLAMADOS COMUNISTAS (INCLUIDOS LOS VAGOS DE CC.OO Y UGT) DEJAN HACER AL CAPITALISMO LO QUE QUIERE Y QUE NOS ARRASTRA HASTA LA MISERIA. Y DE VEZ EN CUANDO SE DEJAN VER EN LA GALERIA DE FOTOS PARA GANAR VOTOS EN EL JUEGO DE LA DEMOCRACIA BURGUESA (DICTAURA DEL CAPITAL). EL TRABAJADOR PIERDE. ASÍ DE CLARO

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Lunes, 02 de Mayo de 2022 a las 16:32:29 horas

    está bien "capitalismo jurásico" para definirlo. Lo de siempre, no es mas fácil y justo que Putin haya intentado reorganizar la construcción del socialismo,? otro gallo le hubiese cantado. Por supuesto corrigiendo los errores del pasado, pues el intento de ese nuevo sistema es super difícil, pero o eso o barbarie.
    Ahora, me voy a morir y no veré la gran guerra civil dentro de los EEUU y ver como cae en picado el imperio, después que destruyan todo el planeta si quieren pero ese deseo lo sueño noche y día.
    Todos a fabricar el capitalismo de alguna forma u otra, como si no existiese otra alternativa. Así les van fabricándose sus propios sepultureros

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  • Alejandro El No-Magno

    Alejandro El No-Magno | Lunes, 02 de Mayo de 2022 a las 15:45:47 horas

    Nosotros creemos que lo que don Claudio se debe preguntar, en lugar de si Rusia es un imperio en ciernes, es lo mismo que se pregunta Paul Craig Roberts:

    "¿Cómo entendemos a Putin, que ve tan claramente, pero sigue siendo un liberal con todas las expectativas poco realistas de los liberales?"

    "¿Es Putin, bajo la presión de los acontecimientos orquestados por el Washington satánico y por su propia tolerancia de la quinta columna de Rusia, que permite que el banco central ruso entregue las reservas de divisas de Rusia a los enemigos de Rusia y que permite que Kudrin, miembro del gobierno, continúe para pintar cuadros de la desaparición de Rusia, capaz de llevar a cabo una guerra?"

    Y después prosigue:

    "Durante los ocho años durante los cuales Estados Unidos entrenó y equipó al ejército ucraniano, Putin y su ministro de Relaciones Exteriores se refirieron a los enemigos mortales de Rusia como “nuestros socios occidentales”.

    Ahora, incluso con una guerra mortal en curso en la que el mundo occidental está trabajando abiertamente equipando al ejército ucraniano con armas modernas e incluso, según algunos informes, con tropas occidentales que fingen ser combatientes voluntarios para Ucrania, Putin todavía suministra energía a los enemigos mortales de Rusia. para que puedan continuar la lucha contra Rusia, y Putin continúa negándose a nacionalizar las propiedades rusas de empresas que, de acuerdo con las sanciones de Washington, abandonaron Rusia.

    La propiedad extranjera de Rusia es segura a pesar de que los gobiernos de los países de estas empresas han robado las reservas del banco central de Rusia convenientemente puestas a su disposición por la protegida de Putin, Elvira Nabiullina. Aunque Putin ahora denuncia a la Quinta Columna rusa, cuya eficacia en Rusia se debe enteramente a la mentalidad liberal de Putin, mantiene a Kudrin y Nabiullina en su gobierno. Es difícil encontrar algún sentido a esto. (…..)
    --Sigue en el Blog de Paul Craig--

    Compañeros de Canaria-semanal: ¿no créeis que seria muy positivo que el público español tuviera acceso a la óptica que hemos citado arriba...¿o es que en España Paul Craig Roberts esta prohibido?
    Es muy fácil: entrar en la web page de Paul Craig Roberts. Dice en el mismo articulo acotado: "Putin se perdió el discurso de Chávez en la ONU o no lo entendió. Esta es la dirección del vídeo: ponedlo y comprendereis: **** s: **** youtu.be/tQ4FLii9pnE

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    • Respuesta del autor C-S

      Estimado Alejandro: la plataforma donde CS se encuentra alojada, de manera automática rechaza las direcciones de video, convirtiéndolas en astericos. Si nos envias la direccion de los videos a la que deseas que los lectores accedan, dirígete al e-mail de Canarias semanal que figura en la portada, y haremos posible que esta se visualice en tus mensajes. Gracias

  • AMEAUXET

    AMEAUXET | Lunes, 02 de Mayo de 2022 a las 15:22:27 horas

    OTAN NO Y BASES YANQUIS FUERA DE EUROPA, ¡¡¡ Y YA!!!

    EN LAS GUERRAS SIEMPRE PIERDE LA CLASE TRABAJADORA. PARTIENDO DE ESTA PREMISA LA CLASE TRABAJADORA DEBE DE EVITAR, SI ES POSIBLE, TODA CLASE DE CONFLICTO ARMADO QUE NO SUPONGA SU HEGEMONÍA DE CLASE.

    RUSIA (NO PUTIN) SE HA VISTO FORZADA A INTERVENIR EN LA DESNAZIFICACIÓN DE UCRANIA Y EVITAR EL ACOSO DE LA CRIMINAL OTAN A SU INTEGRIDAD TERRITORIAL Y EXISTENCIA COMO PUEBLO ESLAVO.

    NO ES BALADI LA SUPERIORIDAD DE GASTO MILITAR DE LA OTAN EN COMPARACIÓN CON RUSIA.

    LOS PAGANOS DE LA OTAN ( DE SUS GUERRAS) SON SOMOS TODOS LOS CIUDADANOS EUROPEOS Y YANQUIS QUE VEN DISMINUIDOS SUS PRESTACIONES EN EDUCACIÓN, SANIDAD, PENSIONES... EN DEFINITIVA, VEN MERMADO SU NIVEL DE VIDA.

    LA BURGUESIA EUROPEA SIGUIENDO LOS MANDATTOS DEL CAPITALISMO SALVAJE YANQUI QUIERE TENER LA CABEZA DE A CLASE TRABAJADORA BAJO SU BOTA MARCIAL Y PARA ELLO APRUEBA RECORTES QUE ATENTAN CONTRA LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS CIUDADANOS EUROPEOS.LOS RECORTES MATAN. Y LAS LEYES INJUSTAS TAMBIÉN.

    EN CUANTO A CONFRONTACIÓN ARMADA DE RUSIA (VÍCTIMA DE SU PASADO SOVIETICO) CON LA OTAN ( NO UCRANIA QUE ES VÍCTIMA DE LA GEOESTRATEGÍA YANQUI) DIREMOS QUE LOS PERDEDOREES SERAN SEREMOS LOS EURROPEOS Y LOS YANQUIS GANADORS COMO EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL HARAN NEGOCIO GASTANDO TODO EL MATERIAL BÉLICO OBSOLETO POR OTRO DE ÚLTIMA GENERACIÓN, NEGOCIO DE LAS ÉLITES BURGUESAS. Y DE PASO NOS METE LA GUERRA EN EUROPA CON EL CONSENTIMIENTO DE LOS DIRIGENTES Y LACAYOS EUROPEOS.

    LA BAZA DE RUSIA ES SU ARSENAL TERMONUCLEAR QUE HARÁ DESAPARECER DE LA FAZ DE LA TIERRA VIRGINIA Y NUEVA YORK EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS. FRANCIA, ALEMANIA, ITALIA Y ESPAÑA LE SEGUIRAN POR ESE ORDEN.

    EN DEFINITIVA DEBEMOS REMOVER TODOS LOS OBSTÁCULOS QUE NOS PONEN LOS LACAYOS EUROPEOS PARA HACERLES ENTENDER QUE EUROPA, LLOS CIUDADANOS, ESTÁN EN CONTRA DE SU LOCURA AGRESIVA A RUSIA Y QUE TIENEN NADA QUE GANAR Y MUCHO QUE PERDER.

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  • Juan

    Juan | Lunes, 02 de Mayo de 2022 a las 14:38:26 horas

    Gracias por la aclaración . Lo siento compañeros en general y compañeros de Canarias Semanal , en algunas expresiones me he podido precipitar , equivocar porque no he leído todos los artículos de Claudio Katz y no los he contextualizado convenientemente, entendiendolos como una unidad" , integrada que se desplazada en el tiempo que se verifica o no en el tiempo , que se expande , corrige a la luz de la experiencia que aclara enmienda nuestros fallos y nos hace volver al seno de los hechos para poder extraer de ellos un nivel más agudo y preciso en el nivel de análisis concreto que posibilita una posibilidad de acción , aunque hay consideraciones previas , conceptualizaciones , enfoques de análisis , y prevalencia de análisis históricas , caracterizaciones de aspectos ulteriores de la URSS en las que discrepo con el compañero Claudio Katz es justo esta puntualización y rectificación por mi parte de descontextualizar ciertos párrafos sobre desde donde parte su análisis y su evolución en el mismo integrado y quizás integral .

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  • jose antonio

    jose antonio | Lunes, 02 de Mayo de 2022 a las 13:24:17 horas

    coIncido o e ncomun acuerdo con todos los compañeros o camradas quienes habeis relatado bien esto. Una cosa es verdad rusia esta luchando con dos imperios a la vez. Lo que es usa. que por nada quiere perder su imperio y su hegonomia. desde entrando el siglo veinte. como sea con armas con trampas y bloqueos por todas las esquinas. y la nacion aliada o prosima a usa. y rompan las reglas de ellos. les bloqueran. un ejemplo Noriega era mas usa que panameño. pero una jugada sucia contra usa. le salio muy cara. eliminandolo y a toda su direcion que estaba con el. esta guerra. para mi ya es mundial. solo lo que falta lanzar los misiles rusia contra el pentagono. o viceversa. ucrania es un titere. en el caso de que usa gane la guerra. les haran pagar hasta el ultimo centomo en ayudas de armas. solo esperar, y a ver.

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  • Redacción Canarias-semanal

    Redacción Canarias-semanal | Lunes, 02 de Mayo de 2022 a las 12:39:08 horas

    Redacción C-S

    Este artículo de Claudio Katz es el primero de una serie conformda por cuatro textos, cuyas segunda, tercera y cuarta entregas serán

    2 ¿Es Rusia una potencia imperialista? II. El legado de Lenin
    5-5-2022
    3 ¿Es Rusia una potencia imperialista? III Continuidades, reconstituciones y rupturas
    12-5-2022
    4 ¿Es Rusia una potencia imperialista? IV. Miradas benévolas
    19-5-2022

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