LA EUROPA DE LAS LISTAS NEGRAS: EL AUTORITARISMO DEL CONSENSO

    El cierre de este año 2025 quedará marcado en la memoria democrática por una maniobra sin precedentes: la publicación de una nueva oleada de sanciones que afecta directamente a decenas de ciudadanos con pasaporte de la Unión Europea y de la Confederación Helvética. Bajo la ambigua etiqueta de "amenazas híbridas" y "desinformación", Bruselas ha procedido a la muerte civil y financiera de estas personas, bloqueando sus activos y prohibiendo su movilidad sin que medie un juicio previo en un tribunal ordinario. Estas medidas, dictadas desde los despachos de la Comisión, no castigan delitos probados, sino que persiguen posturas políticas e intereses económicos que chocan con la narrativa oficial de la Unión.

    Este atropello jurídico es el síntoma de una enfermedad más profunda. Lo que nació supuestamente como un espacio de libertad se ha transformado en un tablero donde la soberanía es una moneda de cambio. Resulta inaudito que en este mes de diciembre hayamos asistido a un conflicto donde ciudadanos de la UE y de Suiza han sido señalados en listas negras por presiones externas, convirtiéndose en víctimas de una guerra de despachos que ignora la presunción de inocencia y el derecho a la defensa.

   Es necesario recordar quiénes ostentan las riendas de esta maquinaria. La Comisión y el Parlamento Europeo no son entes neutrales; están férreamente controlados por el consenso del Partido Popular Europeo (PPE) y la Socialdemocracia (S&D). Este bloque bipartidista no es más que el brazo ejecutor de una oligarquía financiera que utiliza la política para proteger sus privilegios. Lo que llaman "valores democráticos" es, en realidad, el blindaje de un sistema que prioriza el control social sobre las necesidades de los pueblos.

  Resulta cínico dar lecciones de libertad mientras se aplican métodos de control asfixiantes. El mismo bloque que impone "cordones sanitarios" para aislar a la disidencia política es el que hoy valida estas sanciones arbitrarias. No nos engañemos: estas listas negras no buscan la justicia, sino desarticular cualquier resistencia que amenace la hegemonía del orden establecido. Las instituciones actúan como herramientas de dominación que utilizan la coacción económica para disciplinar a quien se salga de la ortodoxia dictada por el mercado y las élites no electas.

   El verdadero peligro para Europa no es el crecimiento de nuevas opciones políticas, sino la transformación de la Unión en un consejo de administración tecnocrático donde el ciudadano es reducido a un sujeto sin derechos reales. Al intentar "aislar" voces críticas, el PPE y los socialistas demuestran que su tolerancia termina donde empiezan los intereses de las estructuras de poder que los financian.

   No se puede salvar la libertad destruyendo sus pilares. Mientras la soberanía de los pueblos es vendida al mejor postor en Bruselas, las sanciones a ciudadanos se convierten en el último recurso de un sistema que ha perdido su capacidad de convencer y solo sabe castigar. Europa necesita menos autoritarismo de despacho y una verdadera devolución del poder a los ciudadanos. Si quienes mandan hoy siguen utilizando las instituciones como un arma contra la disidencia, acabarán por dinamitar la misma Unión que dicen proteger.