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Domingo, 10 de Octubre de 2021 Tiempo de lectura:

LA UNIÓN EUROPEA, UN PROYECTO POLÍTICO-ECONÓMICO EN DESCOMPOSICIÓN

La Unión Europea seriamente cuarteada por sus contradicciones internas y externas.

Según expresa este artículo "Izquierda Castellana", el proyecto político y económico de la Unión Europea aparece seriamente cuarteado y los sucesivos intentos de recomponerlo no han recibido más que fracaso tras fracaso. Lejos de que este proyecto imperialista europeo se consolide, cada resulta más patente que Europa pierde peso específico en el contexto de la correlación de fuerzas a nivel internacional

 

   Por "IZQUIERDA CASTELLANA" PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

   En las tres últimas décadas, la Unión Europea ha venido impulsando con gran intensidad un proceso de fortalecimiento del proyecto imperialista europeo. Dos hechos de gran trascendencia ocurrieron al inicio de esa fase histórica:

 

- la caída de la República Democrática Alemana y su incorporación por decreto en la República Federal Alemana (octubre de 1990), sin que por cierto mediara proceso democrático alguno en tal cuestión (a la población de la RDA no se le consultó si quería que su Estado (socialista) desapareciese y su territorio se integrase en la RFA, capitalista);

 

- y la caída de la URSS en 1991, en un proceso en el que la opinión de la población tampoco fue tenida en cuenta para nada, cuestión esta (la caída del Régimen socialista) que al menos teóricamente favorecía el avance en la construcción de un proyecto imperial europeo bajo el eje franco-germánico.

 

 

    Eran “tiempos de vino y rosas” para el capitalismo internacional. Un borracho mercenario del sistema capitalista -Yeltsin- reinaba en Rusia al estilo de los Borbones, vendiendo a precio de saldo el patrimonio estatal soviético y convirtiendo lo que había sido una gran potencia en todos los planos en un Estado irrelevante a nivel internacional. El pueblo ruso, como no podía ser de otra manera, reaccionó expulsando del poder a aquel engendro (1999).

 

    El eje franco-germánico funcionaba razonablemente bien por aquel entonces y tenía casi absoluto dominio en el seno de la UE, aunque pronto comenzaron a aparecer tensiones con los EEUU; los norteamericanos, una vez desaparecida la Unión Soviética, eran recelosos de cualquier proyecto que pudiera hacer sombra a su hegemonía global absoluta, aunque fuera de su misma sangre. España -de la mano de Aznar-, EEUU y Reino Unido escenificaron la famosa foto de las Azores. Los tres mosqueteros de esa maniobra yanqui alrededor de la Guerra de Irak. Aquella imagen fue la expresión icónica más importante de esa línea de trabajo.

 

   Mientras, los impulsores del proyecto imperial europeo no estaban de brazos cruzados, dedicando sus energías principales a poner en marcha la moneda única, el euro, y a impulsar el finalmente fracasado Tratado Constitucional Europeo (la creación de una Carta Constitucional común a todos los países de la UE, quedando paralizada por el rechazo de la población francesa y de los Países Bajos). Ante el fracaso de ese proceso, impulsaron su plan B, el Tratado de Lisboa, que por cierto también fue rechazado por la opinión pública allí donde fue sometido a referéndum (Irlanda, 12 de junio de 2008).

 

    El Brexit fue una clara e importante señal de que la Unión Europea no era percibida como una buena alternativa para una parte mayoritaria de la población inglesa. Las injerencias constantes de la burocracia de Bruselas en todos los planos en la soberanía británica fueron creando un clima de desconfianza que desembocó en el referéndum (23 de junio de 2016) que dio la mayoría a los partidarios de la salida de la Unión. Los poderes fácticos europeos, entre ellos los mediáticos, vinculados al proyecto imperialista propio, le daban pocos meses de vida al Reino Unido fuera de la Unión Europea; no parece que las cosas vayan por ese camino.

 

    La resolución del Tribunal Constitucional de Polonia, favorable a primar la legislación nacional en relación con la legislación comunitaria y, por tanto, dictaminar que varios artículos de los tratados de la Unión Europea son inconstitucionales en ese país, ha desatado el enésimo ataque de nervios en las estructuras de poder de la UE.

 

    Como decíamos, los impulsores principales del proyecto capitalista europeo elaboraron un proyecto constitucional para intentar dar un paso definitivo en la arquitectura jurídico-política de la UE a principios de siglo. Fracasaron. En el referéndum celebrado en Francia (29 de mayo de 2005) la mayoría de la población rechazó ese proyecto; lo mismo ocurrió en los Países Bajos (1 de junio de 2005). En España, bajo el Gobierno de Zapatero, con una muy baja participación y sin actividad previa de información o reflexión, el proyecto fue aprobado en referéndum el 20 de febrero de 2005.

 

     La dirección de la UE decidió retirar el proyecto de Constitución Europea, que inmediatamente fue sustituido por el plan B, el Tratado de Lisboa, que se ratificó a través de los parlamentos nacionales correspondientes, salvo en el caso de Irlanda, en el que, por exigencia de su propia constitución, tuvieron que someterlo a referéndum, y de nuevo perdieron. La mayoría de la población irlandesa rechazó el proyecto del Tratado de Lisboa a pesar de que prácticamente todo el arco político, excepto el Sinn Féin, lo apoyaba. En este caso optaron por repetir a los pocos meses el referéndum, para que así la gente tuviera una nueva “oportunidad” de “votar bien”. Finalmente lo consiguieron.

 

   La mayoría de los medios de comunicación considerados “progresistas” hacen una valoración negativa de la resolución del Tribunal Constitucional polaco, alegando que este fue nombrado por el actual Gobierno y, por tanto, no goza de independencia (parece ser que a diferencia de lo que ocurre en el Estado español…). Asimismo, destacan que el Gobierno polaco tiene similares planteamientos ideológico-políticos que Vox. Es obvio que el actual Gobierno polaco es claramente reaccionario y absolutamente anticomunista, pero eso no quiere decir que no tengan razón en defender su soberanía ante las intromisiones de la burocracia de Bruselas en sus asuntos internos. Es además esencial recordar cómo, desde esos mismos poderes que ahora se quejan de los planteamientos del Gobierno polaco, se alentaron potentes campañas anticomunistas; de forma similar se hizo en Hungría y en otros países del campo del antiguo socialismo europeo, muy especialmente en Ucrania, sin reparos, en este caso, en llevarlos hasta la guerra. De aquellos polvos, estos lodos.

 

     Sin compartir en absoluto la ideología reaccionaria, anticomunista o de revisionismo histórico sobre la Gran Guerra Antifascista, entendemos que cada país defienda su soberanía ante las intromisiones externas de poderes que además no tienen legitimidad democrática alguna.

 

    Es un elemento de satisfacción para nosotr@s cuando diversas administraciones de Justicia europeas dejan en evidencia a la administración de Justicia española, heredada, como la monarquía, del franquismo. Pero ese plano no nos puede impedir hacer análisis rigurosos de cada cuestión.

 

   La denuncia del Tratado de Versalles, firmado al finalizar la Iª Guerra Mundial, que obligaba al pago de unas pesadas cargas financieras al Estado alemán que impedían afrontar cuestiones de primera necesidad para las clases populares germanas, fue una de las claves del ascenso social y político del Partido Nacional-Socialista en la Alemania de Entreguerras.

 

    La defensa de la soberanía, de la lucha por su recuperación, es una expresión principal de la dignidad de un pueblo.

 

     El sistema capitalista a nivel global atraviesa una profundísima crisis. No solo en el plano económico, sino en el político y en el ideológico. En el caso concreto de la UE, esa crisis no solo es de una profundidad extrema, sino que no hay visos de solución cabal alguna. Los reordenamientos geoestratégicos a nivel mundial del sistema capitalista cada vez tienen menos en cuenta a la UE como bloque. Nuevas alianzas basadas en otros criterios, como el de la pertenencia a una “civilización común”, como es el caso del mundo anglo-americano, o de la eficacia en la organización de la respuesta político-militar al crecimiento y desarrollo de China y Rusia, van ganando protagonismo. Ello conduce a unas circunstancias en las que, si la UE pierde peso específico, el Estado español simplemente desaparece del escenario. No es de extrañar, dado que el bloque dominante español ha renunciado a cualquier tipo de soberanía en el ámbito internacional, especialmente a favor de la UE, un proyecto en descomposición, como señalábamos. Tal es la situación que hasta el Reino de Marruecos se permite chulear al Reino de España.

 

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  • Juan

    Juan | Lunes, 11 de Octubre de 2021 a las 01:57:02 horas

    El Gobierno de Polonia es justo lo contrario a la soberanía y la independencia de un país , si el Gobierno de Polonia tiene problemas con los imperialistas de la Union Europea No es por defender la soberanía del pueblo polaco y menos aún de su clase obrera , lo que defiende el gobierno polaco es a los sectores de su burguesía que lo apoyan con una mezcla del nacionalismo más brutal , es uno de los gobiernos más anti comunista , más anti obrero que conozco , en mi opinión en la « disputa » entre la Union Europea y el Gobierno polaco , entre los imperialistas y los ultra reaccionarios y de los mas furibundo anticomunista , van a las manifestaciones con Neo nazis y quieren y están rehabilitado a colaboradores nazis de la segunda guerra mundial , un ultra clericalismo rayando el delirio como ideología de Estado y una persecución acoso y exterminio del movimiento comunista en Polonia , entre el proyecto imperial de la Union Europea venida a menos y los rehabilitadores de los colaboradores nazis yo diría que claramente con ninguno de los dos . 0 apoyo a unos y a otros , 0 apoyo a las burguesías Europeas y 0 apoyo a la ultra reacción burguesa del Gobierno polaco.

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