EL CAPITALISMO Y EL HISTÓRICO ATROPELLO DE LA CLASE TRABAJADORA (VÍDEO)
Se llama lucha de clases
Metanoia Films, entidad sin ánimo de lucro, ha puesto en libre acceso un documental titulado "Plutocracy V: Subterranean Fire", en la plataforma Vimeo, que narra la historia de la clase trabajadora estadounidense.
![[Img #58489]](http://canarias-semanal.org/upload/images/06_2019/1123_trabajadores.jpg)
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Escrito y dirigido por Scott Noble, Plutocracy V: Subterranean Fire es el último de una serie de documentales de calidad que ofrece al espectador el contexto histórico para entender por qué vivimos todavía en una sociedad desigual carente de paz y justicia social (lamentablemente aún no está traducido a otros idiomas). El título está tomado de una cita del dirigente obrero estadounidense August Spies, uno de los cuatro anarquistas ahorcados en 1887 tras haber sido acusados de poner la bomba que hirió y mató a varios policías y civiles en el Haymarket. Durante el juicio, Spies dijo al tribunal:
“Si creen que por ahorcarnos a nosotros van a acabar con el movimiento obrero -movimiento del que los oprimidos, los millones que trabajan y viven en carencia y miseria, los esclavos asalariados, esperan salvación-; si esa es su opinión, entonces ahórquennos. Estarán pisoteando la chispa, pero (…) en todas partes, se avivarán las llamas. Es un fuego subterráneo”.
El documental muestra cómo la clase capitalista ha acumulado riqueza y poder a base de privar a la clase trabajadora de dignidad y derechos. Comienza con las huelgas y revueltas populares que fueron aplastadas por las empresas valiéndose de sus secuaces, entre ellos la policía, detectives privados, vigilantes e incluso la Guardia Nacional.1 Esta última actuó en la huelga de Homestead de 1892, después de que los trabajadores derrotaran al ejército privado de la agencia Pinkerton.
Según datos revelados en el documental, en 1929 el 60 por ciento de la población vivía por debajo del nivel de la pobreza. A pesar de los notables incrementos en la productividad, los trabajadores no se beneficiaron de ella, ni había ningún sistema de seguridad social. El historiador del trabajo Peter Rachleff cuenta que organizaciones como la Cruz Roja y el Ejército de Salvación eran herramientas de la clase capitalista que clasificaban a los pobres en merecedores y no merecedores de asistencia, basándose en los “interrogatorios” que les hacían para descubrir el estilo de vida de cada uno. A los desempleados generalmente se les culpaba de estar sin trabajo.2
La violencia contra los trabajadores era rampante, y el gobierno cómplice de ella. El industrial millonario Henry Ford contrataba a guardias armados para amedrentar a los trabajadores conflictivos. Fueron estos guardias los que dispararon contra los participantes en la “Marcha del Hambre” de la planta River Rouge, con el resultado de varios muertos.
Por fin, en 1935, los sindicatos se legalizaron. Los dirigentes comunistas sobresalieron en la lucha por dignificar el trabajo. Según el historiador Rachleff, su objetivo era convertir a los trabajadores en seres humanos, para lo cual consideraban de especial importancia incluir a las masas de trabajadores negros. El Ku-Klux-Klan, que estaba respaldado por el poder del Estado, amenazaba a los negros que participaban en mítines comunistas.3
Los inmigrantes también fueron objeto de explotación. El trabajo duro, como el del campo, daba empleo a los más desesperados, especialmente los obreros mexicanos. Como inmigrantes no tenían derechos y eran a menudo maltratados. Durante la II Guerra Mundial, para evitar la escasez de mano de obra, Estados Unidos y México acordaron el llamado Programa Bracero, que permitió a más de cuatro millones de mexicanos trabajar temporalmente en los EEUU entre 1942 y 1964. Increíblemente, muchos braceros todavía reclaman salarios impagados de aquella época. Como señala Justin Chacón, autor del libro No One Is Illegal, esta forma de trabajo cautivo se ha prolongado hasta el presente. La actual reacción contra los inmigrantes fomentada por Donald Trump augura a una vuelta al programa Bracero.
En Flint (Michigan), los trabajadores del automóvil ocuparon las fábricas e hicieron huelgas. Las mujeres desempeñaron un importante papel como elementos de apoyo, pasando comida, rompiendo las ventanas para evitar daño en los ataques con botes de humo, y poniendo en práctica tácticas de distracción de la policía. Los huelguistas lograron extender su lucha a otras fábricas del sector, promoviendo la unidad. Estas acciones contribuyeron a arrancar mejoras a las grandes compañías automovilísticas. Las huelgas se extendieron por todo el país. El documental nos dice que, en 1937, casi 5 millones de trabajadores participaron en ellas.
Sin embargo, al final, el poder organizativo de base de los trabajadores se vio erosionado por las cúpulas de los sindicatos, que se inclinaron por la alianza entre capital y trabajo. También el partido comunista de EEUU falló a la clase trabajadora. Otro golpe se produjo en 1939, cuando el Tribunal Supremo declaró ilegales las huelgas. Dos años antes, la policía de Chicago había disparado contra una manifestación de huelguistas del sector del acero y sus familias. Cincuenta resultaron alcanzados por las balas y diez murieron. El presidente Franklin Roosevelt culpó de esta violencia a ambas partes. Después, en 1944, apoyó la famosa Ley de Derechos, que incluía el derecho al trabajo útil y remunerado, a la vivienda y a la asistencia sanitaria.
Los capitalistas, con sus medios de comunicación, satanizaron a los comunistas y los anarquistas. La Alien Registration Act de 1940 los convirtió en objetos de persecución, en la que se implicó el FBI, dirigido entonces por Edgar Hoover. El anti-izquierdismo llegó a tal extremo, que una sección de la clase dominante dio su apoyo al fascismo y a la Alemania Nazi durante la II Guerra Mundial. Después de la contienda, había un tercio de trabajadores sindicados. De 1940 a 1967, los salarios reales aumentaron el doble, así como el nivel de vida. Sin embargo, la Taft-Hartley Act de 1947 prohibió muchas formas de huelga así como los locales sindicales o que hubiese comunistas y radicales en los cuadros dirigentes de los sindicatos.
El documental analiza también el McCarthismo, la caza de brujas contra comunistas o simpatizantes. Nadie se vio a salvo. Las listas negras estaban en boga. Primero fueron los llamados 10 de Hollywood por simpatizar con el comunismo, negarse a colaborar con el Comité de Actividades Anti-Americanas o haber luchado por los derechos de los negros y los trabajadores. Después las listas engordaron mucho más. Uno de los famosos que el documental retrata en profundidad es el cantante Paul Robeson, que se negó a retractarse ante el Congreso, declarando que estaba a favor de los derechos de los negros y los trabajadores, y acusó al Congreso de neo-fascista. El McCarthismo alcanzó niveles histéricos, como prueba que el Estado de Texas llegase a proponer la pena de muerte para quien fuese miembro del partido comunista, o que el de Indiana estuviera por prohibir Robin Hood.
El daño al movimiento obrero ya estaba hecho y la guerra económica continuó: de forma abierta a través del ejército y subrepticiamente a través de la CIA. En 2001, la sindicación había descendido al 13,5 por ciento, la democracia sindical subvertida por unas cúpulas que rechazaban la acción huelguística en la negociación colectiva, el sistema judicial sobrecargado de pleitos laborales que normalmente eran sentenciados a favor de las empresas.
Hoy día, los estadounidenses ostentan el dudoso récord de trabajar más horas que en ningún otro país, y no hay un solo condado donde el trabajador que gana el salario mínimo pueda sostener una familia. Sin embargo, Subterranean Fire encuentra destellos de cambio y concluye con una nota optimista. La fuerza sindical, basada en la solidaridad, parece estar renaciendo. Las huelgas en EEUU han ido en aumento. Los maestros han abierto el camino y los trabajadores de las empresas de comida rápida están luchando por un salario decente. En todo el mundo, la clase trabajadora, que ha visto estancarse o decrecer el salario real en la era del neoliberalismo, está contra-atacando: en las maquilas automovilísticas de Matamoros (México), con quienes se han solidarizado sus colegas de Detroit (Michigan); en Francia con los Chalecos Amarillos, en la India con la masiva huelga general que tuvo lugar recientemente, y en otros lugares las llamas se reavivan.
VÍDEO RELACIONADO: "Plutocracia V: Fuego Subterráneo" (en inglés)
Fuente:
1 Vigilante es la palabra que en Estados Unidos se usa para nombrar a las bandas de civiles de ideología derechista, que tratan de prevenir la comisión de delitos o en desorden social y generalmente se toman la justicia por su mano atacando a quienes consideran enemigos (normalmente personas afro-descendientes, pobres o izquierdistas). Es similar a lo que en España se llamó el somatén.
2 Esta práctica de clasificar a los pobres en merecedores y no merecedores de asistencia se remonta en Europa a los siglos XVII y XVIII. Sus agentes eran las Juntas de Caridad u otras entidades estatales, que asimismo achacaban la pobreza a los defectos morales de los pobres. Una tendencia que ha llegado hasta nuestros días, disfrazada con otra retórica.
3 Los comunistas destacaron en la lucha por la integración racial en Estados Unidos. La famosa canción, interpretada por Billie Holiday, Strange Fruit, que denuncia los linchamientos de afro-americanos, está basada en un poema escrito por el comunista de origen judío Abel Meeropol. De esta adscripción fue también Barney Josephson, dueño del Cafe Society, primer local de Jazz de Nueva York que admitía a blancos y negros en una época en la que todavía estaban vigentes las leyes segregacionistas llamadas Jim Crow. Precisamente, allí cantó Billie Strange Fruit por primera vez.
Por CLARA LÓPEZ GONZÁLEZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Escrito y dirigido por Scott Noble, Plutocracy V: Subterranean Fire es el último de una serie de documentales de calidad que ofrece al espectador el contexto histórico para entender por qué vivimos todavía en una sociedad desigual carente de paz y justicia social (lamentablemente aún no está traducido a otros idiomas). El título está tomado de una cita del dirigente obrero estadounidense August Spies, uno de los cuatro anarquistas ahorcados en 1887 tras haber sido acusados de poner la bomba que hirió y mató a varios policías y civiles en el Haymarket. Durante el juicio, Spies dijo al tribunal:
“Si creen que por ahorcarnos a nosotros van a acabar con el movimiento obrero -movimiento del que los oprimidos, los millones que trabajan y viven en carencia y miseria, los esclavos asalariados, esperan salvación-; si esa es su opinión, entonces ahórquennos. Estarán pisoteando la chispa, pero (…) en todas partes, se avivarán las llamas. Es un fuego subterráneo”.
El documental muestra cómo la clase capitalista ha acumulado riqueza y poder a base de privar a la clase trabajadora de dignidad y derechos. Comienza con las huelgas y revueltas populares que fueron aplastadas por las empresas valiéndose de sus secuaces, entre ellos la policía, detectives privados, vigilantes e incluso la Guardia Nacional.1 Esta última actuó en la huelga de Homestead de 1892, después de que los trabajadores derrotaran al ejército privado de la agencia Pinkerton.
Según datos revelados en el documental, en 1929 el 60 por ciento de la población vivía por debajo del nivel de la pobreza. A pesar de los notables incrementos en la productividad, los trabajadores no se beneficiaron de ella, ni había ningún sistema de seguridad social. El historiador del trabajo Peter Rachleff cuenta que organizaciones como la Cruz Roja y el Ejército de Salvación eran herramientas de la clase capitalista que clasificaban a los pobres en merecedores y no merecedores de asistencia, basándose en los “interrogatorios” que les hacían para descubrir el estilo de vida de cada uno. A los desempleados generalmente se les culpaba de estar sin trabajo.2
La violencia contra los trabajadores era rampante, y el gobierno cómplice de ella. El industrial millonario Henry Ford contrataba a guardias armados para amedrentar a los trabajadores conflictivos. Fueron estos guardias los que dispararon contra los participantes en la “Marcha del Hambre” de la planta River Rouge, con el resultado de varios muertos.
Por fin, en 1935, los sindicatos se legalizaron. Los dirigentes comunistas sobresalieron en la lucha por dignificar el trabajo. Según el historiador Rachleff, su objetivo era convertir a los trabajadores en seres humanos, para lo cual consideraban de especial importancia incluir a las masas de trabajadores negros. El Ku-Klux-Klan, que estaba respaldado por el poder del Estado, amenazaba a los negros que participaban en mítines comunistas.3
Los inmigrantes también fueron objeto de explotación. El trabajo duro, como el del campo, daba empleo a los más desesperados, especialmente los obreros mexicanos. Como inmigrantes no tenían derechos y eran a menudo maltratados. Durante la II Guerra Mundial, para evitar la escasez de mano de obra, Estados Unidos y México acordaron el llamado Programa Bracero, que permitió a más de cuatro millones de mexicanos trabajar temporalmente en los EEUU entre 1942 y 1964. Increíblemente, muchos braceros todavía reclaman salarios impagados de aquella época. Como señala Justin Chacón, autor del libro No One Is Illegal, esta forma de trabajo cautivo se ha prolongado hasta el presente. La actual reacción contra los inmigrantes fomentada por Donald Trump augura a una vuelta al programa Bracero.
En Flint (Michigan), los trabajadores del automóvil ocuparon las fábricas e hicieron huelgas. Las mujeres desempeñaron un importante papel como elementos de apoyo, pasando comida, rompiendo las ventanas para evitar daño en los ataques con botes de humo, y poniendo en práctica tácticas de distracción de la policía. Los huelguistas lograron extender su lucha a otras fábricas del sector, promoviendo la unidad. Estas acciones contribuyeron a arrancar mejoras a las grandes compañías automovilísticas. Las huelgas se extendieron por todo el país. El documental nos dice que, en 1937, casi 5 millones de trabajadores participaron en ellas.
Sin embargo, al final, el poder organizativo de base de los trabajadores se vio erosionado por las cúpulas de los sindicatos, que se inclinaron por la alianza entre capital y trabajo. También el partido comunista de EEUU falló a la clase trabajadora. Otro golpe se produjo en 1939, cuando el Tribunal Supremo declaró ilegales las huelgas. Dos años antes, la policía de Chicago había disparado contra una manifestación de huelguistas del sector del acero y sus familias. Cincuenta resultaron alcanzados por las balas y diez murieron. El presidente Franklin Roosevelt culpó de esta violencia a ambas partes. Después, en 1944, apoyó la famosa Ley de Derechos, que incluía el derecho al trabajo útil y remunerado, a la vivienda y a la asistencia sanitaria.
Los capitalistas, con sus medios de comunicación, satanizaron a los comunistas y los anarquistas. La Alien Registration Act de 1940 los convirtió en objetos de persecución, en la que se implicó el FBI, dirigido entonces por Edgar Hoover. El anti-izquierdismo llegó a tal extremo, que una sección de la clase dominante dio su apoyo al fascismo y a la Alemania Nazi durante la II Guerra Mundial. Después de la contienda, había un tercio de trabajadores sindicados. De 1940 a 1967, los salarios reales aumentaron el doble, así como el nivel de vida. Sin embargo, la Taft-Hartley Act de 1947 prohibió muchas formas de huelga así como los locales sindicales o que hubiese comunistas y radicales en los cuadros dirigentes de los sindicatos.
El documental analiza también el McCarthismo, la caza de brujas contra comunistas o simpatizantes. Nadie se vio a salvo. Las listas negras estaban en boga. Primero fueron los llamados 10 de Hollywood por simpatizar con el comunismo, negarse a colaborar con el Comité de Actividades Anti-Americanas o haber luchado por los derechos de los negros y los trabajadores. Después las listas engordaron mucho más. Uno de los famosos que el documental retrata en profundidad es el cantante Paul Robeson, que se negó a retractarse ante el Congreso, declarando que estaba a favor de los derechos de los negros y los trabajadores, y acusó al Congreso de neo-fascista. El McCarthismo alcanzó niveles histéricos, como prueba que el Estado de Texas llegase a proponer la pena de muerte para quien fuese miembro del partido comunista, o que el de Indiana estuviera por prohibir Robin Hood.
El daño al movimiento obrero ya estaba hecho y la guerra económica continuó: de forma abierta a través del ejército y subrepticiamente a través de la CIA. En 2001, la sindicación había descendido al 13,5 por ciento, la democracia sindical subvertida por unas cúpulas que rechazaban la acción huelguística en la negociación colectiva, el sistema judicial sobrecargado de pleitos laborales que normalmente eran sentenciados a favor de las empresas.
Hoy día, los estadounidenses ostentan el dudoso récord de trabajar más horas que en ningún otro país, y no hay un solo condado donde el trabajador que gana el salario mínimo pueda sostener una familia. Sin embargo, Subterranean Fire encuentra destellos de cambio y concluye con una nota optimista. La fuerza sindical, basada en la solidaridad, parece estar renaciendo. Las huelgas en EEUU han ido en aumento. Los maestros han abierto el camino y los trabajadores de las empresas de comida rápida están luchando por un salario decente. En todo el mundo, la clase trabajadora, que ha visto estancarse o decrecer el salario real en la era del neoliberalismo, está contra-atacando: en las maquilas automovilísticas de Matamoros (México), con quienes se han solidarizado sus colegas de Detroit (Michigan); en Francia con los Chalecos Amarillos, en la India con la masiva huelga general que tuvo lugar recientemente, y en otros lugares las llamas se reavivan.
VÍDEO RELACIONADO: "Plutocracia V: Fuego Subterráneo" (en inglés)
Fuente:
1 Vigilante es la palabra que en Estados Unidos se usa para nombrar a las bandas de civiles de ideología derechista, que tratan de prevenir la comisión de delitos o en desorden social y generalmente se toman la justicia por su mano atacando a quienes consideran enemigos (normalmente personas afro-descendientes, pobres o izquierdistas). Es similar a lo que en España se llamó el somatén.
2 Esta práctica de clasificar a los pobres en merecedores y no merecedores de asistencia se remonta en Europa a los siglos XVII y XVIII. Sus agentes eran las Juntas de Caridad u otras entidades estatales, que asimismo achacaban la pobreza a los defectos morales de los pobres. Una tendencia que ha llegado hasta nuestros días, disfrazada con otra retórica.
3 Los comunistas destacaron en la lucha por la integración racial en Estados Unidos. La famosa canción, interpretada por Billie Holiday, Strange Fruit, que denuncia los linchamientos de afro-americanos, está basada en un poema escrito por el comunista de origen judío Abel Meeropol. De esta adscripción fue también Barney Josephson, dueño del Cafe Society, primer local de Jazz de Nueva York que admitía a blancos y negros en una época en la que todavía estaban vigentes las leyes segregacionistas llamadas Jim Crow. Precisamente, allí cantó Billie Strange Fruit por primera vez.
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