Entrevista al codirector del "Proyecto Atapuerca"
EUDALD CARBONELL: "SI SE PRODUJERA UN CAMBIO CLIMÁTICO SIEMPRE HABRÍA ALGUIEN QUE SABRÍA CÓMO ADAPTARSE"
"Marx y todas las corrientes filosóficas críticas, conforman las grandes bases de la formación de mi pensamiento"
Eudald Carbonell Roura es posiblemente el científico arqueólogo español hoy uno de los más conocidoS internacionalmente. En la entrevista que les presentamos, publicada por la periodista y colaboradora de Canarias semanal, en el digital cubano Cubaperiodistas, Flor de Paz Cubillas navega fondo a través del pensamiento científico, arqueológico, filosófico y político del codirector del conocido" Proyecto Atapuerca"
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
Hace unas fechas, nuestra colaboradora, la periodista cubana Flor
de Paz Cubillas, publicó en en el digital Cubaperiodistas una extensa entrevista al arqueólogo marxista y codirector del Proyecto Atapuerca, el catalán Eudald Carbonell Roura. Dada la extensión de la entrevista, la redacción de Canarias Semanal se ha visto obligada a extractarla. En cualquier caso, los lectores que deseen conocerla en su integridad, pueden hacerlo accediendo a un enlace que hemos situado al final de esta misma página.
"En los últimos 200 años la especie humana ha experimentado un crecimiento exponencial: de unos centenares de miles de personas a 6. 700 millones. En un lapso de tiempo récord, Homo sapiens ha colonizado todo el planeta y ha hecho uso masivo de materia y energía. En la biota terrícola, el pulso de las transformaciones se acelera. Los cambios climáticos se precipitan. Las amenazas de una desestructuración de la civilización humana, que no significará la extinción de la especie, se aleja de la ficción.
Uno de los defensores más convencidos de esta tesis es el español y catalán Eudald Carbonell Roura: arqueólogo y codirector del Proyecto Atapuerca, un científico que en sus numerosos libros publicados, e incluso a través de audiovisuales que protagoniza, remite los resultados de la investigación sobre evolución humana, “lo que dicen los fósiles”, a la comprensión del presente, al conocimiento del pasado y a la formulación del futuro de sapiens: su noción marxista de conciencia crítica basada en la transferencia social del conocimiento, entre otros postulados. Es Eudald Carbonell un gran predicador que piensa (no cree) que “tanto la ciencia como los científicos o serán sociales o no serán”.
—Tanto desde el punto de vista filosófico como desde la práctica científica, ¿qué significa ser evolucionista en el escenario científico actual?
—No queda otra. Si se trabaja en un campo como el nuestro y no se admite la evolución, la estructura científica no tiene ninguna capacidad explicativa, con lo cual de alguna forma estás impelido a hacerlo. Es como ser mamífero y no tener mamas. Tiene sentido, ¿o no?
—Claro, pero hay creacionistas que dicen que son científicos…
—Todo el mundo sabe que el creacionismo es una esperanza de conocimiento que realmente no tiene una base metodológica para conseguir auto-explicarse. Es decir, el creacionismo es una tautología.
— ¿Y ser evolucionista y marxista?
—Es más, porque es un compromiso. Gould, uno de los grandes evolucionistas, que ya murió, era marxista. Queríamos escribir una revista juntos. El pensamiento crítico está muy ligado a los evolucionistas. Estoy convencido de que Darwin, Marx, Engels, eran gente de pensamiento no conservador. Para mí un pensamiento crítico, puede conservar los buenos procesos naturales, pero no puede nunca ser conservador en el sentido de la expresión de cambio, cuando niegas el cambio niegas la evolución, aunque no seas responsable de nada. Porque la evolución tiene su propio proceso, siempre se dirige a adaptarse mejor la especie. Por lo tanto, el evolucionismo en estos sentidos es básico para poder construir un esquema científico y explicativo de lo qué es la humanidad. Lo que no explica, lo que no predice, no es ciencia.
![[Img #58885]](http://canarias-semanal.org/upload/images/07_2019/332_carbonell3.jpg)
— ¿Además de Darwin, quiénes han sido sus teóricos de referencia?
—Los clásicos, sobre todo los presocráticos: Anaximandro, Anaxímenes. Aristóteles, por esa mentalidad enciclopédica de abordar analíticamente los procesos. Después, los más modernos: Descartes para mi formación analítica; los procesos cartesianos influyeron bastante en mí: formas cuadriculadas para entender; los ilustrados franceses, muchos alemanes también, sobre todo los prerrománticos. Me marcaron los ideólogos del siglo XIX alemán, también en la música clásica; la evolución filosófica desde Grecia hasta el siglo XIX; Goethe, Kant que ha sido un gran apoyo científico, psicológico y estratégico para entender la ciencia, sobre lo trascendental como asunto objetivo y subjetivo en los procesos del conocimiento, que son muy complicados. Es una mezcla: de los clásicos, de la ilustración, de los románticos, del marxismo. Marx y todas las corrientes filosóficas críticas, conforman las grandes bases de la formación de mi pensamiento.
— ¿Si hubiera sido Darwin cómo hubiera argumentado ante sus colegas la teoría de la evolución?
—Esto es muy interesante: por observación. Para mí la observación es siempre un factor básico. Pero si no pasas de la observación a la inferencia y a la interpretación, es muy difícil construir conocimiento y pensamiento. Probablemente, si no hubiera conocido los estudios de Darwin, lo hubiera hecho a través de la analítica. Cuando pones al tiempo en su sitio la analítica va dando los grados de complejidad; después, por observación hubiera deducido que había evolución. Seguramente Darwin lo hizo por observación, por su viaje del Beagle. Yo lo podría haber hecho observando mi entorno y siendo capaz de darle un tiempo a cada proceso que está sucediendo, por deducción probablemente, una hipótesis por deducción; es probable.
— ¿Y por qué fue Darwin quien pudo formular la teoría de la evolución de las especies?
—Porque Darwin tenía la teoría —sobre todo de su abuelo Erasmus, según sus biografías— quien probablemente le dio las pautas teóricas de los procesos y Charles las completó con el viaje del Beagle.
—Eudald, ¿qué significa declararse marxista en el mundo de la ciencia contemporánea, donde los recursos más importantes para la investigación provienen de los grandes capitales?
—Esta es una constricción que ha sido así histórica y evolutivamente. Las guerras, el comercio, el control oligárquico y monopolista, los sectores fundamentales en los procesos de conocimiento y de pensamiento han marcado. Las guerras han hecho cambiar, evolucionar, socializar. Forman parte de toda esa binaria contradictoria del ser humano como un animal adaptado, adaptable, pero también como animal inadaptado, inadaptable. Y esta complejidad del mecanismo interno, biológico y social del ser humano hace que cuando construyes grandes estructuras y llega al poder, el poder intenta manipular desde estas estructuras todos los procesos.
¿Cómo lo hace? Pues enviando y controlando el dinero hacia y en los sectores que le pueden reproducir el poder. Es lo que estamos viviendo. Ahora mismo el complejo tecnomilitar es el más poderoso del mundo. Pero, por ejemplo, hay industrias de la alimentación y de la biomédica, que conforman grandes procesos humanos, que controlan y manipulan, incluso, hasta las enfermedades. Es un error importante y falta de conciencia de nuestra especie, poner por delante los intereses de grupos dominantes y del poder por encima de los intereses sociales, lo cual va a hacer mucho daño a la socialización de la especie y al aumento de su conciencia.
—En su práctica como científico y socializador del conocimiento, ¿cómo ha podido lidiar con esta contradicción?
—Es muy difícil. Soy vicepresidente de una fundación y dentro tengo patronos de grandes empresas multinacionales que tienen planteamientos en algunas cosas en las cuales no estoy de acuerdo, pero se necesita dinero para poder formar a la gente y para ponerlas a trabajar. Esto no te hace abandonar las ideas, al contrario, mantienes esa actitud crítica y sabes que todos los procesos en el mundo son contradictorios.
— ¿Cuáles son las perspectivas de la investigación en evolución humana frente a los enormes avances tecnológicos actuales? ¿Hasta dónde se podrá llegar?
—La revolución científico-técnica tiene que ser una revolución social. Este es el elemento fundamental, en el sentido de aumentar la sociabilidad de la especie; o sea, la tecnología y la ciencia, el conocimiento, y el pensamiento, han de estar articulados para que nuestra capacidad de creación, de organización, de emergencia, tengan más tecnologías y capacidades para estar implicadas en cambios sociales importantes donde la complementariedad, la solidaridad, la singularidad propia de la especie se vean perfectamente incubadas en el progreso social, no para el desarrollo, sino para el progreso[ii]. Y para una mejor comprensión de qué papel ha de jugar la especie en el futuro. Si la ciencia y la tecnología socializada en esta revolución científico-técnica pasa por aquí yo pienso que el ser humano dará un gran paso hacia el futuro, hacia un futuro transformado. Porque es obvio que nuestra especie va a aplicar sus conocimientos a la misma y dejaremos de ser humanos dentro de algún tiempo. A mí no me da miedo.
— ¿En qué momento se hallan los estudios sobre evolución humana a nivel mundial?
—Ha habido muchos cambios. Pienso que la biología y la evolución humana, y la genética, por ejemplo, han introducido cambios en los paradigmas del conocimiento y han transformado claramente la interpretación de la adaptación de las especies, tanto la nuestra como las que nos han precedido. Como ocurrió con la física al principios del siglo XX, ahora la biología y la genética son los términos evolutivos paradigmáticos y que marcan el empuje humano. He visto que la biología, y la sociabilidad que se desprende de sus estudios, realmente están influyendo en los paradigmas constructivos del pensamiento contemporáneo.
— ¿Hasta dónde imagina que pueden llegar los aportes de la arqueología como ciencia en la argumentación de la teoría darwiniana? O sea, ¿todavía valen las llamadas pruebas de la evolución? ¿La arqueología sigue siendo la gran aportadora en esa grandísima prueba que son los fósiles?
—Pienso que sí. Sin fósiles no hay paraíso. Si no tienes pruebas, ¿cómo argumentas? Los creacionistas se basan en la existencia de un ser superior, pero no tienen ni registros ni argumentos. Por eso para mí la arqueología es una disciplina central en la evolución humana. Darwin generó la teoría de la evolución sobre todo viendo seres vivos, su diversidad, pero la evolución se explica después a través de los fósiles que hemos encontrado nosotros. Nosotros somos Darwin, porque sin Darwin nosotros no seríamos nosotros. Pero sin nosotros, tampoco Darwin sería Darwin.
—Hace poco tiempo ha empezado a trabajar más sistemáticamente en yacimientos africanos…
—Sí, en el norte, con mi amigo Bienvenido Martínez, paleontólogo, especificamemte en Eritrea, a muy pocos kilómetros de donde se descubrió a Lucy. Estamos trabajando para hacer una prospección general geológica y un análisis del territorio y de búsqueda de yacimientos que expliquen estos períodos tempranos de la evolución en África. Hemos encontrado yacimientos, herramientas, restos de fósiles, pero aún no hemos hallado homínidos. Empezamos dos excavaciones sistemáticas, pero nos falta un tiempo para saber exactamente en qué parte de la evolución nos ubicamos. Probablemente sea más reciente de lo que quisiéramos.
—Es como quien dice, en Atapuerca ya hemos abierto una de las cajas de Pandora. Y ahora vamos a ir un poquito más atrás…
—Sí, también, es complementar todo. Curiosamente en Atapuerca hemos encontrado probablemente Homo erectus, Antecessor, Homo neandertalersis, Homo sapiens, y un poco ahora también sería ver qué hay por abajo y complementarlo con nuevos descubrimientos.
— ¿Como continente, qué significa África para usted?
—África para mí es todo; es el origen de nuestra especie, es mi viaje mágico. Cuando era joven, con veinticuatro años, estuve en Kenia, fue apoteósico conocer a Richard Leckey. África es la esperanza de poder encontrar los fósiles que no hemos encontrado en Euroasia, y es el final de mi tiempo científico por la edad que tengo.
¿Y por qué la diversidad es nuestra salvación?
—Porque son experimentos distintos de adaptación, que unos seres humanos pueden adaptarse al frío, otros al calor, otros a la nieve. Si se produce un cambio climático siempre habría alguien que sabría cómo adaptarse.
— ¿Qué es para usted nuestro planeta de cara a la gran expansión de la especie humana? Más allá del colapso del que ya muchas veces ha hablado?
—El planeta es nuestro espacio físico temporal, es donde nos hemos reproducido, donde hemos aprendido, donde hemos conocido, donde hemos pensado, y fíjate que ya nos queda pequeño desde los años sesenta cuando empezamos a mandar información y elementos para monitorizar fuera de la Tierra. Algo está pasando cuando una especie quiere salirse del huevo y del útero materno, quiere hacerse mayor y quiere cambiar. El problema es que hacerse mayor implica responsabilidad. Yo siempre he reclamado esta solidaridad, y obviamente esa expansión hacia afuera quiere decir que lo de adentro ya nos queda pequeño. Habrá una contradicción entre cómo vivimos en el planeta y cómo somos capaces de progresar conjuntamente como especie aumentando nuestra conciencia, y cómo progresaremos fuera de nuestro planeta; probablemente ir fuera, encontrar nuevas formas de vida, incluso nuevas inteligencias, varíen mucho nuestra forma de ser y de pensar; probablemente el encuentro con otro tipo de conciencia provocaría este aumento de conciencia crítica de la especie aquí; por lo tanto el planeta para nosotros, para algunos, ya es una excusa para entendernos a nosotros mismos fuera de él.
—¿Y de qué manera puede influir el actual cambio climático en la evolución futura?
—El clima no es determinante porque siempre habrá capacidad de adaptación. Los humanos llevamos tres millones de años adaptándonos, pueden haber grandes catarsis, como las habrá, colapsos, pero al final nos adaptaremos.
— ¿Cuánto cree que tenemos en común los humanos actuales con los más primitivos?
— Mucho, sobre todo tenemos una forma de ser, una etología animal que nos mantiene unidos a las raíces y a los tallos de estas raíces. Somos nada más que la consecuencia de una raíz que ha crecido hacia afuera, y las hojas que tiene, que tenemos, son las formas de variabilidad y de adaptabilidad a nuestros entornos, pero el tallo, la raíz, y las hojas, tienen la misma estructura que tenía hace muchos años.
—¿Cuál es el futuro de Eudald Carbonell?
—Continuar aprendiendo, conociendo y haciéndome consciente del tiempo que me queda, para que sea un tiempo trascendente para los demás y para mí. No puedo olvidarme, por ejemplo, de quién soy y a qué especie pertenezco; no puedo olvidarme de la trascendencia, y eso quiere decir, pues, de mis compromisos familiares y de mi contingencia social y de mi deseo de pensamiento como forma óptima de la vida".
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Hace unas fechas, nuestra colaboradora, la periodista cubana Flor
de Paz Cubillas, publicó en en el digital Cubaperiodistas una extensa entrevista al arqueólogo marxista y codirector del Proyecto Atapuerca, el catalán Eudald Carbonell Roura. Dada la extensión de la entrevista, la redacción de Canarias Semanal se ha visto obligada a extractarla. En cualquier caso, los lectores que deseen conocerla en su integridad, pueden hacerlo accediendo a un enlace que hemos situado al final de esta misma página.
"En los últimos 200 años la especie humana ha experimentado un crecimiento exponencial: de unos centenares de miles de personas a 6. 700 millones. En un lapso de tiempo récord, Homo sapiens ha colonizado todo el planeta y ha hecho uso masivo de materia y energía. En la biota terrícola, el pulso de las transformaciones se acelera. Los cambios climáticos se precipitan. Las amenazas de una desestructuración de la civilización humana, que no significará la extinción de la especie, se aleja de la ficción.
Uno de los defensores más convencidos de esta tesis es el español y catalán Eudald Carbonell Roura: arqueólogo y codirector del Proyecto Atapuerca, un científico que en sus numerosos libros publicados, e incluso a través de audiovisuales que protagoniza, remite los resultados de la investigación sobre evolución humana, “lo que dicen los fósiles”, a la comprensión del presente, al conocimiento del pasado y a la formulación del futuro de sapiens: su noción marxista de conciencia crítica basada en la transferencia social del conocimiento, entre otros postulados. Es Eudald Carbonell un gran predicador que piensa (no cree) que “tanto la ciencia como los científicos o serán sociales o no serán”.
—Tanto desde el punto de vista filosófico como desde la práctica científica, ¿qué significa ser evolucionista en el escenario científico actual?
—No queda otra. Si se trabaja en un campo como el nuestro y no se admite la evolución, la estructura científica no tiene ninguna capacidad explicativa, con lo cual de alguna forma estás impelido a hacerlo. Es como ser mamífero y no tener mamas. Tiene sentido, ¿o no?
—Claro, pero hay creacionistas que dicen que son científicos…
—Todo el mundo sabe que el creacionismo es una esperanza de conocimiento que realmente no tiene una base metodológica para conseguir auto-explicarse. Es decir, el creacionismo es una tautología.
— ¿Y ser evolucionista y marxista?
—Es más, porque es un compromiso. Gould, uno de los grandes evolucionistas, que ya murió, era marxista. Queríamos escribir una revista juntos. El pensamiento crítico está muy ligado a los evolucionistas. Estoy convencido de que Darwin, Marx, Engels, eran gente de pensamiento no conservador. Para mí un pensamiento crítico, puede conservar los buenos procesos naturales, pero no puede nunca ser conservador en el sentido de la expresión de cambio, cuando niegas el cambio niegas la evolución, aunque no seas responsable de nada. Porque la evolución tiene su propio proceso, siempre se dirige a adaptarse mejor la especie. Por lo tanto, el evolucionismo en estos sentidos es básico para poder construir un esquema científico y explicativo de lo qué es la humanidad. Lo que no explica, lo que no predice, no es ciencia.
![[Img #58885]](http://canarias-semanal.org/upload/images/07_2019/332_carbonell3.jpg)
— ¿Además de Darwin, quiénes han sido sus teóricos de referencia?
—Los clásicos, sobre todo los presocráticos: Anaximandro, Anaxímenes. Aristóteles, por esa mentalidad enciclopédica de abordar analíticamente los procesos. Después, los más modernos: Descartes para mi formación analítica; los procesos cartesianos influyeron bastante en mí: formas cuadriculadas para entender; los ilustrados franceses, muchos alemanes también, sobre todo los prerrománticos. Me marcaron los ideólogos del siglo XIX alemán, también en la música clásica; la evolución filosófica desde Grecia hasta el siglo XIX; Goethe, Kant que ha sido un gran apoyo científico, psicológico y estratégico para entender la ciencia, sobre lo trascendental como asunto objetivo y subjetivo en los procesos del conocimiento, que son muy complicados. Es una mezcla: de los clásicos, de la ilustración, de los románticos, del marxismo. Marx y todas las corrientes filosóficas críticas, conforman las grandes bases de la formación de mi pensamiento.
— ¿Si hubiera sido Darwin cómo hubiera argumentado ante sus colegas la teoría de la evolución?
—Esto es muy interesante: por observación. Para mí la observación es siempre un factor básico. Pero si no pasas de la observación a la inferencia y a la interpretación, es muy difícil construir conocimiento y pensamiento. Probablemente, si no hubiera conocido los estudios de Darwin, lo hubiera hecho a través de la analítica. Cuando pones al tiempo en su sitio la analítica va dando los grados de complejidad; después, por observación hubiera deducido que había evolución. Seguramente Darwin lo hizo por observación, por su viaje del Beagle. Yo lo podría haber hecho observando mi entorno y siendo capaz de darle un tiempo a cada proceso que está sucediendo, por deducción probablemente, una hipótesis por deducción; es probable.
— ¿Y por qué fue Darwin quien pudo formular la teoría de la evolución de las especies?
—Porque Darwin tenía la teoría —sobre todo de su abuelo Erasmus, según sus biografías— quien probablemente le dio las pautas teóricas de los procesos y Charles las completó con el viaje del Beagle.
—Eudald, ¿qué significa declararse marxista en el mundo de la ciencia contemporánea, donde los recursos más importantes para la investigación provienen de los grandes capitales?
—Esta es una constricción que ha sido así histórica y evolutivamente. Las guerras, el comercio, el control oligárquico y monopolista, los sectores fundamentales en los procesos de conocimiento y de pensamiento han marcado. Las guerras han hecho cambiar, evolucionar, socializar. Forman parte de toda esa binaria contradictoria del ser humano como un animal adaptado, adaptable, pero también como animal inadaptado, inadaptable. Y esta complejidad del mecanismo interno, biológico y social del ser humano hace que cuando construyes grandes estructuras y llega al poder, el poder intenta manipular desde estas estructuras todos los procesos.
¿Cómo lo hace? Pues enviando y controlando el dinero hacia y en los sectores que le pueden reproducir el poder. Es lo que estamos viviendo. Ahora mismo el complejo tecnomilitar es el más poderoso del mundo. Pero, por ejemplo, hay industrias de la alimentación y de la biomédica, que conforman grandes procesos humanos, que controlan y manipulan, incluso, hasta las enfermedades. Es un error importante y falta de conciencia de nuestra especie, poner por delante los intereses de grupos dominantes y del poder por encima de los intereses sociales, lo cual va a hacer mucho daño a la socialización de la especie y al aumento de su conciencia.
—En su práctica como científico y socializador del conocimiento, ¿cómo ha podido lidiar con esta contradicción?
—Es muy difícil. Soy vicepresidente de una fundación y dentro tengo patronos de grandes empresas multinacionales que tienen planteamientos en algunas cosas en las cuales no estoy de acuerdo, pero se necesita dinero para poder formar a la gente y para ponerlas a trabajar. Esto no te hace abandonar las ideas, al contrario, mantienes esa actitud crítica y sabes que todos los procesos en el mundo son contradictorios.
— ¿Cuáles son las perspectivas de la investigación en evolución humana frente a los enormes avances tecnológicos actuales? ¿Hasta dónde se podrá llegar?
—La revolución científico-técnica tiene que ser una revolución social. Este es el elemento fundamental, en el sentido de aumentar la sociabilidad de la especie; o sea, la tecnología y la ciencia, el conocimiento, y el pensamiento, han de estar articulados para que nuestra capacidad de creación, de organización, de emergencia, tengan más tecnologías y capacidades para estar implicadas en cambios sociales importantes donde la complementariedad, la solidaridad, la singularidad propia de la especie se vean perfectamente incubadas en el progreso social, no para el desarrollo, sino para el progreso[ii]. Y para una mejor comprensión de qué papel ha de jugar la especie en el futuro. Si la ciencia y la tecnología socializada en esta revolución científico-técnica pasa por aquí yo pienso que el ser humano dará un gran paso hacia el futuro, hacia un futuro transformado. Porque es obvio que nuestra especie va a aplicar sus conocimientos a la misma y dejaremos de ser humanos dentro de algún tiempo. A mí no me da miedo.
— ¿En qué momento se hallan los estudios sobre evolución humana a nivel mundial?
—Ha habido muchos cambios. Pienso que la biología y la evolución humana, y la genética, por ejemplo, han introducido cambios en los paradigmas del conocimiento y han transformado claramente la interpretación de la adaptación de las especies, tanto la nuestra como las que nos han precedido. Como ocurrió con la física al principios del siglo XX, ahora la biología y la genética son los términos evolutivos paradigmáticos y que marcan el empuje humano. He visto que la biología, y la sociabilidad que se desprende de sus estudios, realmente están influyendo en los paradigmas constructivos del pensamiento contemporáneo.
— ¿Hasta dónde imagina que pueden llegar los aportes de la arqueología como ciencia en la argumentación de la teoría darwiniana? O sea, ¿todavía valen las llamadas pruebas de la evolución? ¿La arqueología sigue siendo la gran aportadora en esa grandísima prueba que son los fósiles?
—Pienso que sí. Sin fósiles no hay paraíso. Si no tienes pruebas, ¿cómo argumentas? Los creacionistas se basan en la existencia de un ser superior, pero no tienen ni registros ni argumentos. Por eso para mí la arqueología es una disciplina central en la evolución humana. Darwin generó la teoría de la evolución sobre todo viendo seres vivos, su diversidad, pero la evolución se explica después a través de los fósiles que hemos encontrado nosotros. Nosotros somos Darwin, porque sin Darwin nosotros no seríamos nosotros. Pero sin nosotros, tampoco Darwin sería Darwin.
—Hace poco tiempo ha empezado a trabajar más sistemáticamente en yacimientos africanos…
—Sí, en el norte, con mi amigo Bienvenido Martínez, paleontólogo, especificamemte en Eritrea, a muy pocos kilómetros de donde se descubrió a Lucy. Estamos trabajando para hacer una prospección general geológica y un análisis del territorio y de búsqueda de yacimientos que expliquen estos períodos tempranos de la evolución en África. Hemos encontrado yacimientos, herramientas, restos de fósiles, pero aún no hemos hallado homínidos. Empezamos dos excavaciones sistemáticas, pero nos falta un tiempo para saber exactamente en qué parte de la evolución nos ubicamos. Probablemente sea más reciente de lo que quisiéramos.
—Es como quien dice, en Atapuerca ya hemos abierto una de las cajas de Pandora. Y ahora vamos a ir un poquito más atrás…
—Sí, también, es complementar todo. Curiosamente en Atapuerca hemos encontrado probablemente Homo erectus, Antecessor, Homo neandertalersis, Homo sapiens, y un poco ahora también sería ver qué hay por abajo y complementarlo con nuevos descubrimientos.
— ¿Como continente, qué significa África para usted?
—África para mí es todo; es el origen de nuestra especie, es mi viaje mágico. Cuando era joven, con veinticuatro años, estuve en Kenia, fue apoteósico conocer a Richard Leckey. África es la esperanza de poder encontrar los fósiles que no hemos encontrado en Euroasia, y es el final de mi tiempo científico por la edad que tengo.
¿Y por qué la diversidad es nuestra salvación?
—Porque son experimentos distintos de adaptación, que unos seres humanos pueden adaptarse al frío, otros al calor, otros a la nieve. Si se produce un cambio climático siempre habría alguien que sabría cómo adaptarse.
— ¿Qué es para usted nuestro planeta de cara a la gran expansión de la especie humana? Más allá del colapso del que ya muchas veces ha hablado?
—El planeta es nuestro espacio físico temporal, es donde nos hemos reproducido, donde hemos aprendido, donde hemos conocido, donde hemos pensado, y fíjate que ya nos queda pequeño desde los años sesenta cuando empezamos a mandar información y elementos para monitorizar fuera de la Tierra. Algo está pasando cuando una especie quiere salirse del huevo y del útero materno, quiere hacerse mayor y quiere cambiar. El problema es que hacerse mayor implica responsabilidad. Yo siempre he reclamado esta solidaridad, y obviamente esa expansión hacia afuera quiere decir que lo de adentro ya nos queda pequeño. Habrá una contradicción entre cómo vivimos en el planeta y cómo somos capaces de progresar conjuntamente como especie aumentando nuestra conciencia, y cómo progresaremos fuera de nuestro planeta; probablemente ir fuera, encontrar nuevas formas de vida, incluso nuevas inteligencias, varíen mucho nuestra forma de ser y de pensar; probablemente el encuentro con otro tipo de conciencia provocaría este aumento de conciencia crítica de la especie aquí; por lo tanto el planeta para nosotros, para algunos, ya es una excusa para entendernos a nosotros mismos fuera de él.
—¿Y de qué manera puede influir el actual cambio climático en la evolución futura?
—El clima no es determinante porque siempre habrá capacidad de adaptación. Los humanos llevamos tres millones de años adaptándonos, pueden haber grandes catarsis, como las habrá, colapsos, pero al final nos adaptaremos.
— ¿Cuánto cree que tenemos en común los humanos actuales con los más primitivos?
— Mucho, sobre todo tenemos una forma de ser, una etología animal que nos mantiene unidos a las raíces y a los tallos de estas raíces. Somos nada más que la consecuencia de una raíz que ha crecido hacia afuera, y las hojas que tiene, que tenemos, son las formas de variabilidad y de adaptabilidad a nuestros entornos, pero el tallo, la raíz, y las hojas, tienen la misma estructura que tenía hace muchos años.
—¿Cuál es el futuro de Eudald Carbonell?
—Continuar aprendiendo, conociendo y haciéndome consciente del tiempo que me queda, para que sea un tiempo trascendente para los demás y para mí. No puedo olvidarme, por ejemplo, de quién soy y a qué especie pertenezco; no puedo olvidarme de la trascendencia, y eso quiere decir, pues, de mis compromisos familiares y de mi contingencia social y de mi deseo de pensamiento como forma óptima de la vida".
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