La vuelta al cole se presenta de confusa y singular.
A pocas horas del comienzo anunciado,-si no ocurre algo que lo remedie-los colegios volverán abrir sus puertas.
Este maldito Corona Virus está poniendo a prueba y desafió la incertidumbre en la conveniencia del si, o el no, a las aulas. Padres desesperados porque ven como sus hijos no han podido acudir a clase, viendo lo que ello comporta,pero conscientes del riesgo que acecha a sus hijos, se decantan en asumirlo.
La toma de decisión del Ejecutivo para dar comienzo a las clases, comporta un tremendo dispar a la hora de ejercer la medida, sin que exista ese amparo al que los padres puedan decidir.
La falta reiterada al colegio está considerado como delito que castiga a los padres con penas de 3 a 6 meses, o multa, aquellos progenitores que descuiden o de manera negligente incurran en la obligación del deber de asistencia de sus vástagos al colegio.Si como se supone, esos padres se acogieran ante el temor y a prevenir el contagio que puedan sufrir sus hijos-cosa lógica y de cajón-podrán enfrentarse a tamaño disgusto a lo asi dispuesto; esta de laguna o vacío de Ley a la entendera,que los padres no puedan velar de manera justa y prioritaria por la salud de sus hijos.
Ante tal tira y afloja,¿" quien le pone el cascabel al gato"?La educación, la escolarización de los hijos nadie duda sea incontestable.Pero el que los padres le asista la preocupación de la asistencia a clase, en este panorama endiablado sanitariamente hablando; pues pesa lo suyo de razón. Y sale y dice la vicepreidente Celá, que en esto hay un excesivo alarmismo.No si,para tomarse de verbena y voladores.
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