CNEL. AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS: VLÁDIMIR PUTIN, LÍDER MUNDIAL

Por AMADEO MARTÍNEZ INGLÉS PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

  Al mando del Ejército más poderoso del mundo en estos momentos, que dispone de super armas sin parangón en las FAS de cualquier país, que domina en exclusiva la nueva tecnología de la guerra de quinta generación (drónica, electrónica, hipersónica) y que en la actualidad usa Ucrania como campo de maniobras para su fortalecimiento y operatividad, el zar ruso se ha convertido en un auténtico líder a escala global que se atreve a “ningunear” a EE.UU. y a mantener en permanente estado de desasosiego a una acomplejada y desarmada Unión Europea.

    Y es que, con las dos últimas y exitosas pruebas, realizadas en el mes de octubre de este mismo año, del misil intercontinental de propulsión nuclear ruso 9M 730Burevesnik “Petrel” (OTAN SSC-X-9 Skyfall) y el dron submarino Poseidón Status-6 (OTAN Kanyon), también de propulsión nuclear,  que ponen fin a más de veinte años de trabajos de alto nivel técnico (hasta los máximos expertos dudaban de su posibilidad en el medio/largo plazo) que con sus mini reactores nucleares de propulsión indefinida resultan de momento inigualables por la tecnología occidental y que se unen y desbordan la amplia panoplia de los novedosos activos operativos rusos de los “hipersónicos” Sarmat, Avangard, Kinzhal, Tsirkón,  Peresvet, Ojotnik…  Rusia ha puesto pie en pared geoestratégica ante sus últimos encontronazos con Donald Trump, la amenaza de nuevas sanciones por parte de EEUU y la apropiación indebida de sus activos financieros por parte de Europa. 

    El misil “Petrel” (nombre de un ave precursora de tormentas) es algo mucho más complejo y expeditivo que un simple misil de crucero (como se han apresurado a catalogar enseguida los sufridos estrategas de medio mundo impactados por la  inesperada confesión laudatoria del presidente Putin sacándolo  a audiencia pública), inviolable, indestructible, de sigilo operativo total, de autonomía y radio de acción ilimitados, de trayectoria indeterminada y caótica e invisible a cualquier medio de detección actual que puede (podrá) permanecer años en el aire viajando a altura táctica y abalanzarse sobre sus objetivos en cualquier parte del mundo, sin ningún tipo de resistencia, cargado de megatones…

   Por su parte, el dron submarino Poseidón (calificado ya por los expertos, y no precisamente rusos, como el torpedo del juicio final) es eso, un super torpedo impulsado por un mini reactor nuclear (cien veces más pequeño que el reactor estándar que impulsa a los submarinos nucleares de los que disponen ya abundantes naciones) de 20 metros de eslora y 100 toneladas de desplazamiento, que puede llevar en su seno hasta una ojiva nuclear de 100 megatones y capaz de navegar en inmersión a 1.000 metros de profundidad a una velocidad de 200 kilómetros/hora. Dato este último que el Pentágono americano, horrorizado (aunque hace ya tiempo que lo tenía en sus manuales secretos como una super fiera rusa a batir), después de negar su existencia durante años se ha permitido rebajar a unos más moderados 100 kilómetros/hora. ¡Como si esa nueva velocidad en inmersión de un submarino no tripulado y, encima, de alcance global, fuera algo común y corriente y perfectamente asumible por cualquier Armada que se precie!  

   ¡Casi nada, amigos! Rusia se ha convertido de la noche a la mañana con estos dos engendros armamentísticos de novísima factura en dueña y señora de los cielos y de las profundidades marinas, en una futura dictadora de la geoestrategia y de la geopolítica mundiales… y su presidente, el ubicuo señor Putin, en un auténtico líder a escala global, que dispondrá, en cuanto estas terroríficas armas estén plenamente operativas y en los arsenales de las Fuerzas Aeroespaciales y Navales de la Federación de Rusia, de mucho más poder de disuasión y, por ende, de destrucción, que cualquier otro dirigente mundial incluido el presidente de EEUU.

    Pero ante tamaño desafío de la tecnología rusa, enseguida han salido a la palestra los portavoces (e, incluso, el propio Trump) de la contrainformación occidental y de los servicios de inteligencia americanos y europeos, visiblemente impactados por la “prepotente comparecencia” de Putin informando al mundo entero de su nuevo poder, para despreciar tanto al nuevo misil ruso  como al super torpedo del juicio final, cargándole al primero el sambenito de “chernovil volador” y al segundo, como no podía ser menos, el de “chernovil navegador”. Algo totalmente inadecuado y falso en ambos casos pues precisamente el largo recorrido de más de 20 años como revolucionarios proyectos, se debió a los exhaustivos estudios de creación de los mini reactores nucleares de los que están dotados y a la absoluta necesidad de que éstos respetaran los duros protocolos de anticontaminación radiactiva.

    Y otra cosa, amigos. Puestos a llamar “chernoviles voladores o navegadores” a estas singulares armas rusas ¿cómo habría que catalogar a los super portaviones nucleares yanquis de 100.000 toneladas y a las decenas de submarinos con igual propulsión de los que disponen los arsenales norteamericanos y europeos?

   La envidia humana, la estulticia pura y dura, sumadas al miedo y a la pérdida de poder, promueven declaraciones estúpidas e inconvenientes y son, además, sumamente contagiosas y pueriles. Y ni las ciencias más modernas como la geopolítica o la geoestrategia se salvan de ellas. Todo lo contrario, sus gestores y estudiosos las sufren como cualquier mortal y, sobre todo, cuando les puede ir la vida en ello.         

(*) Amadeo Martínez Inglés. Coronel. Escritor. Historiador.