
LA CHARADA DEL 'RUSSIAGATE' SE TRASLADÓ A LA CUMBRE DEL G7 (VÍDEO)
El listón tan bajo de Biden se lo puso muy fácil a Putin
En Estados Unidos, todo el mundo con un poco de sentido común e información veraz sabe que el llamado Russiagate -culpar constantemente a Rusia de todos los males que aquejan a EE.UU y presentar a Vladimir Putin como un demonio- no es sino un modo de volver a crear un enemigo ficticio exterior -como en la época de la Guerra Fría- para desviar la atención de los verdaderos culpables de la crisis económica y de hegemonía mundial que sufre el país. Sin embargo, en la reciente cumbre del G7, Biden tuvo la oportunidad de llevar la histeria del Russiagate a límites grotescos.
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En Estados Unidos, como en otros lugares, las grandes empresas mediáticas operan mano a mano con el Estado promoviendo su agenda neoliberal e imperialista. Esto es así sea cual sea el partido del duopolio (demócratas/republicanos) que ocupe la Casa Blanca.
Volvió a demostrarse en la reciente cumbre del G7, celebrada en Ginebra, donde coincidieron el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente ruso Vladimir Putin. Ambos dieron ruedas de prensa separadas, porque Biden rechazó al final mantener una conjunta con el mandatario ruso.
Mientras que el equipo de Biden eligió cuidadosamente a los periodistas que estarían presentes en su rueda de prensa y vetó la presencia de medios rusos, en la conferencia de prensa de Putin se dio cabida a todos los medios internacionales, incluidos los estadounidenses, que trataron de poner al mandatario ruso en un aprieto, aunque esto hizo efecto bumerang, como se puede ver en el vídeo abajo.
No es que se deba tratar a ningún presidente con guante blanco, pero de los periodistas profesionales de EE.UU -como de cualquier otro país- se espera que ofrezcan al público algo más que el cuento infantil de “Putin es el demonio”, que los medios corporativos estadounidenses repiten sin cesar.
En Estados Unidos, todo el mundo con un poco de sentido crítico y un mínimo de información veraz sabe que el llamado Russiagate -culpar constantemente a Rusia de todos los males que aquejan a EE.UU, incluidos supuestos ciber-ataques, y presentar a Vladimir Putin como la encarnación de Satanás- no es sino un modo de volver a crear un enemigo ficticio exterior -como en la época de la Guerra Fría-, para desviar la atención de los verdaderos culpables de la crisis económica y el declive de hegemonía mundial que sufre el país.
El Russiagate lo alimentan todas las grandes cadenas de TV por cable estadounidenses, pero una de las periodistas destacada en esta tarea -muy bien pagada por ella- aloja su programa de máxima audiencia en una que se auto-proclama “liberal” (progresista), que es MSNBC.
Rachel Maddow, que así se llama la periodista, lleva años metiendo miedo a los estadounidenses con el invento de la interferencia de Putin en sus asuntos. Llegó a afirmar con rotundidad que Donald Trump había sido puesto en la Casa Blanca por Putin y recurrió a tretas tan ridículas como plantear que Rusia podía en un momento dado dejar sin electricidad al país.
En 2019, Rachel Maddow acusó a un medio de derechas de emitir propaganda pagada por el Kremlin. El medio le puso una demanda y -aquí viene lo curioso del asunto- la juez no la admitió a trámite alegando que la audiencia de Maddow entiende que su show consiste en la exageración, la hipérbole y la pura opinión y, por tanto, no asumirá que esas extravagantes acusaciones son verdades contrastadas. Es decir, basándose en que la Maddow no actúa en realidad como periodista, sino como actriz -cómica, podemos añadir-, no comete delito. Esto podría aplicarse a la mayoría de los espacios de las cadenas de TV por cable en EE.UU.
Sin duda, haciendo también más de actor que de político, en la reciente cumbre del G7, Biden tuvo la oportunidad de llevar la histeria del Russiagate a límites grotescos, si no hilarantes, con la siguiente declaración en público:
“Su credibilidad [la de Putin] va cayendo en todo el mundo. Digámoslo claro ¿Cómo sería si a EE.UU lo viera el resto del mundo interfiriendo directamente en las elecciones de otros países y todo el mundo lo supiese? ¿Cómo sería si nos implicáramos en las actividades en las que él está implicado? Esto erosiona la posición de un país que intenta desesperadamente asegurarse el predominio del mundo. Y eso no es lo que yo hago; es lo que hacen otros países, en este caso Rusia, que son contrarios a las leyes internacionales. Es el precio que pagan. No son capaces de dictar lo que acontece en el mundo. Hay otras naciones importantes, por ejemplo, los Estados Unidos de América”.
Aquí estamos ante un claro ejemplo de lo que los psicólogos llaman un fenómeno de proyección (proyectar en otro lo que uno es o hace). Por supuesto que EE.UU interfiere en elecciones en todo el mundo. Desde la II Guerra Mundial, se pueden contar al menos 80 casos, entre ellos las elecciones rusas de 1996, que puso al mentor de Putin, Boris Yeltsin, en el poder. Y es precisamente EE.UU la nación que viola sistemáticamente la legalidad internacional, se esfuerza por imponer su dictado al resto del mundo y la que teme perder su hegemonía mundial. A Putin se lo pusieron muy fácil.
Referencias:
https://greenwald.substack.com/p/a-court-ruled-rachel-maddows-viewers
https://blackagendareport.com/freedom-rider-biden-putin-and-press
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
En Estados Unidos, como en otros lugares, las grandes empresas mediáticas operan mano a mano con el Estado promoviendo su agenda neoliberal e imperialista. Esto es así sea cual sea el partido del duopolio (demócratas/republicanos) que ocupe la Casa Blanca.
Volvió a demostrarse en la reciente cumbre del G7, celebrada en Ginebra, donde coincidieron el presidente estadounidense Joe Biden y el presidente ruso Vladimir Putin. Ambos dieron ruedas de prensa separadas, porque Biden rechazó al final mantener una conjunta con el mandatario ruso.
Mientras que el equipo de Biden eligió cuidadosamente a los periodistas que estarían presentes en su rueda de prensa y vetó la presencia de medios rusos, en la conferencia de prensa de Putin se dio cabida a todos los medios internacionales, incluidos los estadounidenses, que trataron de poner al mandatario ruso en un aprieto, aunque esto hizo efecto bumerang, como se puede ver en el vídeo abajo.
No es que se deba tratar a ningún presidente con guante blanco, pero de los periodistas profesionales de EE.UU -como de cualquier otro país- se espera que ofrezcan al público algo más que el cuento infantil de “Putin es el demonio”, que los medios corporativos estadounidenses repiten sin cesar.
En Estados Unidos, todo el mundo con un poco de sentido crítico y un mínimo de información veraz sabe que el llamado Russiagate -culpar constantemente a Rusia de todos los males que aquejan a EE.UU, incluidos supuestos ciber-ataques, y presentar a Vladimir Putin como la encarnación de Satanás- no es sino un modo de volver a crear un enemigo ficticio exterior -como en la época de la Guerra Fría-, para desviar la atención de los verdaderos culpables de la crisis económica y el declive de hegemonía mundial que sufre el país.
El Russiagate lo alimentan todas las grandes cadenas de TV por cable estadounidenses, pero una de las periodistas destacada en esta tarea -muy bien pagada por ella- aloja su programa de máxima audiencia en una que se auto-proclama “liberal” (progresista), que es MSNBC.
Rachel Maddow, que así se llama la periodista, lleva años metiendo miedo a los estadounidenses con el invento de la interferencia de Putin en sus asuntos. Llegó a afirmar con rotundidad que Donald Trump había sido puesto en la Casa Blanca por Putin y recurrió a tretas tan ridículas como plantear que Rusia podía en un momento dado dejar sin electricidad al país.
En 2019, Rachel Maddow acusó a un medio de derechas de emitir propaganda pagada por el Kremlin. El medio le puso una demanda y -aquí viene lo curioso del asunto- la juez no la admitió a trámite alegando que la audiencia de Maddow entiende que su show consiste en la exageración, la hipérbole y la pura opinión y, por tanto, no asumirá que esas extravagantes acusaciones son verdades contrastadas. Es decir, basándose en que la Maddow no actúa en realidad como periodista, sino como actriz -cómica, podemos añadir-, no comete delito. Esto podría aplicarse a la mayoría de los espacios de las cadenas de TV por cable en EE.UU.
Sin duda, haciendo también más de actor que de político, en la reciente cumbre del G7, Biden tuvo la oportunidad de llevar la histeria del Russiagate a límites grotescos, si no hilarantes, con la siguiente declaración en público:
“Su credibilidad [la de Putin] va cayendo en todo el mundo. Digámoslo claro ¿Cómo sería si a EE.UU lo viera el resto del mundo interfiriendo directamente en las elecciones de otros países y todo el mundo lo supiese? ¿Cómo sería si nos implicáramos en las actividades en las que él está implicado? Esto erosiona la posición de un país que intenta desesperadamente asegurarse el predominio del mundo. Y eso no es lo que yo hago; es lo que hacen otros países, en este caso Rusia, que son contrarios a las leyes internacionales. Es el precio que pagan. No son capaces de dictar lo que acontece en el mundo. Hay otras naciones importantes, por ejemplo, los Estados Unidos de América”.
Aquí estamos ante un claro ejemplo de lo que los psicólogos llaman un fenómeno de proyección (proyectar en otro lo que uno es o hace). Por supuesto que EE.UU interfiere en elecciones en todo el mundo. Desde la II Guerra Mundial, se pueden contar al menos 80 casos, entre ellos las elecciones rusas de 1996, que puso al mentor de Putin, Boris Yeltsin, en el poder. Y es precisamente EE.UU la nación que viola sistemáticamente la legalidad internacional, se esfuerza por imponer su dictado al resto del mundo y la que teme perder su hegemonía mundial. A Putin se lo pusieron muy fácil.
Referencias:
https://greenwald.substack.com/p/a-court-ruled-rachel-maddows-viewers
https://blackagendareport.com/freedom-rider-biden-putin-and-press
Maribel Santana | Viernes, 25 de Junio de 2021 a las 23:40:44 horas
Primero era Stalin el saco negro de todas las maldades, ahora Putin, cada vez que el imperio necesita limpiar la miseria de su casa saca los demonios fuera para justificar y desviar. Porque Stalin era comunista pero Putin no, ¿entonces?? Entonces aunque Putin no sea comunista, no se deja avasallar por los podridos estos, que coño se han creído??
Accede para votar (0) (0) Accede para responder