
EL MINISTRO DE DEFENSA COLOMBIANO DICE QUE LOS NIÑOS SON "MÁQUINAS DE GUERRA"
Justifica la muerte por bombardeos de niños colombianos porque son potenciales "máquinas de guerra" de la guerrilla colombiana.
El teniente del Ejército español Luis Gonzalo Segura, desentraña las razones por las que el Ministro colombiano de Defensa, Diego Molano, argumenta que los niños de su país son máquinas de guerra que Se podrán convertir en el futuro en temibles dirigentes guerrilleros. Por eso hay que proceder a su extinción.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
En agosto de 2019, -escribe el ex teniente del Ejército español Gonzalo Segura- "el Ejército colombiano bombardeó
campamentos de organizaciones paramilitares en Caguán. Fallecieron ocho niños. Meses más tarde, en noviembre de ese mismo año, fueron siete los menores que perecieron en Caquetá. Aquel bombardeo provocó la caída de Guillermo Botero, ministro de Defensa, tras ser reprobado parlamentariamente .
Por esa misma razón, cuando estos días se ha conocido al menos el fallecimiento una menor –algunas voces denunciaron la muerte de doce e incluso catorce menores– en un nuevo bombardeo del Ejército colombiano hace unos días, el ministro de Defensa, Diego Molano, no dudó en otorgar a los niños una novedosa categoría militar: "Son máquinas de guerra".
Para intentar justificar la muerte de menores en los bombardeos del Ejército colombiano, el militar ha argumentado que los actuales dirigentes de la guerrilla fueron en el pasado reclutados cuando eran tan sólo adolescentes, entre catorce y dieciocho años. Y ello es cierto, asegura Gonzalo Segura en un artículo titulado "Colombia, el país que transforma a los niños en "máquinas de guerra". Es más, incluso habría que señalar que hay menores que ingresaron antes en la guerrilla, hasta con menos de diez años.
Éste es un tema que lleva años debatiéndose, escribe Luis Gonzalo. Alrededor de unos 17.000 menores de edad fueron reclutados para luchar en el monte. Unas 17.000 de esas "máquinas de guerra", que esgrime el actual ministro de defensa colombiano al ejército desde diferentes frentes.
Pero ¿qué factores empujaron a esos niños enrolarse como guerrilleros?
Colombia - explica en su artículo Gonzalo Segura- es una de las grandes factorías mundiales de pobreza y desigualdad, en cuya cadena industrial se incorporan ciudadanos a los que se les extrae aquello que pudiera tener de valor y se les arroja al vertedero. Los menores de edad solo son residuos en esta fábrica de expolio.
El problema es que la aniquilación de las "máquinas de guerra" enemigas no solo no parece una solución, sino la etapa final de un ciclo vital que comienza en las fábricas estatales colombianas. Porque Colombia es una de las grandes factorías mundiales de pobreza y desigualdad en cuya cadena industrial se incorporan ciudadanos a los que se les extrae aquello que pudiera tener de valor y se les arroja al vertedero. La fábrica funciona a un ritmo incansable para dar satisfacción a los directivos colombianos que ansían cada día números mejores y a los propietarios extranjeros que, también, ansían cada día dividendos mayores. Los menores de edad solo son residuos en esta fábrica de expolio.
¿Cuál es la razón por la que los niños colombianos terminan combatiendo en la guerrilla?, se pregunta implicitamente en su articulo Gonzalo Segura.
No hay muchas dudas sobre cómo los menores entran en la guerrilla: son empujados por un Estado que los ha abandonado. Lo hacen, además, en no pocas ocasiones, después de padecer años en las calles. Es decir, es la pobreza y la desigualdad la que alimenta el reclutamiento, la ausencia total de una estructura estatal que les proteja y les permita una mínima posibilidad de prosperidad mientras las élites continúan su enriquecimiento. Y todo ello mientras los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres.
La cuestión real es que los menores colombianos, convertidos en "máquinas de guerra", son un mal menor, un mal necesario, para el expolio que sufre el pueblo colombiano, uno de los países con mayor crecimiento del PIB en las últimas décadas que no ha cesado de aumentar la desigualdad y la pobreza. Un país que aumenta el PIB sin reducir su desigualdad ni su pobreza no está repartiendo los recursos entre sus ciudadanos, los está expoliando. Los está acumulando.
Y eso hace Colombia, eso hacen las élites colombianas. Y es ese expolio lo que provoca que los menores abandonen domicilios en situación de extrema pobreza, entornos violentos y abusos sexuales para preferir vagar por las calles en busca de un futuro que, aun siendo tenebroso, resulta menos horripilante que ese padrastro violador o ese plato vacío
No. Contrariamente a lo que piensa el ministro de Defensa de ese país, los niños no pueden ser bombardeados jamás, -mantiene el oficial español- ni aun cuando fueran "máquinas de guerra", menos todavía por la posibilidad, más o menos factible o más o menos remota, de convertirse en el futuro en "máquinas de guerra". Los niños son niños en los Estados de Derecho, una condición que solo pierden en los estados fallidos para convertirse en cualquier cosa. Como en "máquinas de guerra". Colombia es un Estado fallido.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL
En agosto de 2019, -escribe el ex teniente del Ejército español Gonzalo Segura- "el Ejército colombiano bombardeó campamentos de organizaciones paramilitares en Caguán. Fallecieron ocho niños. Meses más tarde, en noviembre de ese mismo año, fueron siete los menores que perecieron en Caquetá. Aquel bombardeo provocó la caída de Guillermo Botero, ministro de Defensa, tras ser reprobado parlamentariamente .
Por esa misma razón, cuando estos días se ha conocido al menos el fallecimiento una menor –algunas voces denunciaron la muerte de doce e incluso catorce menores– en un nuevo bombardeo del Ejército colombiano hace unos días, el ministro de Defensa, Diego Molano, no dudó en otorgar a los niños una novedosa categoría militar: "Son máquinas de guerra".
Para intentar justificar la muerte de menores en los bombardeos del Ejército colombiano, el militar ha argumentado que los actuales dirigentes de la guerrilla fueron en el pasado reclutados cuando eran tan sólo adolescentes, entre catorce y dieciocho años. Y ello es cierto, asegura Gonzalo Segura en un artículo titulado "Colombia, el país que transforma a los niños en "máquinas de guerra". Es más, incluso habría que señalar que hay menores que ingresaron antes en la guerrilla, hasta con menos de diez años.
Éste es un tema que lleva años debatiéndose, escribe Luis Gonzalo. Alrededor de unos 17.000 menores de edad fueron reclutados para luchar en el monte. Unas 17.000 de esas "máquinas de guerra", que esgrime el actual ministro de defensa colombiano al ejército desde diferentes frentes.
Pero ¿qué factores empujaron a esos niños enrolarse como guerrilleros?
Colombia - explica en su artículo Gonzalo Segura- es una de las grandes factorías mundiales de pobreza y desigualdad, en cuya cadena industrial se incorporan ciudadanos a los que se les extrae aquello que pudiera tener de valor y se les arroja al vertedero. Los menores de edad solo son residuos en esta fábrica de expolio.
El problema es que la aniquilación de las "máquinas de guerra" enemigas no solo no parece una solución, sino la etapa final de un ciclo vital que comienza en las fábricas estatales colombianas. Porque Colombia es una de las grandes factorías mundiales de pobreza y desigualdad en cuya cadena industrial se incorporan ciudadanos a los que se les extrae aquello que pudiera tener de valor y se les arroja al vertedero. La fábrica funciona a un ritmo incansable para dar satisfacción a los directivos colombianos que ansían cada día números mejores y a los propietarios extranjeros que, también, ansían cada día dividendos mayores. Los menores de edad solo son residuos en esta fábrica de expolio.
¿Cuál es la razón por la que los niños colombianos terminan combatiendo en la guerrilla?, se pregunta implicitamente en su articulo Gonzalo Segura.
No hay muchas dudas sobre cómo los menores entran en la guerrilla: son empujados por un Estado que los ha abandonado. Lo hacen, además, en no pocas ocasiones, después de padecer años en las calles. Es decir, es la pobreza y la desigualdad la que alimenta el reclutamiento, la ausencia total de una estructura estatal que les proteja y les permita una mínima posibilidad de prosperidad mientras las élites continúan su enriquecimiento. Y todo ello mientras los ricos son cada vez más ricos y los pobres, más pobres.
La cuestión real es que los menores colombianos, convertidos en "máquinas de guerra", son un mal menor, un mal necesario, para el expolio que sufre el pueblo colombiano, uno de los países con mayor crecimiento del PIB en las últimas décadas que no ha cesado de aumentar la desigualdad y la pobreza. Un país que aumenta el PIB sin reducir su desigualdad ni su pobreza no está repartiendo los recursos entre sus ciudadanos, los está expoliando. Los está acumulando.
Y eso hace Colombia, eso hacen las élites colombianas. Y es ese expolio lo que provoca que los menores abandonen domicilios en situación de extrema pobreza, entornos violentos y abusos sexuales para preferir vagar por las calles en busca de un futuro que, aun siendo tenebroso, resulta menos horripilante que ese padrastro violador o ese plato vacío
No. Contrariamente a lo que piensa el ministro de Defensa de ese país, los niños no pueden ser bombardeados jamás, -mantiene el oficial español- ni aun cuando fueran "máquinas de guerra", menos todavía por la posibilidad, más o menos factible o más o menos remota, de convertirse en el futuro en "máquinas de guerra". Los niños son niños en los Estados de Derecho, una condición que solo pierden en los estados fallidos para convertirse en cualquier cosa. Como en "máquinas de guerra". Colombia es un Estado fallido.
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