
UN DEVASTADOR INFORME DESTAPA EL MALTRATO Y ABANDONO DE LOS ANCIANOS EN LAS RESIDENCIAS DE CANARIAS
Conviviendo con ratas e insectos, sin higiene y con brotes de sarna
Por A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
De la forma más dramática posible, la pandemia del coronavirus vino poner de manifiesto la situación en la que muchísimos mayores pasan sus últimos años de vida en las residencias de ancianos. En todo el Estado español, y según cifras que muchos consideran especialmente conservadoras, al menos 18.334 personas mayores usuarias de residencias fallecieron a causa del coronavirus. En muchísimos casos, porque no se les transfirió a los hospitales donde debían recibir la atención médica necesaria, y porque dichas residencias carecía de los medios y el personal adecuados para tratar esta emergencia.
A este último respecto, sin embargo, se podría responder que, lógicamente, las residencias de ancianos no están pensadas para enfrentar una pandemia. Sin embargo, la investigación acerca de las condiciones de estos centros está sacando a la luz una realidad mucho más oscura. En Canarias, un informe elaborado poco antes del estallido de la pandemia por la adjunta a la Diputación del Común María Milagros Fuentes, sobre el estado de los centros de mayores del Archipiélago, ha desvelado las terribles condiciones de muchas de estas residencias.
Ratas, cucarachas, chinches o casos de sarna entre los internos son sólo algunos de los descubrimientos efectuados por este informe, que se elaboró en base a 25 visitas a centros de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y La Palma, entre febrero y diciembre de 2019.
En este misma línea, describe también una generalizada falta de mantenimiento de las instalaciones, una escasa higiene y poca atención a los residentes.
Según María Milagros Fuentes, autora del informe, en la visita a un centro los inspectores se percataron también de que los residentes no hablaban y al día siguiente, al hacer una toma de datos, se dieron cuenta de que "los tenían a todos chutados, con medicación".
Este informe, que según ha dicho Fuentes, se le facilitó al Parlamento el pasado noviembre, también llama la atención sobre los deficientes menús en las residencias, con preponderancia de "comidas preelaboradas, precocidas", y que los residentes "comen solos, en un rincón del salón y de espaldas al resto de la actividad del centro"
El informe alerta también sobre la "falta de rigor" en el trabajo de muchos centros, donde no hay seguimiento ni evaluación de los residentes y muchas de las labores se realizan de manera "improvisada".
Además, no se cumplen los principios de respeto y autonomía personal, escasean las habitaciones individuales y una de residencia de La Palma hay hasta más de seis personas juntas y los espacios comunes suelen ser amplios y cuentan siempre con el televisor encendido, lo que dificulta la interacción social.
ANCIANOS "APARCADOS" EN SEMI SÓTANOS SIN LUZ
A todas estas deficiencias se le añade que, en muchos casos, los ancianos son literalmente "aparcados" en habitaciones sin luz, en semisótanos, con barreras para el acceso o sin dotaciones necesarias como armarios o mesillas de noche para ubicar sus pertenencias personales.
"Son pocos los centros que logran que las habitaciones sean zonas además de confortables, espacios humanizados y de apariencia agradable para sentirlos como un hogar"- detalla el informe.
En la mayoría, hay desperfectos de mantenimiento como humedades, maderas astilladas, cocinas sin mosquiteras o roturas y en un centro, incluso, una cocina estaba abierta a una zona que funcionaba como vertedero de desechos.
En las visitas, los técnicos de la Diputación del Común constaron la existencia de brotes de sarna, baños sucios y presencia de ratas, cucarachas, hormigas y chinches, al igual que restos de comidas anteriores en el comedor, residuos de peluquería, colillas y colchones apilados en los pasillos.
El informe recoge, asimismo, que hay personas que "se mantienen con manchas de restos de comida, sin cambios de ropa salpicada durante el resto de la jornada".
CON LA PASIVIDAD CÓMPLICE DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
La adjunta a la Diputación del Común denuncia, igualmente, que desde la Consejería de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias no se han respondido sus solicitudes, las últimas realizadas en agosto del año pasado, y también son muy escasas las visitas a las residencias de sus propios inspectores.
"Resulta indescriptible la conmoción que produce encontrar esta falta de higiene y salubridad en los centros, sin ser detectada por las administraciones encargadas de inspeccionar y velar por el funcionamiento en los recursos para personas mayores, y, a su vez, sin ser desvelada por familiares u otras personas que accedan a las instalaciones. Apelamos, a la responsabilidad social de trabajar por un mínimo de bienestar de las personas mayores"- recoge el informe.
En cuanto a la asistencia médica, hace constar que, según la información facilitada por los centros, las visitas médicas se distancian casi en un año y, en el caso de un episodio agudo únicamente acuden los profesionales de urgencias.
"¿Quién supervisa las sujeciones o cómo se detectan situaciones de maltrato institucional? ¿Quién conoce el menú? ¿Quién realiza la valoración continúa de la capacitación funcional y la movilidad?"-plantea la adjunta a la Diputación del Común.
La Diputación del Común achaca el estado actual de las residencias de mayores al "boom de la mercantilización" de la atención residencial y que ha conllevado limitaciones de tratamientos, soledad de los residentes, falta de trabajadores con cualificación y empleos precarios y mal retribuidos.
Por A. RAMÍREZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
De la forma más dramática posible, la pandemia del coronavirus vino poner de manifiesto la situación en la que muchísimos mayores pasan sus últimos años de vida en las residencias de ancianos. En todo el Estado español, y según cifras que muchos consideran especialmente conservadoras, al menos 18.334 personas mayores usuarias de residencias fallecieron a causa del coronavirus. En muchísimos casos, porque no se les transfirió a los hospitales donde debían recibir la atención médica necesaria, y porque dichas residencias carecía de los medios y el personal adecuados para tratar esta emergencia.
A este último respecto, sin embargo, se podría responder que, lógicamente, las residencias de ancianos no están pensadas para enfrentar una pandemia. Sin embargo, la investigación acerca de las condiciones de estos centros está sacando a la luz una realidad mucho más oscura. En Canarias, un informe elaborado poco antes del estallido de la pandemia por la adjunta a la Diputación del Común María Milagros Fuentes, sobre el estado de los centros de mayores del Archipiélago, ha desvelado las terribles condiciones de muchas de estas residencias.
Ratas, cucarachas, chinches o casos de sarna entre los internos son sólo algunos de los descubrimientos efectuados por este informe, que se elaboró en base a 25 visitas a centros de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote y La Palma, entre febrero y diciembre de 2019.
En este misma línea, describe también una generalizada falta de mantenimiento de las instalaciones, una escasa higiene y poca atención a los residentes.
Según María Milagros Fuentes, autora del informe, en la visita a un centro los inspectores se percataron también de que los residentes no hablaban y al día siguiente, al hacer una toma de datos, se dieron cuenta de que "los tenían a todos chutados, con medicación".
Este informe, que según ha dicho Fuentes, se le facilitó al Parlamento el pasado noviembre, también llama la atención sobre los deficientes menús en las residencias, con preponderancia de "comidas preelaboradas, precocidas", y que los residentes "comen solos, en un rincón del salón y de espaldas al resto de la actividad del centro"
El informe alerta también sobre la "falta de rigor" en el trabajo de muchos centros, donde no hay seguimiento ni evaluación de los residentes y muchas de las labores se realizan de manera "improvisada".
Además, no se cumplen los principios de respeto y autonomía personal, escasean las habitaciones individuales y una de residencia de La Palma hay hasta más de seis personas juntas y los espacios comunes suelen ser amplios y cuentan siempre con el televisor encendido, lo que dificulta la interacción social.
ANCIANOS "APARCADOS" EN SEMI SÓTANOS SIN LUZ
A todas estas deficiencias se le añade que, en muchos casos, los ancianos son literalmente "aparcados" en habitaciones sin luz, en semisótanos, con barreras para el acceso o sin dotaciones necesarias como armarios o mesillas de noche para ubicar sus pertenencias personales.
"Son pocos los centros que logran que las habitaciones sean zonas además de confortables, espacios humanizados y de apariencia agradable para sentirlos como un hogar"- detalla el informe.
En la mayoría, hay desperfectos de mantenimiento como humedades, maderas astilladas, cocinas sin mosquiteras o roturas y en un centro, incluso, una cocina estaba abierta a una zona que funcionaba como vertedero de desechos.
En las visitas, los técnicos de la Diputación del Común constaron la existencia de brotes de sarna, baños sucios y presencia de ratas, cucarachas, hormigas y chinches, al igual que restos de comidas anteriores en el comedor, residuos de peluquería, colillas y colchones apilados en los pasillos.
El informe recoge, asimismo, que hay personas que "se mantienen con manchas de restos de comida, sin cambios de ropa salpicada durante el resto de la jornada".
CON LA PASIVIDAD CÓMPLICE DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
La adjunta a la Diputación del Común denuncia, igualmente, que desde la Consejería de Derechos Sociales del Gobierno de Canarias no se han respondido sus solicitudes, las últimas realizadas en agosto del año pasado, y también son muy escasas las visitas a las residencias de sus propios inspectores.
"Resulta indescriptible la conmoción que produce encontrar esta falta de higiene y salubridad en los centros, sin ser detectada por las administraciones encargadas de inspeccionar y velar por el funcionamiento en los recursos para personas mayores, y, a su vez, sin ser desvelada por familiares u otras personas que accedan a las instalaciones. Apelamos, a la responsabilidad social de trabajar por un mínimo de bienestar de las personas mayores"- recoge el informe.
En cuanto a la asistencia médica, hace constar que, según la información facilitada por los centros, las visitas médicas se distancian casi en un año y, en el caso de un episodio agudo únicamente acuden los profesionales de urgencias.
"¿Quién supervisa las sujeciones o cómo se detectan situaciones de maltrato institucional? ¿Quién conoce el menú? ¿Quién realiza la valoración continúa de la capacitación funcional y la movilidad?"-plantea la adjunta a la Diputación del Común.
La Diputación del Común achaca el estado actual de las residencias de mayores al "boom de la mercantilización" de la atención residencial y que ha conllevado limitaciones de tratamientos, soledad de los residentes, falta de trabajadores con cualificación y empleos precarios y mal retribuidos.
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