
LA SOCIEDAD OCCIDENTAL BAJO LOS EFECTOS DEL SÍNDROME DEL "REBAÑO SUICIDA"
¿Cómo entender que en estos dos últimos años la sociedad occidental, con 2 millones de muertos por Covid a sus espaldas, no haya logrado cuestionarse por qué razón en China sólo han fallecido 4.000?
Para nuestro colaborador Máximo Relti resulta algo más que sorprendente que en China, con 1.300 millones de habitantes, apenas hayan fallecido 4.100 personas por efecto de la pandemia, mientras que en las sociedades occidentales los muertos superan cifras millonarias. Pero, en este artículo, Relti no se queda en la mera comparación. Se pregunta, además, cómo ha sido posible que el ciudadano común haya sido incapaz de interrogarse acerca de estas gigantescas diferencias. Y va más allá: cómo ha sido posible que los medios de comunicación hayan logrado sustraernos esas comparaciones, escondiendo deliberadamente esas reveladoras estadísticas comparativas, y logrado hacernos desinteresar por nuestra propia suerte individual y colectiva.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
No deja de resultar paradójico que cuando las cifras de contagios en España continúan siendo tan altas como en otros tiempos en los que los epidemiólogos estimaban aquellos porcentajes como "graves", en China, sin embargo, sus autoridades sanitarias hayan decidido proceder al rápido confinamiento de nada menos que de 17 millones de habitantes de la ciudad de Shenzhen, para lograr combatir "el peor" contagio por coronavirus que se ha dado en ese país desde que se produjo el primer caso de Covid 19, hace ya dos años.
COMPARACIONES IMPRECINDIBLES
Para disponer de elementos comparativos que nos permitan evaluar lo puede significar en China la frase "el peor contagio", resulta imprescindible aclarar, previamente, que el número de contagiados en la citada ciudad de Shenzhen han sido exactamente 66 personas. Si se comparara esta cifra con los contagios y muertes que se han producido en España tan sólo este fin de semana, sería como para "perder el tino": el reporte de la Sanidad española ha consignado que sólo este fin de semana se han producido 19.849 nuevos contagios y 58 muertes. Recordemos, además, que el Gobierno de la Coalición gobernante tiene el propósito de poner en marcha un operativo para "gripalizar" la pandemia. Es decir, otorgarle "carta de naturaleza", convirtiéndola en una suerte de "gripiña" al estilo Bolsonaro, proceso que permitirá a las autoridades sanitarias dejar de proporcionar cifras diarias tanto de los contagios como de fallecimientos que produzcan. En román paladino: la pandemia será sometida próximamente a una suerte de clandestinización, como forzada transición hacia una supuesta fase de entrada en la "normalidad".
Para poder disponer, igualmente, de una idea certera que nos permita aproximarnos al conocimiento de en qué consisten realmente los confinamientos en China en comparación con los que han tenido lugar en España, convendría precisar que a partir de este lunes en la ciudad de Shenzhen, la totalidad de su transporte urbano ha sido suspendido, así como clausurados todos los complejos residenciales y locales comerciales.
China tiene una población de 1.400 millones de habitantes. En algunas ciudades, como Pekín, su población urbana asciende a 21 millones de personas. Sin embargo, a lo largo de estos dos trágicos años de pandemia, el número de contagiados todo ese país, que fue el primero en sufrir los embates del Covid 19, no ha llegado a traspasar la cifra de las 114.000 personas contagiadas. Un número casi equivalente, por ejemplo, a la de la totalidad los contagiados en la isla de Gran Canaria, que han sido más de 90.000, en una población total de alrededor de 800.000 habitantes.
¿No nos dicen nada estas mágicas cifras? ¿Podrán ser solo un mero resultado del azar o de circunstancias fortuitas? ¿No alertan nuestra atención intelectual estos impactantes datos, aunque sea Occidente -es decir, nosotros mismos- los que estamos llevando el peso del número de muertos?
Las autoridades sanitarias chinas dieron cuenta el pasado domingo del mayor número diario de contagios registrados en el país desde que se produjo la primera infeccion por coronavirus: 1.807 casos en las últimas 24 horas en su parte continental. De ahí la fulminante y drástica actuacion de sus autoridades sanitarias para impedir que la pandemia logre difundirse
Sin embargo, no parece que pase algo similar en la ciudad de Hong Kong, donde el pasado domingo se confirmaron 32.430 casos de covid-19 y 264 muertes. Sucede, curiosamente, que en Hong Kong, una ex colonia británica que actualmente goza de total autonomía administrativa, y se rige por un sistema económico clásicamente capitalista, diferente en no pocos matices al que funciona en el conjunto de República Popular de China. Resulta aún más llamativo que evolución de la pandemia en Hong Kong tenga un perfil que coincide más con los países occidentales, que con sus vecinos próximos del resto de China.
¿POR QUÉ LA PROFILAXIS CONTRA LA PANDEMIA TIENE RESULTADOS ANTAGÓNICOS
Ante datos tan dispares cabe preguntarse si existirá algún tipo de interacción entre la intensidad con la que se difunde la pandemia, con el régimen social y económico bajo el que vive cada territorio. Y si así fuera ¿en qué consisten realmente las diferencias estratégico-sanitarias que permiten que mientras que mientras en una determinada geografía el resultado de la profilaxis es exitoso, en otras sean catastróficamente letales?
En el curso de los 24 últimos meses, los brotes de contagios en la China Popular apenas se han producido. En Occidente, en cambio, ya hemos alcanzado la "sexta ola", sin que exista la más minima expectativa de que produzca una septima, octava o ...
Que China no haya pasado por experiencias similares se debe, sin duda, a múltiples factores. Se ha debido, por ejemplo, a la sistemática, cuidadosa y regular aplicación de tests masivos a toda la población. También a que el cierre de comercios y lugares masivos de recreo se aplica de manera drástica en cuanto se percibe la aparición de brotes pandémicos por muy insignificantes que estos puedan ser. Se procede a la clausura de los metros, autobuses, estaciones trenes y lugares donde pueden producirse grandes concentraciones humanas. Y algo que tiene una importancia crucial: se paraliza la mayor parte de la actividad laboral, fuente principal de los contagios, poniéndose en marcha una intrincada red social por barrios, en los que de manera activa participa en su gestión la ciudadanía, atendiendo a las necesidades más perentorias de sus pobladores.
China es hoy, en efecto, un país capitalista en el que funcionan de manera implacable las leyes implícitas a la oferta y la demanda, aunque sus autoridades describan a ese país y a sus características como las propias de "una sociedad socialista, con peculiaridades chinas". No obstante, aunque en la China actual permanezca omnipresente una radical existencia de clases sociales, con diferencias gigantescas entre sus asalariados y los dueños de los medios de producción, en la sociedad china se continúa conservando todavía una ética colectiva heredada de un reciente pasado, que la diferencia del resto de las economías del capitalismo clásico.
De manera que a lo largo de los últimos 24 meses de pandemia, la población china después de que se cortocircuitara la extensión de la infección ha podido recobrar una vida absolutamente normal, con celebración de actos masivos, espectáculos, cines y salas de fiestas en total funcionamiento, sin que tampoco el coronavirus haya logrado erosionar la vida economía china, tal y como dramáticamente ha venido sucediendo con la reiteración continuada de "las olas" en la Europa occidental y en los Estados Unidos.
¿A QUÉ MISTERIOSOS MOTIVOS OBEDECE EL LETAL SILENCIO COMPARATIVO QUE ENMUDECE A LOS MEDIOS OCCIDENTALES?
Teniendo en cuenta la evidencia de que la estrategia china contra la pandemia ha resultado enormemente rentable, tanto para la preservación de vidas humanas como para la economía de ese país, parecería lógico que a estas alturas millones de personas en el mundo occidental, así como sus medios de comunicación, se estuvieran interrogando inteligentemente acerca de por qué en China la estela de muertos es inapreciable, y en Europa raya el millón de personas y en los Estados Unidos la cifra alcanza otro millón de muertos .
¿Qué circunstancias han hecho posible que en China, que fue el primer país que tuvo que afrontar las causas y los efectos de una enigmática pandemia, apenas han sido contagiadas sólo 116.000 personas?
Resulta muy llamativo que ni en los Estados Unidos ni en la Europa occidental se haya estimado científicamente oportuno contrastar la estrategia propia con la aplicada tan exitosamente en ese país asiático. Pero es más, los medios de comunicación occidentales, sin excepciones de ningún tipo, ni siquiera se han permitido autointerrogarse sobre las razones por las que se produce esa gigantesca disparidad entre las cifras de contagiados y muertos en China y los del resto del mundo occidental.
Llama mucho la atención que habiendo ocupado la pandemia y sus terribles efectos, el núcleo central de la actualidad informativa cotidiana, esta desafiante diferencia entre China y en el mundo occidental no haya logrado siquiera abrir una pequeñísima cobertura en los miles de coloquios, programas, análisis de "expertos" o debates televisivos que han tenido lugar a lo largo de estos dos insólitos años. ¿Una casualidad? ¿Un simple descuido?
¿Cuál podrá ser, entonces, la razón por la que en Occidente se han producido millones de muertos y decenas de millones de contagiados, y en la lejana pero multicomunicada China apenas hayan atravesado la barrera de los 4.000 fallecidos. ¿A qué Puede obedecer este deliberado ocultamiento? Si ni siquiera este brutal contraste ha sido capaz de suscitar nuestras interrogantes, hay que llegar necesariamente a la conclusión de que algo muy grave está sucediendo en la parte del mundo que nos ha tocado vivir.
Sólo el mutismo propio de ovejas, obedientes y sumisas, podrían explicar este insólito desinterés por nuestra propia suerte colectiva. Invito los lectores a que se atrevan a cerrar las interrogantes que aquí he tratado de abrir. Sus reflexiones seguro que nos ayudarán a todos.
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
No deja de resultar paradójico que cuando las cifras de contagios en España continúan siendo tan altas como en otros tiempos en los que los epidemiólogos estimaban aquellos porcentajes como "graves", en China, sin embargo, sus autoridades sanitarias hayan decidido proceder al rápido confinamiento de nada menos que de 17 millones de habitantes de la ciudad de Shenzhen, para lograr combatir "el peor" contagio por coronavirus que se ha dado en ese país desde que se produjo el primer caso de Covid 19, hace ya dos años.
COMPARACIONES IMPRECINDIBLES
Para disponer de elementos comparativos que nos permitan evaluar lo puede significar en China la frase "el peor contagio", resulta imprescindible aclarar, previamente, que el número de contagiados en la citada ciudad de Shenzhen han sido exactamente 66 personas. Si se comparara esta cifra con los contagios y muertes que se han producido en España tan sólo este fin de semana, sería como para "perder el tino": el reporte de la Sanidad española ha consignado que sólo este fin de semana se han producido 19.849 nuevos contagios y 58 muertes. Recordemos, además, que el Gobierno de la Coalición gobernante tiene el propósito de poner en marcha un operativo para "gripalizar" la pandemia. Es decir, otorgarle "carta de naturaleza", convirtiéndola en una suerte de "gripiña" al estilo Bolsonaro, proceso que permitirá a las autoridades sanitarias dejar de proporcionar cifras diarias tanto de los contagios como de fallecimientos que produzcan. En román paladino: la pandemia será sometida próximamente a una suerte de clandestinización, como forzada transición hacia una supuesta fase de entrada en la "normalidad".
Para poder disponer, igualmente, de una idea certera que nos permita aproximarnos al conocimiento de en qué consisten realmente los confinamientos en China en comparación con los que han tenido lugar en España, convendría precisar que a partir de este lunes en la ciudad de Shenzhen, la totalidad de su transporte urbano ha sido suspendido, así como clausurados todos los complejos residenciales y locales comerciales.
China tiene una población de 1.400 millones de habitantes. En algunas ciudades, como Pekín, su población urbana asciende a 21 millones de personas. Sin embargo, a lo largo de estos dos trágicos años de pandemia, el número de contagiados todo ese país, que fue el primero en sufrir los embates del Covid 19, no ha llegado a traspasar la cifra de las 114.000 personas contagiadas. Un número casi equivalente, por ejemplo, a la de la totalidad los contagiados en la isla de Gran Canaria, que han sido más de 90.000, en una población total de alrededor de 800.000 habitantes.
¿No nos dicen nada estas mágicas cifras? ¿Podrán ser solo un mero resultado del azar o de circunstancias fortuitas? ¿No alertan nuestra atención intelectual estos impactantes datos, aunque sea Occidente -es decir, nosotros mismos- los que estamos llevando el peso del número de muertos?
Las autoridades sanitarias chinas dieron cuenta el pasado domingo del mayor número diario de contagios registrados en el país desde que se produjo la primera infeccion por coronavirus: 1.807 casos en las últimas 24 horas en su parte continental. De ahí la fulminante y drástica actuacion de sus autoridades sanitarias para impedir que la pandemia logre difundirse
Sin embargo, no parece que pase algo similar en la ciudad de Hong Kong, donde el pasado domingo se confirmaron 32.430 casos de covid-19 y 264 muertes. Sucede, curiosamente, que en Hong Kong, una ex colonia británica que actualmente goza de total autonomía administrativa, y se rige por un sistema económico clásicamente capitalista, diferente en no pocos matices al que funciona en el conjunto de República Popular de China. Resulta aún más llamativo que evolución de la pandemia en Hong Kong tenga un perfil que coincide más con los países occidentales, que con sus vecinos próximos del resto de China.
¿POR QUÉ LA PROFILAXIS CONTRA LA PANDEMIA TIENE RESULTADOS ANTAGÓNICOS
Ante datos tan dispares cabe preguntarse si existirá algún tipo de interacción entre la intensidad con la que se difunde la pandemia, con el régimen social y económico bajo el que vive cada territorio. Y si así fuera ¿en qué consisten realmente las diferencias estratégico-sanitarias que permiten que mientras que mientras en una determinada geografía el resultado de la profilaxis es exitoso, en otras sean catastróficamente letales?
En el curso de los 24 últimos meses, los brotes de contagios en la China Popular apenas se han producido. En Occidente, en cambio, ya hemos alcanzado la "sexta ola", sin que exista la más minima expectativa de que produzca una septima, octava o ...
Que China no haya pasado por experiencias similares se debe, sin duda, a múltiples factores. Se ha debido, por ejemplo, a la sistemática, cuidadosa y regular aplicación de tests masivos a toda la población. También a que el cierre de comercios y lugares masivos de recreo se aplica de manera drástica en cuanto se percibe la aparición de brotes pandémicos por muy insignificantes que estos puedan ser. Se procede a la clausura de los metros, autobuses, estaciones trenes y lugares donde pueden producirse grandes concentraciones humanas. Y algo que tiene una importancia crucial: se paraliza la mayor parte de la actividad laboral, fuente principal de los contagios, poniéndose en marcha una intrincada red social por barrios, en los que de manera activa participa en su gestión la ciudadanía, atendiendo a las necesidades más perentorias de sus pobladores.
China es hoy, en efecto, un país capitalista en el que funcionan de manera implacable las leyes implícitas a la oferta y la demanda, aunque sus autoridades describan a ese país y a sus características como las propias de "una sociedad socialista, con peculiaridades chinas". No obstante, aunque en la China actual permanezca omnipresente una radical existencia de clases sociales, con diferencias gigantescas entre sus asalariados y los dueños de los medios de producción, en la sociedad china se continúa conservando todavía una ética colectiva heredada de un reciente pasado, que la diferencia del resto de las economías del capitalismo clásico.
De manera que a lo largo de los últimos 24 meses de pandemia, la población china después de que se cortocircuitara la extensión de la infección ha podido recobrar una vida absolutamente normal, con celebración de actos masivos, espectáculos, cines y salas de fiestas en total funcionamiento, sin que tampoco el coronavirus haya logrado erosionar la vida economía china, tal y como dramáticamente ha venido sucediendo con la reiteración continuada de "las olas" en la Europa occidental y en los Estados Unidos.
¿A QUÉ MISTERIOSOS MOTIVOS OBEDECE EL LETAL SILENCIO COMPARATIVO QUE ENMUDECE A LOS MEDIOS OCCIDENTALES?
Teniendo en cuenta la evidencia de que la estrategia china contra la pandemia ha resultado enormemente rentable, tanto para la preservación de vidas humanas como para la economía de ese país, parecería lógico que a estas alturas millones de personas en el mundo occidental, así como sus medios de comunicación, se estuvieran interrogando inteligentemente acerca de por qué en China la estela de muertos es inapreciable, y en Europa raya el millón de personas y en los Estados Unidos la cifra alcanza otro millón de muertos .
¿Qué circunstancias han hecho posible que en China, que fue el primer país que tuvo que afrontar las causas y los efectos de una enigmática pandemia, apenas han sido contagiadas sólo 116.000 personas?
Resulta muy llamativo que ni en los Estados Unidos ni en la Europa occidental se haya estimado científicamente oportuno contrastar la estrategia propia con la aplicada tan exitosamente en ese país asiático. Pero es más, los medios de comunicación occidentales, sin excepciones de ningún tipo, ni siquiera se han permitido autointerrogarse sobre las razones por las que se produce esa gigantesca disparidad entre las cifras de contagiados y muertos en China y los del resto del mundo occidental.
Llama mucho la atención que habiendo ocupado la pandemia y sus terribles efectos, el núcleo central de la actualidad informativa cotidiana, esta desafiante diferencia entre China y en el mundo occidental no haya logrado siquiera abrir una pequeñísima cobertura en los miles de coloquios, programas, análisis de "expertos" o debates televisivos que han tenido lugar a lo largo de estos dos insólitos años. ¿Una casualidad? ¿Un simple descuido?
¿Cuál podrá ser, entonces, la razón por la que en Occidente se han producido millones de muertos y decenas de millones de contagiados, y en la lejana pero multicomunicada China apenas hayan atravesado la barrera de los 4.000 fallecidos. ¿A qué Puede obedecer este deliberado ocultamiento? Si ni siquiera este brutal contraste ha sido capaz de suscitar nuestras interrogantes, hay que llegar necesariamente a la conclusión de que algo muy grave está sucediendo en la parte del mundo que nos ha tocado vivir.
Sólo el mutismo propio de ovejas, obedientes y sumisas, podrían explicar este insólito desinterés por nuestra propia suerte colectiva. Invito los lectores a que se atrevan a cerrar las interrogantes que aquí he tratado de abrir. Sus reflexiones seguro que nos ayudarán a todos.
jose antonio | Martes, 15 de Marzo de 2022 a las 12:49:08 horas
los gobiernos donde mandan los del dinero. las clases bajas o obreras. no somos nada. les importa un pepino, si mueren si enferman o se suicidan, a ellos que no les toquen los bolsillos. para eso ya elijen gobernantes dociles al servicio de ellos. tengan el nombre que tengan.
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