PABLO IGLESIAS A FERRERAS EN LOS AÑOS DE SU "IDILIO": "YO PAGO LA PRÓXIMA COMIDA, ANTONIO" (VÍDEO)
"La verdad y nada más que la verdad" sobre el affaire de los aparatos policiales del Estado , Ferreras, Iglesias y los grandes poderes económicos españoles
Según nuestro colaborador Aday Quesada, en el curso de los últimos días algunos medios de comunicación -sólo algunos- han estado informando del affaire que involucra a los aparatos del Estado en una trama destinada a desacreditar electoralmente a Pablo Iglesias y a Podemos. Pero en la versión que está proporcionando Pablo Iglesias a través de su podcast "La Base", del digital Público, no nos está ofreciendo "la verdad y nada más que la verdad". En este reportaje, Quesada nos proporciona datos e imágenes videográficas inéditas que nos ayudarán a interpretar lo que realmente ha estado sucediendo en el curso de los últimos 10 años.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En el curso de la última semana, algunos medios de comunicación españoles han dado cumplida cuenta de una conversación grabada por el excomisario José Manuel Villarejo y en la que participan, junto al policía corrupto, el director de la Sexta, Antonio García Ferreras el directivo de Atresmedia, Mauricio Casals, el empresario Adrián de la Joya y el comisario José Luis Olivera. Conversación en la que, en una suerte de "totum revolutun", toda la panda intercambia jocosamente impresiones sobre las características de las operaciones policiales y mediáticas urdidas con el propósito perjudicar "el caché electoral" de Pablo Iglesias, dirigente de la formación política Podemos.
Conviene recordar que la "La Sexta TV" fue la cadena televisiva que Pablo Iglesias utilizó como trampolín para su propio lanzamiento. Durante un par de años tuvimos a Iglesias y a su grupo hasta en la sopa. Los "dirigentes" de Podemos se convirtieron en rutilantes y glamourosas estrellas centrales de la programación de esa y otras cadenas de TV. Se trataba de un fenómeno absolutamente insólito, que carecía de precedentes en las cuatro décadas que habia durado la Monarquía borbónica.
Jamás las clases económicamente hegemónicas españolas habían permitido que sus eficaces herramientas mediáticas pudieran ser utilizadas por quienes, de manera tan abstracta como imprecisa, prometían que ellos solitos, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, se atreverían a "asaltar los cielos".
En uno de nuestros primeros artículos sobre la aparición de Podemos en el escenario político español, escrito en fechas próximas al año 2014, ya pusimos de relieve cómo la estudiada negativa de Pablo Iglesias a abordar el tratamiento del proceso político bolivariano de Venezuela, por temor a que sus posiciones pudieran perjudicar sus objetivos electorales, era una inconcebible renuncia ante los medios de comunicación, propiedad de los Bancos y las grandes empresas, que estos jamás le iban a agradecer.
Ni que decir tiene que Pablo Iglesias, eufóricamente entusiasmado por sus fulgurantes éxitos electorales, perseveró en tales renuncias. Estas ya no se circunscribieron exclusivamente al "tema Venezuela", sino que las proyectaba igualmente sobre otros temas que hacían directas referencias a cambios sociales y políticos que sus plataformas mediáticas no estaban dispuestas a admitir. A eso le llamaba Iglesias, "cabalgar las contradicciones".
Pero si durante esos años la gran Banca y los grandes empresarios españoles del IBEX 35, permitieron que los jacobinos podemitas se pasearan como Pedro por su casa por sus platós de televisión, fue porque tal permisividad obedecía a un cálculo detalladamente premeditado: sacar a toda costa a la gente de las calles, para hacerlas entrar por el embudo domesticador que significaban las instituciones del Régimen político nacido en 1978.
Y eso fue, justamente, lo que terminó sucediendo. Ni más, ni menos.
A la luz de lo que hoy estamos en condiciones de constatar, con la distancia del tiempo y los resultados a la vista, se puede asegurar que "Podemos" fue utilizado por los medios de comunicación del Sistema político y económico hegemónico, como un eficaz disolvente de las gigantescas movilizaciones sociales que ocuparon las calles de todas las grandes ciudades españolas a partir del 15 de mayo del 2011.
El objetivo del establishment estaba muy claro: lograr que Podemos se convirtiera en el eficaz catalizador de la ira callejera que pudiera reconducir la indignación popular provocada por los catastróficos efectos de la crisis económica del 2008, y lograra de esa forma que el malestar social pudiera encontrar un espacio de acomodo dentro de los controlados marcos institucionales del Sistema.
Una vez que ese objetivo fue cubierto, Pablo Iglesias y su formación, Podemos, comenzaron a dejar de ser políticamente rentables. Y como corresponde a todas aquellas herramientas que dejan de ser útiles, su destino final no es otro que el vertedero destinado por la Historia a los juguetes rotos .
En los alegatos esgrimidos por Pablo Iglesias en su podcast "La Base", del digital Público, éste atribuye el daño mediático del que está siendo víctima a lo que él llama eufemísticamente "las cloacas del Estado". Tales "cloacas" no existen. La auténtica cloaca es el Estado mismo, que reprime, chantajea, encarcela, juzga, falsifica y, cuando llega a ser necesario, también mata. Y que tiene, además, como función esencial la defensa de los intereses económicos y políticos de las clases sociales que lo detentan. Este no es un descubrimiento tardío que estemos haciendo nosotros ahora aquí. Es una constatación histórica miles de veces reiterada, y que al menos menos teóricamente, Pablo Iglesias debía haber conocido .
En el curso de estos últimos días, Iglesias se ha empeñado erre que erre en presentarse nuevamente como si de un revolucionario redivivo se tratara, víctima ahora de los manejos del Poder. Tratando de recuperar el lenguaje que ya había utilizado hace una década, ahora desea aparecer nuevamente como adalid de las causas populares, exhibiéndose además, como el auténtico damnificado de los grandes poderes económicos. Esta tardía suerte de revival no pasa de ser sino una sobreactuación realizada a destiempo, con escasas posibilidades de éxito. Su crédito político parece ya definitivamente agotado.
En la nueva versión iconográfica que Iglesias está intentando representar, en realidad, no está haciendo otra cosa una reinterpretación falsificadora de la historia sobre lo ocurrido durante la última década.
Los únicos damnificados de su estafa política han sido los millones de personas que, con una credulidad propia de las más de cuatro décadas de vacío político, llegaron realmente a creer que él y su exiguo grupo de petulantes universitarios iban a ser capaces de
cambiar las bases sobre la que se sostiene la degradada sociedad española de nuestros días.
Fueron millones los que resultaron realmente damnificados en sus esperanzas, damnificados en sus ilusiones, damnificados en la creencia de que, por fin, en el Estado español iba a ser posible atisbar un horizonte de cambios políticos y sociales otorgándole un voto de confianza a Pablo Iglesias y a Podemos. Esos millones fueron los realmente damnificados por la estafa política podemita.
Y, aunque las operaciones efectivamente orquestadas o en contra su organización no pudieron evitar que la formación morada llegase a formar parte de un Gobierno de coalición en el que aún permanece, su propia práctica en dicho Ejecutivo, con una interminable lista de renuncias, así como con sus fraticidas luchas intestinas, sí acabaron por convencer a la mayoría de sus pasados votantes de que el "producto" que les habían vendido era absolutamente fraudulento.
Las imágenes que se reproducen en el vídeo que les ofrecemos proporcionan una aproximación a cuáles eran realmente las relaciones existentes entre el victimario Ferreras, - que trabajó siempre a las órdenes de los poderosos patrones que le pagaban-, y su supuesta "víctima" Pablo Iglesias que - consciente o inconscientemente-, respondió igualmente a las estrategias diseñadas para él por los mismos patrones que cubrían los salarios de Ferreras. Esa es la cruda verdad y, desgraciadamente, no existe otra que se pueda contar .
VÍDEO RELACIONADO: Cuando Pablo Iglesias comía con su "amigo" Antonio García Ferreras.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En el curso de la última semana, algunos medios de comunicación españoles han dado cumplida cuenta de una conversación grabada por el excomisario José Manuel Villarejo y en la que participan, junto al policía corrupto, el director de la Sexta, Antonio García Ferreras el directivo de Atresmedia, Mauricio Casals, el empresario Adrián de la Joya y el comisario José Luis Olivera. Conversación en la que, en una suerte de "totum revolutun", toda la panda intercambia jocosamente impresiones sobre las características de las operaciones policiales y mediáticas urdidas con el propósito perjudicar "el caché electoral" de Pablo Iglesias, dirigente de la formación política Podemos.
Conviene recordar que la "La Sexta TV" fue la cadena televisiva que Pablo Iglesias utilizó como trampolín para su propio lanzamiento. Durante un par de años tuvimos a Iglesias y a su grupo hasta en la sopa. Los "dirigentes" de Podemos se convirtieron en rutilantes y glamourosas estrellas centrales de la programación de esa y otras cadenas de TV. Se trataba de un fenómeno absolutamente insólito, que carecía de precedentes en las cuatro décadas que habia durado la Monarquía borbónica.
Jamás las clases económicamente hegemónicas españolas habían permitido que sus eficaces herramientas mediáticas pudieran ser utilizadas por quienes, de manera tan abstracta como imprecisa, prometían que ellos solitos, sin encomendarse ni a Dios ni al Diablo, se atreverían a "asaltar los cielos".
En uno de nuestros primeros artículos sobre la aparición de Podemos en el escenario político español, escrito en fechas próximas al año 2014, ya pusimos de relieve cómo la estudiada negativa de Pablo Iglesias a abordar el tratamiento del proceso político bolivariano de Venezuela, por temor a que sus posiciones pudieran perjudicar sus objetivos electorales, era una inconcebible renuncia ante los medios de comunicación, propiedad de los Bancos y las grandes empresas, que estos jamás le iban a agradecer.
Ni que decir tiene que Pablo Iglesias, eufóricamente entusiasmado por sus fulgurantes éxitos electorales, perseveró en tales renuncias. Estas ya no se circunscribieron exclusivamente al "tema Venezuela", sino que las proyectaba igualmente sobre otros temas que hacían directas referencias a cambios sociales y políticos que sus plataformas mediáticas no estaban dispuestas a admitir. A eso le llamaba Iglesias, "cabalgar las contradicciones".
Pero si durante esos años la gran Banca y los grandes empresarios españoles del IBEX 35, permitieron que los jacobinos podemitas se pasearan como Pedro por su casa por sus platós de televisión, fue porque tal permisividad obedecía a un cálculo detalladamente premeditado: sacar a toda costa a la gente de las calles, para hacerlas entrar por el embudo domesticador que significaban las instituciones del Régimen político nacido en 1978.
Y eso fue, justamente, lo que terminó sucediendo. Ni más, ni menos.
A la luz de lo que hoy estamos en condiciones de constatar, con la distancia del tiempo y los resultados a la vista, se puede asegurar que "Podemos" fue utilizado por los medios de comunicación del Sistema político y económico hegemónico, como un eficaz disolvente de las gigantescas movilizaciones sociales que ocuparon las calles de todas las grandes ciudades españolas a partir del 15 de mayo del 2011.
El objetivo del establishment estaba muy claro: lograr que Podemos se convirtiera en el eficaz catalizador de la ira callejera que pudiera reconducir la indignación popular provocada por los catastróficos efectos de la crisis económica del 2008, y lograra de esa forma que el malestar social pudiera encontrar un espacio de acomodo dentro de los controlados marcos institucionales del Sistema.
Una vez que ese objetivo fue cubierto, Pablo Iglesias y su formación, Podemos, comenzaron a dejar de ser políticamente rentables. Y como corresponde a todas aquellas herramientas que dejan de ser útiles, su destino final no es otro que el vertedero destinado por la Historia a los juguetes rotos .
En los alegatos esgrimidos por Pablo Iglesias en su podcast "La Base", del digital Público, éste atribuye el daño mediático del que está siendo víctima a lo que él llama eufemísticamente "las cloacas del Estado". Tales "cloacas" no existen. La auténtica cloaca es el Estado mismo, que reprime, chantajea, encarcela, juzga, falsifica y, cuando llega a ser necesario, también mata. Y que tiene, además, como función esencial la defensa de los intereses económicos y políticos de las clases sociales que lo detentan. Este no es un descubrimiento tardío que estemos haciendo nosotros ahora aquí. Es una constatación histórica miles de veces reiterada, y que al menos menos teóricamente, Pablo Iglesias debía haber conocido .
En el curso de estos últimos días, Iglesias se ha empeñado erre que erre en presentarse nuevamente como si de un revolucionario redivivo se tratara, víctima ahora de los manejos del Poder. Tratando de recuperar el lenguaje que ya había utilizado hace una década, ahora desea aparecer nuevamente como adalid de las causas populares, exhibiéndose además, como el auténtico damnificado de los grandes poderes económicos. Esta tardía suerte de revival no pasa de ser sino una sobreactuación realizada a destiempo, con escasas posibilidades de éxito. Su crédito político parece ya definitivamente agotado.
En la nueva versión iconográfica que Iglesias está intentando representar, en realidad, no está haciendo otra cosa una reinterpretación falsificadora de la historia sobre lo ocurrido durante la última década.
Los únicos damnificados de su estafa política han sido los millones de personas que, con una credulidad propia de las más de cuatro décadas de vacío político, llegaron realmente a creer que él y su exiguo grupo de petulantes universitarios iban a ser capaces de
cambiar las bases sobre la que se sostiene la degradada sociedad española de nuestros días.
Fueron millones los que resultaron realmente damnificados en sus esperanzas, damnificados en sus ilusiones, damnificados en la creencia de que, por fin, en el Estado español iba a ser posible atisbar un horizonte de cambios políticos y sociales otorgándole un voto de confianza a Pablo Iglesias y a Podemos. Esos millones fueron los realmente damnificados por la estafa política podemita.
Y, aunque las operaciones efectivamente orquestadas o en contra su organización no pudieron evitar que la formación morada llegase a formar parte de un Gobierno de coalición en el que aún permanece, su propia práctica en dicho Ejecutivo, con una interminable lista de renuncias, así como con sus fraticidas luchas intestinas, sí acabaron por convencer a la mayoría de sus pasados votantes de que el "producto" que les habían vendido era absolutamente fraudulento.
Las imágenes que se reproducen en el vídeo que les ofrecemos proporcionan una aproximación a cuáles eran realmente las relaciones existentes entre el victimario Ferreras, - que trabajó siempre a las órdenes de los poderosos patrones que le pagaban-, y su supuesta "víctima" Pablo Iglesias que - consciente o inconscientemente-, respondió igualmente a las estrategias diseñadas para él por los mismos patrones que cubrían los salarios de Ferreras. Esa es la cruda verdad y, desgraciadamente, no existe otra que se pueda contar .
VÍDEO RELACIONADO: Cuando Pablo Iglesias comía con su "amigo" Antonio García Ferreras.






























Isidrín | Miércoles, 13 de Julio de 2022 a las 14:04:07 horas
Un gran furgón celular de la policía debería estar ya de camino a la sede de La Sexta para recoger a la gran cantidad de vagos y maleantes que "trabajan" allí.
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