
FEMINISMO REFORMISTA E INTERCLASISTA: EL "DERECHO" DE LAS TRABAJADORAS A SER EXPLOTADAS
" Al tratar el tema de la violencia de género hay quien argumenta que el hombre es esencialmente agresivo"
Con motivo del 25N, día de denuncia de la violencia contra las mujeres, el Gobierno lanzó una campaña contra la violencia llamada “Juntas”, haciendo un llamamiento a la “unidad feminista interinstitucional, intergeneracional y entre todos los ámbitos políticos y del movimiento feminista”, mientras sus tanquetas reprimían a las obreras y obreros en lucha por sus derechos en Cádiz. La separación entre ambos hechos es sólo aparente (...).
De TRINCHERA.-
Con motivo del 25N, día de denuncia de la violencia contra las mujeres, el Gobierno lanzó una campaña contra la violencia llamada “Juntas”, haciendo un llamamiento a la “unidad feminista interinstitucional, intergeneracional y entre todos los ámbitos políticos y del movimiento feminista”, mientras sus tanquetas reprimían a las obreras y obreros en lucha por sus derechos en Cádiz. La separación entre ambos hechos es sólo aparente.
La situación actual
Desde la Transición, que se inscribe en un marco de derrota de la lucha de clases internacional y triunfo de la burguesía con su proyecto neoliberal, la lucha por los derechos de la mujer se ha ido alejando de forma cada vez más clara de la lucha obrera. Al mismo tiempo, el triunfo del feminismo como representante de esa lucha, históricamente encabezada por organizaciones sindicales y revolucionarias comunistas y anarquistas [1], ha derivado en una derechización de sus reivindicaciones [2].
El discurso de la burguesía se ha convertido en el sentido común de nuestra época. Las reivindicaciones hoy pasan por pedir más intervención estatal, más represión, presencia policial y cárcel, formación en cuestiones de género hasta a los cuerpos represivos, más campañas de sensibilización, más subvenciones a organizaciones no gubernamentales tecnificadas y caritativas que subsisten gracias a la mano de obra precaria y mal pagada.
La lucha contra la violencia de género se ha vuelto políticamente correcta. Prácticamente ningún partido electoralista, excepto aquellos que hacen gala de posiciones extremadamente reaccionarias se atreve a cuestionarla. Durante los últimos años hemos presenciado grandes manifestaciones exigiendo más derechos y más seguridad. Se han aprobado grandes subvenciones, leyes y medidas para luchas contra la violencia de género.
![[Img #69619]](https://canarias-semanal.org/upload/images/11_2021/1145_gobiernot.jpg)
A pesar de eso, la cifra de mujeres asesinadas a manos de sus parejas y exparejas se mantiene estable, rondando la cincuentena cada año según los datos oficiales. Eso sin contar otras víctimas que no entran en la definición oficial, es decir, todas aquellas que no tenían o habían tenido una relación sentimental con el agresor, lo que incluye víctimas de delitos sexuales por parte de desconocidos o por clientes en el caso de las prostitutas. Y eso sin tener en cuenta todo el resto de violencias que sufren las mujeres cada día pero no llegan al asesinato, desde agresiones sexuales, acoso en la vida diaria o en el trabajo, discriminación, etc.
Junto con las leyes que persiguen la violencia de género ha surgido críticas desde el mismo movimiento feminista que ponen en cuestión la incapacidad del sistema penal para ofrecer respuesta satisfactoria a esa violencia. Las críticas señalan que el reduccionismo penal tiende a individualizar el conflicto, traduciéndolo en términos de violencia interpersonal, quitándole significado político y simplificando la complejidad del contexto. De la opresión se pasa a la victimización y la situación estructural pasa a ser leída como un daño individual. [3]
En palabras de Zyzek,
“en su pugna por reafirmar su propia subjetividad, el feminismo -cualquier feminismo- deja intacta la homogeneidad básica del sistema capitalista mundial al que presta, en cierta medida, un refuerzo ideológico al hacer invisible su presencia masiva.” [4]
Pero, ¿cómo revertir esta situación?. Quizás podemos empezar por buscar la raíz de la violencia de género, su vinculación con la organización social y económica capitalista y a partir de ahí encontrar las formas de atajarla.
Por qué no se erradica la violencia contra las mujeres
Al tratar el tema de la violencia de género y de su posible origen hay quien argumenta que el hombre es esencialmente agresivo por naturaleza. Sin embargo, la evidencia histórica contradice la idea generalizada de que a menor grado de complejidad de la sociedad mayor salvajismo y destructividad. Los datos muestran que las sociedades primitivas son las menos violentas y la belicosidad aumenta a medida que aumenta el grado de desarrollo de la sociedad y de división del trabajo en las sociedades con sistemas de clases, que son las más violentas de todas. [5]
Y la sociedad capitalista es extremadamente violenta. La violencia atraviesa y permea nuestra realidad social, como expresión inevitable de su constitución más íntima. La sociedad capitalista se constituye a través de la llamada acumulación originaria del capital [6]. Un proceso extremadamente violento que separa al trabajador de sus condiciones de trabajo y reproducción y de expolio de los bienes comunes tanto en el centro capitalista como en sus colonias. Pero la violencia estructural del capitalismo no se agota en ese proceso, sino que se mantiene como requisito a medida que esta se expande y consolida.
En el capitalismo, la burguesía necesita hacer uso de la violencia, ya sea en forma de vigilancia del orden establecido, ya sea reprimiendo a las clases subalternas (o a miembros de la burguesía) que lo perturben, para mantener en el tiempo su apropiación privada de los medios fundamentales de producción y de los bienes generados en el proceso productivo. Estos se presentan ante quienes los producen – las y los trabajadores- como entidades ajenas, con una realidad propia a la que deben de someterse.
Dice Marx [7]:
"si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, si es frente a él un poder extraño, esto sólo es posible porque pertenece a otro hombre, que no es el trabajador... mediante el trabajo enajenado crea el trabajador una relación de este trabajo con un hombre que está fuera del trabajo y le es extraño... Partiendo de la Economía Política hemos llegado ciertamente al concepto de trabajo enajenado (...) como resultado del movimiento de la propiedad privada".
Bajo el capitalismo, la alienación permea la vida de los individuos, dando lugar a una fetichización de las relaciones que establecen entre sí. A partir de este principio generador de la enajenación económica (la alienación fundamental), se derivan otras dinámicas de alienación como la ideológicay la jurídico-política, relativa al Estado. El Estado se presenta como garante formal del bien común y del interés general, cuando en realidad protege activamente los intereses de los propietarios de los medios de producción.
Desde Trinchera afirmamos que el Estado es violencia y nace de ella. Su razón de ser es la violencia intrasocial, ante la cual se presenta como violencia suprasocial, moderadora y regulativa. Pero esta universalidad del Estado surge de la hegemonía del interés de la clase dominante, desarrollo que en el mismo Estado contribuye a hacer posible. Frente a las otras clases, el poder de este órgano se ejerce básicamente como un poder extraño y exterior: reprime y oprime en nombre de una finalidad que las contiene sólo en el discurso.
Según esta caracterización, en Trinchera pensamos que la violencia no depende de la buena voluntad de los seres humanos ni puede ser erradicada mediante castigos que no cambian las reglas del juego. La violencia tiene un carácter objetivo, que surge de la organización económica y la estructura jurídico-política. La violencia de género tiene unas características concretas que tienen que ver con la forma de sociedad patriarcal que fue hegemónica, con variantes, durante siglos. Pero sigue siendo una forma de agresividad que no puede desligarse de esa violencia estructural permanente.
Con esto no queremos quitar importancia a la violencia contra las mujeres ni eximir de responsabilidad a sus victimarios. Nuestro objetivo en Trinchera es reflexionar sobre este fenómeno más allá de lo individual, con el objetivo de su erradicación, para no caer en mecanismos que no sirven o son directamente contraproducentes.
Cómo hemos llegado aquí
Durante los años 70 la ola revolucionaria que inaugura triunfalmente Cuba en 1959 comienza a agotarse y los movimientos de liberación son derrotados, uno a uno, país por país. Ya sea mediante dictaduras militares e intervenciones armadas como en Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Burkina Faso… O mediante la capitulación de las organizaciones revolucionarias vendidas al capital, como pasó en España o Portugal.
Mientras, la contrarrevolución triunfa. Thatcher llega al poder en 1979 en el Reino Unido. Reagan lo hace un año después en EEUU. En 1982 un PSOE auspiciado por la CIA promete modernidad y estabilidad y aplica reconversión y flexibilización. En 1989 se derrumba el mayor símbolo de la lucha contra el capitalismo y por una sociedad más justa en toda la historia. La consigna es que no hay alternativa y la juventud responde, si es que puede, que no hay futuro.
La posibilidad de construir un proyecto de sociedad distinto al capital se diluye por el momento y las luchas se fraccionan y se debilitan. Al fin y al cabo, las contradicciones persisten bajo el capitalismo y es más fácil para el poder domesticar las reivindicaciones que intentar erradicarlas. Con cierto retraso, el Estado español sigue la tendencia internacional. La evolución del Movimiento Democrático de Mujeres es un ejemplo. Nacido en 1965 como un frente amplio de base comunista con el objetivo de incorporar a las mujeres a temas políticos generales, además de los propiamente femeninos, ya en 1976 abandona la contra la explotación capitalista y se centra en la reivindicación exclusiva de derechos de la mujer. [8]
La derrota de los proyectos emancipadores del siglo pasado se hace patente en este cambio. El movimiento pasa a exigir reformas a través de protestas y acciones públicas y presentar propuestas de leyes, mientras que una parte se acomoda en las universidades y las instituciones. La convicción de que la igualdad real entre hombres y mujeres sólo podía tener lugar en una sociedad que hubiera superado el capitalismo se convierte en la lucha por derechos dentro del capitalismo. En otras palabras, el derecho de las mujeres trabajadoras a ser explotadas y oprimidas de la misma forma que los hombres de su clase y el derecho de las mujeres burguesas a explotar y oprimir igual que los hombres de la suya.
Mientras tanto, las luchas obreras se van enfriando en el Estado español. Las organizaciones revolucionarias abandonan los principios y se pliegan al orden establecido. La traición desmoviliza. Las derrotas se suceden. Y se nota. Los salarios pasan de estancarse a retroceder. Se crea empleo tras la destrucción de la reconversión pero aumenta la temporalidad y la precariedad. Comienzan pronto los recortes en el recién estrenado Estado del bienestar: se acelera el proceso de ajuste de excedentes laborales, se socializan pérdidas privadas a gran escala, se inicia una política de desprotección de los parados con la Ley Básica del Empleo de 1980, se deteriora la calidad de las prestaciones en sanidad y educación, etc, etc. [9]
A pesar de que todas estas medidas atacan directamente la vida de millones de mujeres, estos recortes y los que se van a ir sucediendo en los años siguientes no serán llamados violencia contra las mujeres. El movimiento feminista mayoritario se va a centrar en cuestiones sin duda importantísimas, como el derecho al aborto o al divorcio o la despenalización del adulterio y los anticonceptivos [10], pero abandonando otras que hubiesen permitido, no sólo mejorar la situación objetiva de masas de mujeres trabajadoras y de la clase en general, sino contribuir a la construcción de un proyecto político realmente liberador.
Durante el desierto que serán los años 90 y 2000 tan sólo algunos grupúsculos anarquistas, comunistas e independentistas mantendrán el discurso anticapitalista, pero sin ser capaces de insertarse en las masas ni desarrollar una estrategia real. Habrá que esperar hasta 2011, con la explosión del 15M, para ver a los movimientos feministas mayoritarios posicionarse contra los recortes, si bien en el marco del sistema. Desde 2018, las huelgas feministas cada 8M han defendido una forma espectacular e interclasista de hacer política, sin inserción, ni trabajo de base, ni realmente huelga.
Conclusión
Los feminismos reformistas e interclasistas se han constituido como representantes de un supuesto sujeto mujer por causa de la debilidad de las organizaciones revolucionarias. Su línea no es incoherente con su pensamiento, pero es tremendamente nociva para la organización y los intereses de toda la clase obrera. En Trinchera estamos convencidos de que es necesario recuperar la lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras como una bandera de las organizaciones revolucionarias y vincularlos al resto de luchas por nuestra liberación.
Las y los compañeros del metal de Cádiz, en su lucha por mejores condiciones de trabajo, contra la explotación de la patronal en connivencia con el Estado, están poniendo en jaque, en la medida de sus fuerzas, a la organización social de clases de la que nace la violencia de género, entre otros muchos tipos de violencias. En Trinchera queremos erradicar la lacra de la violencia de género y por eso defendemos que tenemos que estar hoy con ellos y luchar por la organización de nuestra clase en una forma que permita hacer confluir todas las reivindicaciones políticas y económicas. Sólo así podremos cambiar las cosas, sólo así dejaremos caer en las trampas del capital y su estado, sólo así construiremos una sociedad más pacífica y más justa para todos y todas.
Notas y referencias bibliográficas:
[1] Sobre el caso de la URSS, más información aquí https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/106884
[2] Cosa que llevó en su momento a Inés Arrimadas o Díaz Ayuso a decirse feministas. Eso sí, liberales.
[3] http://www.pensamientopenal.com.ar/doctrina/89100-es-estrategia-penal-solucion-violencia-contra-mujeres-algunas-respuestas-discurso
[4] Zizek Slavoj, El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política, Barcelona, Paidós, 2005
[5] Quicy Wright, A Study of War. 1942. University of Chicago Press.
[6] Karl Marx, El Capital, Siglo XXI Editores, México.
[7] Ídem.
[8] El Movimiento Democrático de Mujeres. De la lucha contra Franco al feminismo (1965-85). Francisco ArrieroRanz
[9] https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/view/POSO8989130079A
[10] https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/view/54792
De TRINCHERA.-
Con motivo del 25N, día de denuncia de la violencia contra las mujeres, el Gobierno lanzó una campaña contra la violencia llamada “Juntas”, haciendo un llamamiento a la “unidad feminista interinstitucional, intergeneracional y entre todos los ámbitos políticos y del movimiento feminista”, mientras sus tanquetas reprimían a las obreras y obreros en lucha por sus derechos en Cádiz. La separación entre ambos hechos es sólo aparente.
La situación actual
Desde la Transición, que se inscribe en un marco de derrota de la lucha de clases internacional y triunfo de la burguesía con su proyecto neoliberal, la lucha por los derechos de la mujer se ha ido alejando de forma cada vez más clara de la lucha obrera. Al mismo tiempo, el triunfo del feminismo como representante de esa lucha, históricamente encabezada por organizaciones sindicales y revolucionarias comunistas y anarquistas [1], ha derivado en una derechización de sus reivindicaciones [2].
El discurso de la burguesía se ha convertido en el sentido común de nuestra época. Las reivindicaciones hoy pasan por pedir más intervención estatal, más represión, presencia policial y cárcel, formación en cuestiones de género hasta a los cuerpos represivos, más campañas de sensibilización, más subvenciones a organizaciones no gubernamentales tecnificadas y caritativas que subsisten gracias a la mano de obra precaria y mal pagada.
La lucha contra la violencia de género se ha vuelto políticamente correcta. Prácticamente ningún partido electoralista, excepto aquellos que hacen gala de posiciones extremadamente reaccionarias se atreve a cuestionarla. Durante los últimos años hemos presenciado grandes manifestaciones exigiendo más derechos y más seguridad. Se han aprobado grandes subvenciones, leyes y medidas para luchas contra la violencia de género.
A pesar de eso, la cifra de mujeres asesinadas a manos de sus parejas y exparejas se mantiene estable, rondando la cincuentena cada año según los datos oficiales. Eso sin contar otras víctimas que no entran en la definición oficial, es decir, todas aquellas que no tenían o habían tenido una relación sentimental con el agresor, lo que incluye víctimas de delitos sexuales por parte de desconocidos o por clientes en el caso de las prostitutas. Y eso sin tener en cuenta todo el resto de violencias que sufren las mujeres cada día pero no llegan al asesinato, desde agresiones sexuales, acoso en la vida diaria o en el trabajo, discriminación, etc.
Junto con las leyes que persiguen la violencia de género ha surgido críticas desde el mismo movimiento feminista que ponen en cuestión la incapacidad del sistema penal para ofrecer respuesta satisfactoria a esa violencia. Las críticas señalan que el reduccionismo penal tiende a individualizar el conflicto, traduciéndolo en términos de violencia interpersonal, quitándole significado político y simplificando la complejidad del contexto. De la opresión se pasa a la victimización y la situación estructural pasa a ser leída como un daño individual. [3]
En palabras de Zyzek,
“en su pugna por reafirmar su propia subjetividad, el feminismo -cualquier feminismo- deja intacta la homogeneidad básica del sistema capitalista mundial al que presta, en cierta medida, un refuerzo ideológico al hacer invisible su presencia masiva.” [4]
Pero, ¿cómo revertir esta situación?. Quizás podemos empezar por buscar la raíz de la violencia de género, su vinculación con la organización social y económica capitalista y a partir de ahí encontrar las formas de atajarla.
Por qué no se erradica la violencia contra las mujeres
Al tratar el tema de la violencia de género y de su posible origen hay quien argumenta que el hombre es esencialmente agresivo por naturaleza. Sin embargo, la evidencia histórica contradice la idea generalizada de que a menor grado de complejidad de la sociedad mayor salvajismo y destructividad. Los datos muestran que las sociedades primitivas son las menos violentas y la belicosidad aumenta a medida que aumenta el grado de desarrollo de la sociedad y de división del trabajo en las sociedades con sistemas de clases, que son las más violentas de todas. [5]
Y la sociedad capitalista es extremadamente violenta. La violencia atraviesa y permea nuestra realidad social, como expresión inevitable de su constitución más íntima. La sociedad capitalista se constituye a través de la llamada acumulación originaria del capital [6]. Un proceso extremadamente violento que separa al trabajador de sus condiciones de trabajo y reproducción y de expolio de los bienes comunes tanto en el centro capitalista como en sus colonias. Pero la violencia estructural del capitalismo no se agota en ese proceso, sino que se mantiene como requisito a medida que esta se expande y consolida.
En el capitalismo, la burguesía necesita hacer uso de la violencia, ya sea en forma de vigilancia del orden establecido, ya sea reprimiendo a las clases subalternas (o a miembros de la burguesía) que lo perturben, para mantener en el tiempo su apropiación privada de los medios fundamentales de producción y de los bienes generados en el proceso productivo. Estos se presentan ante quienes los producen – las y los trabajadores- como entidades ajenas, con una realidad propia a la que deben de someterse.
Dice Marx [7]:
"si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, si es frente a él un poder extraño, esto sólo es posible porque pertenece a otro hombre, que no es el trabajador... mediante el trabajo enajenado crea el trabajador una relación de este trabajo con un hombre que está fuera del trabajo y le es extraño... Partiendo de la Economía Política hemos llegado ciertamente al concepto de trabajo enajenado (...) como resultado del movimiento de la propiedad privada".
Bajo el capitalismo, la alienación permea la vida de los individuos, dando lugar a una fetichización de las relaciones que establecen entre sí. A partir de este principio generador de la enajenación económica (la alienación fundamental), se derivan otras dinámicas de alienación como la ideológicay la jurídico-política, relativa al Estado. El Estado se presenta como garante formal del bien común y del interés general, cuando en realidad protege activamente los intereses de los propietarios de los medios de producción.
Desde Trinchera afirmamos que el Estado es violencia y nace de ella. Su razón de ser es la violencia intrasocial, ante la cual se presenta como violencia suprasocial, moderadora y regulativa. Pero esta universalidad del Estado surge de la hegemonía del interés de la clase dominante, desarrollo que en el mismo Estado contribuye a hacer posible. Frente a las otras clases, el poder de este órgano se ejerce básicamente como un poder extraño y exterior: reprime y oprime en nombre de una finalidad que las contiene sólo en el discurso.
Según esta caracterización, en Trinchera pensamos que la violencia no depende de la buena voluntad de los seres humanos ni puede ser erradicada mediante castigos que no cambian las reglas del juego. La violencia tiene un carácter objetivo, que surge de la organización económica y la estructura jurídico-política. La violencia de género tiene unas características concretas que tienen que ver con la forma de sociedad patriarcal que fue hegemónica, con variantes, durante siglos. Pero sigue siendo una forma de agresividad que no puede desligarse de esa violencia estructural permanente.
Con esto no queremos quitar importancia a la violencia contra las mujeres ni eximir de responsabilidad a sus victimarios. Nuestro objetivo en Trinchera es reflexionar sobre este fenómeno más allá de lo individual, con el objetivo de su erradicación, para no caer en mecanismos que no sirven o son directamente contraproducentes.
Cómo hemos llegado aquí
Durante los años 70 la ola revolucionaria que inaugura triunfalmente Cuba en 1959 comienza a agotarse y los movimientos de liberación son derrotados, uno a uno, país por país. Ya sea mediante dictaduras militares e intervenciones armadas como en Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Burkina Faso… O mediante la capitulación de las organizaciones revolucionarias vendidas al capital, como pasó en España o Portugal.
Mientras, la contrarrevolución triunfa. Thatcher llega al poder en 1979 en el Reino Unido. Reagan lo hace un año después en EEUU. En 1982 un PSOE auspiciado por la CIA promete modernidad y estabilidad y aplica reconversión y flexibilización. En 1989 se derrumba el mayor símbolo de la lucha contra el capitalismo y por una sociedad más justa en toda la historia. La consigna es que no hay alternativa y la juventud responde, si es que puede, que no hay futuro.
La posibilidad de construir un proyecto de sociedad distinto al capital se diluye por el momento y las luchas se fraccionan y se debilitan. Al fin y al cabo, las contradicciones persisten bajo el capitalismo y es más fácil para el poder domesticar las reivindicaciones que intentar erradicarlas. Con cierto retraso, el Estado español sigue la tendencia internacional. La evolución del Movimiento Democrático de Mujeres es un ejemplo. Nacido en 1965 como un frente amplio de base comunista con el objetivo de incorporar a las mujeres a temas políticos generales, además de los propiamente femeninos, ya en 1976 abandona la contra la explotación capitalista y se centra en la reivindicación exclusiva de derechos de la mujer. [8]
La derrota de los proyectos emancipadores del siglo pasado se hace patente en este cambio. El movimiento pasa a exigir reformas a través de protestas y acciones públicas y presentar propuestas de leyes, mientras que una parte se acomoda en las universidades y las instituciones. La convicción de que la igualdad real entre hombres y mujeres sólo podía tener lugar en una sociedad que hubiera superado el capitalismo se convierte en la lucha por derechos dentro del capitalismo. En otras palabras, el derecho de las mujeres trabajadoras a ser explotadas y oprimidas de la misma forma que los hombres de su clase y el derecho de las mujeres burguesas a explotar y oprimir igual que los hombres de la suya.
Mientras tanto, las luchas obreras se van enfriando en el Estado español. Las organizaciones revolucionarias abandonan los principios y se pliegan al orden establecido. La traición desmoviliza. Las derrotas se suceden. Y se nota. Los salarios pasan de estancarse a retroceder. Se crea empleo tras la destrucción de la reconversión pero aumenta la temporalidad y la precariedad. Comienzan pronto los recortes en el recién estrenado Estado del bienestar: se acelera el proceso de ajuste de excedentes laborales, se socializan pérdidas privadas a gran escala, se inicia una política de desprotección de los parados con la Ley Básica del Empleo de 1980, se deteriora la calidad de las prestaciones en sanidad y educación, etc, etc. [9]
A pesar de que todas estas medidas atacan directamente la vida de millones de mujeres, estos recortes y los que se van a ir sucediendo en los años siguientes no serán llamados violencia contra las mujeres. El movimiento feminista mayoritario se va a centrar en cuestiones sin duda importantísimas, como el derecho al aborto o al divorcio o la despenalización del adulterio y los anticonceptivos [10], pero abandonando otras que hubiesen permitido, no sólo mejorar la situación objetiva de masas de mujeres trabajadoras y de la clase en general, sino contribuir a la construcción de un proyecto político realmente liberador.
Durante el desierto que serán los años 90 y 2000 tan sólo algunos grupúsculos anarquistas, comunistas e independentistas mantendrán el discurso anticapitalista, pero sin ser capaces de insertarse en las masas ni desarrollar una estrategia real. Habrá que esperar hasta 2011, con la explosión del 15M, para ver a los movimientos feministas mayoritarios posicionarse contra los recortes, si bien en el marco del sistema. Desde 2018, las huelgas feministas cada 8M han defendido una forma espectacular e interclasista de hacer política, sin inserción, ni trabajo de base, ni realmente huelga.
Conclusión
Los feminismos reformistas e interclasistas se han constituido como representantes de un supuesto sujeto mujer por causa de la debilidad de las organizaciones revolucionarias. Su línea no es incoherente con su pensamiento, pero es tremendamente nociva para la organización y los intereses de toda la clase obrera. En Trinchera estamos convencidos de que es necesario recuperar la lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras como una bandera de las organizaciones revolucionarias y vincularlos al resto de luchas por nuestra liberación.
Las y los compañeros del metal de Cádiz, en su lucha por mejores condiciones de trabajo, contra la explotación de la patronal en connivencia con el Estado, están poniendo en jaque, en la medida de sus fuerzas, a la organización social de clases de la que nace la violencia de género, entre otros muchos tipos de violencias. En Trinchera queremos erradicar la lacra de la violencia de género y por eso defendemos que tenemos que estar hoy con ellos y luchar por la organización de nuestra clase en una forma que permita hacer confluir todas las reivindicaciones políticas y económicas. Sólo así podremos cambiar las cosas, sólo así dejaremos caer en las trampas del capital y su estado, sólo así construiremos una sociedad más pacífica y más justa para todos y todas.
Notas y referencias bibliográficas:
[1] Sobre el caso de la URSS, más información aquí https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/106884
[2] Cosa que llevó en su momento a Inés Arrimadas o Díaz Ayuso a decirse feministas. Eso sí, liberales.
[3] http://www.pensamientopenal.com.ar/doctrina/89100-es-estrategia-penal-solucion-violencia-contra-mujeres-algunas-respuestas-discurso
[4] Zizek Slavoj, El espinoso sujeto. El centro ausente de la ontología política, Barcelona, Paidós, 2005
[5] Quicy Wright, A Study of War. 1942. University of Chicago Press.
[6] Karl Marx, El Capital, Siglo XXI Editores, México.
[7] Ídem.
[8] El Movimiento Democrático de Mujeres. De la lucha contra Franco al feminismo (1965-85). Francisco ArrieroRanz
[9] https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/view/POSO8989130079A
[10] https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/view/54792
M. Sánchez | Martes, 30 de Noviembre de 2021 a las 21:17:43 horas
BANDERAS ROTAS
El movimiento Feminista actual no ve que la situación de alineamiento y opresión de la mujer que se establece en la sociedad capitalista, es por medio y causa de quien tiene la propiedad de los medios de producción,
Las organizaciones feministaS han abrazado nuevas banderas. Todas la palabras e ideas son bienvenidas por ellas, defensa colectivos LGBTI, defensa de la teoría Quer, defensa de la teoria wooke, feminismo que criminaliza al hombre, por lo cual parece que para estas feministas el enemigo es el hombre y no el estado capitalista en el cual se desenvuelven y son explotadas.
El capital por su parte las anima y subvenciona quien mejor que los/as progresistas para dividir a la clase trabajadora y explotada, y provocar otra división mas del proletariado y todo se les esta permitido a esos grupos feministas menos la frase maldita que es la innombrable “LUCHA DE CLASES”, eso no puede aparecer en sus comunicado ni en sus eslóganes y menos en los medios de información
Están contentas por que ahora en el banco de Santander no esta Un Botin sino una Botina y porque muchas mujeres ocupan cada vez mas cargos en los consejos de administración de muchas empresas, como si al explotado/a y al Desahuciado le importara.
Para el capital como decía Den Xiao Pin “no le importa que el gato sea blanco o negro lo importante es que case ratones”, en este caso “no importa que el gato sea macho o hembra sino lo importante es que el sistema de explotación del capitalismo a hombres y mujeres siga”.
Estos disparates de Feminismo exacerbado, LGBTI, luchas de genero, Ideología Queer, Ideología WoKe, dividen a la sociedad en grupúsculos y confunden al pueblo. El pueblo ve como los partidos de izquierdas han arrojado al basurero de la historia la bandera roja y la han sustituido por la bandera de colorines.
El pueblo que no entiendan este galimatias, acaba votando a partidos de derechas identitarios, Recordar que Vox saca cada vez mas votos en distritos obreros y ciudades dormitorios.. Pero eso no importa a ciertas feministas, lo progresista es estar en los mismo puesto de mando del capital.
Para acabar si eso es progresismo decir que la Margaret Thatcher fue una abanderada precoz del feminismo.
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