
"THE NEW YORK TIMES" SE INTERROGA: ¿HA DECLARADO BIDEN LA GUERRA A RUSIA?
Que el presidente Biden haya declarado que no piensa inmiscuirse en la "guerra de Ucrania" no es una garantía para el futuro, como claramente evidencia la historia.
Según el "New York Times" "en el curso de las últimas décadas, especialmente después de los ataques del 11 de septiembre, los estadounidenses hemos transitado hacia una suerte de "modelo de guerra perpetua", con ambiguos límites de cronología, geografía y objetivos. La línea roja entre lo que es una guerra y lo que no lo es, se ha ido desdibujando… determinar el momento en el que pasamos de uno a otro estado se ha convertido en una tarea mucho más que difícil".
POR PORBONNIE KRISTIAN / NEW YORK TIMES / Traducción de la Redacción Canarias Semanal
"En los más de tres meses desde el momento en el que Rusia invadió Ucrania, la Administración Biden ha contado muchas cosas sobre la guerra.
Aunque también es verdad que no pocas ocasiones tuvo que dar marcha atrás de forma inmediata sobre esos mismos cuentos. Como, por ejemplo, cuando el presidente Biden manifestó que Vladimir Putin “no puede permanecer en el poder”. Aquello no podía ser interpretado de otra manera que como una llamada a la ejecución de un "golpe de Estado", con el consiguiente cambio de Régimen político en Rusia.
"Filtraciones provenientes de funcionarios estadounidenses revelaron que Estados Unidos había ayudado a Ucrania a matar a generales rusos y a atacar un buque de guerra de la misma nacionalidad".
En otros aspectos, su retórica ha ido radicalizándose con el tiempo: en marzo, el objetivo de Estados Unidos era "ayudar a Ucrania a defenderse"; a finales de abril "Rusia ya era un país muy "debilitado".
No obstante, en una una cuestión la Administración Biden ha sido muy consistente: "Estados Unidos no entrará en guerra con Rusia por Ucrania".
“No buscamos una guerra entre la OTAN y Rusia”, escribió el presidente Biden en el periódico "The Times" a finales del pasado mes de mayo.
“Por mucho que no esté de acuerdo con el Sr. Putin, y pueda interpretar que sus acciones son un ultraje, los Estados Unidos no intentará provocar su derrocamiento. Mientras los Estados Unidos o nuestros aliados no sean atacados, no participaremos directamente en el conflicto ucraniano, ya sea enviando tropas estadounidenses a luchar en Ucrania, o atacando a las fuerzas rusas”.
Gran parte de los elogios y las críticas a la política de Ucrania del Sr. Biden, en los Estados Unidos se ha aceptado la versión que él ha dado de los hechos. Pero, ¿estamos seguros de que los estadounidenses pueden reconocer de manera que resulte mínimamente verosímil, que no hemos estado participando en esa guerra?
Frecuentemente, los presidentes norteamericanos han insistido en que no tienen la intención de ir a la guerra, hasta que finalmente lo hacen.
“Él nos mantuvo fuera de la guerra”, declaraba el eslogan utilizado en los carteles de propaganda para la campaña de la reelección del presidente Woodrow Wilson, en 1916. Sin embargo, apenas un mes después de su segundo mandato, el propio Wilson nos arrastró a la Primera Guerra Mundial. Y ello sucedió justamente después de que el mismo Wilson llegara a calificar la intervención estadounidense como inevitable.
Durante las elecciones presidenciales de 1964, el presidente Lyndon B. Johnson prometió que
“no enviaría a muchachos estadounidenses a 9 o 10 mil millas de su hogar para hacer lo que los jóvenes asiáticos deberían hacer por sí mismos”.
Pero en febrero de 1965, un mes después de su toma de posesión, Johnson autorizó la campaña de bombardeos conocida como Operación Rolling Thunder. Un mes después de eso, los "muchachos estadounidenses" ya estaban en Vietnam.
Estas historias resultan muy evocadoras e instructivas del carácter efímero que han tenido las promesas de los presidentes estadounidenses, -particularmente en fechas preelectorales- , de que nos mantendrían fuera de la guerra: incluso si ello fuera cierto en el momento en que las pronunciaron no son, en absoluto, una garantía para el futuro.
Pero al menos en los casos de la Primera Guerra Mundial y Vietnam se produjo un cambio evidente entre no estar en guerra a estar en guerra. Y los estadounidenses pudieron identificar el momento en el que se produjo ese cambio. Esa línea roja significaba que los presidentes podían hacer promesas de mantenerse al margen de una guerra, y el público por su parte podía distinguir cuándo no se estaban cumpliendo esas promesas.
Sin embargo, en el curso de las últimas décadas, especialmente después de los ataques del 11 de septiembre, los estadounidenses hemos transitado hacia una suerte de "modelo de guerra perpetua", con ambiguos límites de cronología, geografía y objetivos. La línea roja entre lo que es una guerra y lo que no lo es, se ha ido desdibujando peligrosamente. Y determinar el momento en el que pasamos de uno a otro estado se ha convertido en una tarea mucho más que difícil.
Eso se debe, en parte, a los avances tecnológicos. La guerra con aviones no tripulados y los ataques cibernéticos, que han hecho posible cometer lo que de otro modo tendría que ser interpretado como "actos de guerra" (matar adversarios, destruir edificios, degradar instalaciones nucleares) en otros países, sin que las tropas estadounidenses hayan abandonado el territorio estadounidense.
"Declarar la guerra" es una decisión que corresponde al Ejecutivo que dirige el país. Desde el año 1942 el Congreso de los Estados Unidos no ha declarado formalmente la guerra contra ningún país. Pero los sucesivos presidentes de este país han utilizado, sin embargo, los amplios poderes de guerra otorgados a George W. Bush en 2002, para autorizar el uso de la fuerza militar.
¿Estamos, por ejemplo, en guerra contra Pakistán o Somalia, donde hemos estado realizando ataques con aviones no tripulados contra Al Qaeda, el Estado Islámico y los militantes talibanes en Pakistán desde 2004, y Al Shabab en Somalia desde 2011? ¿O en la guerra en Níger, donde se desplegaron las fuerzas estadounidenses y donde cuatro soldados estadounidenses murieron en una emboscada en octubre de 2017?
Estados Unidos tampoco se unió oficialmente a la guerra civil en Yemen, pero una coalición liderada por Arabia Saudita mató a civiles con ojivas fabricadas en Estados Unidos y seleccionó los objetivos utilizando la guía estadounidense …
Lo que hemos hecho en Yemen se parece mucho a lo que ahora estamos haciendo en Ucrania. El mes pasado, filtraciones provenientes de funcionarios estadounidenses revelaron que Estados Unidos había ayudado a Ucrania a matar a generales rusos y a atacar un buque de guerra ruso. Biden, además, ha firmado un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares para Ucrania, gran parte del cual está destinado tanto a la asistencia militar como al armamento y a los intercambios en Inteligencia. . El proyecto de ley, por el que votaron la Sra. Jayapal y el Sr. DeFazio, se suma a los miles de millones de los apoyos militares anteriores . La Administración Biden también anunció, este mes , que enviará sistemas de cohetes a Ucrania que teóricamente podrían incursionar sobre el territorio ruso. Y, según se informa, la Administración Biden tiene planes para vender al gobierno ucraniano cuatro drones que pueden armarse con misiles Hellfire.
¿Estamos en guerra en Ucrania? Si intercambiáramos lugares, si los apparatchiks rusos admitieran haber ayudado a matar a generales estadounidenses o a hundir un barco de la Marina de los EE.UU., dudamos mucho que estuviéramos manteniendo una postura ambigua al respecto. Sin embargo, lo que los Estados Unidos está haciendo en Ucrania "no es una guerra". Si hasta ahora hemos evitado llamarlo "guerra", y podemos continuar haciéndolo, tal vez con ello sólo estamos expresando que el significado preciso de esa palabra se ha convertido en algo muy inseguro para nosotros mismos.
(*) La Sra. Kristian es periodista y miembro de Defense Priorities, un grupo de expertos en política exterior.
POR PORBONNIE KRISTIAN / NEW YORK TIMES / Traducción de la Redacción Canarias Semanal
"En los más de tres meses desde el momento en el que Rusia invadió Ucrania, la Administración Biden ha contado muchas cosas sobre la guerra.
Aunque también es verdad que no pocas ocasiones tuvo que dar marcha atrás de forma inmediata sobre esos mismos cuentos. Como, por ejemplo, cuando el presidente Biden manifestó que Vladimir Putin “no puede permanecer en el poder”. Aquello no podía ser interpretado de otra manera que como una llamada a la ejecución de un "golpe de Estado", con el consiguiente cambio de Régimen político en Rusia.
"Filtraciones provenientes de funcionarios estadounidenses revelaron que Estados Unidos había ayudado a Ucrania a matar a generales rusos y a atacar un buque de guerra de la misma nacionalidad".
En otros aspectos, su retórica ha ido radicalizándose con el tiempo: en marzo, el objetivo de Estados Unidos era "ayudar a Ucrania a defenderse"; a finales de abril "Rusia ya era un país muy "debilitado".
No obstante, en una una cuestión la Administración Biden ha sido muy consistente: "Estados Unidos no entrará en guerra con Rusia por Ucrania".
“No buscamos una guerra entre la OTAN y Rusia”, escribió el presidente Biden en el periódico "The Times" a finales del pasado mes de mayo.
“Por mucho que no esté de acuerdo con el Sr. Putin, y pueda interpretar que sus acciones son un ultraje, los Estados Unidos no intentará provocar su derrocamiento. Mientras los Estados Unidos o nuestros aliados no sean atacados, no participaremos directamente en el conflicto ucraniano, ya sea enviando tropas estadounidenses a luchar en Ucrania, o atacando a las fuerzas rusas”.
Gran parte de los elogios y las críticas a la política de Ucrania del Sr. Biden, en los Estados Unidos se ha aceptado la versión que él ha dado de los hechos. Pero, ¿estamos seguros de que los estadounidenses pueden reconocer de manera que resulte mínimamente verosímil, que no hemos estado participando en esa guerra?
Frecuentemente, los presidentes norteamericanos han insistido en que no tienen la intención de ir a la guerra, hasta que finalmente lo hacen.
“Él nos mantuvo fuera de la guerra”, declaraba el eslogan utilizado en los carteles de propaganda para la campaña de la reelección del presidente Woodrow Wilson, en 1916. Sin embargo, apenas un mes después de su segundo mandato, el propio Wilson nos arrastró a la Primera Guerra Mundial. Y ello sucedió justamente después de que el mismo Wilson llegara a calificar la intervención estadounidense como inevitable.
Durante las elecciones presidenciales de 1964, el presidente Lyndon B. Johnson prometió que
“no enviaría a muchachos estadounidenses a 9 o 10 mil millas de su hogar para hacer lo que los jóvenes asiáticos deberían hacer por sí mismos”.
Pero en febrero de 1965, un mes después de su toma de posesión, Johnson autorizó la campaña de bombardeos conocida como Operación Rolling Thunder. Un mes después de eso, los "muchachos estadounidenses" ya estaban en Vietnam.
Estas historias resultan muy evocadoras e instructivas del carácter efímero que han tenido las promesas de los presidentes estadounidenses, -particularmente en fechas preelectorales- , de que nos mantendrían fuera de la guerra: incluso si ello fuera cierto en el momento en que las pronunciaron no son, en absoluto, una garantía para el futuro.
Pero al menos en los casos de la Primera Guerra Mundial y Vietnam se produjo un cambio evidente entre no estar en guerra a estar en guerra. Y los estadounidenses pudieron identificar el momento en el que se produjo ese cambio. Esa línea roja significaba que los presidentes podían hacer promesas de mantenerse al margen de una guerra, y el público por su parte podía distinguir cuándo no se estaban cumpliendo esas promesas.
Sin embargo, en el curso de las últimas décadas, especialmente después de los ataques del 11 de septiembre, los estadounidenses hemos transitado hacia una suerte de "modelo de guerra perpetua", con ambiguos límites de cronología, geografía y objetivos. La línea roja entre lo que es una guerra y lo que no lo es, se ha ido desdibujando peligrosamente. Y determinar el momento en el que pasamos de uno a otro estado se ha convertido en una tarea mucho más que difícil.
Eso se debe, en parte, a los avances tecnológicos. La guerra con aviones no tripulados y los ataques cibernéticos, que han hecho posible cometer lo que de otro modo tendría que ser interpretado como "actos de guerra" (matar adversarios, destruir edificios, degradar instalaciones nucleares) en otros países, sin que las tropas estadounidenses hayan abandonado el territorio estadounidense.
"Declarar la guerra" es una decisión que corresponde al Ejecutivo que dirige el país. Desde el año 1942 el Congreso de los Estados Unidos no ha declarado formalmente la guerra contra ningún país. Pero los sucesivos presidentes de este país han utilizado, sin embargo, los amplios poderes de guerra otorgados a George W. Bush en 2002, para autorizar el uso de la fuerza militar.
¿Estamos, por ejemplo, en guerra contra Pakistán o Somalia, donde hemos estado realizando ataques con aviones no tripulados contra Al Qaeda, el Estado Islámico y los militantes talibanes en Pakistán desde 2004, y Al Shabab en Somalia desde 2011? ¿O en la guerra en Níger, donde se desplegaron las fuerzas estadounidenses y donde cuatro soldados estadounidenses murieron en una emboscada en octubre de 2017?
Estados Unidos tampoco se unió oficialmente a la guerra civil en Yemen, pero una coalición liderada por Arabia Saudita mató a civiles con ojivas fabricadas en Estados Unidos y seleccionó los objetivos utilizando la guía estadounidense …
Lo que hemos hecho en Yemen se parece mucho a lo que ahora estamos haciendo en Ucrania. El mes pasado, filtraciones provenientes de funcionarios estadounidenses revelaron que Estados Unidos había ayudado a Ucrania a matar a generales rusos y a atacar un buque de guerra ruso. Biden, además, ha firmado un paquete de ayuda de 40.000 millones de dólares para Ucrania, gran parte del cual está destinado tanto a la asistencia militar como al armamento y a los intercambios en Inteligencia. . El proyecto de ley, por el que votaron la Sra. Jayapal y el Sr. DeFazio, se suma a los miles de millones de los apoyos militares anteriores . La Administración Biden también anunció, este mes , que enviará sistemas de cohetes a Ucrania que teóricamente podrían incursionar sobre el territorio ruso. Y, según se informa, la Administración Biden tiene planes para vender al gobierno ucraniano cuatro drones que pueden armarse con misiles Hellfire.
¿Estamos en guerra en Ucrania? Si intercambiáramos lugares, si los apparatchiks rusos admitieran haber ayudado a matar a generales estadounidenses o a hundir un barco de la Marina de los EE.UU., dudamos mucho que estuviéramos manteniendo una postura ambigua al respecto. Sin embargo, lo que los Estados Unidos está haciendo en Ucrania "no es una guerra". Si hasta ahora hemos evitado llamarlo "guerra", y podemos continuar haciéndolo, tal vez con ello sólo estamos expresando que el significado preciso de esa palabra se ha convertido en algo muy inseguro para nosotros mismos.
(*) La Sra. Kristian es periodista y miembro de Defense Priorities, un grupo de expertos en política exterior.
Alejandro El No-Magno | Miércoles, 22 de Junio de 2022 a las 13:49:04 horas
"¡Oh salvaje Norteamérica, oh impúdica!
¡Oh, salvaje!, tendida en la frontera de la nieve"
Federico García Lorca.
'Poeta en Nueva York'
Dice Porbonnie Kristian,
otro 'Poeta en Nueva York' del 'New York Times'
pagado por esa "salvaje e impúdica" Norteamérica:
"Si hasta ahora hemos evitado llamarlo 'guerra', y podemos continuar haciéndolo, tal vez con ello sólo estamos expresando que *el significado preciso de esa palabra se ha convertido en algo muy inseguro para nosotros mismos*"
¿Que "EL SIGNIFICADO PRECISO DE ESA PALABRA (GUERRA) SE HA CONVERTIDO
EN ALGO MUY INSEGURO PARA NOSOTROS MISMOS"?...No para nosotros, mister Kristian.
Porque para nosotros cada día tiene más seguridad y solidez porque su país,
esa 'Salvaje Norteamérica',
desde el 'Impúdico' Golpe de Estado de Victoria Nuland and Co. en el 2014, "el significado preciso" de GUERRA contra Rusia, en su operación Barbarossa II, nunca ha estado más firme, sólido y reafirmado que hoy en día.
¡Oh, 'salvaje' New York Times, oh, impúdico!,
tendido en la 'frontera de la nieve' de la "Free Press", esa que congela a Assange
y nos derrite el alma
con sus analíticas imperantes.
POSTED BY AD HUMANITATEM
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