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Viernes, 15 de Octubre de 2021 Tiempo de lectura:

LA LOCURA “TRANSGÉNERO” QUE SEDUCE A LAS CHICAS (II) (VÍDEOS)

¿Por qué las adolescentes no quieren ser mujeres?

Continuamos la reflexión abierta en la primera parte de este artículo profundizando en las causas del aumento exponencial de las adolescentes que se autoidentifican como “trans” y demandan tratamientos hormonales y quirúrgicos para cambiar la apariencia corporal. Un fenómeno que debería preocuparnos y del cual intentamos dar una idea general, de la forma lo más clara y concisa posible, para contribuir a un debate social, necesario y urgente.

 

 

   Por TITA BARAHONA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

 

   La llamada “disforia de género de aparición rápida”, de la que tratamos en la primera parte, se manifiesta en las adolescentes de entre 13 y 17 años, es decir, una vez alcanzada la pubertad. La mayoría de estas chicas se introducen por la senda de las hormonas cruzadas (en este caso testosterona) y la cirugía de reasignación que, como primer paso, implica la doble masectomía.

 

   La “transición” de las chicas la facilita la confluencia de varios factores: grupos de amigas que interactúan en redes sociales, donde el “transactivismo” penetra; sitios web donde se las guía en esa transición; clínicas, centros o unidades de “identidad de género” -en parte asociados al Sistema Público de Salud-, donde se aplica la llamada “terapia afirmativa” (dar por válido el autodiagnóstico de la joven); la propia escuela, donde el transgenerismo se ha engranado en los currículos de todos los niveles de enseñanza; y grandes medios de comunicación (TV, radio, prensa digital) junto a partidos políticos, que publicitan las bondades del transgenerismo.

 

   Como vemos, un ambiente muy propicio generado en torno a lo “trans”.

 

   A pesar de que el grupo de presión transgenerista asegura que la "transición" es positiva para eliminar la ansiedad y los sentimientos suicidas de las/os jóvenes con “disforia”, ya hay un número de estudios que demuestran que ni el "tratamiento hormonal de afirmación del género" ni la "cirugía de afirmación del género" reducen la necesidad de servicios de salud mental de las personas que se identifican comotransgénero”.

 

   Los terapeutas críticos con la terapia afirmativa (aceptación incuestionable del autodiagnóstico trans) aplicada en la infancia y la adolescencia, esa etapa tormentosa de la vida en la que se va formando la personalidad, han demostrado que el cuadro de “disforia de aparición rápida” en muchos casos se presenta asociado a otros trastornos (co-morbilidades) como depresión, ansiedad, anorexia/bulimia, espectro de autismo o traumas derivados de infancias difíciles, maltrato y abusos sexuales. Con frecuencia aparecen también inseguridades en torno a la propia orientación sexual o simples desajustes -no necesariamente conscientes- con el modelo de feminidad imperante.

 

   ¿Por qué las chicas odian su cuerpo?

 

   Las declaraciones de las propias chicas que se arrepienten de la “transición” realizada y deciden revertirla (las llamadas en inglés detransitioners), son muy ilustrativas al respecto. En plataformas como YouTube hay espacios y entrevistas donde podemos escucharlas.

 

   Por supuesto, cada persona es un mundo por lo que la casuística es muy amplia, aunque se pueden entresacar algunas pautas comunes. Una, en la que nos centraremos, es el desagrado con el propio cuerpo, con las transformaciones que experimenta en la pubertad -menstruación, aumento de las mamas...-. Un desagrado que en ocasiones deriva del dolor físico que provocan las primeras menstruaciones; en otros casos, de la confusión de sentirse atraídas sexualmente por otras chicas; pero en muchos otros, de la sensación de no adaptarse al estereotipo de feminidad y los modelos de belleza demandados para alcanzar la aprobación social.

 

   Al igual que el transgenerismo, estos modelos sexistas de feminidad están presentes en todas partes: juguetes, moda, publicidad, videojuegos, redes sociales como Instagram -que ha reconocido que daña la autoestima corporal de 1 de cada 3 adolescentes-, televisión, películas, series... Todos estos medios transmiten mensajes que relacionan directamente el éxito social de la mujer con sus atributos físicos, es decir: la belleza -o más bien cierto tipo de belleza- como valor supremo, anulando el de cualquier otra cualidad personal o profesional, lo cual ejerce una enorme influencia desde la primera infancia.

 

   Es más, los concursos de belleza infantiles, el maquillaje y la ropa de adultos para niñas y niños, o las coreografías en las que se las pone a bailar reggaeton, a hacer twerking, etc., conforman lo que se conoce como la hipersexualización infantil: muñecas vivientes que hacen las delicias de los pederastas. Es difícil, además, no reconocer que las redes sociales y la pornografía -accesible hoy online a los niños- conspiran para crear una idea totalmente sexista de lo que una mujer debe ser, parecer y soportar.

 

   Para una adolescente, los “likes” y los comentarios en su red social a las imágenes y mensajes que ella publica influyen poderosamente en su nivel de autoestima. Ser “mujer” es una empresa cada vez más exigente y con los riesgos que siempre ha conllevado. Algunas adolescentes que “transicionan” lo hacen por huir de los rígidos estereotipos de feminidad. Las que se arrepienten y emprenden el proceso de “destransición” lo expresan así:

 

   “Una hembra con caderas y pechos tiene un trabajo que hacer, un papel que jugar, ambos sexual y reproductivamente. Yo no quería este papel. Era más fácil cambiar mi cuerpo que pedir al mundo que se acomodara a mi humanidad(1).

 

   “La decisión que tomé es que, en vez de cambiar mi cuerpo, y en vez de cortar partes de mí misma para agradar al sistema, voy a tratar de cambiar ese sistema(2).

 

  “Una de las mayores razones de que yo transicionara fue que no quería ser vista como un objeto sexual(3).

 

   “...no me gusta el maquillaje, me encanta ver mis músculos crecer, uso sudaderas, llevo el pelo corto (…) Nada de ello cambia el hecho de que he nacido mujer, y se me ha impuesto la feminidad por ello. Y, ahora que lo entiendo, por fin puedo estar a gusto con mi cuerpo, poco a poco(4)

 

   Muchas chicas lesbianas, a las que el transgenerismo trata de convencer de que son “varones”, también han decidido revertir su proceso de transición. Seis de ellas identifican:

 

   “como social, más que personal, la fuente de su disforia de género, y, en particular, la misoginia hacia las mujeres y las lesbianas 'masculinas'(5).

 

   En algunos casos, la “disforia” deriva de haber sido objeto de violencia sexual, como reconoce una mujer que "transicionó" y hace explícita la incomodidad y confusión que sentía cuando en su grupo de amigos varones se contaban chistes de violaciones.

 

   En los países donde las mujeres sufren una violencia extrema, como La India, no es difícil entender por qué algunas deciden "transicionar". El país asiático ya cuenta también con su Ley Trans. En el documental en cuatro partes "Disfórica. Sintiendo ser mujer como una casa en llamas", una de estas jóvenes relata que, con 11 años, su abuelo le enseñó recortes de periódico con noticias de violaciones y le advirtió de que, si no tenía cuidado, podía acabar así. Ella quedó horrorizada y decidió transformarse en chico para librarse del miedo (con el que muchas crecemos).

 

   Las jóvenes que deciden hacer la transición, aunque normalmente recurren a la doble masectomía, no suelen llegar a hacerse histerectomías (extracción del útero). En Estados Unidos, por ejemplo, solo el 3% se someten a una faloplastia (construcción de un pene artificial) y únicamente el 13% dicen querer una. Una respuesta común es “No sé exactamente si quiero ser un hombre. Sólo sé que no quiero ser una chica(6).

 

   No es este un fenómeno exclusivo de los países anglófonos. En España comienzan a darse casos de chicas que quieren "transicionar" y ya hay asociaciones de padres y madres preocupados por este fenómeno, como la Agrupación Amanda, que investigan, alertan y ofrecen apoyo.

 

 

   Transites o no, el sexismo se perpetúa y el capital gana

 

   El capitalismo, en su actual crisis, busca desesperadamente aumentar su tasa de ganancia invadiendo todos los espacios posibles, hasta llegar al propio cuerpo humano y sus partes (órganos, sangre, células germinales, gestaciones... son materia de comercio). En una sociedad de consumo, también la “identidad” y sus múltiples “géneros” inventados se han convertido en una mercancía más, y una muy rentable.

 

   La industria de la “identidad de género”, en la que confluyen las grandes farmacéuticas, las biomédicas, las tecnológicas, ha pasado solo en cinco años de generar beneficios de 8.000 millones de euros anuales a más de 3 billones. Empresarios y financieros, con sus fundaciones, son los principales promotores de esta boyante industria, como ya explicamos en otro lugar.

 

   Sin embargo, las chicas que sí quieren ser chicas también son fuente de suculentas ganancias, no ya solo en los tradicionales sectores de la moda, los cosméticos y la cirugía estética, sino también en los nuevos que facilitan las tecnologías digitales. Empresas como OnlyFans ofrecen una plataforma online para que las jóvenes muestren sus cuerpos a los pajilleros de todo el globo y se ganen un dinero. No lo llaman prostitución sino “empoderamiento”.

 

   Incluso en sitios de videojuegos, como Facebook Gaming, donde participan niños de corta edad, se cuelan jóvenes, algunas menores, enseñando sus encantos y ofreciendo materiales más sugerentes a cambio de un precio. Y, por supuesto, no sólo la empresa de Zuckerberg lo consiente, sino que también Google -dueño de YouTube- amonesta a jugadores que lo denuncian en sus vídeos.

 

   Internet ofrece un entorno propicio para causar otro tipo de daños. El ciberacoso, la sextorsión, el porno vengativo o la grabación y difusión online de violaciones, son trampas en las que caen con cierta facilidad niñas y adolescentes, en muchos casos sin darse cuenta; pero que pueden causar profundos traumas e incluso la muerte. Recordemos el caso reciente de una niña de 14 años en Bélgica, que se suicidó tras ser violada por cinco hombres, tres de ellos menores, que lo difundieron por las redes sociales.

 

   Personas adultas transexuales que adaptan sus cuerpos al sexo con el que se sienten identificadas siempre las ha habido y merecen el mismo respeto que cualquier otra. Cosa muy diferente es la moda del transgenerismo, que lo que trata es de promover falsas “disforias de género”, como la denominada de aparición rápida en adolescentes, para reintroducir el sexismo por otra puerta más "glamourosa", aparentemente rompedora, y seguir haciendo caja. Como siempre, es bueno seguir la pista del dinero.

 

   El mensaje de esta ideología es: si no te adaptas al sistema, no trates de cambiarlo; cambia tu cuerpo y tu "identidad" en su lugar.

 

   Los adultos tenemos una responsabilidad con la salud física y mental de las jóvenes generaciones, criadas en Internet, poniendo atención a sus interacciones online, dándoles herramientas para que pueden expresar su personalidad, gustos y preferencias sin los corsés del “género”, y luchando contra todas las manifestaciones de sexismo, del que las niñas y adolescentes sufren la peor parte. Tarea ingente, porque implica combatir un sistema productivo que lo reproduce; pero no imposible.

 

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  • Maribel Santana

    Maribel Santana | Viernes, 15 de Octubre de 2021 a las 16:54:47 horas

    Que barbaridad, lo que no haga el capitalismo para acumular como bestias descerebradas, no lo hace ni la misma naturaleza. Manda tela el asunto señores.

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