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Sábado, 01 de Noviembre de 2025 Tiempo de lectura:

EL IMPERIALISMO Y EL LARGO GENOCIDIO PALESTINO

Historia de una brutal colonización

Desde el primer momento - apunta Alberto García - la intención sionista ha sido la de ir ocupando cada vez más territorio y confinar a los palestinos, expulsarlos, o sencillamente y como han puesto de manifiesto los últimos acontecimientos, exterminarlos o destruirlos (...).


Por ALBERTO GARCÍA PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

 

   Desde el primer momento la intención sionista ha sido la de ir ocupando cada vez más territorio y confinar a los palestinos, expulsarlos, o sencillamente y como han puesto de manifiesto los últimos acontecimientos, exterminarlos o destruirlos. No se trata de un hecho aislado que ha surgido actualmente, o como consecuencia de los sucesos del 7 de octubre de 1923. 

 

   El proceso de descolonización  puso fin a las formas más groseras de dominación colonialista, pero las potencias imperialistas encontraron formas más sutiles de perpetuar su expolio y dominación sobre los antiguos países colonizados, sobre todo utilizando mecanismos económicos y financieros, como detalladamente ha explicado el artículo publicado en Hojas de Debate titulado “El imperialismo como terrorismo: descifrando la guerra permanente contra África”, en el que se ponen de manifiesto los diversos mecanismos de dominación que se han perpetuado, sobre todo por parte de Francia, y la respuesta que todo esto está provocando en el continente y señaladamente en Burkina Fasso, Mali y Níger.

 

  Destaca sobre otros el uso del denominado Franco CFA, moneda que Francia ha impuesto a 14 países africanos a los que obliga a depositar el 50% de sus divisas en el Tesoro francés, impidiéndoles controlar su política monetaria, dificultando la financiación de su desarrollo y garantizándose tasas de cambio que favorecen los intereses franceses.

 

  Por su parte EEUU mantiene 30 bases militares en el continente africano.

 

CREACION DEL ESTADO DE ISRAEL

 

  Pues bien, a contracorriente del proceso histórico de descolonización que se produjo tras la segunda guerra mundial, se llevó a cabo el que supuso a la creación del Estado de Israel.

 

   A mediados del siglo XIX Palestina formaba parte del Imperio Otomano, y su población la constituían fundamentalmente árabes, y algunos otros grupos muy minoritarios, entre ellos población judía. A finales del siglo XIX se desarrolla en Europa fundamentalmente entre sectores judíos la corriente ideológica denominada sionismo, que tenía el objetivo de crear un estado judío. Su principal impulsor fue Theodor Herzl, periodista austríaco que convocó el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza,  en 1897, proclamando la pretensión de obtener “un hogar en Palestina para el pueblo judío”.

 

   El flujo migratorio de judíos hacia Palestina fue creciendo.  En 1917 se produjo la declaración Balfour, que sostenía que el gobierno británico, principal potencia imperialista en la fecha y titular de facto de la posesión sobre el territorio palestino, veía favorablemente el establecimiento de la patria judía en Palestina, sosteniendo hipócritamente que ello no afectaría los derechos de las comunidades no judías de Palestina. La declaración fue apoyada por EEUU, y se convirtió en antecedente importante después de la primera guerra mundial, cuando la Sociedad de Naciones la asignó al Reino Unido el mandato oficial sobre Palestina. Dicho mandato se extendió entre 1920 y 1948

 

  En 1922 autorizan la creación de la Agencia Nacional Judía, que pasó a ser el embrión de un estado. A partir de 1945 cuando finaliza la segunda guerra mundial se produce una migración masiva de población judía hacia Palestina, y se desarrollan grupos armados sionistas, como el Leji y el Irgún, dirigidos fundamentalmente a combatir el mandato británico, y eliminar a los sectores progresistas israelíes, reprimiendo además a sus oponentes árabes.

 

  El 29 de noviembre de 1947 las Naciones Unidas decidieron crear dos estados, uno árabe y otro judío, decisión que los países árabes rechazaron por completo. Jerusalén quedaba bajo administración de las Naciones Unidas. Los británicos comenzaron a retirarse de Palestina. No cabe duda que la conmoción existente tras conocerse a fondo los atroces crímenes cometidos por los nazis contra las poblaciones judías europeas tuvieron un impacto enorme sobre la conciencia mundial, facilitando el éxito de la reivindicación sionista.

 

  El día después de la aprobación del plan de partición de Palestina las manifestaciones de alegría sionistas fueron enormes, y una visible oposición árabe. La partición era gravemente lesiva para los palestinos, que constituían todavía las dos terceras partes de la población. 

 

  Pero dicha división solo fue aceptada tácticamente por los principales dirigentes sionistas, como en su día manifestó el propio Ben Gurión. El historiador isrealí Simha Flapan ha señalado que los sionistas no aceptaban la partición, sino que solo se trataba de una jugada táctica para posteriormente continuar avanzando y expandir los territorios asignados al estado israelí.

 

  El 14 de mayo de 1948 el último soldado británico salió de Palestina, y los sionistas declararon la creación del Estado de Israel.

 

  La guerra subsiguiente generó el desplazamiento de unos 700 mil palestinos.

 

  Tanto Reino Unido como Francia siguieron apoyando los intereses israelíes, concertándose con estos incluso contra los egipcios con motivo de la invasión que llevaron a cabo de aquel país tras la nacionalización del canal de Suez. A partir de 1957 cada vez se fue haciendo mayor la influencia y el respaldo incondicional americano a Israel paralelamente a ponerse de manifiesto de manera descarnada que franceses e ingleses, con su fracaso en Egipto, sin la ayuda americana no podían recuperar el canal. Generalmente se considera este momento como el de plena conciencia mundial de que la hegemonía en el mundo capitalista había pasado a los EEUU, que desde la administración Truman se habían ido estableciendo como máximos valedores del Estado de Israel y cuyo apoyo ya no hizo sino incrementarse.

 

  Los palestinos no habían permanecido  pasivos ante este proceso de incremento de  la población judía, y el apoyo que al mismo iban prestando los dirigentes británicos, surgiendo la gran revuelta de 1936-1939, en la que se opusieron a la presencia tanto judía como británica y que fue duramente reprimida, de manera conjunta por británicos y sionistas; murieron cinco mil palestinos, se fortalecieron las organizaciones paramilitares sionistas  y la mayor parte de la elite política y militar palestina fue forzada al exilio.

 

  Por su parte todos los gobiernos árabes de la zona declararon su rechazo a la partición Palestina, pues violaba el principio de autodeterminación nacional de la Carta de la ONU, que otorgaba a los pueblos el derecho a decidir su propio destino.

 

  En definitiva, con la creación del Estado de Israel y la ocupación de los territorios palestinos se instauró una situación imperialista, colonialista, violando la autodeterminación del pueblo palestino, justo al contrario de lo que estaba sucediendo en todo el mundo.

 

  A partir de esta grave injusticia se instauró una situación colonial en Palestina, y han ido surgiendo el conjunto de conflictos que hemos conocido, incluso las diversas guerras que se han sucedido, en los que Israel ha contado con el apoyo de los países capitalistas, y el ilimitado de EEUU.

 

  Desde el primer momento la intención sionista ha sido la de ir ocupando cada vez más territorio y confinar a los palestinos, expulsarlos, o sencillamente y como han puesto de manifiesto los últimos acontecimientos, exterminarlos o destruirlos. No se trata de un hecho aislado que ha surgido actualmente, o como consecuencia de los sucesos del 7 de octubre de 1923. 

 

  El actual ataque genocida es una de las consecuencias más dramáticas de décadas de ocupación israelí, violencia sistemática y humillación. Se arrastra una política de colonización de décadas. Como indica Amnistía Internacional, “desde que Israel comenzó la ocupación de Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén oriental,  en junio de 1967, las implacables políticas israelíes, de confiscación de tierras, asentamientos ilegales, e institucionalizada, han infligido un sufrimiento inmenso a la población palestina, despojándola de sus derechos fundamentales”.

 

  “La ocupación militar es un componente clave de un cruel sistema de apartheid que oprime y somete a las personas palestinas, cuyos derechos controla Israel, incluidas las que viven en el territorio ocupado, en Israel, y en la diáspora de donde no se les permite volver.”

 

  “La ocupación de Palestina es una de las ocupaciones militares más largas y mortíferas del mundo. Durante décadas se ha caracterizado por la práctica generalizada y sistemática de violaciones graves de derechos humanos contra la población palestina… la población palestina que vive bajo ocupación israelí se ve sometida a innumerables violaciones de derechos humanos, mantenida por un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemática. La vida cotidiana en Palestina requiere lidiar con un complejo sistema de puestos de control, vallas, muros, bases militares. El férreo control de Israel sobre todos los aspectos de la vida en Palestina, desde el Registro Civil, hasta el suministro de agua, de electricidad, de alimentos, de medicamentos, hace insoportable la vida a los ocupados… La política de expansión de asentamientos ilegales es una de las principales fuerzas impulsoras de las violaciones generalizadas de derechos humanos…”

 

   Esto es lo que tenemos que tener en cuenta: se trata de una dominación imperialista, colonial, que dura más de 80 años, en la que los palestinos resultan sometidos a una situación insoportable dentro de su propia tierra, por un estado ocupante, que los somete a una explotación colonial y que tiene como objetivo expulsarlos de su territorio, o eliminarlos, y someter a los supervivientes a unas humillantes condiciones de vida y trabajo. Una situación que se perpetúa gracias al apoyo de las principales potencias capitalistas, y a la indiferencia y complicidad de los gobernantes de muchos de los países árabes, después de que los EEUU, Israel y las potencias capitalistas hayan conseguido ir derribando a todos aquellos gobiernos árabes que se oponían ante esta situación, como sucedió en Iraq, Libia, Siria, y pretenden que ocurra en Irán.

 

  El insoportable genocidio que hemos contemplado y seguimos viendo perpetrado durante este último periodo ha conllevado también lo que el artículo de la periodista del diario El País, Soledad Gallego-Díaz, publicado el pasado 16-11-25, identifica como “domicidio”, es decir la destrucción deliberada de viviendas, y el que llama “urbicidio”, la destrucción deliberada de ciudades.  “Atacar las ciudades garantiza que la gente no tenga donde regresar”. “Los soldados testifican que se les ha ordenado incendiar las casas en las que se han alojado, vertiendo aceite sobre cortinas, libros y colchones”. “En la práctica, la proporción de estructuras arrasadas en Rafah por ejemplo, es mayor que la de las destruidas en Hiroshima y Nagasaki”, hasta el extremo que el propio yerno de Trump ha dicho que “parecía casi como si se hubiera detonado una bomba nuclear». “Testimonios fiables explican que las autoridades israelíes están procediendo a la destrucción programada de todo tipo de documentación que acredite como eran las distintas barriadas o pueblos de la Franja de Gaza. Además, existen grupos de voluntarios que, al frente de potentes excavadoras, proceden a derribar los edificios a su alcance, sin que el ejército israelí oponga resistencia”, continúa señalando dicho artículo.

 

  Las perspectivas que se dibujan para toda la Palestina ocupada son siniestras, y en concreto para la Franja de Gaza, sometida a un auténtico martirio, donde Israel sigue asesinando impunemente, y hacen que resulte un sarcasmo hablar de proceso de paz. Trump va a controlar todo el proceso que se ha abierto tras el pretendido alto el fuego, lo que garantiza que el genocidio de los palestinos se prolongue, de forma más o menos visible, tal y como lleva sucediendo desde hace 80 años.

 

 Sólo una auténtica descolonización conseguirá reestablecer una situación de justicia para los palestinos.

 
Publicado originalmente en Hojas de Debate.
 
 
 
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